Páginas

2 de diciembre

San Lucas 24, 46-48

En este Evangelio se nos presenta un pasaje fundamental para comprender la misión de Jesús y nuestra responsabilidad como discípulos suyos.

En este pasaje, Jesús, después de su resurrección, se aparece a sus discípulos y les dice: "Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto".

Estas palabras de Jesús resumen su vida, su muerte y su resurrección como cumplimiento de las profecías y salvación para toda la humanidad. Jesús nos enseña que su misión no solo fue padecer y resucitar, sino también llevar su mensaje de salvación a todos los rincones del mundo. Y esta misión no se limita a los apóstoles de aquel tiempo, sino que se extiende a cada uno de nosotros como sus discípulos hoy en día.

Jesús nos invita a ser testigos de su obra redentora, a proclamar su mensaje de conversión y perdón de los pecados. Somos llamados a compartir la Buena Nueva con todos aquellos que aún no conocen a Jesús o que necesitan experimentar su amor y salvación. Somos enviados como portadores de esperanza y reconciliación en un mundo que necesita desesperadamente de ella.

Pero para ser verdaderos testigos del Evangelio, necesitamos vivir una vida coherente con nuestra fe. Jesús nos llama a una conversión continua, a dejar atrás el pecado y a vivir de acuerdo con los mandamientos y enseñanzas de Dios. Solo a través de una vida transformada por el amor de Jesús podemos transmitir autenticidad y credibilidad a nuestro testimonio.

Además, Jesús nos recuerda que no podemos limitar nuestra misión solo a aquellos que están cerca de nosotros. Nos exhorta a comenzar en Jerusalén, pero también a llevar su mensaje hasta los confines de la tierra. Esto implica salir al encuentro de los demás, acoger a los diferentes, a los desfavorecidos, a los marginados, a quienes están alejados de Dios. Nuestra misión es inclusiva y universal.

Este Evangelio nos hace consiente que Jesús padeció, resucitó y nos envía como testigos de su salvación.

Tenemos la responsabilidad de proclamar su mensaje de conversión y perdón de los pecados, viviendo una vida coherente con nuestra fe y llegando hasta los rincones más alejados del mundo.

Que el Espíritu Santo nos fortalezca y guíe en esta misión, para que podamos ser verdaderos discípulos de Jesús y participar en su obra redentora. Amén.

 

1 de diciembre

 

san Lucas 21, 29-33

En este evangelio Jesús nos enseña una importante lección a través de la parábola de la higuera y las señales del fin de los tiempos.

Nos habla de la importancia de estar atentos a las señales que nos indican el cumplimiento de los tiempos y la cercanía del Reino de Dios. Él nos dice: 'Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando veis que ya brotan, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios'.

Jesús compara la observación de los árboles en la naturaleza con la necesidad de estar vigilantes y discernir los signos de los tiempos en nuestra vida espiritual. Él nos invita a prestar atención a los acontecimientos que nos rodean y a interpretarlos a la luz de Su palabra y de Su plan de salvación.

Es importante destacar que Jesús nos advierte sobre los peligros de caer en la indiferencia y la despreocupación espiritual. Nos dice: 'De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán'.

Estas palabras de Jesús son un recordatorio de que Su mensaje y Su enseñanza son eternos, y que debemos tomar en serio Su llamado a la conversión y al arrepentimiento. No podemos ser indiferentes ante los signos de los tiempos, sino que debemos estar preparados y dispuestos a vivir según Su voluntad.

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos enfrentamos a desafíos, pruebas y situaciones que nos pueden llevar a sentir incertidumbre y temor. Sin embargo, Jesús nos asegura que Su palabra permanecerá inmutable, incluso cuando todo lo demás pase.

Por lo tanto, hermanos y hermanas, en medio de las adversidades y las dificultades, recordemos la importancia de mantener nuestra fe y confianza en Jesús. Él es nuestra roca y nuestro refugio seguro. Sigamos vigilantes, atentos a las señales de Su presencia y de Su acción en nuestras vidas.

Que este pasaje del Evangelio nos anime a perseverar en la fe, a vivir con esperanza y a estar siempre preparados para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que aunque los cielos y la tierra pasen, Su palabra permanecerá para siempre. Amén."

30 de noviembre

 

San Mateo 4, 18-22

En este pasaje, podemos aprender valiosas lecciones de los primeros discípulos de Jesús: Pedro y Andrés.

En el Evangelio, vemos cómo Jesús caminaba junto al mar de Galilea, cuando vio a Pedro y a su hermano Andrés, quienes eran pescadores. Jesús les dijo: 'Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres'. Sin dudar, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.

Esta llamada de Jesús a Pedro y Andrés tiene una profunda enseñanza para todos nosotros. Nos muestra la importancia de estar dispuestos a dejar atrás nuestras ocupaciones y compromisos diarios cuando Jesús nos llama. Él nos invita a dejar todo aquello que nos ata a este mundo material y a seguirlo de cerca.

La respuesta de Pedro y Andrés es un ejemplo de pronta obediencia y confianza en Jesús. Ellos dejaron sus trabajos, sus bienes materiales y su comodidad, para embarcarse en la misión que Jesús les tenía preparada. Esta actitud nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia disposición para seguir a Cristo sin reservas.

El llamado de Jesús no significa que debemos abandonar necesariamente nuestras ocupaciones y responsabilidades. Más bien, nos invita a ponerlo a Él en el centro de nuestras vidas y a colocar las prioridades del Reino de Dios por encima de todo. Debemos estar dispuestos a dejar ir lo que sea necesario para cumplir con Su voluntad.

Pedro y Andrés se convirtieron en pescadores de hombres, dejando sus redes de pesca para convertirse en apóstoles y llevar el mensaje de salvación a los demás. Ellos respondieron a la llamada de Jesús y fueron testigos del poder transformador de Su amor y gracia.

Hoy, al reflexionar sobre este pasaje, debemos cuestionarnos si estamos dispuestos a responder al llamado de Jesús en nuestra propia vida. ¿Estamos dispuestos a dejar atrás lo que nos impide seguirlo de cerca? ¿Estamos dispuestos a ser instrumentos de su amor y gracia en el mundo?

Que este Evangelio nos inspire a renovar nuestro compromiso con Jesús y a seguirlo con valentía y entrega total. Que estemos dispuestos a abandonar nuestras propias redes y a confiar plenamente en Él. Que podamos convertirnos en pescadores de hombres, llevando la buena noticia de salvación a todos aquellos que nos rodean.

Que el ejemplo de Pedro y Andrés nos guíe en nuestro viaje espiritual y nos lleve a una relación más profunda con Jesús. Que su testimonio nos inspire a ser fieles discípulos y verdaderos seguidores de Cristo.

