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7 de mayo

San Juan 6,60-69

Todos sabemos que seguir a Cristo no es fácil, siempre nos pide que entreguemos todo, nuestra fuerza, nuestro corazón, todos los dones que hemos recibido.

En el medio del texto del evangelio, Jesús dice: yo, por eso les he dicho, que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo condese. Es decir, que seguir a Cristo, acercarse al Padre, es responder a una llamada de Dios que nos habló, que nos amó primero, que nos invita realmente a tener vida en abundancia, esa vida regalada por el Espíritu dice el texto del evangelio que estamos compartiendo.

Mañana se celebra el domingo  del Buen Pastor,  en la cual, la Iglesia Católica celebra, festeja, hace memoria de Jesucristo como Pastor de todo su rebaño, de todas las ovejas que somos nosotros, en el cual nos convoca, nos llama, nos invita a responderle con un ¡SI! Sabiendo las exigencias de este llamado, sabiendo que el Maestro, siempre pide todo. Por eso la queja de los discípulos. Y la respuesta de Jesús al final ¿También ustedes quieren irse? Afortunadamente, Pedro responde: ¡Señor a quién iremos, Tú tienes Palabras de Vida Eterna! reconociendo que solo de Jesús, nos puede venir la verdadera Salvación.

Pidamos en ésta jornada del Buen Pastor entonces, la gracia de responder con un verdadero ¡SI! en la Vocación que Dios nos haya regalado, ya sea en la vida matrimonial, religiosa, sacerdotal, misionera, responder con un verdadero Si a su llamado y también comprometernos a rezar por las distintas Vocaciones que tiene la Iglesia Católica.

 

 

 

 

6 de mayo


 San Juan 6,52-59

En el evangelio nos muestra cuál es el camino que tenemos que seguir para ir a vivir con Dios: comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre y esto es el verdadero alimento, habrá Vida Eterna en nosotros cada vez que accedemos a este sacramento de la eucaristía.

Cristo ha querido quedarse de ese modo con nosotros, su presencia nos va a conducir siempre al Padre; y hablando del Padre podemos decir que Jesús siente siempre ese deseo de hablar de Su Padre, lo hace con orgullo, con cariño, con ternura, algunos dirían casi obsesivamente no para de hablar de Su Padre: “es mi Padre el que les da Vida Eterna”, “yo vivo por el Padre” es otra de las expresiones de Jesús.

Qué bueno poder decir eso: vivo por el padre, intento vivir haciendo la voluntad de Dios, estar en la Casa del Padre, hacer las cosas del Padre. Como ese hijo pródigo que se alejó, que después volvió, entendió la lógica de la misericordia, que es amado, perdonado, recibido por su padre y ya se queda entonces para siempre en la casa de su padre haciendo el bien.

La lógica de la misericordia nos invita entonces a no quedarnos estancados, a no cansarnos de hacer el bien, al contrario, creativamente una y otra vez poner manos a la obra para generar vida, para generar vida entre nosotros, esto es decir hacer buenas obras, esto es realmente convencernos de que Dios nos ha prometido el cielo, el cielo tiene mucho que ver cómo vivimos el hoy aquí todos los días en la tierra.

La eucaristía es sin dudas el alimento para el camino, nos da fortaleza en la peregrinación de cada día y nos marca también hacia donde nos encaminamos. Pidamos al Señor la gracia entonces de poder alimentarnos siempre de ese pan, de poder vivir por el Padre haciendo Su voluntad, estando en sus cosas, haciendo las obras que el Padre nos inspire a través de su Espíritu.

5 de mayo


 San Juan 6,44-51

¡En el Evangelio que escuchamos en estos días Jesús hace referencias en Dios Padre! Qué bueno sería poner nuestra atención en las Palabras de Jesús al referirse a Dios Padre.

Pensar en Dios Padre es pensar que en nunca estoy solo y que hay alguien que piensa en mi, y que hay que alguien que se preocupa por mí. Pensar en Dios Padre es pensar en que alguien me cuida y da lo mejor para mí. Ese Dios Padre es Papa de Jesús pero que también es mi Padre. Y Dios Padre me da lo mejor, me da a Jesús

Dios Padre quiere tener seguro un vínculo muy cercano y de amor con cada uno de nosotros. Y al tener un trato cercano con Dios Padre seguramente nos dirigirá hacia Jesús, porque es él quien nos lleva a hacia Jesús. Y yendo hacia Jesús tendremos vida, vida verdadera, vida eterna

Dios es un muy buen Papa que realmente se preocupa por nosotros. Y creo que a nosotros nos iría mucho mejor si de verdad aprendemos y tenemos un vínculo más cercano con Él. ¿Qué hacemos cuando nos sentimos solos o necesitamos algo? ¿Qué hacemos cuando tenemos dudas no sabemos qué hacer? ¿Pensamos en Dios? ¿Pensamos en Papa Dios? ¿Cómo es nuestro trato con Él? ¿lo tenemos en cuenta? ¿Diálogo con él? ¿le cuento mis cosas?

Santa Teresita decía que “No hay nada más lindo que saberse siempre en los brazos de nuestro buen Padre Dios”. Es una muy linda disposición que podríamos tener desde ahora en adelante, para estar más seguros de nosotros mismos, y también nos fortalecerá en la fe con Jesús vivo y resucitado. A nosotros también nos resucitará y nos dará la vida eterna.

 

4 de mayo


San Juan 6,35-40

Jesús se nos proclama como el Pan de Vida, quién sacia toda hambre, toda Sed. La Fe, la adhesión a su vida es la llave para entrar en esta Vida que planifica, que sacia enteramente, llena tus vacíos

 Él se hizo hombre para llevar adelante el Plan de Salvación del Padre Dios, toda su vida entregada, crucificada y resucitada es responder a la voluntad del Padre, que todos se salven. El Padre quiere que los hombres se Salven en Jesús.

Nosotros tenemos el gran regalo de poder recibir el alimento de la Palabra cada día, así como también el de la Eucaristía. Escucharlo, contemplarlo, recibir al Pan de Vida. Qué bueno hoy dar gracias por la Fe, la Eucaristía, por poder recibirlo cada día, cada Domingo.

Qué bueno que podamos renovar nuevamente en este tiempo la Fe y el Amor al Resucitado en la Eucaristía, donde Él viene a calmar y a saciar nuestra hambre nuestra sed.

Y renovar y hacer nuestro el compromiso y deseo de Salvación del Padre queriendo ser Pan para el hambre de tantos, seguir entregando la vida para que otros también tengan en Él Vida Plena

Creer en Jesús para tener Vida Plena, eterna. Acercarte a Él, Pan de Vida para que saciado por Él puedas ser Pan para los demás.

