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4 de noviembre

 

San Lucas 14, 7-11

El pasaje de Lucas 14, 7-11 nos presenta la enseñanza de Jesús sobre la humildad y la importancia de no buscar la gloria personal. En este relato, Jesús observa cómo los invitados a una cena se apresuraban a tomar los lugares más importantes, tratando de obtener reconocimiento y estatus social.

 Él utiliza esta situación para enseñar una lección sobre la humildad y el respeto mutuo. Jesús les enseña que, en lugar de buscar los lugares de honor, es mejor elegir un lugar humilde y permitir que el anfitrión te invite a un lugar más destacado.

De esta manera, se evita la vergüenza de ser rechazado y se muestra un espíritu humilde y respetuoso hacia los demás invitados. Esta enseñanza de Jesús es un recordatorio importante de mantener una actitud humilde y respetuosa en nuestras interacciones con los demás.

 No debemos buscar constantemente la atención o el reconocimiento personal, sino estar dispuestos a servir y poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras. Ahora, en cuanto a San Carlos Borromeo, fue un santo italiano del siglo XVI conocido por su papel en la Contrarreforma y por su dedicación a la reforma de la Iglesia Católica en medio de la corrupción y el relajamiento moral. Fue arzobispo de Milán y se destacó por su compromiso con la enseñanza, la predicación y la atención pastoral de su diócesis.

San Carlos Borromeo enfatizaba la importancia de vivir de acuerdo con los valores del Evangelio y promovía la caridad y la justicia social. Implementó reformas dentro de la Iglesia, promoviendo una vida disciplinada y renovando el compromiso de los clérigos con su vocación.

Su vida y sus enseñanzas nos invitan a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con nuestra fe y la manera en que vivimos nuestra relación con Dios y con los demás. Nos desafía a ser auténticos discípulos de Cristo, dispuestos a servir y a poner en práctica los valores del Reino de Dios en nuestro entorno.

Tanto el pasaje de Lucas 14, 7-11 como la vida de San Carlos Borromeo nos recuerdan la importancia de la humildad, el respeto mutuo y el servicio desinteresado como parte fundamental de nuestra vida cristiana. Nos animan a buscar la gloria de Dios antes que la nuestra propia, y a poner en práctica los valores del Evangelio en todas nuestras interacciones y decisiones.

3 de noviembre

 

San Lucas, 14, 1-6

 

Este pasaje nos nuestra un episodio en que Jesús es invitado a casa de un fariseo durante el día de reposo. Allí, se encuentra con un hombre hidrópico, es decir que sufre de una acumulación anormal de líquido en su cuerpo y le produce mucha hinchazón.  Jesús, sabiendo que los fariseos y los doctores de la ley están observando atentamente, les pregunta si es lícito sanar en el día de reposo. Ellos permanecen en silencio, sin responder a la pregunta de Jesús.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la tendencia humana de poner normas y leyes por encima del amor y la compasión. Los fariseos y los doctores de la ley estaban más preocupados por cumplir con los preceptos religiosos y las tradiciones, incluso hasta el punto de ignorar el sufrimiento humano presente delante de ellos.

 Jesús, por otro lado, muestra una actitud completamente diferente. Él ve al hombre hidrópico y se conmueve por su condición, sintiendo compasión por él.

 A pesar de la posible controversia que podría surgir, Jesús decide sanar al hombre en ese mismo momento, demostrando así que la misericordia y el amor superan cualquier reglamento o norma establecida.

 Esta reflexión nos lleva a cuestionarnos cómo manejamos las situaciones en nuestra vida diaria. ¿Nos centramos más en seguir reglas y normas sin importar las necesidades de los demás, o cultivamos una actitud de compasión y amor hacia los que nos rodean? Es importante recordar que el amor y la misericordia son esenciales en nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes.

 Jesús nos enseña que el verdadero cumplimiento de la ley consiste en amar a Dios y amar al prójimo como a nosotros mismos. En nuestras interacciones diarias, debemos priorizar el amor y la compasión sobre cualquier norma o reglamento.

Debemos mirar más allá de las etiquetas que se nos asignan y tratar a cada persona con dignidad y respeto. Además, debemos estar atentos a las necesidades de los demás y estar dispuestos a ayudar y sanar, incluso cuando eso signifique romper con las convenciones establecidas.

Que este pasaje nos inspire a ser personas compasivas y amorosas en nuestro caminar cotidiano, siguiendo el ejemplo de Jesús y recordando siempre que el amor y la misericordia son los pilares fundamentales de nuestra fe. Que nuestras acciones reflejen el amor de Dios y sean un testimonio vivo del verdadero significado de seguir a Cristo.

2 de noviembre

 

San Lucas 23, 44-46

 Hoy  conmemoramos a todos los fieles difuntos, aquellos que han partido de este mundo y ahora descansan en la paz del Señor. Es un día para recordar y honrar a nuestros seres queridos que ya no están entre nosotros físicamente, pero que siguen viviendo en nuestro corazón y en la presencia amorosa de Dios.

 La muerte es un misterio que nos confronta con nuestra propia vulnerabilidad y nos recuerda la importancia de valorar cada momento de nuestra vida terrenal. También nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestra existencia y la trascendencia de nuestro ser. En este día, recordemos que la muerte no es el final, sino un paso hacia la vida eterna en la presencia de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y nos ha abierto las puertas del Reino de los Cielos. Por tanto, tenemos la esperanza firme de que nuestros seres queridos difuntos están en paz y gozan de la felicidad eterna junto a Dios.

 Recordemos también que como comunidad de fe, estamos llamados a orar por las almas de los fieles difuntos. Nuestras oraciones y sacrificios pueden ayudarles en su proceso de purificación y acercamiento a Dios. Hoy, elevemos nuestras plegarias por todos aquellos que han fallecido, para que encuentren la plenitud de la vida en la presencia de Dios.

Recordemos además la importancia de valorar y mantener viva la memoria de quienes nos han precedido en la fe. Sus enseñanzas, su ejemplo de vida y su amor perduran en nuestra comunidad y nos inspiran a seguir su legado. A través de nuestras acciones y testimonio, podemos honrar su memoria y continuar su obra de amor y servicio en el mundo.

 En este día, también reflexionemos sobre nuestra propia mortalidad y la brevedad de la vida terrenal. Aprovechemos la oportunidad de examinar nuestro camino espiritual, nuestras relaciones y nuestras prioridades.

 Que la conmemoración de los fieles difuntos sea una invitación para vivir cada día plenamente, amando a Dios y al prójimo, y buscando la santidad en nuestra vida cotidiana. Encomendemos a todos los fieles difuntos a la misericordia infinita de Dios y confiemos en que su amor y su perdón los acompañen en su tránsito hacia la vida eterna.

Que hoy y siempre, recordemos y honremos a aquellos que ahora descansan en el Señor, y que su ejemplo nos inspire a vivir con fe, esperanza y amor.

1 de noviembre

 

San Mateo 5, 1-12

 

Hoy, en la solemnidad de Todos los Santos, reflexionamos sobre las bienaventuranzas proclamadas por nuestro Señor Jesucristo. Estas palabras nos muestran el camino hacia la santidad y nos invitan a vivir de acuerdo con los valores del Reino de Dios.

Jesús, el Maestro divino, subió a la montaña y comenzó su sermón diciendo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Jesús nos enseña a despojarnos del apego excesivo a las riquezas materiales y a reconocer nuestra necesidad total de Dios. Ser pobres en espíritu implica reconocer nuestra dependencia de Dios y confiar plenamente en su providencia.