29 de noviembre

 

San Lucas, 21 12-19

En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla sobre la persecución y la promesa de perseverancia. Jesús advierte a sus discípulos que serán perseguidos por causa de su fe en Él y les asegura que el Espíritu Santo les dará palabras sabias para enfrentar a sus oponentes.

La persecución y la oposición no son algo fácil de enfrentar. Puede ser doloroso y desalentador ser objeto de rechazo y discriminación debido a nuestra fe en Cristo. Sin embargo, Jesús nos dice que no debemos temer, porque el Espíritu Santo estará con nosotros y nos dará las palabras y la sabiduría necesaria para responder a nuestros detractores.

Además, Jesús nos promete que aquellos que perseveren hasta el final serán salvos. A pesar de las dificultades y pruebas que enfrentemos, debemos mantenernos firmes en nuestra fe y confiar en la promesa de Jesús. No importa cuánto sufrimiento o persecución enfrentemos, Dios está con nosotros y nunca nos abandonará.

La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de hombres y mujeres valientes que enfrentaron la persecución y se mantuvieron firmes en su fe. Ellos nos enseñan que, a pesar de las dificultades, la fe en Cristo vale la pena y nos lleva a una vida plena y significativa.

En nuestras vidas cotidianas, también podemos encontrarnos con situaciones en las que nuestra fe es puesta a prueba. Puede ser en nuestro lugar de trabajo, en nuestra vida familiar o en nuestras relaciones con los demás. Es importante recordar las palabras de Jesús y confiar en el poder del Espíritu Santo para guiarnos y fortalecernos.

La perseverancia en la fe no significa que siempre seremos exitosos o que nunca enfrentaremos dificultades. Más bien, significa que, a pesar de los obstáculos, seguimos confiando en Dios y en su plan para nuestras vidas. Significa que mantenemos nuestra esperanza en Cristo y confiamos en su amor y misericordia.

En este tiempo de persecución y desafío, pidámosle al Espíritu Santo que nos dé fuerza y valentía para enfrentar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino. Que podamos confiar en las promesas de Jesús y perseverar en nuestra fe, sabiendo que Él está siempre con nosotros.

Que María, la Madre de Jesús y nuestra Madre, nos guíe y nos proteja en cada paso del camino. Que ella interceda por nosotros ante su Hijo, y nos ayude a ser testigos valientes y coherentes de nuestra fe. Amén.

28 de noviembre

 

San Lucas 21, 5-11

El Evangelio de hoy, nos presenta las palabras de Jesús sobre la destrucción del templo de Jerusalén y los signos que precederán al fin de los tiempos. Jesús advierte a sus discípulos que vendrán tiempos difíciles, llenos de persecuciones y tribulaciones.

En este pasaje del Evangelio, vemos cómo Jesús rechaza la idea de que la grandeza del templo es un signo de bendición divina y les anuncia su destrucción. Él les dice: "No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada". Con estas palabras, Jesús está invitando a sus discípulos a no poner su confianza en las cosas materiales ni en los símbolos externos de religiosidad, sino en Dios mismo.

Además de la destrucción del templo, Jesús describe una serie de señales y acontecimientos catastróficos que precederán al fin de los tiempos. Habrá guerras, terremotos, hambres, pestes y signos en el cielo. Estas palabras de Jesús pueden parecer desalentadoras, pero en realidad son una advertencia amorosa y una llamada a la vigilancia.

Jesús nos recuerda que la vida en este mundo es pasajera y que debemos estar preparados para el encuentro con Él al final de nuestros días.

 Nos invita a vivir con sabiduría y prudencia, a estar atentos a los signos de los tiempos y a no dejarnos llevar por el miedo o la desesperación.

En medio de las dificultades y pruebas, Jesús también nos ofrece consuelo y esperanza. Él promete que aquellos que perseveren hasta el final serán salvos. Nos anima a confiar en su amor y misericordia, sabiendo que Él está siempre con nosotros, incluso en los momentos más difíciles.

Esta enseñanza de Jesús nos invita a reflexionar sobre la importancia de tener una fe sólida y arraigada en Dios. En lugar de buscar seguridad en las cosas materiales o en las circunstancias externas, debemos aferrarnos a la roca firme que es Cristo.

Hoy, más que nunca, necesitamos recordar estas palabras de Jesús y mantenernos firmes en nuestra fe. A medida que el mundo enfrenta crisis y desafíos, debemos permanecer unidos en oración y servicio, confiando en que Dios está obrando en medio de todo.

Que la palabra de Dios en este Evangelio nos fortalezca y nos impulse a vivir con esperanza y confianza en medio de las pruebas y tribulaciones. Que las adversidades no nos alejen de Dios, sino que nos ayuden a crecer en nuestra relación con Él y a vivir según su voluntad.

Oremos para que el Señor nos dé la gracia de vivir en constante vigilancia y preparados para su venida. Que podamos encontrar consuelo en su amor y paz en medio de las tormentas de la vida.

Amén.

27 de noviembre

 

San Lucas 21,1-4

El Evangelio de hoy, nos presenta un relato conmovedor sobre la generosidad y el desprendimiento. Jesús observa a las personas que realizan sus ofrendas en el templo y nota a una viuda pobre que deposita dos pequeñas monedas de poco valor. Aunque su contribución era mínima en comparación con las grandes sumas de dinero de los ricos, Jesús destaca la importancia de su acto, ya que dio todo lo que tenía para vivir.

Este relato nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de la generosidad y el desprendimiento. No se trata tanto de la cantidad que damos, sino de la actitud de nuestro corazón al dar. La viuda pobre nos enseña que la verdadera generosidad implica sacrificio personal y confianza plena en la providencia de Dios.

En esta ocasión también recordamos y honramos a la Inmaculada Virgen de la Medalla Milagrosa. Esta advocación mariana se originó a partir de las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré en 1830 en París, Francia. La Virgen le mostró una medalla con la imagen de María rodeada de estrellas, y le pidió que la hiciera acuñar y difundir.

La Medalla Milagrosa se ha convertido en un símbolo de gracia y protección para todos aquellos que la portan con fe y devoción. María nos invita a confiar en su poderosa intercesión y nos recuerda su papel como madre espiritual de la humanidad.

Así como la viuda pobre dio todo lo que tenía, la Virgen María también nos enseña a darlo todo a Dios y confiar en su gracia. Su ejemplo de humildad, pureza y entrega total a la voluntad divina es un modelo para todos nosotros.

En este día, pidamos a la Virgen de la Medalla Milagrosa que interceda por nosotros y nos inspire a vivir una vida de generosidad, desprendimiento y confianza en Dios. Que su ejemplo nos anime a ofrecer nuestro tiempo, talento y recursos en servicio a los demás, imitando el amor y la entrega de Jesús.

Que la Inmaculada Virgen de la Medalla Milagrosa nos guíe siempre en nuestro camino de fe y nos acompañe con su protección maternal. Amén.