 

 

 

3 de mayo


 

San Juan 14,6-14.

En este evangelio Jesús nos dice hoy “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Mí”. Pero, allí interviene Felipe uno de los Apóstol cuando escucha esta afirmación de Jesús, respondiendo, <> Y aquí, la pregunta de Jesús ¡Felipe!

¿Hace tanto tiempo que estoy Yo, con ustedes y no me conocen todavía? Esa pregunta, que Jesús, le hace a Felipe, también es para nosotros. ¿Lo conocemos realmente a Jesús? Muchas veces estamos cotidianamente en las cosas del Señor, en las cosas de Dios, pero, nos falta el Dios de las cosas. Que quiero decir con esto, que a veces nos cuesta profundizar nuestra relación con el Señor, para que sea intima, personal, artesanal, poder cultivar ese diálogo con Jesús a través de la oración, de las buenas obras, nos hace crecer, nos hace permanecer en el Amor de Dios.

Queremos pedir en este tiempo de Pascua de Resurrección del Señor, justamente poder conocerlo más de cerca, conocer ese buen aroma que tiene Cristo y que nos invita a cada uno de nosotros esparcir en el mundo de hoy.

Que María, nuestra Madre, nos regale entonces, la gracia de contagiar a otros esta experiencia rezada, compartida en la intimidad con Jesús.

2 de mayo


San Juan 6,22-29

Toda la gente de Galilea, los discípulos en particular, pero todos en general, están admirados por las obras, por los signos que Cristo realiza… Acaba de dar de comer a cinco mil hombres con tan sólo cinco panes y dos peces y ahora lo han visto caminar sobre las aguas… ¡Sí! Este hombre logra cosas increíbles, hace posible lo imposible…

Así las cosas, sobre el final del Evangelio de hoy, los discípulos le preguntan a Cristo: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”, es decir, cómo podemos hacer también nosotros para ser como tú, para hacer lo que tú haces… Jesús responde dándonos la clave de todas las claves: “la obra de Dios es que ustedes crean en aquél que él ha enviado”, es decir, quieren ser como yo, quieren hacer lo que yo hago: pues, comiencen por creer…

Jesús, repito, nos da una clave fundamental para que podamos hacer, en nuestras vidas, lo que Él ha hecho en la suya, la clave es creer. Creer en Cristo, creerle a Cristo. Jesús ya lo ha dicho en otras ocasiones: “todo es posible para quien tiene fe… para quien cree”.

¡Cuánto más podremos nosotros, en nuestras vidas, que contamos con el testimonio de Cristo y de María! Recuerden lo que el Ángel mismo apuntó a la Virgen en el diálogo de la Anunciación: “¡Nada hay imposible para Dios!”.

Ahora, que estamos celebrando el tiempo de Pascua, el tiempo de Resurrección, cobran todavía más fuerza esas palabras: “¡Nada hay imposible para Dios!”. Palabra que Cristo viene a completar cuando nos avisa que, si le creemos a Él, si le creemos a Dios en Él, tampoco para nosotros habrá nada imposible.

Albert Einstein decía: “si lo puedes imaginar, lo puedes lograr”. Nosotros hoy, de la mano de Cristo, diremos todavía más: si lo puedo creer, si tengo fe, entonces lo puedo hacer, entonces lo puedo lograr.

Invito a cada uno a que piense en este tiempo de Resurrección y Pascua, cuál es el siguiente paso que quiere dar en su vida, qué es eso tan importante que desea hacer… Una vez imaginado, le presento al Señor ese paso, lo pongo en sus manos, le creo a su Palabra: “¡Nada es imposible para Dios!”… Y creyendo, pongo manos a la obra.

¡Señor, queremos ser como tú eres, queremos hacer lo que tú haces!¡Basta con que CREAN… -dice el Señor!

30 de abril


 San Juan 6, 16-21

En el Evangelio de hoy Jesús camina sobre las aguas y se acerca a la barca de los apóstoles que reman con dificultad por el viento fuerte… Todo lo que se relata ocurre “en la noche”, en medio de tormentas y movimientos que no deseamos y que nos asustan e inquietan. Nosotros podemos compararlo con la barca de nuestra vida, de nuestra familia, con la noche que significa la ausencia de Jesús y que encontramos en los diversos acontecimientos de la vida de cada ser humano.

 Los discípulos regresaban en barca a Cafarnaún, después de un una agitada y agotadora jornada, donde Jesús había enseñado, sanado a los enfermos y hasta multiplicado los panes.

Jesús se había quedado con la gente saludando y despidiendo. A la noche fue hacia ellos caminando sobre el agua, los discípulos se asustaron: “Soy yo no teman” bastaron estas palabras de Jesús para devolverles paz, seguridad y confianza.

Cuantas veces en la vida sentimos miedo, otras tantas Jesús nos da seguridad y confianza: Soy yo no teman. Cuando te sientas solo Jesús te dice: Soy yo no temas. Cuando te sientas triste Jesús te dice: Soy yo no temas. Cuando te sientas con miedo Jesús te dice: Soy yo no temas. Cuando titubea tu fe Jesús te vuelve a decir: Soy yo no temas

¡Cuántas situaciones hay en la vida personal y en la vida de la Iglesia que no comprendemos, que nos desconciertan y asustan! En medio de todo esto, surge la ternura de la voz de Jesús, que nos dice “no teman”. Él sigue diciéndonos que no temamos, que afrontemos la novedad y aquello que nos desconcierta con la certeza de que Él está cerca y nos guía con seguridad a nuestra meta. Él está ahí, con nosotros y en nosotros. De este modo, no hay lugar para el temor.

¿Ante qué realidades o situaciones el Señor me dice que no tema? ¿Cuáles son los mares agitados que hoy me toca enfrentar?


 San Juan 6,1-15

La liturgia hoy nos invita a reflexionar sobre este texto del Evangelio de Juan que nos narra unos de los grandes signos obrados por Jesús: “La multiplicación de los panes”.

Particularmente creo que este milagro debió ser algo grande, ya que es el único que se encuentra narrado en los cuatro evangelios.

Es increíble y maravilloso poder advertir cómo a Jesús no se le escapa ningún detalle cuando se trata de ayudar al hombre y dar respuesta a sus necesidades. No sólo en lo espiritual sino también en lo material.

Dice la Palabra de Dios que después de realizar muchos signos y que cada vez lo seguía más gente; ahora Jesús quiso darles de comer, eran 5.000 personas; y para poder llevar adelante semejante tarea, necesitó de corazones y manos disponibles para poder dar.

Así ocurrió, de la mano de Andrés, se presentó a un muchacho que tenía cinco panes y dos pescados, como dice la Palabra: “que es esto para tanta   gente” … Un problema para el hombre, pero no para Jesús.

