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6 de octubre

 

San Lucas 10, 13-16

Hoy seguimos compartiendo el evangelio que pareciera no decirnos mucho…

estas ciudades de la antigüedad, que eran antiguos centros de comercio, Jesús las pone como ejemplo, o de mal ejemplo en relación con el lugar donde Él está visitando, Jesús  vuelve  Galilea y se da cuenta lamentablemente que por más que hay milagros que haya hecho en ese región la gente no se convierte, no terminan de creer, hay una fuerte incredulidad.

 Es peor la falta de fe que en Tiro, en Sidón, en Sodoma. En el fondo, la presencia del Maestro nos interpela tanto en esa época como ahora. Después de todos los dones, los regalos, los milagros que ha hecho en nuestra vida, aún no nos convertimos, no cuesta creerle en el fondo.

Realmente el evangelio de hoy  nos invita a una conversión de vida, nos invita a buscar al Señor más de cerca, es una propuesta superadora, porque Dios quiere lo mejor para nosotros, quiere una vida plena y nos invita a una conversión de corazón, nos invita a dejar aquellas actitudes que no nos acercan al Reino de Dios, aquellas acciones que justamente nos acercan al pecado, al mal, que hacen que nuestra conciencia se ensucie.

 Por el contrario, la misericordia, la Gracia de Dios, el perdón, nos introducen en una nueva etapa de la salvación que es reconocerlo a Él y darnos cuenta que todo es gratuito, que todo es Gracia, que todo aquel que se suma al Señor realmente sale fortalecido y ya es una nueva creación, tiene vida nueva.

Le pedimos al Señor en este día  la gracia de un corazón convertido. Este evangelio no es sólo para los demás, es para cada uno de nosotros, debemos sentirnos interpelados por esta invitación que hace Jesús a la conversión.

El evangelio siempre nos pide algo más, siempre quiere llevarnos a algo mejor.