En las Bienaventuranzas, Jesús también nos dice: "Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra". La mansedumbre no debe confundirse con debilidad. Ser mansos significa tener un corazón humilde y dócil, capaz de perdonar y de buscar la paz. Los mansos heredarán la tierra prometida, porque Dios defiende y exalta a aquellos que se humillan ante Él.

Además, Jesús nos dice: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados". Todos experimentamos momentos de tristeza y dolor en nuestras vidas. Pero Jesús nos asegura que Dios nos consolará. No estamos solos en nuestras aflicciones, porque el Señor siempre está cerca para secar nuestras lágrimas y brindarnos su consuelo.

Continuando con las bienaventuranzas, Jesús proclama: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Debemos anhelar la justicia y luchar por ella en todas nuestras acciones y decisiones. Dios satisface nuestra hambre y sed de justicia, y nos invita a ser instrumentos de cambio en un mundo que a menudo parece injusto.

Otra de las bienaventuranzas dice: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". La misericordia es un don divino que debemos compartir con los demás. Al perdonar y mostrar compasión, estamos siguiendo el ejemplo de Jesús, quien nos muestra una misericordia infinita. Aquellos que son misericordiosos recibirán la misericordia de Dios en abundancia.

Jesús también nos dice: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". La pureza de corazón implica vivir en integridad y sinceridad, sin doblez ni hipocresía. Cuando nuestro corazón está libre de malicia y egoísmo, somos capaces de ver y experimentar la presencia de Dios en nuestra vida.

Y finalmente, Jesús proclama: "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Ser cristiano no siempre será fácil, y podemos enfrentar persecuciones por nuestra fe. Sin embargo, Jesús nos asegura que aquellos que sufren por amor a Él serán recompensados en el Reino de los Cielos.

Las bienaventuranzas son un llamado a vivir una vida santa y feliz siguiendo los pasos de Jesús. Nos desafían a abandonar el camino del egoísmo y a abrazar los valores del Reino de Dios. Al hacerlo, podemos ser testigos de la alegría y la paz que solo Dios puede dar.

Oremos para que el Señor nos conceda la gracia de vivir como verdaderos discípulos suyos, siguiendo el ejemplo de los santos que nos han precedido. Que el Señor nos bendiga y nos ayude a vivir según las bienaventuranzas. Amén.

 

31 de octubre

 

San Lucas 13, 18-21

Nos encontramos en torno a la palabra del Señor, en este día el evangelio nos invita a descubrir claramente esta imagen que usa Jesús, esta comparación del reino de los cielos, y con esta pregunta comienza Jesús ¿A qué se parece el reino de los cielos, a qué podré compararlo, la imagen que utiliza es la de semilla de mostaza, que es muy chiquita, pero cuando se siembra y crece se convierte en un gran arbusto que sirve de cobijo para las aves del cielo y luego también añade la comparación de una levadura que una mujer mezcla en una gran cantidad de harina, parecería a cierta vista que el reino de Dios es insignificante, casi no se ve, sin embargo el reino del Señor está siempre presentes entre nosotros, en nuestra vida cotidiana y en las cosas simples de la vida.

El Señor tiene el poder de mostrarse como Él quiere, sin embargo, eligió lo simple y sencillo para que nosotros podamos reconocer su presencia, en esa simpleza aparece la fortaleza, lo perfecto de Dios entre nosotros.

Siempre el Señor va a utilizar imágenes para poder hablar del reino de Dios y ¿Qué es el reino? Es la presencia de Él entre nosotros, son aquellos signos que nos muestran que el Señor camina a nuestro lado, que es nuestra mejor compañía, es el centro de nuestra vida e historia y dependerá de nosotros en qué lugar lo ubicamos y que espacio le ofrecemos al Señor.

Que esta palabra sea para nosotros un motivo de esperanza, por momentos atravesamos situaciones difíciles que no nos permiten ver claro, que parecería que el Señor se ha olvidado de nosotros y que no nos escucha en las oraciones. Sin embargo, Él está allí en lo simple, sencillo, cotidiano, en el día a día.

Que nunca dejemos como creyentes y cristianos, hijo de Dios de buscar siempre su reino.

 

30 de octubre

 

San Lucas 13, 10-17

Estamos ante una pobre mujer encorvada. Jesús con un gesto de amor hace una curación en sábado. Había una ley ya desde Moisés que impedía todo trabajo en sábado. Era la ley sabática. En el sábado que era dedicado a Dios no se podía hacer ningún trabajo ni sanar a un enfermo. Pero Jesús la va a sanar ese día para mostrar que la persona está por encima de la ley.

Muchos se escandalizaron que Jesús curara en sábado. Este hecho de Jesús nos enseña que la caridad con las personas es superior a todo. El amor está por encima de la ley. Muchas veces nos quedamos atrapados en la ley.

 Si la ley nos impide ejercer la caridad fraterna no nos sirve para nada. Ya Jesús había dicho que no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Muchas veces podemos practicar una religión que nos hace esclavos. Parafraseando lo que dijo Jesús, podemos decir que no es el hombre para el auto, sino el auto para el hombre.

 Conocí a un hombre que se pasaba limpiando su auto, y lo cuidaba más que a su mujer. La prioridad siempre son las personas, ellas están por encima de las cosas, están por encima de la ley. Jesús siempre dio la primacía a las personas ante que la ley. Jesús por ayudar a los enfermos no cumplía la ley sabática por eso era mal visto por muchos.

Lo que era el sábado para el judío hoy sería el domingo para nosotros. Es un día para Dios. ¿Lo tenemos presente a Dios cada domingo? Además, de dedicar el domingo a Dios ¿ayudamos a enderezarse a las personas que están agobiadas? Hay muchas personas a nuestro lado que están encorvadas por algún sufrimiento.

Qué hermoso sería de proponernos hacer cada domingo algún acto de caridad. Que pudiéramos tener un plus que no hacemos en la semana. Como tener una atención para con algún enfermo o ancianito, o con alguien que está solo, o con algún familiar que hace mucho que no visitamos, o hacer una llamada telefónica amable. O visitar a algún pariente que tenemos abandonado, o ayudar a desatar a alguien que esté atado en su sufrimiento. ¡Cuánto bien podríamos hacer!

No dejemos de ser caritativos, y que Dios nos dé mucho amor para trasmitir a los demás.

 

28 de octubre

 

San Lucas 6, 12-19

Hoy se celebra en toda la Iglesia universal la fiesta de estos dos apóstoles del Evangelio san Simón y san Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago, llamado también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».

Simón y Judas fueron apóstoles de Cristo, por el que derramaron hasta su sangre. Su fiesta se celebra de forma conjunta el 28 de octubre porque se dice que siempre se les veía juntos predicando la palabra de Dios.

Judas Tadeo evangelizó con gran celo a los paganos. Viajó hasta Mesopotamia para difundir la figura de Cristo. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Posteriormente volvió a partir en dirección a Libia, donde junto a Simón, difundieron el Evangelio por toda aquella región.

Ambos apóstoles sufrieron el martirio en Persia, en la ciudad de Suanis. A san Judas le cortaron la cabeza después de golpearle con un garrote. Antes de morir Judas escribió una carta incluida en el Nuevo Testamento. Simón, por su parte, fue martirizado con una sierra, que cortó su cuerpo en dos.

Pero la historia de estos dos apóstoles no es solo la historia de su martirio, sino la historia de dos hombres que dejaron todo para seguir muy de cerca a Cristo y que difundieron su figura por muchos de los reinos conocidos entonces.

Como vemos los profetas eran rechazados, Jesús sabía que en su misión de profeta iba a ser rechazado, pero no lo asusta la misión. A mí me da mucha alegría leer este evangelio; donde le dicen que se valla, le anuncian que lo están buscando para matarlo. Y sin embargo el Señor sigue su camino anunciando, sigue con su misión con claridad.