Cuando Jesús advierte que los corazones están disponibles a dar lo “poco” que se tiene, ese “poco” le basta para poder actuar con todo su poder. 

Porque para Jesús “poco” es a veces “mucho”, así también lo dice con respecto a nuestra fe: “si tuviéramos fe con un grano de mostaza seríamos capaces de trasladar montañas”.

Lo mismo ocurrió con el Evangelio, de cinco panes y dos pescados, Jesús fue capaz de dar de comer a una multitud: PORQUE PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE.

Pensaba que buen mensaje nos da el Evangelio hoy: “De nuestra disponibilidad, de nuestra nada, Jesús puede hacer grandes cosas, así nos lo dice el Salmo 125: “Grandes cosas hizo el Señor y nosotros estamos rebosantes de alegría”.

Que importante es recordar en nuestra vida que siempre debemos buscar primero el Reino de Dios y su perfecta justicia, porque en fe sabemos que todo lo demás se dará por añadidura. Reconociendo que esa añadidura será para conseguir lo que nos falta, para realizar plenamente nuestros sueños y proyectos.

 

28 de abril


San Juan 3, 31-36

Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio.

 Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, anhelemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre.

 Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.

«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.

Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33)

“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)…, mientras no crea.

27 de abril

San Juan 3,16-21

Estamos en la segunda semana de pascua y este evangelio nos trae unas palabras muy hermosas como, por ejemplo. “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo para que todos tengan Vida eterna” ¡Qué bueno que el mismo Jesús nos muestre y nos diga hasta dónde llega el Amor del Padre Dios al mundo!

“El Hijo vino para Salvar, no para condenar” ¡Qué bueno que de este Amor de Padre todos estemos beneficiados, porque todos podemos salvarnos! ¡El Padre y el Jesús sólo quieren Salvarte!

 

“El que Cree en Él se salva” ¡Renovándote y aceptando a Jesús, te salvas!

 Pensaba y resonaba en mí que, en este tiempo de Pascua, tiempo de alegría, de libertad y comunión fraterna, que bueno sería que puedas mirarte y dejarte mirar por el Resucitado que solo quiere salvarte ¿te lo imaginas mirándote y diciéndote: "¡Vine para salvarte!"? Bueno, cada día lo hace en cada Misa, en cada Eucaristía.

Pensaba también si yo estoy respondiendo a Jesús ésta mirada, con un corazón creyente, dejándome amar, salvar, amando y haciendo mío su mensaje, su vida.

Me preguntaba también si tengo la capacidad de dialogar con otro como Él lo hizo con Nicodemo, el Fariseo, escuchando sus preguntas y respondiendo con un corazón amado y apasionado por la voluntad del Padre.

 

 

    

26 de abril

San Juan 3,7b-15

Espero que el Resucitado haya encendido y renovado tu corazón. La Palabra de igual modo, nos sigue iluminando y haciendo arder el corazón, para experimentar, reconocer y celebrar al Viviente en nuestras vidas

Durante estos días, escuchamos del capítulo tercero de Juan, el encuentro de Jesús con Nicodemo. Te aseguro dice Jesús, tienes que nacer de lo alto y ante la incomprensión de Nicodemo, Jesús responde: hablamos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes lo rechazan… El Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto para que todo el que crea en Él tenga vida eterna…

El Resucitado se acerca hasta nosotros, para atraernos, para darnos Vida en abundancia, para liberarnos de nuestros miedos y estructuras que muchas veces impiden su obrar en nosotros.

Nacer de nuevo, creer en el hijo del hombre es nuestra tarea, en este tiempo, poniendo nuestra mirada en Jesús muerto y resucitado. Nacer de nuevo, sumergirse en el corazón traspasado del Señor, dejando que el nos purifique la mirada y aumente nuestra Fe. Creer en Él, para tener Vida Eterna, mirarlo, contemplarlo, dejarse mirar por el Señor, escucharlo.

El Señor Resucitado y Misericordioso se sigue manifestando y regalando Vida Eterna en cada situación de nuestra vida y del mundo. Me pregunto si ¿Seremos capaces de dejar de mirar el celular, nuestro querer, nuestra vida, para levantar la mirada hacia Él, seremos capaces de creer y creerle? ¿O por el contrario seguiremos rechazando su testimonio, su Testimonio, ¿privándonos de renacer?…

Señor Jesús, como Nicodemo queremos acercarnos a ti, creyendo en que puedes hacernos nacer de nuevo, te pedimos que aumentes nuestra Fe, para que podamos verte, contemplarte, reconocerte en cada acontecimiento de nuestra vida.

 

 

 

25 de abril

San Marcos 16,15-20

Celebramos junto con toda la Iglesia la fiesta de san Marcos evangelista, uno de los primeros miembros de la comunidad cristiana. Marcos fue discípulo de san Pablo, luego sabemos que estuvo vinculado a san Pedro y que conoció la iglesia de Roma.

Por eso les escribe especialmente a los cristianos de origen pagano, y de él es el primer evangelio que se redacta, destinado a aquellos que iban creyendo en el Señor pero que no lo habían conocido ni eran judíos. Cuando te acerques a este evangelio, vas a ver que es un texto de fácil lectura, corto y que explica mucho las costumbres judías. Lo ideal es poder empezar la lectura del nuevo testamento leyendo a san Marcos. Si quieres acercarte por primera vez al evangelio, podrás empezar por ahí, es un buen punto de partida.

El pasaje que compartimos hoy es la última parte del evangelio, Marcos 16, del 15 al 20. Vemos la explosión del acontecimiento pascual que provoca un envío. El señor dice: “vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia”. Puedes ver que en esos dos verbos: vayan y anuncien, ir y anunciar. Usted y yo tenemos esta misión también, una misión que nos deja el mismo Jesús. Qué importante es aceptar la Pascua en nuestra vida, ponernos en movimiento, no encerrarnos, no estancarnos y reconocer que hay un llamado a involucrarse en serio.

Anunciar implica ser dóciles a la voz del Espíritu Santo, que nos pone en camino y nos da la fuerza. Anunciar es abrir la boca, abrir la vida y el corazón para compartir algo que es más grande que nosotros, la Buena Noticia de la salvación. Por eso pregúntate, ¿Cómo estás anunciando a Jesús  hoy? Recuerde de aquella frase que se le atribuye a san Francisco: Predica el Evangelio en todo momento y si es necesario usa las palabras.