25 de noviembre

 

San Lucas 20, 27-40

En el Evangelio de hoy, vemos a algunos saduceos acercarse a Jesús con una pregunta sobre el matrimonio en la vida futura. Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos, por lo que trataban de poner a prueba a Jesús para desacreditar sus enseñanzas.

Los saduceos le presentan a Jesús un caso hipotético de una mujer que se casó varias veces, pero al final todos sus esposos murieron sin dejar descendencia. La pregunta que le plantean es: "En la resurrección, ¿de quién será esposa esta mujer?".

Jesús responde sabiamente a los saduceos, explicándoles que en la vida futura no habrá matrimonios ni relaciones conyugales como las conocemos en este mundo. El nos dice: "Los que sean tenidos por dignos de alcanzar la vida futura, serán como los ángeles; serán hijos de Dios y serán hijos de la resurrección".

Esta respuesta de Jesús nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la vida eterna y la resurrección de los muertos. No podemos entenderlo completamente con nuestras limitadas mentes humanas, pero podemos confiar en la promesa de Dios de que tendremos una vida nueva y gloriosa en su presencia.

En este pasaje del Evangelio, también podemos aprender de la valentía y el testimonio de Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir. Ella defendió valientemente su fe cristiana frente a los filósofos y oradores paganos de su tiempo. Incluso cuando fue sometida a torturas y finalmente ejecutada, no renunció a su fe en Cristo.

Santa Catalina nos muestra la importancia de ser firmes en nuestra fe, incluso cuando enfrentamos desafíos y persecuciones. Ella nos enseña que vivir nuestra fe auténticamente puede requerir sacrificio y valentía, pero Dios nos dará la fortaleza necesaria para superar cualquier obstáculo.

En este día, pidamos a Jesús que fortalezca nuestra fe y nos ayude a confiar en su promesa de vida eterna. Que podamos vivir nuestras vidas aquí en la tierra de acuerdo con sus enseñanzas, preparándonos para la vida futura en su presencia.

Que Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir, nos inspire con su valentía y nos acompañe en nuestro camino de fe. Amén.

24 de noviembre

 

San Lucas 19, 45-48

En el Evangelio de hoy, vemos a Jesús entrando al templo y expulsando a aquellos que estaban usando el lugar sagrado para sus propios intereses comerciales. Jesús muestra su indignación ante esta profanación del templo, diciendo: "Está escrito: Mi casa será casa de oración, pero ustedes la han convertido en cueva de bandidos".

El templo era un lugar sagrado, dedicado a la adoración y al encuentro con Dios. Sin embargo, los líderes religiosos de aquel tiempo habían permitido que el templo se convirtiera en un mercado, en un lugar de comercio donde se realizaban transacciones monetarias. Esto mostraba una falta de respeto hacia Dios y hacia el verdadero propósito del templo.

Jesús nos enseña una lección importante aquí. Nos recuerda que nuestras acciones deben estar alineadas con nuestras creencias y valores. No podemos decir que amamos a Dios y luego actuar de manera contraria a ese amor. No podemos profesar nuestra fe en Dios y luego utilizar su casa como un lugar de lucro personal.

Esta enseñanza del Evangelio también nos invita a reflexionar sobre cómo tratamos nuestra propia vida como templo del Espíritu Santo. ¿Estamos permitiendo que nuestras propias pasiones y deseos egoístas conviertan nuestro corazón en una "cueva de bandidos"? ¿Estamos permitiendo que el pecado y la mundanidad profanen nuestra relación con Dios?

El testimonio del santo del día, San Andrés Dung-Lac y sus compañeros mártires, nos inspira a ser fieles a nuestra fe incluso en medio de la persecución y el sufrimiento. Ellos dieron su vida por amor a Cristo, prefirieron obedecer a Dios antes que a los hombres. Nos recuerdan que la verdadera adoración a Dios requiere valentía y entrega total.

En este día, pidamos al Señor que purifique nuestros corazones y nos ayude a ser verdaderos adoradores. Que nos conceda la gracia de vivir nuestras vidas de acuerdo con nuestros valores cristianos, buscando siempre la voluntad de Dios en todo lo que hacemos. Y que podamos seguir el ejemplo de los mártires, siendo testigos valientes de nuestra fe incluso en medio de las dificultades.

Encomendémonos a la intercesión de San Andrés Dung-Lac y sus compañeros mártires, para que nos fortalezcan en nuestra fe y nos ayuden a vivir como verdaderos discípulos de Cristo.

Que Dios bendiga a todos y nos conceda su gracia y su paz. Amén.

23 de noviembre

 

San Lucas 19, 41-44

En el Evangelio de hoy, Jesús nos muestra su profundo dolor y tristeza por la inminente destrucción de Jerusalén. Mientras se acerca a la ciudad, Jesús llora y pronuncia estas palabras: "¡Si comprendieras tú también en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Llegará un momento en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te apretarán por todas partes; te arrasarán a ti y a tus hijos dentro de ti y no dejarán piedra sobre piedra en ti, porque no has sabido reconocer el tiempo de tu visita".

Estas palabras de Jesús revelan su amor por Jerusalén y su deseo de que el pueblo abra los ojos y entienda el mensaje de paz que él trae. Sin embargo, Jesús sabe que la ciudad y su pueblo están cegados por la incredulidad y la falta de arrepentimiento.

La destrucción de Jerusalén que Jesús predice tiene una dimensión histórica, ya que ocurrió en el año 70 d.C. cuando los romanos destruyeron la ciudad y el templo. Pero también tiene un significado espiritual y simbólico para todos nosotros. Jerusalén puede ser vista como un símbolo de nuestras propias vidas y corazones.

Así como Jesús lloraba por Jerusalén, también llora por nosotros cuando nos alejamos de él, cuando obstinadamente rechazamos su amor y su misericordia. Nos rodeamos de trincheras de pecado, de egoísmo y rechazamos su gracia que nos invita al arrepentimiento y a la conversión.

En este Evangelio, Jesús nos recuerda que el tiempo de nuestra visita no es solo en momentos específicos de nuestra vida, sino en cada día. Él está constantemente llamando a nuestras puertas, ofreciéndonos salvación y paz, pero nosotros muchas veces no sabemos reconocerlo.

Este pasaje del Evangelio también nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones. La falta de fe y arrepentimiento de Jerusalén llevó a su destrucción. Si no nos arrepentimos y convertimos nuestras vidas a Dios, también podemos enfrentar la destrucción espiritual.

Por lo tanto, hermanos y hermanas, tomemos este mensaje de Jesús como una llamada a la reflexión y al cambio. Abramos nuestros corazones a su amor y misericordia, reconociendo el tiempo de su visita en nuestras vidas. Arrepintámonos de nuestros pecados y busquemos su perdón y salvación.