Es una buena enseñanza para nosotros, porque ninguna amenaza detiene a Jesús, él sigue haciendo el bien. Yo pienso “¿no debe ser así nuestra vida también?”; nosotros debemos pasar haciendo el bien, debemos anunciar el evangelio porque sana, cura y une.

Pidamos entonces a Jesús que pasemos y anunciemos con alegría el evangelio del amor en nuestro ambiente.

 

 

27 de octubre

 

San Lucas 12,54-59

En el Evangelio de hoy Jesús nos invita a poner en práctica el buen discernimiento, es decir, la capacidad de poder comprender, juzgar y contemplar todos esos acontecimientos que nos van sucediendo en la vida y que tienen que ver con el paso de Dios entre nosotros y su acción salvadora.

Es necesario preguntarnos con sinceridad si somos capaces de descubrir lo que Dios quiere decirnos en todas estas cosas, para que de esta manera podamos encontrarnos con su voluntad y hallar el verdadero camino hacia un proyecto de vida donde se palpe la presencia del Reino y su perfecta justicia.

Jesús se hace presente en nuestra propia historia para invitarnos a la conversión a través de una gran cantidad de signos. Es importante clamar la presencia de su mismo Espíritu para que nos conceda este don maravilloso que es el de la Sabiduría; ese don nos ayudará a discernir, es decir, a separar lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo

En esto de descubrirlo a Dios en los acontecimientos de la vida, no debemos olvidar la verdad que nos transmite la carta a los Romanos 8,28: "Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman"

Te invito entonces a que en tus oraciones personales clames a Dios para que te conceda el don del buen discernimiento, estoy seguro de que Él te iluminará para que puedas elegir todo aquello que es de su agrado.

Que en este día y todos los días, el don de la Sabiduría descienda sobre ti y te colme de luz y de paz.

 

 

 

 

26 de octubre

 

San Lucas 12,49-53


El evangelio de hoy nos presenta un Jesús que le dice a sus discípulos: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra y cómo desearía que estuviera ardiendo” Es decir se nos presenta un rostro quizás poco conocido de Jesús; que es el del corazón apasionado, es aquel que se manifiesta como el que tiene un corazón ardiente, un corazón apasionado, un corazón que arde y que incluso desearía que ese fuego que siente en el corazón arda también en el corazón de todos lo que lo están escuchando, principalmente sus discípulos.

El fuego nos manifiesta la pasión no las cosas que nos apasionan; aquello por lo cual nosotros nos queremos jugar por entero la vida. Jesús también lo tiene y lo siente en el fondo de su corazón: es una pasión que lo alimenta, que lo motoriza, que lo motiva, que ni él mismo puede aplacar. Y es el amor: el amor al Padre y el amor que vea consumada su obra, el amor al Reino de los Cielos instaurado definitivamente en la tierra y el amor a los pobres, a los pequeños, a los sencillos y a los humildes. Es decir, el Corazón de Jesús no es un corazón impávido. No es un corazón pasivo. No es un corazón de piedra. Es un Corazón que ama, que siente, que se enciende incluso hasta bruscamente de amor por todos los hombres.

Y más adelante el relato del evangelio dice que Jesús hace una segunda confesión que tenemos que entender bien. Habla de la paz. Nosotros hoy deseamos la paz, la necesitamos, la queremos. Sin embargo, en palabras de Lucas, Jesús dice que no ha venido a traer la paz. En este sentido me parece que nosotros tenemos que entender y diferenciar bien dos cosas: la paz que viene a traer Jesús no es la ausencia de conflictos, la paz que viene a traer Jesús no es la ausencia de guerras, no es la ausencia de rivalidades, no es la ausencia de todo aquello con lo cual yo me puedo llegar a confrontar y que me puede herir o me puede lastimar. La paz de Jesús es mucho más. La paz de Jesús es que, aún a pesar de todo eso y por sobre todas esas cosas, hay un corazón dispuesto a amar y a jugárselas por entero por amor a otras personas.

Claro, entonces no queda más remedio que generar división porque de hacer una opción fundamental por el Evangelio -en definitiva, una opción fundamental por el amor y por aquellos que sienten la vida de la fe más amenazada- va a generar división porque no todos lo van a querer vivir la misma manera. Es decir, habrá algunos que sí y otros que no. Entonces aquellos que con corazón apasionado busquemos no una ausencia de conflictos sino en la capacidad de poder vivir, aceptar, y a sumir conflictos en nuestra vida para sacar de hecho con la gracia de Dios un bien mayor, nos va a hacer distanciar de aquello que quieren una vida cómoda, una vida fácil, una vida tibia, una vida segura en su propia zona de confort.

25 de octubre

 

San Lucas 12,39-48

Estar atentos, estar preparados y vigilantes es una actitud y capacidad que se vive a diario hoy día, hasta casi inconscientemente y de modo angustioso, hemos aprendido a ejercitarlo debido a la inseguridad y violencia que a diariamente vivimos en nuestras ciudades.

La Palabra de Jesús también hoy nos habla e invita a estar preparados, vigilantes, trabajando, esperando que llegue el Hijo del hombre, por supuesto que es una actitud diferente, distinta, es un estar vigilantes y atentos esperanzados y gozosos porque viene a nuestro encuentro, Alguien importante, el Mesías, el Señor.

Siempre que viene alguien de visita a nuestro hogar, intentamos tener todo en orden y preparado para compartir y disfrutar de su presencia. Creo que esta es la actitud atenta que nos invita Jesús a cultivar y formar en nuestra vida. Estar preparados haciendo lo de todos los días, con el corazón gozoso porque Él Viene, no sé cuándo ni cómo, pero siempre Viene.

Diría una canción que quizás conoces: “…Es joven el que espera, el que sabe caminar, el que lucha por el Reino, sin volver la vista atrás. El que da su mano a otro, el que sabe transformar, el que es pan para los pobres defendiendo la Verdad…”

Qué bueno que el Señor te encuentre siempre de este modo, disfrutando, aprovechando, gozando, trabajando y transformando cada momento

Que nada, ni nadie, te distraiga ni saque el tiempo, no te duermas, no te dejes estar en la vagancia. Hay que estar preparado, con el corazón encendido, descubriendo, ¡buscando y esperando al Dios de la vida!

¿Estás Preparado, ¿Estás atento? “Nosotros hacemos consistir la Santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer como Jesús lo quiere” dice una canción muy linda “siempre alegres”

24 de octubre

 

San Lucas 12, 35-38

Hoy, 24 de octubre, celebramos a San Antonio María Claret, nacido en Barcelona (España), en 1807. En su juventud fue obrero textil, razón por la que se le considera patrón de los tejedores y de la industria textil de Cataluña. Desde pequeño se destacó por su amor a la Eucaristía y a la Virgen María.

 De hecho, Antonio profesaba un gran amor por la Madre de Dios y la tenía como protectora. Un día, siendo muy joven, fue de paseo a la playa con unos amigos. De pronto, mientras caminaba por la orilla, fue arrastrado mar adentro por una ola muy grande. Como no sabía nadar, empezó a ahogarse. Preso del pánico, alcanzó a gritar: “Virgen Santa, sálvame”.

De pronto, -no sabía bien explicar cómo- estaba de regreso en la orilla, sano y salvo. Siempre que Antonio recordaba el episodio, decía que había sido la Virgen quien lo había salvado.

Años más tarde el joven catalán ingresa al seminario y es ordenado sacerdote en 1835. Primero asumió un cargo parroquial, pero su deseo más grande era ser misionero. Una vez que fue dispensado del encargo recibido, empezó a predicar el Evangelio, primero en las periferias de Cataluña y luego en las Islas Canarias.