Por último, vemos que Jesús habla de signos que van a acompañar a los que crean: arrojarán a los demonios y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos. Es decir, hay momentos en los que tu corazón te va a pedir anunciar y no vas a saber cómo ni de dónde, pero Dios te va a estar sosteniendo y dando la fuerza necesaria. Por eso confía en que no estás en soledad en esta misión, pero anímate a hacerla. Hay que tener capacidad de asombro, porque Dios no te abandona. La fe mueve montañas. Comparte lo que Dios hizo y hace en tu vida.

 

 

23 de abril


 San Marcos 16,9-15

En el tiempo luminoso de la Pascua, más aún en este día que se prolonga en ocho, expresión de que está más allá del tiempo nos alegramos con la presencia del Resucitado.

Y la primera gran tarea es recibir el anuncio, dejarnos encontrar por el Señor que ha vencido y con Él nos hace portadores de vida nueva.

Hoy el relato de san Marcos narra el testimonio de la aparición a María Magdalena, sin nombrarlos cita a los de Emaús – imagino – y a los Once.

Pero el acento del anuncio de hoy se dirige en el último versículo “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” y ahí pediremos contemplando el texto la gracia de devolverle dinamismo a nuestro andar creyente.

¡Parece ser según relata el texto que no le fue tan sencillo con los discípulos de la primera hora y lo más seguro es que tampoco le será con nosotros, pero será necesario dejar que su palabra resuene viva e imperativa en nosotros “VAYAN”!

Releyendo Evangelii gaudium cuántos elementos tenemos para actualizar este pasaje de hoy, en medio de los desafíos de nuestro tiempo.

Al Resucitado que nos anima con su gracia, su Palabra y en la voz del Papa Francisco vayamos como portadores de la Buena Noticia a ser testigos de Jesús en el mundo.

 

 

22 de abril


 San Juan 21,1-14

Con gran alegría estamos celebrando la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y toda esta semana venimos escuchando en la Palabra de Dios, precisamente en el evangelio, las distintas apariciones de Jesús resucitado.

Siempre que esta Jesús hay abundancia.

La instrucción de Jesús es tirar la red a cierto lugar, ellos hacen lo que Él Maestro les dice y por supuesto, al seguir sus instrucciones, al seguir Su Voluntad, se produce el gran milagro, sacan dice el texto 153 peces, la red no se rompió, RESISTE.

Y justamente esta abundancia demuestra que la presencia de Jesús hace crecer el reino.

Nuestra sola presencia no alcanza, nuestras buenas intenciones suman, pero no lo es todo, necesitan siempre, tenemos esa necesidad, la presencia del Señor entre nosotros.

Y esa presencia del Señor sobre nosotros está asegurada en nuestra querida Iglesia, está asegurada ya desde la resurrección, está asegurada ya desde que Jesús se despide de nosotros cuando asciende a los cielos: “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”.

En nuestra vida también está asegurada esa presencia del Señor.

Si nosotros no somos fieles, el Señor Sigue siendo fiel. Si nos desviamos del camino, nos llama una y otra vez para que nos acerquemos, por lo tanto, aprovechemos esa Gracia, ese regalo que el Señor nos hace

Pensemos que esta resurrección es para que nosotros también la podamos disfrutar y la podamos aprovechar, podamos resucitar.

Esta resurrección se da todos los días, va a decir el evangelista Juan, con otras palabras, se da aquí y ahora, uno puede vivir en esta tierra como resucitado si realmente abraza La Gracia de Dios. Si verdaderamente abraza la verdadera Fe, si verdaderamente nos dejamos conducir y convertir por el Espíritu Santo.

21 de abril


 San Lucas 24,35-48.

Hoy la Iglesia nos regala, en el Evangelio de Lucas, esta aparición de Jesús.

Jesús que se hace presente en medio de sus discípulos, y los discípulos tienen un miedo muy grande: el miedo de que Jesús sea un fantasma sea algo distinto a ellos; lo que produce mucho temor, por eso dice el texto: los dejó atónitos. Y Jesús ahí nomás les responde: ¿por qué tienen miedo?, soy yo. Tóquenme, véanme…  ¿tienen algo para comer? Y dice el texto que tomó el alimento y lo comió delante de ellos.

 Es un texto que nos recuerda algo grande. Nos recuerda que Dios ha hecho una opción por la humanidad; y a pesar de su Pasión y de su Muerte no se desencantó de la humanidad, sino que sigue optando por la humanidad. Resucitado sigue entre nosotros, sigue acercándose a nosotros. Es como que da otra oportunidad; es como que el Señor sigue poniendo su mirada, deteniendo su mirada sobre nosotros.

Hoy, a la luz de este Evangelio, es un día para alegrarse mucho, alegrarse por tener este Dios que tiene una mirada de esperanza sobre nosotros, que confía en nosotros más de lo que nosotros confiamos en nosotros mismos; un Dios que sigue apostando por nosotros.

Y, a la vez, este Evangelio nos regala una nueva mirada sobre nosotros: si en mis lugares de vida: en mi familia, en mi trabajo, entre mis amigos, en mi lugar de estudio… hay o hubo situaciones de muerte, situaciones de dolor, de tristeza, si sufrí heridas… este Evangelio me dice: ¡sigue apostando por los tuyos, sigue jugándote por ellos, otra oportunidad, sigue creciendo; sigue, juntos, madurando!

Un Evangelio que llena la mirada y la vida de esperanza.

20 de abril


 San Lucas 24,13-35

Este texto es de hoy es muy conocido y es llamado los Discípulos de Emaús. Dos discípulos a quienes Jesús se acerca para caminar con ellos. Que interesante ver que en el camino está él, está Jesús. El camino es el signo de la vida en la que cada uno tiene que transitar, en ella hay muchas vivencias, experiencias y emociones por la que pasamos. Pero lo más lindo es que en el camino, en nuestro camino va Jesús al lado nuestro.

Me llama mucho la atención cuando en la Palabra de Dios dice que cuando Jesús se acerca a los Discípulos había “algo en sus ojos que les impedía ver” y que después al final nos dice que “sus ojos lo reconocieron al partir el pan”. En el camino de la vida seguro que hay cosas que nos tocan y nos impiden ver a Dios que está cerca, y eso Jesús lo sabe. Jesús, nuestro Jesús nos comprende tanto en el sufrimiento que deja que uno haga el proceso de duelo para consolar el corazón.

Tenemos que saber que en nuestras tristezas Jesús nos comprende y nos consuela.

 Y es muy importante eso, que Jesús en nuestros momentos habla, sus palabras son caricias consoladoras para nuestras vidas, sus palabras hacen arder el corazón para reavivarlo para que pueda seguir latiendo con intensidad. Jesús cuando habla se dirige al corazón. Y eso es reavivante.

Y por último, el momento más fuerte del camino: lo reconocieron al partir el Pan. Lo reconocieron en el compartir, en los alimentos, en la cena, en la Eucaristía. Sus ojos se abrieron y pudieron reconocer que Jesús está vivo y al lado de ellos.