Que este Evangelio sea un recordatorio para nosotros de la importancia de vivir en santidad y en comunión con Dios. Que nuestras acciones y decisiones estén guiadas por su voluntad para evitar la destrucción espiritual y encontrar la verdadera paz en él.

Oremos para que podamos comprender el mensaje de paz que Jesús nos trae y que podamos vivir de acuerdo con su voluntad. Que María, la Madre de Jesús, nos ayude a abrir nuestros corazones a su Hijo y a seguir sus enseñanzas.

 

Que Dios los bendiga a todos. Amén.

22 de noviembre

 

San Lucas 19, 11-28

En el Evangelio de hoy, Jesús nos cuenta la parábola de los talentos. Esta parábola nos enseña sobre la importancia de utilizar los dones y habilidades que Dios nos ha dado para hacer crecer su Reino en la Tierra.

En la parábola, un noble se va de viaje y deja a sus siervos a cargo de una cantidad diferente de dinero, según su capacidad. Al regresar, el noble llama a sus siervos para rendirles cuentas. Dos de ellos habían invertido y multiplicado el dinero que se les había dado, mientras que uno de ellos lo escondió por temor. El noble elogia y recompensa a los siervos fieles, pero castiga al siervo negligente.

Esta parábola nos muestra que Dios nos ha dado diferentes dones, talentos y recursos, y espera que los utilicemos para beneficio de su Reino. No se trata solo de tener habilidades extraordinarias, sino de ser fieles y responsables con lo que tenemos, ya sea mucho o poco.

Santa Cecilia, cuya fiesta celebramos hoy, es un ejemplo de alguien que utilizó sus dones en servicio a Dios. Ella era una joven de gran talento musical y dedicó su voz y habilidades a alabar a Dios. A través de su música, inspiraba a otros y los llevaba más cerca de la fe.

Pero Santa Cecilia no solo fue una talentosa músico, también fue una valiente mártir. En medio de la persecución de los cristianos, ella se mantuvo firme en su fe y continuó cantando y adorando a Dios hasta el final de su vida.

La vida de Santa Cecilia nos muestra que nuestros dones y talentos pueden ser una herramienta poderosa para evangelizar y llevar a otros a Cristo. Ya sea que tengamos habilidades artísticas, don de la palabra, talento para liderar o simplemente un corazón generoso para servir, podemos utilizarlos para glorificar a Dios y construir su Reino en la Tierra.

En esta fiesta de Santa Cecilia, recordemos la importancia de utilizar nuestros dones y talentos para el servicio de Dios. No los guardemos por miedo o comodidad, sino que los pongamos al servicio de los demás y de la Iglesia.

Pidamos a Santa Cecilia que interceda por nosotros, para que podamos ser fieles administradores de los dones que Dios nos ha dado. Que ella nos inspire a cantar con alegría, adorar con fervor y usar nuestras habilidades para llevar a otros a Jesús.

Que, al igual que los siervos fieles de la parábola, podamos escuchar esas hermosas palabras de nuestro Señor: "Bien hecho, buen siervo; porque has sido fiel en lo poco, en lo mucho te pondré" (Lucas 19,17).

Que Santa Cecilia nos guíe en este camino de fidelidad y servicio a Dios. Amén.

21 de noviembre

 

San Mateo 12, 46-50

En el Evangelio de hoy, escuchamos un pasaje en el que Jesús nos enseña acerca de la importancia de la familia espiritual y el valor de hacer la voluntad de Dios.

Jesús está predicando a la multitud cuando alguien le informa que su madre y sus hermanos están afuera deseando hablar con Él. En lugar de interrumpir su enseñanza, Jesús responde de una manera sorprendente: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?".

No debemos entender estas palabras de Jesús como una falta de respeto hacia su familia terrenal. Más bien, Jesús está utilizando esta situación para enseñarnos algo más profundo. Él mira a la multitud y señala: "Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".

En estas palabras, Jesús nos muestra que la verdadera familia no se basa en los lazos de sangre, sino en la obediencia y la fe en Dios. Los lazos familiares terrenales son importantes y deben ser amados y respetados, pero nuestra relación más profunda y fundamental debe ser con Dios y Su voluntad.

Esto nos plantea una pregunta importante: ¿Estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas? Jesús nos invita a ser sus hermanos y hermanas al seguir sus enseñanzas y vivir una vida centrada en Dios. Es a través de esta obediencia y fidelidad que nos volvemos parte de su familia espiritual.

Además, esta enseñanza de Jesús nos recuerda que todos somos llamados a ser una comunidad de fe y amor. Así como Jesús mira a la multitud y ve a sus seguidores como su familia, también debemos ver a nuestros hermanos y hermanas en la fe como parte de nuestra familia espiritual.

Nos insta a cuidarnos mutuamente, apoyarnos y alentarnos en nuestro camino hacia Dios. A través de nuestros lazos de fe, podemos experimentar la unidad y el amor fraterno entre nosotros.

El Evangelio de hoy nos llama a reflexionar sobre nuestra relación con Dios y nuestra familia espiritual. Estamos invitados a hacer la voluntad de Dios y vivir en obediencia a sus enseñanzas. Al hacerlo, nos convertimos en hermanos y hermanas de Jesús y nos unimos a una comunidad de fe que nos acompaña en nuestro viaje de fe.

Que el ejemplo de Jesús y su llamado a seguir la voluntad de Dios nos inspire y fortalezca en nuestra vida diaria. Que podamos cultivar una profunda relación con Dios y nutrir nuestra familia espiritual, compartiendo el amor y la gracia de Cristo con todos aquellos que encontramos.

20 de noviembre

 

San Lucas 18, 35-43

En el Evangelio de hoy, nos encontramos con una historia conmovedora de la curación de un ciego por parte de Jesús. A través de este relato, podemos aprender valiosas lecciones sobre la fe y la misericordia de Dios.

En primer lugar, vemos al ciego mendigando en el camino, clamando a Jesús para que tenga compasión de él. A pesar de su discapacidad, el ciego reconoce a Jesús como el Hijo de David, es decir, como el Mesías prometido. Este acto de reconocimiento muestra su fe y confianza en que Jesús puede sanarlo.

Debemos preguntarnos: ¿Cómo es nuestra propia fe? ¿Reconocemos a Jesús como el Hijo de Dios y estamos dispuestos a acudir a Él con confianza en medio de nuestras dificultades? El ciego nos enseña que, incluso en nuestra ceguera espiritual o nuestras limitaciones, debemos tener fe en el poder sanador de Jesús.

En segundo lugar, notamos la actitud del ciego cuando Jesús se acerca a él. A pesar de las voces que intentan silenciarlo, el ciego sigue clamando aún más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!". Esta perseverancia y determinación son ejemplos para nosotros. A menudo enfrentamos obstáculos y oposiciones en nuestra vida de fe, pero debemos mantenernos firmes y continuar buscando a Jesús.