 En 1849 fundó la Orden de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, hoy conocidos como “claretianos”. También fue fundador de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada (Misioneras Claretianas).

Posteriormente Antonio María fue enviado a Cuba por pedido del Papa, donde llegó a ser arzobispo de Santiago de Cuba. Allí trabajó en el reordenamiento de la vida eclesial -la arquidiócesis había estado sin pastor por más de una década.

De regreso a Europa continuó escribiendo textos relacionados a la fe y la doctrina, así como textos espirituales propicios para la formación de los sacerdotes y religiosos.

En uno de ellos hace explícita su devoción y confianza en nuestra Madre: “Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor, y veréis como María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús".

Murió en Francia  en  1870.

Fue beatificado por Pío XI el 25 de febrero de 1934 y el 7 de mayo de 1950 fue canonizado por Pío XII.

23 de octubre

 

San Lucas 12,13-21

Lo que impresiona de las personas cuando se encierran en sus bienes y no miran a los demás, es su egoísmo. Se ponen en el centro, se miran el ombligo, y los otros no existen. O si existen son para usarlos. Así no solo cosifican los bienes sino también a las personas. Son personajes de terror. El egoísmo lleva a la soledad. Nadie está tan solo como un hombre ahogado por sus bienes. Su voz tiene el sonido de los billetes, porque solo habla de plata y de números. El que hace un dios del dinero siempre habla de su dios. El único lazo estrecho es con sus bienes materiales. Y así queda prisionero, atrapado por los bienes. Más que poseer bienes, termina poseído por sus bienes.

Los bienes, en lugar de ser vehículos de comunicación, de relación con los otros, para él son cosas para acumular y conservar. En este caso en vez de ser los bienes un medio, se convierten en un fin.

Así en vez de ayudarnos nos destruyen, y uno queda encarcelado. Termina detrás de los barrotes de una prisión, encerrado y sin libertad. El don más hermoso que Dios nos regala es la libertad.

 Que no tienen los animales. Solo las personas tenemos libertad, pero muchas veces nos queda grande y no la sabemos usar. Creados para la libertad caemos en el libertinaje. Creados para el amor caemos en el odio. Creados para servir a los demás terminamos sirviéndonos de los demás. Creados para usar los bienes son los bienes quienes nos usan a nosotros.

Jesús a este tipo de hombres los llama necios. Cuando le dice que esta noche vas a morir, ya estaba muerto desde hacía mucho. Porque personas así son muertas en vida. La ambición las va matando. Encerradas en su ambición de poseer no ven a los demás. Piensan que el dinero les dará felicidad y vida. Y terminan cosechando desdicha y muerte. Ven su propio yo, y no ven un “tú”. Están llenos de bienes y dinero, pero están vacíos por dentro y hasta con angustia existencial. Además, al morir dejamos todo. El papa Francisco dijo que nunca vio un cortejo fúnebre y detrás el camión de mudanzas llevando sus cosas. Las cosas como las personas tienen un límite, nada ni nadie son eternos, y siempre nos dejarán insatisfechos.

…Para poseer un bien, no hay que establecer una relación posesiva, sino de libertad. Solamente teniendo las manos vacías y libres, se pueden poseer las cosas y disfrutarlas sanamente. El egoísta acumula para sí, el generoso comparte con los demás. ¿Dónde nos ubicamos en la vida?

 

21 de octubre

 

San Lucas 12, 8-12

El Evangelio del Señor nos invita a reconocerlo a Él delante de los demás y no de cualquier manera, reconocerlo abiertamente delante de los hombres, Él nos asegura que si nosotros lo hacemos, también Él nos va a reconocer delante de los ángeles de Dios, en otro texto parece que Él nos va a reconocer delante del Padre Celestial y también nos dice que pasa en el caso que no lo reconozcamos delante de los hombres, no vamos a ser reconocido delante de los ángeles de Dios.

En alguna parte del Evangelio Jesús dice – "Aléjense jamás los conocí “. Pero Maestro si hemos comido y bebido contigo, hemos enseñado en tu nombre en las plazas."

Es fundamental esto que el Señor hoy nos pide, reconocerlo delante de los demás.

Es lo que en estos años pasados la Iglesia en Latinoamérica nos invita a realizar cuando nos dice que debemos ser además de discípulos del Señor,  aprender de Él,  de estar a sus pies como María, también ser misioneros, testimoniar aquello que hemos visto y oído, "no podemos callar lo que hemos visto y oído", no puede quedar encerrado; una lámpara no se la enciende para que quede debajo de una cama, debajo de un cajón sino que es puesta en lo alto para que ilumine a todos los que están en la casa.

De esta misma manera nuestra fe debe ser una luz que brille delante de los hombres para que ellos viendo nuestras buenas obras den gloria al Padre que esta en el Cielo; por eso la invitación de esta Palabra en este día es a que no seamos cristianos con miedo al que van a decir, que van a pensar y esto no es una invitación a ser imprudente, pero el gran riesgo que tenemos los cristianos de este tiempo es de que nuestra fe quede en la sacristía, cosa que muchos desean que así sea.

Nuestra fe debe ser testimoniada con claridad y firmeza, con respeto siempre de los demás pero nunca yendo a la violencia, nunca yendo a los malos modos, pero con mucha claridad y gran transparencia de que nosotros creemos en Jesús y eso implica un modo de ver la realidad, un modo de pensar y un modo de actuar muy concreto. Que en este día podamos vivir intensamente nuestra fe testimoniándola siendo misioneros en el ambiente donde el Señor nos ha puesto.

20 de octubre

 

San Lucas 12, 1-7

El Evangelio de este día comienza diciendo que eran miles de personas que se reunieron junto a Jesús, indicio de que su popularidad era cada día mayor, y que la gente realmente necesitaba encontrarse con Él, seguramente porque eran como ovejas sin pastor y porque desde sus experiencias personales había descubierto que tenía palabras de vida eterna.

Y Jesús aprovechó esta ocasión para manifestar que tengan cuidado con la levadura de los fariseos manifestada en la hipocresía. Uno puede comprender en este punto que una de las cosas que Dios más rechaza de nosotros es justamente la hipocresía, es decir fingir o aparentar algo que no es.

Quizás uno pueda preguntarse porque Dios no quiere esto en nosotros… simplemente porque Dios es la verdad y porque la hipocresía se acerca a la mentira. Dios ama la verdad y no acepta la mentira. Por eso como nos enseña la Palabra de Dios: la mejor forma de adorarlo es en espíritu y en verdad. Jesús quiere algo distinto para nuestra vida, Él clama por nuestra transparencia, por nuestra coherencia de vida, entre lo que hay en nuestro interior y lo que podamos manifestar delante de los hombres a través de nuestras acciones y de las cosas que podemos decir, para que ellos también puedan conocer quien es Dios, es decir, que puedan conocer que es la Verdad.

Por eso también Jesús en la Palabra de hoy nos dice con insistencia que no tengamos miedo porque cuando uno camina en la verdad Dios siempre está con nosotros. No dejemos que la hipocresía invada nuestra vida, ella hará que perdamos nuestra esencia y nuestra pureza. No te alejes nunca de Dios, porque quien se aleja de Dios se pierde para siempre.

19 de octubre

 

San Lucas 11, 47-54

A medida que avanza el Evangelio de Lucas, Jesús puede ser visto como estando en un permanente enfrentamiento con los líderes políticos y religiosos de los judíos. Él se vuelve cada vez más franco.