Yo decía al principio que Jesús comprende nuestras tristezas, ¿Quién más nos podría comprender a la perfección cuando estamos mal después de todo el que vivió en carne propia? Jesús nos re comprende y es cuando más está cerca nuestro. Pero él también es el único que puede sacarnos de la tristeza de muerte y devolvernos a la vida a través de su Palabra y de la Eucaristía. Es evidente que Jesús no nos quiere en estado de tristeza, sino que salgamos a flote y salgamos siempre adelante con un corazón vivo y que lata más fuerte.

Gracias Jesús por estar en nuestro Camino al lado nuestro, para compartir nuestras tristezas, pero también para alentarnos y devolvernos la alegría de la vida a través de tu Palabra y también de la Eucaristía. Quédate siempre al lado nuestro.

 

19 de abril

SAN JUAN 20,11-18

En Este martes de Pascua, estamos celebrando la resurrección de nuestro Señor, el que muriendo destruyo nuestra muerte y resucitando restauro nuestra vida. Es la aparición de Jesús a María Magdalena y esa famosa frase que habremos escuchado como susurro en nuestros oídos: “¿Por qué lloras? si el que creías muerto está vivo, ha resucitado”

Cuantas veces Jesús nos habrá preguntado: “¿Por qué estas triste? ¿Por qué estas desconsolado? ¿Por qué te amargas la vida? ¿Por qué te sientes solo? ¿Por qué experimentas que nadie te quiere? ¿Por qué en el fondo te sientes como el último? ¿Por qué lloras, si yo estoy contigo?

Que este martes de Pascua podamos celebrar o continuar el festejo de que nuestro Dios, no es un Dios de muertos, sino de vivos. No es un Dios de tristes, sino de alegres. No es un Dios de violentos, sino de pacíficos. No es un Dios de odio y de rencor, sino que es un Dios de amor y de reconciliación, un Dios de reencuentro, un Dios de integración, un Dios de inclusión.

 

 

18 de abril


 San Mateo 28,8-15

Esta semana es muy especial- Diría que es una semana con Cristo.  Él mismo es quien nos llama a reconocerlo Resucitado en la Galilea de nuestras vidas.

Galilea, en el Evangelio, es el lugar de la vida cotidiana, del quehacer diario. Galilea, para los discípulos, es su lugar de origen, el lugar donde habían encontrado a Jesús o, más bien, donde Jesús los había encontrado a ellos.

Es el lugar del “amor primero”… Galilea les remite al momento en que sus vidas tomaron otro rumbo, otro color. Fue en donde pasaron de ser pescadores, cobradores de impuestos, comerciantes, a ser colaboradores de Jesús, a ser discípulos, a ser “amigos en el Señor”.

 Atrás habían dejado las barcas y las redes, las seguridades y los miedos, porque con Cristo se habían atrevido a mirar la vida con ojos nuevos… Fue en Galilea donde entendieron que Dios era Padre Misericordioso y que Jesús, el Hijo, había venido a sanar lo que estaba enfermo, y a buscar y salvar lo que estaba perdido. Fue en Galilea, donde experimentaron los primeros signos del amor de Dios.

Ahora Cristo, vuelve a citarlos en Galilea, pero no para “vivir en el pasado”, sino para transfigurarlo todo con la luz siempre nueva del Resucitado. Vuelve a citarlos en Galilea, porque es en Galilea, en la Galilea cotidiana donde han de buscarlo, donde han de amarlo, donde han de anunciarlo, donde han de vivirlo y celebrarlo.

Como los discípulos, entonces, también nosotros somos llamados a encontrar a Cristo en nuestras Galileas, es decir, en nuestros espacios de vida diaria, de vida familiar, de vida académica, de vida laboral, de vida comunitaria, de vida apostólica. ¡Sí! Es ahí, en la vida de todos los días donde Cristo Resucitado quiere que lo descubramos.

Volver a Galilea es volver a conectarte con tus deseos más hondos. Volver a encontrarte con Jesús. Volver donde el corazón se te encendió. Volver a hacer aquello que le da más sentido a tu vida. Volver al lugar donde los sueños se despiertan y cobran vida.

¡De la mano del Resucitado, entonces, volvamos a Galilea! Volvamos a conectar con el Dios encarnado, con el Dios vivo, Resucitado.

16 de abril

San Lucas 24, 1-12

Hoy es el día más grande, la noche más grande de todo el año, es la noche de la resurrección; después de toda esta preparación de la Cuaresma, de todo este tiempo en cual procuramos ir adentrándonos en este misterio grande de la pasión muerte y resurrección de Jesús, llegamos esta noche, en la cual este gran signo del cirio encendido irrumpe con su luz con su calor en ese templo que está como una señal de toda la humanidad y del corazón de cada uno de nosotros en plena oscuridad.

Pensemos en lo que las mujeres escuchan, “¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo?; no está aquí ha resucitado”. Este anuncio resuena también en nuestros corazones aquí y ahora; la realidad es que Jesús ya no se encuentra entre los muertos, ni entre todos aquellos que se aferran a esta vida y a las cosas de esta vida y que por eso viven como muertos; Jesús vive en aquellos que por la fe creen en que él está vivo.

Por eso es la fe lo que vence al mundo; que nosotros creamos profundamente en esta presencia viva de Jesús más allá de lo que los sentido nos puedan decir, más allá de lo que nuestro propio sentimiento nos pueda reflejar.

Tal vez está oración de Teilhard de Chardin pueda ayudarnos:

"Piensa que estás en sus manos tanto más fuertemente agarrado cuanto más decaído y triste te encuentres vive feliz te lo suplico, vive en paz, que nada te altere que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga psíquica ni tus fallos morales; haz que brote y conserva siempre sobre tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor continuamente te dirige y en el fondo de tu alma coloca antes que nada como fuente de energía y criterio de verdad todo aquello que te llene de la paz de Dios; recuerda cuanto te reprima e inquiete es falso, te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios; por eso cuando te sientas apesadumbrado triste adora y confía".

Que la luz de Jesús resucitado, que el calor de su presencia inunde profundamente tu corazón y te lleve a transformar tu vida y la de los demás a través de él.

 

 

 

15 de abril


 San Juan 18, 1-19, 42

Entre estas lecturas y la oración que haremos por todos los hombres, antes de venerar solemnemente la imagen del Crucificado, detengámonos unos momentos para dejar que el mensaje de Dios penetre más en nuestro corazón.