Jesús, al ver la fe del ciego, le devuelve la vista y le dice: "Tu fe te ha salvado". Esta afirmación de Jesús es un recordatorio de que la fe tiene el poder de transformar nuestras vidas. La fe en Jesús no solo nos permite experimentar su misericordia y sanación, sino que también nos salva y nos lleva a una vida nueva en Él.

Finalmente, después de ser sanado, el ciego sigue a Jesús, glorificando a Dios. Esta respuesta de gratitud y acción de gracias es fundamental en nuestra vida de fe. Cuando experimentamos la misericordia y la gracia de Dios, debemos responder con un corazón agradecido y vivir de acuerdo con su voluntad. El Evangelio de hoy nos invita a renovar nuestra fe en Jesús y confiar en su misericordia. Sigamos el ejemplo del ciego, clamando a Jesús en medio de nuestras dificultades, perseverando en nuestra fe y respondiendo con gratitud y obediencia. Que, a través de esta historia, podamos crecer en nuestra relación con Cristo y experimentar su poder sanador en nuestras vidas. Amén.

18 de noviembre

 

San Lucas, 18-1-8

 

En este evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola de la viuda persistente para enseñar a sus seguidores sobre la importancia de la perseverancia en la oración y la confianza en la justicia de Dios.

La parábola presenta a una viuda que busca justicia ante un juez injusto. A pesar de que el juez no teme a Dios ni respeta a los hombres, la viuda sigue yendo a él constantemente para buscar justicia.

Debido a su persistencia, el juez decide hacerle justicia para que deje de molestarlo.

La lección principal de esta parábola es que si incluso un juez injusto puede ser influenciado por la persistencia de una viuda, ¡cuánto más Dios, que es justo y amoroso, responderá a nuestras oraciones persistentes!

Jesús anima a sus seguidores a orar sin cesar y tener fe en que Dios escucha y responde a nuestras peticiones.

Esta parábola nos enseña varias lecciones importantes sobre la oración. Primero, nos muestra que Dios no está ausente o indiferente a nuestras necesidades.

Él se preocupa por nosotros y quiere que compartamos nuestras preocupaciones y peticiones con Él. La oración es nuestra forma de comunicarnos con Dios y depositar nuestras cargas en Sus manos.

Además, la parábola nos desafía a no desanimarnos cuando nuestras oraciones no se responden de inmediato.

A veces, es fácil perder la esperanza y dejar de orar cuando no vemos resultados inmediatos. Pero Jesús nos insta a perseverar en la oración, confiando en que Dios escucha y actúa según Su perfecta voluntad y en el momento adecuado.

Este es un llamado también a que que no debemos subestimar el poder de la oración. Aunque la viuda era débil y vulnerable, su persistencia en oración demostró ser eficaz. Nos muestra que la oración puede tener un impacto significativo en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

Hoy se nos recuerda la importancia de la perseverancia en la oración y la confianza en la justicia de Dios. Nos invita a tener fe y persistir en nuestras peticiones, sabiendo que Dios escucha y responde a nuestras oraciones. Que esta reflexión nos anime a mantener una vida de oración constante y a confiar en el amor y la justicia de Dios.

17 de noviembre

 

San Lucas 17, 26-37

 

Hoy Jesús nos habla sobre el fin del tiempo y la naturaleza de su segunda venida. Compara los tiempos que precederán a su regreso con los tiempos de Noé y Lot, enfatizando la importancia de estar preparados y vigilantes.

La enseñanza principal que podemos extraer de este evangelio es la necesidad de vivir una vida de rectitud y obediencia a Dios en todo momento. Jesús advierte a sus seguidores que en los días previos a su venida, la gente estará envuelta en sus asuntos cotidianos, sin prestar atención a las señales de advertencia.

Este llamado a la vigilancia y la preparación nos desafía a no caer en la complacencia espiritual. A menudo, podemos distraernos fácilmente con las preocupaciones terrenales y descuidar nuestra relación con Dios. Pero Jesús nos insta a estar siempre alerta y conscientes de su retorno, para que no seamos sorprendidos desprevenidos.

Además, Jesús también nos recuerda la importancia de ser fieles a nuestra fe incluso en medio de la persecución y la oposición. Él habla de aquellos que buscarán su propia seguridad y rechazarán el mensaje del reino de Dios. Sin embargo, nos anima a perseverar y permanecer firmes en nuestra fe, sabiendo que al final, seremos recompensados por nuestra fidelidad.

Esta enseñanza de Jesús nos invita a examinar nuestras vidas y evaluar nuestra actitud hacia su segunda venida.

¿Estamos viviendo de acuerdo con los principios del reino de Dios? ¿Estamos preparados para encontrarnos con Él en cualquier momento? ¿Estamos dispuestos a mantenernos firmes en nuestra fe, incluso cuando enfrentamos desafíos y persecución?

Recordemos que este evangelio nos llama a vivir una vida de vigilancia y preparación, estando siempre atentos a la venida de Jesús.

Nos recuerda la importancia de vivir una vida de rectitud y fidelidad, incluso en medio de la oposición. Que esta reflexión nos motive a ser diligentes en nuestra relación con Dios y a vivir de acuerdo con su voluntad en todas las áreas de nuestras vidas.

16 de noviembre

 

San Lucas 17, 20-25

 

En este pasaje de Lucas, Jesús es interrogado por los fariseos sobre cuando vendría el reino de Dios. Jesús responde diciendo que el reino de Dios no llega de manera visible espectacular, sino que está dentro de cada persona.

Esta enseñanza de Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios y su reino. A menudo, buscamos señales externas y eventos extraordinarios para confirmar la presencia de Dios en nuestras vidas.

Pero Jesús nos revela que el reino de Dios está presente en nuestro interior, en nuestros corazones y en nuestras acciones.

Esta reflexión nos lleva a preguntarnos cómo estamos cultivando y manifestando el reino de Dios en nuestra vida diaria.

¿Estamos viviendo de acuerdo con los valores del reino de Dios, como el amor, la justicia y la compasión? ¿Estamos permitiendo que Dios gobierne nuestras decisiones y acciones?

Además, esta enseñanza nos desafía a no depender de señales externas o eventos extraordinarios para creer en la presencia de Dios.

En lugar de eso, debemos aprender a reconocer y experimentar el reino de Dios en los detalles más simples y cotidianos de la vida. Nos invita a estar atentos a las pequeñas manifestaciones de amor, bondad y gracia que Dios nos regala cada día.

Esta reflexión nos lleva a examinar nuestra actitud hacia el tiempo y la espera. Como menciona Jesús en este pasaje, el reino de Dios llegará en su plenitud en el momento adecuado, sin necesidad de anuncios espectaculares.

Por lo tanto, debemos aprender a confiar en el plan y el tiempo de Dios, sabiendo que Él está obrando en nuestras vidas y en el mundo, incluso cuando no podemos verlo de manera evidente.

