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3 de octubre

 

San Lucas 9, 51-56

A partir de la negación que tiene la gente de samaria para alojar a Jesús y a sus discípulos que narra el evangelio de Lucas de hoy, quisiera que meditemos y reflexionemos juntos  sobre el tema de nuestra libertad.

 Siempre decimos y sostenemos que la fe es una propuesta, es una invitación, nunca puede ser una imposición y que es una propuesta de Jesús dirigida a nuestra libertad, es una invitación que espera de nosotros una respuesta.

En el evangelio tenemos muchos casos de gente, de personas, jóvenes, hombres y mujeres que le dicen que sí. Hoy tenemos el testimonio de una población que le dice que no; por distintas razones le dice que no.

También nosotros le podemos decir que sí a la invitación de Jesús o podemos decirle que no. Ese es el ministerio de nuestra libertad, lo lindo es que descubramos que nuestra libertad es verdaderamente liberada cuando Jesús entra en ella.

La libertad más que un dato en sí, más que un algo que nosotros poseemos, dicen por ahí algunos documentos de nuestra iglesia, es una tarea, una conquista.

Nuestra verdadera aventura es llegar a ser verdaderamente libres, libres de nuestros condicionamientos internos, de nuestros condicionamientos históricos, de nuestros impulsos y también libres de muchos condicionamientos externos, culturales y sociales que tenemos y que verdaderamente nos da libertad es Jesús.

 Eso experimentamos cuando le decimos sí a Jesús, experimentamos una libertad tan grande que nos hace verdaderamente felices.