 Todos estamos familiarizados con el Santo Cristo. A muchos de nosotros nuestras madres nos enseñaron de pequeños hacer la señal de la cruz. Quizás fue nuestra primera plegaria silenciosa... Pensemos qué significa ahora para nosotros el Santo Cristo, iluminados por el anuncio de la Pasión de san Juan y las otras lecturas que se han proclamado.

El mensaje de la fiesta de hoy nos lleva al fondo del mensaje que acogíamos ayer: el carácter serio del amor. El amor de Dios se nos ha revelado no como la ayuda de quien no sabe qué es pasar necesidad, qué es padecer, sino poniéndose EN LA CONDICIÓN DE LOS HOMBRES MAS DESVALIDOS: "soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores" Y "hasta el extremo"; "Muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre... El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento".

-El viernes santo de la humanidad Todos queremos ser objetivos y realistas. Y, a pesar de la crisis económica y social que aflige a muchos de nuestros ciudadanos, a pesar de la injusticia de la que es víctima gran parte de la humanidad, nuestro mundo occidental es todavía OFICIALMENTE OPTIMISTA.

 Esto, junto con la tendencia innata de todos para situarnos lejos del sufrimiento e incluso para olvidarlo fácilmente, nos ayuda a cerrar los ojos a la cruda realidad de una gran parte de la humanidad que no sólo padece, sino que es "crucificada".

Pero Jesús, que en la cruz lleva "los sufrimientos" y aguanta "los dolores" de la humanidad sufriente, ES EL RECUERDO VIVO DEL VIERNES SANTO DE GRAN PARTE DE LA HUMANIDAD ACTUAL: muertos de hambre en medio de la gran abundancia de muchos otros; países empobrecidos en beneficio de algunos cada día más ricos; personas y pueblos amenazados por un "progreso" que conduce a la carrera de armamentos; manipulación de la libertad y otras formas de violación de la dignidad humana; millones de parados entre una insolidaridad creciente; marginados de todo tipo por una sociedad que en buena parte es la causante de esta marginación... Jesús crucificado nos desvela de nuestros sueños, nos hace caer la venda de los ojos... Y, en él, el dolor de la humanidad se convierte en dolor de Dios.

14 de abril


 San Juan 13,1-15

Estamos ya de lleno en la Semana Santa, que es la más linda y la más importante. Es la Semana que da sentido a todas las semanas. En este Jueves Santo el evangelio nos invita además a contemplar esa actitud de Jesús; actitud de amor, de entrega, de seguir haciéndose nada por amor.

La acción de lavar los pies estaba reservada para los esclavos. Cuando se daba un banquete el dueño de la casa hacía que sus esclavos lavaran los pies de sus invitados, que eran la parte del cuerpo que más expuesta estaba al polvo y la suciedad de los caminos propios de la Palestina de Jesús en ese tiempo. Sin embargo, Jesús va a tomar él mismo esta iniciativa: Él toma la condición de esclavo, es decir ponerse en ese lugar. Pero no lo hace por un mero aparentar por un mero servilismo, sino que en ese acto va a resignificar muchísimos actos. Hay alguien en que se quiere oponer y es Pedro, pero no lo pudo conseguir. Le dice “de ninguna manera…” Sin embargo, Jesús le explica y lo deja hacer, deja hacer lo propio: toma la toalla y lava los pies.

¡Cómo desconcierta este Jesús! Pero de una manera única Jesús haciendo esto que nos desconcierta renueva el sentido de la acción. Ya no es lavar los pies en sentido literal: es agacharse frente al hermano, postrarse, reverenciar, ponerse por debajo del otro y ponerse a servir. Yo creo que esa es la clave del gesto. Es lo decisivo que hace Jesús en la lectura del Evangelio de hoy. 

Este es un sentido profundamente simbólico donde se juega el sueño que tiene Jesús para la incipiente comunidad que él va formando y que después va a ser la semilla de lo que es hoy la Iglesia Católica: que no lavemos los pies los unos a los otros. Pero no solamente entre católicos, no entre los que nos parecemos o pertenecemos a una misma comunidad; sino a toda la humanidad, tomemos conciencia de que el mensaje de Jesús va dirigido a toda persona de buen corazón que quiere hacer de este mundo un lugar más vivible, más digno y en definitiva más humano.

 

 

13 de abril


 San Mateo 26,14-25

Hoy en este miércoles Santo, la Palabra nos ubica al igual que ayer en la última cena, ya sabiendo que Judas había decidido entregarlo por 30 monedas de Plata. Esta última Cena de Jesús con sus discípulos, tiene mucho de entrega y corazón abierto y a la vez de traición.

Jesús tiene conciencia de lo que le va a suceder, Judas piensa y busca el momento oportuno para entregarlo…los demás discípulos entristecidos no entienden demasiado, preguntan, pero no entienden.

Contemplamos y escuchamos la Palabra descubriendo que mientras Jesús decide entregar la Vida para Salvar a muchos, por amor, también Judas decide entregarlo, traicionarlo.

Me surgen muchas preguntas ante la Palabra, ¿por qué Judas decide entregarlo, ¿Qué paso en su corazón? ¿Qué fue gestando esa decisión? ¿Por qué Jesús, aun sabiéndolo sigue adelante?

Sin embargo, Jesús sigue adelante, queriendo entregar la vida, queriendo compartir la mesa con nosotros.

Tenemos todavía la oportunidad de incluso con nuestras heridas y fragilidades, de mirar al Señor, de volver a Él, de dejarnos abrazar por su amor que Salva y libera.

Gracias Señor, porqué aun conociéndonos nos sigues amando, porque aún nosotros, contribuyendo a la traición, nos sigues Salvando.

 

 

 

12 de abril


San Juan 13,21-33.36-38

Hoy  el evangelio se trata del anuncio de la traición de Judas, estamos en plena Semana Santa antes de ayer, Domingo de Ramos, aclamábamos a Jesús como el profeta esperado, como el Mesías anhelado, como el bendito  que viene en el nombre del Señor, y ese mismo pueblo, que grita:” Hosanna el hijo de David”, el próximo viernes Santo habrá de exclamar: “Crucifícale, crucifícale” y en el medio esta lo de este evangelio de hoy, es decir, la discusión acerca del testimonio de Jesús, el anuncio de la traición de Judas, en el medio de ese cambio, de esa dualidad del pueblo que lo aclamo y unos días después pidió la crucifixión.