Finalmente este pasaje nos invita a reflexionar sobre la presencia del reino de Dios en nuestras vidas, la importancia de vivir de acuerdo con sus valores y la necesidad de confiar en el plan y el tiempo de Dios. Nos reta a buscar y reconocer la acción de Dios en los detalles más simples de nuestra existencia y a vivir con una actitud de expectativa y confianza en su soberanía.

15 de noviembre

 

San Lucas 17, 11-19


Vemos en este relato hoy que Jesús sana a diez leprosos. Después de la curación, solo uno de ellos regresa a dar gracias a Jesús, mientras que los demás continúan su camino sin mostrar gratitud. Esta historia plantea varias reflexiones importantes.

En primer lugar, nos invita a considerar la importancia de la gratitud en nuestras vidas. A menudo, damos por sentadas las bendiciones y los milagros que recibimos.

Esta historia nos recuerda que debemos ser conscientes de las bondades que se nos conceden y expresar nuestro agradecimiento hacia Dios y hacia aquellos que nos ayudan.

En segundo lugar, esta historia nos muestra la necesidad de reconocer y valorar los actos de amor y misericordia que recibimos.

Los leprosos fueron sanados por la compasión y el poder de Jesús, pero solo uno de ellos regresó para mostrar su agradecimiento.

Esto nos hace reflexionar sobre cuántas veces hemos ignorado o pasado por alto los gestos de amor y bondad que hemos recibido.

Además, esta historia resalta la importancia de la fe. Todos los leprosos creyeron en la capacidad de Jesús para sanarlos, de ahí que le pidieran ayuda.

Sin embargo, solo el samaritano regresó a Jesús con un corazón agradecido. Esto nos desafía a examinar si nuestra fe está acompañada de una actitud de gratitud y reconocimiento.

Por último, esta historia nos enseña que la gratitud y el reconocimiento son acciones que honran y glorifican a Dios. Cuando agradecemos y reconocemos sus bendiciones y su misericordia en nuestras vidas, estamos demostrando una verdadera conexión y amor hacia nuestro Creador.

Es importante recordar que todo lo que tenemos y somos proviene de Él, y expresar nuestra gratitud es una forma de adoración y alabanza.

Esta historia de los diez leprosos en Lucas nos invita a reflexionar sobre la importancia de la gratitud, el reconocimiento y la fe en nuestras vidas. Nos desafía a ser conscientes de las bendiciones que recibimos y a expresar nuestro agradecimiento hacia Dios y hacia aquellos que nos rodean. De esta manera, podemos vivir una vida de gratitud y reconocimiento que honra y glorifica a nuestro Señor.

14 de noviembre

 

San Lucas 17, 1-6

 

Este pasaje nos presenta una enseñanza fundamental de Jesús sobre el perdón y la fe.

Les habla a sus discípulos y les advierte sobre lo inevitable de que ocurran ocasiones de pecado y tropiezo en la vida, pero también les muestra el camino para superar estas situaciones.

Jesús comienza diciendo: "Es imposible que no haya tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen!". Aquí, Jesús reconoce que vivimos en un mundo imperfecto y lleno de tentaciones, donde es probable que enfrentemos momentos de tropiezo y pecado.

Sin embargo, también nos señala la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestras acciones y evitar ser causa de tropiezo para los demás.

Luego, Jesús aborda el tema del perdón. Él dice: "Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo".

Aquí, Jesús nos muestra la importancia de perdonar a quienes nos han ofendido, incluso si lo hacen repetidamente. Nos invita a la comprensión, la paciencia y la disposición de perdonar, tal como Dios nos perdona abundantemente.

Jesús continúa hablando sobre la fe y el poder que esta puede tener en nuestras vidas. Él dice: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decirle a este sicómoro: 'Desarráigate y plántate en el mar', y os obedecería".

Aquí, Jesús nos muestra que la fe, aunque pequeña, puede tener un impacto poderoso en nuestra vida y en las circunstancias que enfrentamos.

Nos anima a confiar en Dios y a creer en su poder para realizar cosas extraordinarias a través de nosotros.

En otras palabras, oeste pasaje nos invita a cuidar nuestras acciones, a perdonar a los demás y a tener una fe auténtica en Dios. A través de estas enseñanzas, Jesús nos muestra cómo podemos vivir una vida de rectitud, amor y transformación.

13 de noviembre

 

San Lucas 17, 1-6

 

Este pasaje nos presenta una enseñanza fundamental de Jesús sobre el perdón y la fe.

Les habla a sus discípulos y les advierte sobre lo inevitable de que ocurran ocasiones de pecado y tropiezo en la vida, pero también les muestra el camino para superar estas situaciones.

Jesús comienza diciendo: "Es imposible que no haya tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen!". Aquí, Jesús reconoce que vivimos en un mundo imperfecto y lleno de tentaciones, donde es probable que enfrentemos momentos de tropiezo y pecado.

Sin embargo, también nos señala la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestras acciones y evitar ser causa de tropiezo para los demás.

Luego, Jesús aborda el tema del perdón. Él dice: "Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo".

Aquí, Jesús nos muestra la importancia de perdonar a quienes nos han ofendido, incluso si lo hacen repetidamente. Nos invita a la comprensión, la paciencia y la disposición de perdonar, tal como Dios nos perdona abundantemente.

Jesús continúa hablando sobre la fe y el poder que esta puede tener en nuestras vidas. Él dice: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decirle a este sicómoro: 'Desarráigate y plántate en el mar', y os obedecería".

Aquí, Jesús nos muestra que la fe, aunque pequeña, puede tener un impacto poderoso en nuestra vida y en las circunstancias que enfrentamos.

Nos anima a confiar en Dios y a creer en su poder para realizar cosas extraordinarias a través de nosotros.

En otras palabras, oeste pasaje nos invita a cuidar nuestras acciones, a perdonar a los demás y a tener una fe auténtica en Dios. A través de estas enseñanzas, Jesús nos muestra cómo podemos vivir una vida de rectitud, amor y transformación.

11 de noviembre

 

San Lucas 16:9-15

Hoy la iglesia celebra a un gran santo, a San Martín de Tours.

Pero en in pasaje bíblico de hoy vemos que Jesús habla sobre el uso adecuado de las riquezas materiales y la actitud correcta hacia ellas. Nos enseña que debemos utilizar nuestras posesiones terrenales de manera sabia y generosa, sin aferrarnos a ellas como nuestra principal fuente de seguridad o felicidad. Más bien, debemos ser buenos administradores de lo que se nos ha confiado y usarlo para beneficiar a los demás, especialmente a los necesitados.

Esta enseñanza nos invita a reflexionar sobre cómo administramos nuestros recursos y cómo los compartimos con los demás. ¿Estamos atados a nuestras posesiones materiales o somos capaces de compartir con generosidad? ¿Utilizamos nuestras riquezas para construir relaciones significativas y ayudar a los demás, o las consideramos como un fin en sí mismas?

