San Lucas 9,
51-56
A partir de
la negación que tiene la gente de samaria para alojar a Jesús y a sus
discípulos que narra el evangelio de Lucas de hoy, quisiera que meditemos y
reflexionemos juntos sobre el tema de
nuestra libertad.
Siempre decimos y sostenemos que la fe es una
propuesta, es una invitación, nunca puede ser una imposición y que es una
propuesta de Jesús dirigida a nuestra libertad, es una invitación que espera de
nosotros una respuesta.
En el
evangelio tenemos muchos casos de gente, de personas, jóvenes, hombres y
mujeres que le dicen que sí. Hoy tenemos el testimonio de una población que le
dice que no; por distintas razones le dice que no.
También
nosotros le podemos decir que sí a la invitación de Jesús o podemos decirle que
no. Ese es el ministerio de nuestra libertad, lo lindo es que descubramos que
nuestra libertad es verdaderamente liberada cuando Jesús entra en ella.
La libertad
más que un dato en sí, más que un algo que nosotros poseemos, dicen por ahí
algunos documentos de nuestra iglesia, es una tarea, una conquista.
Nuestra
verdadera aventura es llegar a ser verdaderamente libres, libres de nuestros
condicionamientos internos, de nuestros condicionamientos históricos, de
nuestros impulsos y también libres de muchos condicionamientos externos, culturales
y sociales que tenemos y que verdaderamente nos da libertad es Jesús.
Eso experimentamos cuando le decimos sí a
Jesús, experimentamos una libertad tan grande que nos hace verdaderamente
felices.