¿Qué es lo que hizo que Judas no improvisara la traición? Fue la suma de pequeñas infidelidades, de pequeños “No” a lo que Jesús le enseñaba, de pequeñas connivencias que se transformaban en doble vida entre lo que se piensa y lo que se hace, entre lo que se dice y la vida concreta que se lleva y por eso la suma de pequeñas infidelidades hizo que Judas en la noche de la traición mereciera de Jesús las palabras: “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto”

Estamos camino hacia el jueves Santo, viernes Santo, sábado de Gloria y domingo de Resurrección. Acompañemos a Jesús, con fidelidad y con amor en este camino de la cruz, en esta Pasión, para que muriendo con Él, resucitemos a una vida nueva, por eso le pido a todo que abran el corazón, como decía el papa Juan Pablo I

“Rompiendo las cadenas más fuertes que las cadenas de la muerte” y por lo tanto encontrando que por encima de nuestras contradicciones el Señor nos espera en la cruz, muchas veces para decirnos en las palabras a su Padre “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” y otras veces para decirnos “En tus manos entrego, encomiendo mi Espíritu”

Que el Señor de la Paz nos concede la Paz siempre y en toda forma y que su camino hacia dar la vida, nos tiene que llevar también a nosotros a morir a todo aquello que no nos hace felices, que nos hace adictos al mal y que posterga que seamos personas que se realicen como tales y como cristianos.

 

11 de abril


 San Juan 12,1-11

Con este Evangelio, la liturgia nos avisa que estamos entrando en los días capitales de la vida y misión de Jesucristo, él mismo también lo sabe y nos lo hace saber: “ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura –dice el Señor-… a mí no me tendrán siempre con ustedes”.

Ante esta situación crítica, Judas Iscariote muestra lo peor de sí, el cálculo interesado. Mezquino y egoísta, Judas está preocupado por la alcancía. Te equivocas Judas, te equivocas. Cuando hay un hermano sufriendo, cuando un hermano va a la Cruz, cuando un hermano está en situación de muerte: hay que romper la alcancía, hay que suspender los cálculos, hay que acabar con las cuentas… Hay que hacer como María de Betania, hay que darle rienda suelta a la caricia, al derroche de amor, a la compasión. ¡Ay de nosotros, si delante de un hermano crucificado sacamos la calculadora y archivamos el amor!

En este sentido, ante el gesto de cariño y cercanía de María, no podemos menos que dejarnos interpelar y preguntarnos cada uno de nosotros: ¿Cuál será hoy nuestro gesto de amor para con el Señor? ¿Qué caricia vamos a ensayar en esta semana Santa para con él? ¿Cuál será el signo con que vamos a manifestarle nuestra compañía, nuestro cariño, nuestra compasión?

Jesús mismo nos avisa dónde nos espera hoy: en los pobres. Jesús ha elegido permanecer para siempre en ellos, por eso les dice a los discípulos que si bien ayer el gesto era para con él, hoy nuestros gestos de amor deben ser para con los pobres, que estarán siempre a nuestro lado, como presencia viva del Cristo Crucificado. ¿Queremos acompañar al Señor en esta semana Santa? ¿Queremos acariciar al Señor en su hora de crucifixión? ¿Queremos tener gestos de amor ante la pasión de nuestro Dios? Vayamos entonces al encuentro del pobre, allí habita Cristo Crucificado, Cristo roto, Cristo solo, Cristo olvidado, Cristo negado…

Como María de Betania no perdamos la ocasión de ocuparnos en estos días de aquél que quiso ocuparse la vida entera de nosotros. Te invito, entonces, en esta semana Santa a tener un gesto de cariño importante con Cristo, esto es, con el pobre. Porque el pobre es Cristo Crucificado.

Ojalá haya siempre, al lado de cada pobre, al lado de cada crucificado, uno de nosotros, un cristiano capaz de sufrir junto al otro, un cristiano capaz de acompañar al otro en su dolor, en su desprotección, en su vulnerabilidad, en su agonía… y en su Cruz.

9 de abril

 

San Juan 11,45-56

Estamos en el día previo de comenzar la semana Santa, la fiesta de entrada triunfante de Jesús a Jerusalén.

Y vemos como en el evangelio se termina de resolver la tensión y el conflicto entre Jesús, los sacerdotes y las autoridades judías, decretando el deseo de la muerte de Jesús.

Como el signo de la resurrección de Lázaro, un signo tan fuerte y tan claro termina siendo para algunos la posibilidad de creer en Jesús, pero, para otros termina siendo la frutilla del postre, de resolver rechazar a Jesús y querer eliminarlo.

Los signos de Jesús producen eso en nosotros, nos invita a la respuesta personal. O creemos en Él y le abrimos las puertas del corazón o buscamos la manera de sacarlo de nuestra vida, de matar la gracia, de matar el don.

Que en esta semana Santa que ya estamos por comenzar podamos decirle que ¡Sí al Señor! Abrirles las puertas de nuestro corazón, de nuestras familias y experimentar está alegría nueva que nos trae la Pascua.

 

 

8 de abril


 San Juan 10,31-42.

No cabe duda de que el actuar de Jesús en medio de su pueblo nunca pasó desapercibido. Por un lado, el pueblo judío que en general por el actuar de Jesús se va convirtiendo, queda como maravillado por sus obras y poco a poco va creyendo más en Él. Por otro lado, están los dirigentes, los fariseos y los sumos sacerdotes, que también por el actuar de Jesús, se ven molestos e irritados.

Ellos están preocupados por no perder prestigio y poder de los cargos que ocupan y deciden de esta manera acabar con Jesús, que Él hablando y actuando en nombre de Dios cada vez tiene más seguidores.

Es importante advertir que el Evangelio hoy  nos deja ver entre líneas que el plan que Dios tiene pensado para la humanidad, para todos los hombres va más allá de una decisión circunstancial de un grupo de personas que decide acallar la presencia de Jesús.

Es más, la palabra de Dios también afirma que uno de los dirigentes, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel entonces Dios lo utilizó para poder profetizar reafirmando el proyecto de Dios sobre el mundo.

Ya nada puede detener lo que Dios quiere cumplir: la entrega de su único Hijo para que todo aquel que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna.

La muerte y la resurrección de Jesús cumplirá la gran promesa de Dios: congregar a la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. En el mismo Evangelio de Juan Jesús afirma que cuando sea levantado en alto sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.

 

7 de abril


 San Juan 8,51-59

El evangelio de hoy nos dice que quien guarda mi Palabra no sabrá lo que es morir para siempre. Terminando la Cuaresma, la Iglesia nos hace pensar en estas Palabras maravillosas del Señor, tenemos que buscar la Vida Eterna, porque que para eso hemos nacido, para amar a Dios y conservar el amor de todos nuestros hermanos por toda la Eternidad. Para eso nos estamos preparando en Cuaresma, en realidad para eso vivimos.

Pero al final de la Cuaresma, yo le pido al Señor, nos debemos nosotros llenar de estos pensamientos, le pido al Señor que nos haga pensar en la Vida Eterna, que no nos basta la maravilla de la vida en el tiempo, queremos pensar en la eternidad Santa de Dios que será más profundamente participada por el amor de Dios que se volcará sobre todos nosotros, para eso tenemos que guardar Su Palabra.