San Martín de Tours es un santo venerado en la Iglesia Católica. Nació en el año 316 en una familia pagana, pero se convirtió al cristianismo y se convirtió en un soldado del ejército romano. Sin embargo, después de un encuentro con un mendigo en la calle, Martin decidió dejar el ejército y dedicar su vida al servicio de Dios y los pobres.

San Martín de Tours se caracteriza por su espíritu generoso y caritativo. Después de convertirse en obispo de Tours, distribuyó gran parte de su patrimonio personal entre los necesitados y fundó monasterios y hospicios para cuidar de los más vulnerables.

La vida de San Martín de Tours nos invita a reflexionar sobre nuestra actitud hacia los demás y cómo servimos a los necesitados. ¿Estamos dispuestos a compartir nuestros recursos con generosidad, como lo hizo San Martín? ¿Buscamos oportunidades para ayudar a quienes están en situación de vulnerabilidad y necesidad?

Tanto el pasaje de Lucas 16:9-15 como la vida de San Martín de Tours nos desafían a trascender nuestra preocupación por las riquezas materiales y centrarnos en el servicio desinteresado a los demás. Nos llaman a ser buenos administradores de lo que se nos ha dado y a utilizarlo para el bien común y la gloria de Dios.

Espero que estas reflexiones te sean útiles y te inspiren a vivir con generosidad y compasión hacia los demás.

10 de noviembre

 

San Lucas 16:1-8

Hoy la iglesia celebra a San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia.

Pero antes podemos ver que Jesús cuenta la parábola del administrador deshonesto. En esta historia, el administrador es informado de que será despedido por mal administrar los bienes de su señor. Ante esta situación, el administrador decide hacer algo para asegurar su futuro. Llama a los deudores de su señor y les reduce sus deudas, ganándose así su favor. Jesús elogia la astucia del administrador y concluye diciendo: "Porque los hijos de este siglo son más astutos en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz".

Esta parábola nos invita a reflexionar sobre nuestra actitud hacia el dinero y los recursos materiales. Algunas posibles reflexiones incluyen:

1. Uso sabio de los recursos: La parábola destaca la importancia de utilizar los recursos que se nos han confiado de manera sabia y responsable. Nos desafía a pensar si estamos utilizando nuestros dones, habilidades y recursos para el beneficio de los demás y para el servicio de Dios.

2. La astucia de los hijos de este siglo: La referencia a los "hijos de este siglo" como más astutos en el trato con sus semejantes que los "hijos de la luz" nos invita a analizar nuestra actitud y habilidad para tomar decisiones sabias en el ámbito material. ¿Estamos siendo diligentes y sabios en nuestras decisiones financieras y administrativas?

3. Generosidad y misericordia: Aunque el administrador de la parábola actúa de manera deshonesta, Jesús destaca su astucia y su capacidad para ganarse el favor de los demás. Esto nos desafía a considerar cómo podemos utilizar nuestros recursos y habilidades para mostrar generosidad y misericordia hacia los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús.

En cuanto a San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, fue un líder destacado en la historia de la Iglesia y un teólogo influyente. Sus escritos y enseñanzas se centraron en temas como la encarnación de Cristo, la divinidad y humanidad de Jesús, y la primacía del papado.

Al reflexionar sobre la vida y las enseñanzas de San León Magno, podemos considerar:

1. La autoridad del Papa: San León Magno defendió la autoridad y primacía del papado. Nos invita a reflexionar sobre nuestra actitud hacia el Papa y su papel en la Iglesia. ¿Reconocemos y respetamos la autoridad papal como un don de Dios para guiar y proteger a la Iglesia?

2. La encarnación de Cristo: San León Magno enseñaba sobre la importancia de la encarnación de Cristo, afirmando la plena divinidad y humanidad de Jesús. Esto nos invita a reflexionar sobre la centralidad de Cristo en nuestra fe y cómo vivimos y compartimos su mensaje de amor y salvación.

3. La responsabilidad pastoral: Como Papa, San León Magno tuvo una gran responsabilidad pastoral hacia la Iglesia.

Termino diciendo que, San León Magno fue un Papa y Doctor de la Iglesia que dejó un legado importante en la historia del cristianismo. Su defensa de la encarnación de Cristo y su firmeza en mantener la unidad y ortodoxia de la fe lo convierten en una figura destacada en la historia de la Iglesia.

 

 

9 de noviembre

 

San Juan 2:13-22

 Hoy celebramos la dedicación de la Basílica de Letrán.

Pero antes este pasaje de Juan , vemos que Jesús visita el templo en Jerusalén y encuentra a los comerciantes vendiendo animales para los sacrificios y cambistas de dinero. Enfrentando esta situación, Jesús expulsa a los comerciantes y dice: "No hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado". Luego, hace una referencia profética diciendo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré"

La dedicación de la Basílica de Letrán, por otro lado, es un evento importante dentro de la Iglesia Católica que marca la consagración de la Catedral del Papa y es considerada la "Madre y Cabeza de todas las iglesias de la ciudad y del mundo"

Aquí hay algunas posibles reflexiones:

1. La pureza de la adoración: Jesús muestra su celo por la pureza de la adoración en el templo al expulsar a los comerciantes. Esto nos invita a reflexionar sobre si nuestra adoración se ha vuelto superficial o comercializada de alguna manera. ¿Estamos adorando a Dios con sinceridad y pureza de corazón

2. El templo como símbolo: En su declaración sobre "destruir este templo", Jesús no se refería al edificio físico, sino a su propio cuerpo que sería crucificado y resucitaría en tres días. Nos recuerda que él es el verdadero templo, el lugar donde podemos encontrar la presencia y el favor de Dios. ¿Estamos construyendo nuestra fe en él como nuestro verdadero templo?

3. La importancia de la dedicación: La dedicación de la Basílica de Letrán es un recordatorio de la importancia de consagrar y dedicar nuestros lugares de adoración y nuestros corazones a Dios. Nos desafía a considerar si estamos dedicando tiempo y esfuerzo para construir nuestra relación con Dios y hacer de nuestras vidas un lugar sagrado para su presencia.

4. Reconstrucción interior: Jesús dijo que él levantaría el templo en tres días, refiriéndose a su resurrección. Esta afirmación nos invita a considerar la necesidad de una reconstrucción interior en nuestras propias vidas. ¿Estamos permitiendo que Jesús nos transforme y nos levante de nuestras caídas, pecados o debilidades?

En otras palabras, tanto el pasaje de Juan 2:13-22 como la dedicación de la Basílica de Letrán nos llaman a reflexionar sobre la pureza de nuestra adoración, la importancia de Cristo como nuestro verdadero templo, la necesidad de dedicarnos a Dios y permitir que Jesús nos transforme para su gloria.

