San Lucas 9, 57-62
Hoy celebramos a un gran Santo. A San Francisco de Asís.
Fundador de la orden franciscana. Hijo de un rico mercader. Francisco de Asís
era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad.
En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su
participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este
lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de vida que
llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres. En 1206
renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a partir de entonces
como un ermitaño.
San Francisco de Asís predicó la pobreza como un valor y
propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios.
El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le
concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de
sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la
de los franciscanos. Además, con la colaboración de santa Clara, fundó la rama
femenina de su orden, que recibió el nombre de clarisas.
Sin embargo, la dirección de la orden no tardó en pasar a
los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (que luego fue Papa) y el
hermano Elías, y él pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa. Durante
este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de Cristo
en su propio cuerpo), según testimonio de él mismo, y compuso el poema Cántico
de las criaturas o Cántico del hermano sol.
San Francisco de Asís fue canonizado dos años después de su
muerte, el 15 de julio de 1226, y sus sucesores lo admiraron tanto por su
modelo de austeridad como por su sensibilidad poética.