 Guardar Su Palabra es en el fondo hacer lo que Él hizo, que fue amar y amarnos hasta el fondo de su vida, hasta el fondo de su corazón.

Así nos amó Él, así queremos amar nosotros, imitar su conducta, imitar su amor. Esa es la vida que se debe intensificar en Cuaresma de todos aquellos que creemos en Jesús y que descubriendo su misterio lo queremos hacer nuestro.

La promesa fiel del Señor de darnos esa vida se cumple, salvo que nosotros la rechacemos. El Señor la está  cumpliendo con nosotros hoy, quiera el Señor cumplirla para siempre en nosotros y en todos, porque el Señor llama a todos a su Amor.

6 de abril


 San Juan 8,31-42

El evangelio que hoy tenemos para reflexionar, podríamos decir para confrontarlo con nuestra vida, nos relata la enseñanza de Jesús a los judíos que creyeron en Él, invitándolos a la permanencia fiel. Si está esa permanencia, conocerán la verdad y serán libres. Dos temas muy importantes, a que podríamos agregar el de la filiación, el ser hijos.

En este texto uno rescata como centro que la fe heredada no es suficiente para la verdadera libertad ni para una filiación legítima, para ser hijos de verdad. Para ser libres de verdad hay que ser fiel a su Palabra, porque Él es la verdad.

 La verdad libera y la mentira esclaviza. Más de una vez, en todos nosotros podremos experimentar, que asumir la verdad, aunque es mucho más doloroso nos da más paz, nos hace libres y alegres. Abraham, a quien se refiere, nos representa la libertad y un corazón que responde incondicionalmente a Dios.

Por lo tanto, ser hijo auténtico de Abraham, lo que nos hace verdaderamente libres, es lo que intentamos vivir su fe e imitar sus actitudes. Este texto del evangelio nos invita a vivir la libertad en una sociedad que intenta esclavizar.

 Muchas veces podemos ver lo que nos propone la televisión, el mundo, la vida… a veces una vida "más fácil", con relaciones fugaces no permanentes, o con drogas, con juegos y fantasía, y eso descubrir que no es realmente la felicidad ni la auténtica libertad, sino que todo lo contrario estamos como enredados.

Un desafío para los creyentes de hoy que quieren vivir de la fe, es ser fieles a la palabras de Jesús. Ser libres y siempre ser libres exige esfuerzo y valentía, pero eso sin duda da verdadero gozo. Uno descubre en los santos, y concretamente en los mártires que nos dan testimonio de lo que es la auténtica libertad.

Vamos a pedirle al Señor que realmente nos ayude a ser verdaderos hijos suyos y a tener una fe que se encarna en gestos, actitudes y criterios. Que Dios nos bendiga.

5 de abril


 San Juan 8, 21-30

La Palabra de este día, que nos llega por medio de San Juan, nos muestra, como hemos percibido de modo especial es esta cuaresma, la grieta creciente entre los Fariseos y Jesús.

Las acciones, los milagros, las palabras de Jesús no terminan de alcanzar para que ellos puedan reconocerlo, sino que, por el contrario, cierran cada vez más, paradójicamente, sus corazones, por eso Jesús claramente les dice, “Ustedes son de aquí abajo, Yo Soy de lo alto, ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo y porque  no creen morirán en sus pecados…

Los fariseos no obstante siguen sin entender, sin creer y cerrándose cada vez más en su bronca, en su odio contra Jesús, sin embargo, muchos de los que lo escuchaban, empezaron a creer…Jesús sigue anunciando, proclamando… “Cuando ustedes hayan levantado en alto al hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y digo lo que el Padre me enseño”

Llegando ya a las puertas de la semana Santa, en este tiempo de Gracia, la Palabra del Señor viene a interpelarnos, a mover nuestro corazón, a sacudirlo, para que no se nos pase de largo la Gracia, la Misericordia, la Salvación.

Cuántas veces aun reconociéndonos creyentes, quizás no cerramos el corazón del todo a Dios, pero si, nos acostumbramos a Él y dejamos pasar, dejamos para mañana, no lo escuchamos, no le pedimos perdón, no le creemos y nos entretenemos con las cosas del mundo, nos olvidamos del cielo, sólo confiamos en nosotros y por eso mismo no nos dejamos abrazar por este Dios que nos Salva, escuchamos la Palabra pero Ella ya no nos interpela…también nuestra vida de fe, necesita conversión, misericordia, renovarse y aumentarse.

Señor Jesús  que te manifiestas y revelas a diario en nuestra vida,  que eres siempre Fiel a la voluntad del Padre, sigue mostrándonos tu misericordia y entregándote para salvarnos, danos un corazón humilde, danos un corazón atento, ayúdanos a creer en ti, convirtiéndonos, volviendo nuestra vida a Ti.

 

4 de abril


San Juan 8,12-20

Hoy Jesús se presenta como la luz. La luz disipa las sombras que oscurecen esta dimensión esencial de la vida del hombre llamado a amar y a permanecer en el amor. Quien recibe esta luz de vida escapa de las sombras de la muerte. Entre luces y sombras se juega nuestra vida.

La luz viene de manos de aquella presencia misteriosa y escondida, como aquel tesoro del que nos habla el evangelio por el cual vale la pena venderlo todo. Jesús, es el amor del Padre entregado a nosotros. Esto es lo que verdaderamente permanece y esto es lo esencial por lo cual debemos optar una vez más. El que acoge esta luz escapa de las tinieblas de la muerte, se salva a si mismo de la situación de ceguera en que con frecuencia nos encontramos.

Este amor al que nos invita Jesús es un amor concreto, es un amor hasta dar la vida y por el hermano concreto de carne y hueso. Con lo que es y lo que tiene, no con lo que quisiera que fuera o lo que sueño que pudiera llegar a ser, sino con lo que va siendo y como voy siendo. Amar sin condiciones. Amar es dignificar la vida y es verdaderamente promovernos, movernos hacia adelante con sentido.

Cristo como luz del mundo sigue viniendo a la humanidad. Viene sobre los que permanecen en la luz y en quienes viven en tinieblas. Hoy, como siempre, algunos prefieren la oscuridad y las sombras para actuar porque la luz compromete y pone al descubierto lo que hay en el corazón. Ser hijo de la luz supone caminar en la verdad sin trampas, caminar en el amor sin odios ni rencores.

La civilización del amor es tarea en este sentido, pero es esperanza también.

Un amor que nos perfecciona nos hace estar a la altura de Dios y parecernos cada vez más es un amor de ágape es el amor típicamente cristiano.