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13 de octubre

 

San Lucas 11,15-26

Hay un pecado poco recordado que se ve muy claro en el Evangelio de hoy: el pecado de acedía. Es muy parecido a la envidia, pero en lo espiritual.

¿Puede una caricia generarnos dolor? Inicialmente uno piensa que no, que algo bueno no nos puede hacer doler. Y mucho menos algo tan suave como una caricia. Sin embargo, cuando alguien nos acaricia y nos genera dolor… eso es síntoma de que algo anda mal. Puede ser que justo haya tocado una lastimadura, una zona quemada, o una espina que teníamos clavada sin darnos cuenta. Sí, algo bueno puede generarnos dolor siempre que roce alguna de nuestras zonas heridas.

¿Puede pasar eso en lo espiritual? Sí. Y es lo que vemos en el Evangelio de hoy. Viendo a Jesús expulsar un demonio, sanar de ese mal a una persona, hay gente que, en lugar de llenarse de alegría, se llena de bronca o de tristeza. Miran mal el gesto bueno de Jesús y buscan explicarlo desde un costado maligno: como si Jesús trabajara con el demonio.

La acedía se manifiesta, en quien la padece, como tristeza o bronca frente a algo que en realidad llena de alegría a Dios. Y también como un cansancio en todas las cosas espirituales. Y proviene de un ir alejándose de las cosas de Dios y de Dios mismo, dejando de lado la oración, el trato íntimo con él, las obras de caridad y dejándose llenar el corazón con una mirada mundana.

Pidámosle hoy a Dios que nos ayude a tener una mirada limpia, como la suya, para poder llenarnos de alegría con cada gesto de caridad, de delicadeza, de ternura que vayamos encontrando hoy.