8 de noviembre

 

Lucas 14, 25-33

Reflexionando sobre este pasaje vemos que Jesús habla acerca del costo de seguirle y los sacrificios que implica ser discípulo suyo.

En primer lugar, Jesús dice que aquellos que quieran seguirle deben amarlo más que a cualquier otra cosa, incluso más que a sus propias familias. Esto puede parecer desconcertante, ya que valoramos y amamos a nuestras familias, pero Jesús está destacando la importancia de poner a Dios en primer lugar y estar dispuestos a renunciar a todo por Él.

Además, Jesús habla de llevar nuestra cruz y seguirle. La cruz es un símbolo de sufrimiento y sacrificio, y Jesús está diciendo que los verdaderos seguidores deben estar dispuestos a enfrentar dificultades y renunciar a sus propios deseos y comodidades para seguirle.

En cuanto a la reflexión, podemos pensar en lo siguiente:

1. ¿Estoy dispuesto a priorizar mi relación con Dios por encima de todas las demás cosas en mi vida? ¿Estoy amando a Dios por encima de mis apegos y deseos terrenales?

2. ¿Estoy dispuesto a llevar mi cruz y seguir a Jesús incluso cuando eso signifique sacrificio y dificultades? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis propios deseos para hacer la voluntad de Dios?

3. ¿Estoy dispuesto a contar el costo de ser discípulo de Jesús? ¿Estoy consciente de que seguirle implica compromiso y renuncias?

Esta reflexión nos invita a evaluar nuestro compromiso con Jesús y a examinar nuestras prioridades. Ser discípulo de Jesús no es una tarea fácil, pero la recompensa de vivir una vida en comunión con Él y experimentar su amor y gracia es incomparable.

Es importante recordar que Jesús nos ama incondicionalmente y está dispuesto a ayudarnos y fortalecernos en nuestro camino como discípulos suyos. Podemos buscar su guía y orar para que nos dé la fuerza y la firmeza para seguirle, incluso cuando enfrentamos desafíos y sacrificios.

 

7 de noviembre

 

San Lucas 14, 15-24

Este evangelio de nos presenta la parábola de la gran cena, en la cual Jesús compara el Reino de Dios con un banquete al que muchos son invitados, pero pocos aceptan la invitación.

En esta parábola, un hombre organiza una gran cena y envía a su siervo a invitar a muchas personas. Sin embargo, todos aquellos a quienes se les hace la invitación empiezan a dar excusas para no asistir. Algunos dicen que tienen que ir a cuidar sus propiedades, otros mencionan asuntos familiares y algunos simplemente ignoran la invitación y continúan con sus ocupaciones diarias.

Ante estas respuestas, el anfitrión se siente frustrado y ordena a su siervo que vaya a los caminos y lugares más alejados de la ciudad, y que invite a los pobres, los cojos, los ciegos y los marginados. El siervo hace esto y todavía hay lugar en el banquete, por lo que el anfitrión le dice que salga a los caminos y senderos y que insista en que la gente venga a la cena.

Esta parábola nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, nos muestra que el Reino de Dios está abierto a todos. La invitación es extendida a todas las personas, sin importar su estatus social, su riqueza o su posición en la sociedad. Sin embargo, también nos muestra que no todos están dispuestos a aceptar la invitación. Algunos están demasiado ocupados con sus propios asuntos y distracciones, mientras que otros pueden sentirse indignos o no reconocer el valor de la invitación.

Además, esta parábola nos muestra la misericordia y la generosidad de Dios. A pesar de que aquellos a quienes se les ofreció la invitación rechazaron, el anfitrión no se rinde y ofrece la oportunidad a otros que normalmente serían excluidos o marginados. Esto nos recuerda que el amor y la gracia de Dios están disponibles para todos, incluso para aquellos que consideramos menos dignos.

En última instancia, esta parábola nos desafía a examinar nuestras propias respuestas a la invitación de Dios. ¿Estamos dispuestos a aceptar su invitación al banquete del Reino de Dios? ¿O estamos demasiado ocupados con nuestras propias preocupaciones y placeres terrenales? La parábola nos insta a reconsiderar nuestras prioridades y a reconocer el valor y la importancia de responder a la llamada de Dios.

En resumen, la parábola de la gran cena en Lucas 14, 15-24 nos enseña sobre la apertura y generosidad del Reino de Dios, así como la importancia de responder a la invitación divina. Nos desafía a examinar nuestra propia disposición para aceptar esta invitación y nos recuerda que el amor y la gracia de Dios están disponibles para todos, sin importar nuestra situación o condición.

6 de noviembre

 

San Lucas 14, 12-14

Este pasaje nos presenta una enseñanza importante sobre la humildad y el servicio hacia los demás. En este pasaje, Jesús habla acerca del comportamiento que debemos tener al invitar a otros a compartir nuestra comida.

En primer lugar, Jesús nos insta a no buscar recompensas o beneficios al invitar a personas a nuestro hogar. Él nos dice que cuando hagamos una comida, no debemos invitar a nuestros amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, ya que ellos también nos invitarán a cambio y eso no sería un verdadero acto de generosidad. En cambio, Jesús nos anima a invitar a los pobres, los lisiados, los cojos y los ciegos. Estos son aquellos que no tienen la capacidad de invitarnos en respuesta, y por lo tanto, nuestra acción se basa únicamente en el deseo de servir y mostrar amor a quienes lo necesitan.

Esta reflexión nos lleva a considerar cómo nos relacionamos con los demás en nuestras vidas diarias. Muchas veces, tendemos a buscar amistades y relaciones que nos beneficien o nos den algún tipo de ventaja. Pero Jesús nos está llamando a ir más allá de eso y a buscar oportunidades para servir a los demás sin esperar nada a cambio.

La invitación de Jesús a invitar a los pobres y necesitados nos muestra el valor de la humildad y el desinterés. Nos recuerda que todos somos iguales ante Dios y que debemos tratar a todos con amor y respeto, sin importar su estatus social o circunstancias.

Esta enseñanza también nos desafía a examinar nuestras propias actitudes y comportamientos hacia los demás. ¿Estamos dispuestos a hacer sacrificios por el bienestar de los demás? ¿Estamos dispuestos a compartir lo que tenemos con aquellos que más lo necesitan? Jesús nos muestra que cuando actuamos con generosidad y servimos a los demás de manera desinteresada, estamos siguiendo su ejemplo y extendiendo su amor en el mundo.

Para concluir, este pasaje nos llama a practicar la humildad y el servicio hacia los demás, especialmente hacia aquellos que no pueden responder o devolver el favor. Nos invita a despojarnos de nuestros propios intereses y buscar oportunidades para amar y servir a los demás. Siguiendo el ejemplo de Jesús, podemos marcar una diferencia en las vidas de los demás y ser verdaderos discípulos de su amor.