 En el Evangelio de hoy Jesús eleva su tono acusatorio, y tensa un poco más la cuerda de los que le escuchan. Se dirige a los juristas que se han quedado con la llave del saber, y les dice que ellos no han entrado e impiden cerrando el paso a que otros puedan entrar…

Por eso, este Evangelio nos interpela y nos cuestiona hoy y exige de nosotros una respuesta, una posición, porque tras este conflicto, a reacción de las autoridades religiosas contra Jesús fue inmediata.

 Al considerarse los únicos y verdaderos intérpretes de la ley de Dios, tratan de provocar a Jesús alrededor de la interpretación de la Biblia para poder cazar con insidias algunas palabras de su boca. Así continúa y crece la oposición contra Jesús y crece el deseo de eliminarlo.

 Ayer como hoy, nuestras acciones son, en gran medida, consecuencia de lo que se vive en el interior del corazón. Y si allí no hay bondad, no habrá obras buenas.

Mirando nuestra vida y nuestra realidad, ¿se ha ido de nosotros el amor y el cuidado hacia nuestro prójimo? ¿Estamos nosotros en peligro de entrar en el desamor, pero en un mundo políticamente correcto de los escribas y fariseos?

La hipocresía es aborrecida por Dios; porque no hay nada peor en el alma de un creyente que este terrible pecado. Dios aborrece al que no es sincero y quiere aparentar lo que no es en la realidad.

Dios sigue mandando al mundo de hoy los profetas que predican la verdad, pero de nuevo el hombre vuelve la vista y hace oídos sordos a la verdad. De nuevo volvemos a matar la verdad que Dios sigue proclamando.

El Santo Padre, el Papa, es el profeta que Dios ha elegido para que todos los miembros de su Iglesia encuentren siempre la verdad que salva. Mi fe en Cristo no puede estar separada de mi fe en la Iglesia y mi fe en el Papa; y de aquí ha de brotar mi certeza de que en todo momento he de defender al Papa y sus enseñanzas.

¿No seremos nosotros, tal vez, los que estamos matando a nuestros propios profetas? Porque con frecuencia se escuchan palabras de disconformidad y rechazo hacia quien ha recibido de Cristo la misión de guiar a la Iglesia. El Papa es esa voz que hoy defiende la verdad ante los atropellos y las injusticias. Y esa verdad es siempre la misma, no cambia con los años.

18 de octubre

 

Hoy, 18 de octubre, celebramos a San Lucas Evangelista, autor del tercer evangelio y de los Hechos de los Apóstoles.

Gracias a su relato de la vida de Jesús, plasmado en su evangelio, los cristianos podemos conocer mejor a la Virgen María, ya que Lucas registró muchos más pasajes de su vida que cualquiera de los otros evangelistas. Esto se explica por la cercanía que tuvo Lucas con el Apóstol San Juan, el discípulo amado, quien se hizo cargo de la Madre de Dios, tal y como Jesús lo pidió en la Cruz.

La fecha de nacimiento de San Lucas es incierta, pero se cree que nació en Antioquía. Su nombre significa “portador de luz” y se convirtió a la fe en Jesucristo alrededor del año 40. No conoció personalmente al Señor, pero sí a San Pablo, de quien fue discípulo. Lucas fue un hombre instruido -a diferencia de la mayoría de los apóstoles- y de amplia cultura. Se dice que fue médico, pero también sabía de letras -su lengua era el griego- y de algunas artes como la pintura.

Es el único autor del Nuevo Testamento que no tuvo origen judío y cuyos escritos estuvieron pensados para llevar la Buena Nueva a los pueblos gentiles. De hecho, Lucas escribió en griego “koiné”, es decir, la lengua más extendida de la antigüedad junto al latín. En su evangelio, San Lucas pone de relieve a quienes sufren en el cuerpo o en el alma, especialmente a los pobres y los pecadores arrepentidos. Además, nos recuerda siempre la necesidad de la oración.

Generalmente, se le representa con un libro en las manos, al lado de un toro o novillo.

Es patrón de los doctores, cirujanos, carniceros, encuadernadores, escultores, notarios y artistas, debido -esto último- a que probablemente pintó una imagen de la Virgen María.

17 de octubre

 

San Lucas 11,37-41

Cada 17 de octubre la Iglesia católica celebra a San Ignacio de Antioquía, nacido en Siria probablemente en el año 35, ejecutado en Roma entre el año 108 y el 110. Ignacio es uno de los Padres de la Iglesia y, por haber sido discípulo de San Pablo y de San Juan, es al mismo tiempo reconocido como uno de los “Padres Apostólicos”.

A San Ignacio de Antioquía se le atribuye haber llamado “católica” a la Iglesia fundada por Jesucristo. "Donde está Jesucristo, allí está la Iglesia católica", escribió el santo en una de sus cartas pastorales, otorgándole ese título por primera vez . El adjetivo “católica” viene del término griego “katholikós”, que quiere decir “universal”.

San Ignacio fue el tercer obispo de Antioquía (70 - 107 d.C.) en Siria, y aunque no abundan los detalles sobre su vida antes de ejercer dicho cargo, se sabe con certeza de su entrega por la joven Iglesia, concretamente por la comunidad cristiana que Dios le encomendó, una de las más numerosas y sólidas de aquellos tiempos. En esos días se solía llamar a la iglesia de Antioquía “madre de las iglesias de la gentilidad”; algo que Ignacio comprendió muy bien y que lo condujo a velar por todos los cristianos en general.

En tiempos del emperador romano Trajano, fue apresado y trasladado a Roma para ser ejecutado allí, probablemente por su condición de ciudadano. De camino al martirio, Ignacio fue redactando una serie de cartas dirigidas a las diferentes iglesias cristianas con ánimo de orientarlas y fortalecer su unidad en Cristo. Al empezar cada epístola, al lado de su nombre, escribe “teóforo”, que en griego quiere decir “portador de Dios”, como indicando la manera como entiende su misión, y en una de ellas se describe como "un hombre al que ha sido encomendada la tarea de la unidad".

En la carta dirigida a los cristianos de Trales dejó muy en claro qué era lo que movía su corazón: “Amaos unos a otros con corazón indiviso. Mi espíritu se ofrece en sacrificio por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando logre alcanzar a Dios... Quiera el Señor que en Él os encontréis sin mancha”.

De acuerdo a una antigua tradición, San Ignacio murió devorado por las fieras.

16 de octubre

 

San Lucas 11, 29-32

El 16 de octubre la Iglesia celebra a Santa Eduviges (1174-1243), una madre de familia que, junto a su esposo, colaboró a la expansión del cristianismo, fundando monasterios y fortaleciendo las órdenes religiosas. A la muerte de su esposo, Eduviges tomó los hábitos y siguió sirviendo a pobres y enfermos.

Eduviges nació en Baviera (Alemania) en 1174. Se casó a los doce años con el duque Enrique de Silesia, de 18 años,  Tuvieron siete hijos.

Enrique inició la construcción del hospicio de la Santa Cruz en Breslau, mientras ella hacía lo propio en el leprosorio de Neumarkt, donde atendía personalmente a quienes padecían de aquella cruel enfermedad.

La santa practicó la caridad con espíritu contrito; acostumbraba ir a la iglesia descalza, aunque fuese invierno y cayera nieve. Ese espíritu penitente iba acompañado de humildad y discreción: llevaba el calzado en las manos y se lo colocaba de inmediato si se encontraba con alguien en el camino.

Cuando murió su esposo, Enrique, la gente sintió un pesar inmenso y hasta las monjas del ducado cayeron presas de la fatalidad. Eduviges reconfortó su llanto diciendo: "¿Por qué se alejan de la voluntad de Dios? Nuestras vidas están en sus manos, y todo lo que Él hace está bien hecho, lo mismo si se trata de nuestra propia muerte que de la muerte de los seres amados".

Santa Eduviges, poco tiempo después, fue aceptada en el monasterio de Trebnitz, donde empezaría una vida como religiosa. Sin embargo, no realizaría los votos tradicionales con el propósito de continuar administrando sus bienes y disponer de ellos en favor de los más necesitados.

Dios le concedió a esta santa el don de hacer milagros y el don de profetizar. Fue una mujer que amaba intensamente a María Santísima y por eso siempre llevaba una pequeña imagen de la Virgen consigo, la que solía apretar a puño cerrado pidiendo la intercesión de nuestra Madre.

En la hora de la muerte, Santa Eduviges empuñó aquella imagen y mientras la apretaba entregó el alma a Dios. Cuando hubo que preparar su cuerpo para el funeral fue imposible quitársela de la mano y tuvo que ser enterrada así.

Años después, al ser exhumados sus restos para ser trasladados, la imagen permanecía empuñada y los dedos con los que la santa la sostenía estaban incorruptos.

14 de octubre

 

San Lucas 11, 27-28

Hoy celebramos a San Calixto que fue el decimosexto Papa de la Iglesia Católica. Su periodo de pontificado abarcó de 217 a 222.

Calixto fue el primer Papa liberto. Es decir, tuvo la condición de esclavo, sometido al trabajo en las minas, pero que pudo obtener su libertad. Una vez libre, se entregó completamente al servicio de la comunidad cristiana.

San Ceferino, su predecesor en el papado, lo convirtió en su hombre de confianza y le encargó el cuidado y administración de las catacumbas -inicialmente el cementerio cristiano- pero que, como se sabe, se convirtieron en lugar de refugio para los cristianos perseguidos. Bajo su administración las catacumbas llegaron a tener hasta 4 niveles y más de 20 kilómetros de corredores. Hoy, las Catacumbas de San Calixto son uno de los principales lugares históricos de Roma. En ella reposan los restos de varios papas, mártires y santos.

A la muerte de San Ceferino en el 217, Calixto fue elegido Sumo Pontífice. Durante su pontificado soportó la férrea oposición de Hipólito, quien lo acusó de ser indigno de su cargo. Para Hipólito un liberto carecía de la dignidad apropiada para conducir la Iglesia.

 Además, se opuso a que hombres que hubiesen dejado atrás la poligamia o el concubinato pudiesen ser ordenados sacerdotes, aun habiendo pedido perdón y convertido sus vidas a Cristo. Similares restricciones y rechazos pretendían Hipólito para otros cristianos conversos, o para aquellos que habían cometido apostasía y querían regresar al seno de la Iglesia. El espíritu pastoral de Calixto rechazó todas estas formas de rigorismo por considerarlas contrarias al mandato de Cristo sobre la caridad.

Lejos de cambiar de actitud, Hipólito también acusó sin éxito a Calixto de ser un propagador de herejías sobre la Trinidad.

Víctima de la persecución contra los cristianos, San Calixto fue llevado a una mazmorra, sin comida y sin luz. Semanas después fue encontrado tranquilo y saludable. Hoy, la tradición conserva el testimonio de sus palabras:

"Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de resistir sin desesperarme".

Entonces la autoridad imperial dispuso que lo echaran a un profundo pozo y que la boca del hoyo fuera cubierta con tierra y escombros. San Calixto murió enterrado. Se dice que sobre aquel lugar se alza la Iglesia de Santa María en Trastevere. Las actas de los mártires dan cuenta de que San Calixto fue el segundo Papa mártir, después de San Pedro.

13 de octubre

 

San Lucas 11,15-26

Hay un pecado poco recordado que se ve muy claro en el Evangelio de hoy: el pecado de acedía. Es muy parecido a la envidia, pero en lo espiritual.

¿Puede una caricia generarnos dolor? Inicialmente uno piensa que no, que algo bueno no nos puede hacer doler. Y mucho menos algo tan suave como una caricia. Sin embargo, cuando alguien nos acaricia y nos genera dolor… eso es síntoma de que algo anda mal. Puede ser que justo haya tocado una lastimadura, una zona quemada, o una espina que teníamos clavada sin darnos cuenta. Sí, algo bueno puede generarnos dolor siempre que roce alguna de nuestras zonas heridas.

¿Puede pasar eso en lo espiritual? Sí. Y es lo que vemos en el Evangelio de hoy. Viendo a Jesús expulsar un demonio, sanar de ese mal a una persona, hay gente que, en lugar de llenarse de alegría, se llena de bronca o de tristeza. Miran mal el gesto bueno de Jesús y buscan explicarlo desde un costado maligno: como si Jesús trabajara con el demonio.

La acedía se manifiesta, en quien la padece, como tristeza o bronca frente a algo que en realidad llena de alegría a Dios. Y también como un cansancio en todas las cosas espirituales. Y proviene de un ir alejándose de las cosas de Dios y de Dios mismo, dejando de lado la oración, el trato íntimo con él, las obras de caridad y dejándose llenar el corazón con una mirada mundana.

Pidámosle hoy a Dios que nos ayude a tener una mirada limpia, como la suya, para poder llenarnos de alegría con cada gesto de caridad, de delicadeza, de ternura que vayamos encontrando hoy.

 

 

12 de octubre

 

San Lucas 11,5-13

En el Evangelio de hoy el Señor nos sigue enseñando sobre la oración, sobre cómo debemos orar. Y más que nada nos enseña que la oración debe ser confiada e insistente. Cuando necesitemos algo no tenemos que dudar de pedir lo que nos hace falta, y tenemos que hacerlo con insistencia y en cualquier momento. Siempre es oportuno para pedir en la oración. Basta con que cuando pidamos en la oración lo hagamos con insistencia y confiados en saber que vamos a alcanzar aquello que pedimos.

Orar, orar con el corazón, pedir con el corazón. No tengamos miedo en pedir lo que necesitemos a nuestro Padre Dios en la oración, que seguro nos escucha y nos da lo que necesitemos.

San Juan de la Cruz nos dice “Se alcanza de Dios, como de él se espera” y Santa Teresita nos enseña también que “la oración es como una Reina que en todo momento tiene acceso al Rey y que alcanza todo aquello que le pida”.

Jesús nos dice que Dios es buen padre que ama a sus hijos y que da generosamente a los que le piden.

¿Piense que Dios es un buen padre y que siempre nos da lo que nos hace falta? ¿Cuántas veces en tu vida experimentaste la bondad de Dios? ¿Cómo es tu oración hacia Dios? ¿Tu oración es confiada e insistente? ¿Qué pasa cuando sentís que tu oración a sido escuchada? Porque seguramente muchas veces Dios escuchó tus oraciones y eso te ayudó a crecer más en confianza con él.

Hoy pidamos en la oración crecer más en la confianza y en la insistencia sabiendo que se alcanza como se pide.

11 de octubre

 

San Lucas 11, 1-4

Hoy celebramos a San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Desde muy joven se sintió atraído por el servicio sacerdotal. Así, ingresó al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904.

 Durante la Segunda Guerra Mundial, siendo Obispo, ayudó a salvar la vida de muchos judíos perseguidos por los nazis, haciendo uso del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica bajo su jurisdicción. En 1953 fue creado Cardenal y a la muerte de Pío XII, en 1958, fue elegido Sumo Pontífice por el colegio cardenalicio.

Con el tiempo se ganó el apelativo de “Papa Bueno”, gracias a sus evidentes cualidades humanas -poseía un gran sentido del humor y un don de gentes singular-; pero principalmente a que su aspecto bonachón y su sonrisa perenne reflejaban su alma deseosa de vivir las virtudes cristianas en todo momento.

El mundo entero -en épocas convulsionadas- se convirtió en testigo de su santidad. Mientras algunos líderes mundiales convocaban al enfrentamiento, la violencia y la guerra, Juan XXIII enviaba un mensaje totalmente opuesto: las gentes veían en él al pastor humilde, atento, decidido, valiente, sencillo y activo.

Mientras los movimientos contraculturales e ideológicos alzaban las banderas de la subversión de los valores y principios tradicionales, San Juan XXIII también llamaba al cambio, pero sin desconocer la riqueza del pasado condensada en la tradición cristiana.

 La Iglesia, gracias a su magisterio, se convirtió en una voz que era escuchada, en un faro que iluminaba las nuevas tinieblas que aún hoy ensombrecen a la sociedad contemporánea.

Juan XXIII marcó, además, el derrotero que seguirían los posteriores pontífices: el diálogo con la cultura secular, el ecumenismo y la búsqueda de la paz. Como parte de ese magisterio pontificio están las famosas encíclicas “Pacem in terris” (sobre la paz entre los pueblos) y “Mater et magistra” (sobre la cuestión de los trabajadores).

En ese marco magisterial y misionero, de una Iglesia abierta al mundo para redimirlo en Cristo, San Juan XXIII quiso convocar un concilio para poner a la Iglesia a tono con los nuevos tiempos, siempre fiel al Evangelio, pero renovada en su propuesta. Así, el Papa Roncalli convocó el Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962. Este fue sin duda, el mayor acontecimiento en la vida de la Iglesia durante el siglo XX, cuya proyección alcanza al nuevo milenio.

 Con el paso del tiempo, los católicos somos cada vez más conscientes de lo oportuno del concilio, del Aggiornamento (actualización) que exigía el Espíritu Santo para fortalecer a la Iglesia y potenciar su misión evangelizadora.

San Juan XXIII fue llamado a la Casa del Padre el 3 de junio de 1963. El Papa San Juan Pablo II -heredero de la riqueza del Concilio- lo beatificó en el año 2000 y el Papa Francisco lo canonizó en abril del 2014.

10 de octubre

 

San Lucas 10, 38-42

 El evangelio de hoy nos plantea el tema de la actitud de ser discípulos y misioneros; también la identidad o la misión; la actividad y la oración. Bien sabemos que en nuestra vida cristiana lo ideal es el equilibrio entre ambas cosas:” Marta, Marta le dice Jesús, te inquietas y te agitas por muchas cosas y sin embargo una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.

 

¿Cuál es la mejor parte que eligió María? Ella se quedó a los pies de Jesús oyendo sus palabras, esta es la mejor parte, la posibilidad de escuchar la palabra de Jesús y convertirnos en discípulos.

 

En estos tiempos, pero no solo estos tiempos, desde siempre en que estamos acosados por tantas presiones, por tantas iniciativas que nos atrapan, que importante es como reconsiderar en nuestro corazón, en nuestras mentes, en nuestros sentidos que cuando esta la presencia del Señor fuerte en nuestras vidas, todo, toda gira en torno a él y por lo tanto estamos centrados en él.

 

Eso es en lo que estaba María, centrada en Jesús. No descentrada de Jesús, porque en otras cosas que son malas en sí mismas, pero que, si lo quitan a Jesús del medio, no es que se tomen malas, pero que de algún modo no es lo ideal, tenemos que volver a recentrarnos en el amor de Dios, en el amor de Jesús.

 

Ojalá que cada uno de ustedes pueda tener siempre la lucidez necesaria para encontrarse con Jesús.

 

Cada día en la oración personal, periódicamente en la oración comunitaria, en grupo, sobre todo si es lectura orante de la biblia y en la oración litúrgica, sobre todo semanalmente cuando comemos el pan de la palabra y nos encontramos con Jesús, como alimento de vida eterna en su cuerpo y en su sangre.

9 de octubre

 

San Lucas 10,25-37

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”

 

Estas palabras resumen todo el mensaje del Evangelio: los cristianos, siguiendo el ejemplo de Cristo, no concebimos el amor a Dios sin el amor al prójimo. Como bien dice San Juan en su primera carta: “quien dice que ama a Dios a quien no ve y no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso”.

Jesucristo es claro en esta materia, al unir, al anudar estos dos mandamientos del amor: amor a Dios y amor al hombre. Aquí, Jesús nos está dando una tremenda Buena Noticia, nos está diciendo que el amor a Dios es posible aquí y ahora… ¿Dónde? En el amor al hermano, especialmente, en el amor al hermano herido, al hermano abandonado al borde del camino.

La pregunta que dispara el Evangelio de hoy es ineludible, la pregunta sería: ¿Cómo está tu amor a Dios, es decir, ¿cómo está tu amor al hermano necesitado?

En este siglo XXI en que proliferan las pruebas, las mediciones, las evaluaciones institucionales, los exámenes, las revisiones y demás… La parábola del Buen Samaritano viene a ser un muy buen “test”, quizás el mejor test que existe para medir (si cabe la palabra) nuestro ser verdaderamente cristianos. Te invito, entonces, a hacer hoy lo que podríamos llamar un “TEST SAMARITANO”, veamos…

1) ¿Hemos atendido a algún herido?

2) ¿Hemos socorrido a algún abandonado?

3) ¿Hemos levantado a los que encontramos caídos al borde del camino?

4) ¿Hemos socorrido a algún hermano pobre, pagando de nuestro bolsillo sus gastos y necesidades?

5) ¿Hemos dado de comer al hambriento y beber al sediento?

6) ¿Hemos vestido al desnudo?

7) ¿Hemos visitado al enfermo y al encarcelado?

Siguiendo en la línea del Buen Samaritano, siguiendo en la línea de Mateo 25, no olvidemos jamás que al cristiano se le pedirán cuentas ¡Sí, lo que oyeron!, a los cristianos se nos pedirán cuentas del amor, del servicio, de la atención que hemos brindado a los más necesitados. Quien no apruebe este “test samaritano”, quien no apruebe el examen de “amor al hermano pobre y herido”, difícilmente lo salve el saberse de memoria la ley o repetir como loro el catecismo. Así como reprobaron en la parábola el sacerdote y el levita, así también corremos el peligro de reprobar nosotros si al ver un hermano caído, hacemos un rodeo y seguimos de largo.

Permítanme terminar con tres imágenes que resumen tres tipos de hombres:

 

i) Existen los “hombres tortugas”: se trata de personas que viven encerradas en su caparazón. Por ello, no son capaces de ver y oír las necesidades de sus hermanos. Se trata de personas que viven sólo para su metrito cuadrado, sólo atentos a su ombligo, a su “yo”, a sus necesidades.

 

ii) Existen los “hombres tomógrafos”: se trata de personas que sí son capaces de ver, de escanear las heridas de sus hermanos, pero no son capaces de curarlas, no son capaces de hacerse cargo. Ven, pero no hacen nada. Ven, pero pasan de largo.

iii) Por último, existen los “Buenos Samaritanos”: hombres y mujeres que no pueden ver un dolor sin remediarlo, que no pueden ver un herido y seguir de largo, hombres y mujeres capaces de amar a Dios en el servicio a los más necesitados.

¡Pidamos la Gracia de tener un corazón de Buen Samaritano y… manos a la obra!

7 de octubre

San Lucas 10, 17-24

Hoy 7 de octubre se conmemora a la Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario. La Virgen del Rosario es Patrona de la Orden de Predicadores y de varios países.

La historia se remonta al año 1208 cuando a Domingo de Guzmán, un sacerdote español se le apareció la Virgen María en una capilla del monasterio en Francia, con un rosario en las manos. Le enseñó a rezar y le dijo que lo predicara entre los hombres. Luego de esta aparición, Domingo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen María.

En el siglo XVI, San Pío V instauró su conmemoración litúrgica el 7 de octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, en la que las fuerzas cristianas derrotaron a los turcos que estaban invadiendo Europa, denominándola Nuestra Señora de las Victorias. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario.

La Virgen de Lourdes en su aparición de 1858 y la de Fátima, en 1917, pidieron a sus videntes que rezasen el rosario. Juan Pablo II manifestó en 1978 que el rosario era su oración preferida, lo mismo afirmó el Papa Francisco en 2016, quien aseguró que era la oración que acompañaba su vida.

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a uno de sus miembros de la orden  y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario. 

6 de octubre

 

San Lucas 10, 13-16

Hoy seguimos compartiendo el evangelio que pareciera no decirnos mucho…

estas ciudades de la antigüedad, que eran antiguos centros de comercio, Jesús las pone como ejemplo, o de mal ejemplo en relación con el lugar donde Él está visitando, Jesús  vuelve  Galilea y se da cuenta lamentablemente que por más que hay milagros que haya hecho en ese región la gente no se convierte, no terminan de creer, hay una fuerte incredulidad.

 Es peor la falta de fe que en Tiro, en Sidón, en Sodoma. En el fondo, la presencia del Maestro nos interpela tanto en esa época como ahora. Después de todos los dones, los regalos, los milagros que ha hecho en nuestra vida, aún no nos convertimos, no cuesta creerle en el fondo.

Realmente el evangelio de hoy  nos invita a una conversión de vida, nos invita a buscar al Señor más de cerca, es una propuesta superadora, porque Dios quiere lo mejor para nosotros, quiere una vida plena y nos invita a una conversión de corazón, nos invita a dejar aquellas actitudes que no nos acercan al Reino de Dios, aquellas acciones que justamente nos acercan al pecado, al mal, que hacen que nuestra conciencia se ensucie.

 Por el contrario, la misericordia, la Gracia de Dios, el perdón, nos introducen en una nueva etapa de la salvación que es reconocerlo a Él y darnos cuenta que todo es gratuito, que todo es Gracia, que todo aquel que se suma al Señor realmente sale fortalecido y ya es una nueva creación, tiene vida nueva.

Le pedimos al Señor en este día  la gracia de un corazón convertido. Este evangelio no es sólo para los demás, es para cada uno de nosotros, debemos sentirnos interpelados por esta invitación que hace Jesús a la conversión.

El evangelio siempre nos pide algo más, siempre quiere llevarnos a algo mejor.

 

 

5 de octubre

 

San Lucas 10, 1-12

Santa Faustina nació en  Polonia, el 25 de agosto de 1905. Fue bautizada dos días después con el nombre de Elena Kowalska, en la Iglesia de San Casimiro.

 Sus padres tuvieron 8 hijos (Elena es la tercera), a quienes criaron con mucha disciplina, siendo gran ejemplo de vida espiritual. A los 5 años tuvo un sueño que cambio su vida.

Su madre recuerda que en esa época Elena dijo a su familia. “Yo estuve caminando de la mano de la Madre de Dios en un jardín precioso”. Muchas veces, aún antes de los siete años, la niña se despertaba durante la noche y se sentaba en la cama. Su mamá veía que estaba rezando, y le decía que regresara a dormir o terminaría perdiendo la cabeza. “Oh, no madre”, Elena le contestaba, “mi ángel guardián me debe haber despertado para rezar.”

Elena tenía aproximadamente 9 años cuando se preparó para recibir los sacramentos de la Confesión y la Comunión en la Iglesia de San Casimiro. Su madre recuerda que antes de dejar la casa en el día de su Primera Comunión, Elena besó las manos de sus padres para demostrar su pena por haberles ofendido.

 Desde aquél entonces, se confesaba todas las semanas; cada vez rogaba a sus padres perdón, besándoles las manos, siguiendo una costumbre Polaca. Esto lo hacía a pesar de que sus hermanos y hermanas no le imitaban.

De ella surgió el movimiento apostólico de la Divina Misericordia extendido hoy por todo el mundo llamada a continuar la misericordia de Dios.

 

 

4 de octubre

 

San Lucas 9, 57-62

Hoy celebramos a un gran Santo. A San Francisco de Asís. Fundador de la orden franciscana. Hijo de un rico mercader. Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad.

En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de vida que llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres. En 1206 renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a partir de entonces como un ermitaño.

San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios.

El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos. Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.

Sin embargo, la dirección de la orden no tardó en pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (que luego fue Papa) y el hermano Elías, y él pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa. Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo en su propio cuerpo), según testimonio de él mismo, y compuso el poema Cántico de las criaturas o Cántico del hermano sol.

San Francisco de Asís fue canonizado dos años después de su muerte, el 15 de julio de 1226, y sus sucesores lo admiraron tanto por su modelo de austeridad como por su sensibilidad poética.

3 de octubre

 

San Lucas 9, 51-56

A partir de la negación que tiene la gente de samaria para alojar a Jesús y a sus discípulos que narra el evangelio de Lucas de hoy, quisiera que meditemos y reflexionemos juntos  sobre el tema de nuestra libertad.

 Siempre decimos y sostenemos que la fe es una propuesta, es una invitación, nunca puede ser una imposición y que es una propuesta de Jesús dirigida a nuestra libertad, es una invitación que espera de nosotros una respuesta.

En el evangelio tenemos muchos casos de gente, de personas, jóvenes, hombres y mujeres que le dicen que sí. Hoy tenemos el testimonio de una población que le dice que no; por distintas razones le dice que no.

También nosotros le podemos decir que sí a la invitación de Jesús o podemos decirle que no. Ese es el ministerio de nuestra libertad, lo lindo es que descubramos que nuestra libertad es verdaderamente liberada cuando Jesús entra en ella.

La libertad más que un dato en sí, más que un algo que nosotros poseemos, dicen por ahí algunos documentos de nuestra iglesia, es una tarea, una conquista.

Nuestra verdadera aventura es llegar a ser verdaderamente libres, libres de nuestros condicionamientos internos, de nuestros condicionamientos históricos, de nuestros impulsos y también libres de muchos condicionamientos externos, culturales y sociales que tenemos y que verdaderamente nos da libertad es Jesús.

 Eso experimentamos cuando le decimos sí a Jesús, experimentamos una libertad tan grande que nos hace verdaderamente felices.

2 de octubre

 

San Mateo 18, 1-5.10

Celebramos hoy a los Ángeles custodios, seres espirituales creados por nuestro Padre Dios, para proteger al ser humano. Cada uno de nosotros tiene un Ángel destinado por Dios para que nos acompañe en el camino, nos proteja, nos cuide y ayude a salvarnos.

¡Cuánta predilección del Amor de Dios y cuántas ganas que tiene que nos salvemos!

Una de las buenas noticias de este día, es ésta, Dios te cuida, te custodia y ayuda a salvarte por medio de tu Ángel custodio.

La Palabra de este día nos invita a ti y a mí a poder, sin ser ángeles, incluso con nuestras debilidades a ser como niños, pequeños, sencillos y muy necesitados y llamados a ser custodios de los demás, cuidándolos y ayudándolos a que se salven, se encuentren con el Dios de la Vida.

Qué bueno que en este día en que alabamos y damos gracias a Dios porque nos cuida por medio de sus ángeles para que nos proteja en el camino, podamos también nosotros renovar nuestra decisión de responder al llamado de Jesús y proteger y cuidar la vida del hermano, caminando junto él, sosteniendo, consolando, ayudando y orientando buscando juntos las huellas de Jesús.

Cuántos necesitamos que nos acompañen en el camino, cuántos necesitan de ti para seguir dando pasos. El Señor te da su gracia para que puedas hacerlo. ¿A quién vas a cuidar, proteger, acompañar?