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6 de agosto


 San Lucas 9,28b-36

Hoy celebramos la Trasfiguración de Jesús. Y es en este hecho donde  vemos que el señor recuerda a sus cercanos que su promesa sigue:

1) Lleva a sus íntimos: elige a Santiago, Pedro y Juan,  para que recuerden que más allá de lo que suceda hay una gloria que ha de venir. Hoy Dios te elige a ti y te lleva a que veas cuantas veces Dios tocó tu vida; eres testigos de tantas cosas hermosas que Dios puso al frente de ti, que la cruz y pasión de tu vida no te lleven a olvidarte de todo lo lindo que marca tu historia.

2) Jesús, Moisés y Elías: son las tres figuras importantes que la Palabra de Dios nos muestra. La Ley, los profetas y el Mesías. Hoy tu eres el continuador de la obra de Dios. El cristiano no logrará ser perfecto, pero debe lograr ser auténtico y para serlo debe mirar su relación con el proceso que Dios va haciendo.

3)hagamos tres chozas: que bien nos sentimos cuando estamos bien con el Señor. Pero cuanto nos cuesta cuando estamos en sequedad espiritual. Busca ese momento hermoso de oración y recuerda que Dios te tiene preparado algo más grande de lo que uno espera.

5 de agosto


 San Mateo 16,24-28

 Vemos hoy en este texto que Jesús hace una pregunta crucial : ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? Podemos imaginarnos muchas situaciones, de hacer memoria, recordar, hacer pasar por el corazón cuantas veces las seducciones de este mundo, las distintas propuestas nos invitan a algo distinto de lo que dice la Palabra de Dios, pero que sin embargo después nos dejan vacío, nos dejan sin la alegría que viene de Jesús. Esa alegría que viene del encuentro con nuestro gran amigo, Señor y amigo Jesucristo.

Pidámosle en este día Viernes al Señor la Gracia de poder tomar conciencia, de poder discernir, de poder darnos cuenta, ¿Qué nos conviene más en este momento que nos toca vivir hoy, en este presente, que es el momento para ser santos?

¿Qué opción tenemos que tomar? No quedarnos simplemente con lo que el mundo nos ofrece, que a veces puede ser bueno, otras veces no, pero siempre todas estas opciones tienen que ser evaluadas, tiene que ser examinadas a la luz de la Palabra y a la luz también de nuestra conciencia que es el lugar donde habla Dios.

 

 

4 de agosto

 

San Mato 16, 13-23

La Iglesia celebra cada 4 de agosto a San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), también conocido como el Santo Cura de Ars, por el nombre del pueblo francés donde sirvió por muchos años como sacerdote y párroco:

San Juan María Vianney nació el 8 de mayo de 1786. Es el patrono de los sacerdotes, en especial de los párrocos. Además, se le considera el paradigma del buen confesor. Poseía dones extraordinarios como el don de profecía o la capacidad para conocer las almas y penetrar sus intenciones. Fue un hombre de gran humildad y discernimiento, virtudes indispensables que lo hicieron modelo de pastor. En repetidas oportunidades fue blanco de los ataques directos del demonio, los que supo enfrentar gracias a su alma ligera, siempre dirigida al Cielo, fortalecida por la gracia, la mortificación, la oración y el servicio.

Su celo pastoral -una auténtica pasión por la salvación de las almas- lo llevó a pasar frecuentemente largas horas en el confesionario, con el propósito, como solía decir, de “arrebatarle almas al demonio”.

Vivía desprendido de las cosas materiales, a las que trató con esa libertad propia de los hijos de Dios: alguna vez llegó a regalar hasta su propia cama, por lo que adquirió la costumbre de dormir en el suelo de su habitación. Llevó también una vida ascética: practicaba habitualmente el ayuno y cuando no, le bastaba comer algo muy sencillo. Solía decir que “el demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de piel, como a la reducción de la comida, la bebida y el sueño".

A San Juan María Vianney también le tocó vivir tiempos convulsionados, como los posteriores a la Revolución francesa. Uno de los tristes saldos de la Revolución fue un ambiente de incredulidad y falta de esperanza entre la gente. Muchos se apartaron de la fe y cada vez eran más los que no querían saber de Dios. El Cura de Ars se propuso atender esta necesidad dedicándole mucho esfuerzo a la preparación de sus sermones. El Santo pasaba noches enteras en la sacristía componiendo y memorizando lo que iba a decir, consciente de la fragilidad de su memoria, poniendo todo su empeño para lograr ser un buen predicador, hacerse entender y transmitir el Evangelio a cabalidad.

Con el tiempo, su popularidad fue creciendo y llegaron a ser miles las personas que arribaban a Ars, incluso desde muy lejos, para confesarse con él. San Juan María fue un hombre de profundo amor por la Virgen María, a quien consagró su parroquia y su servicio sacerdotal.

El sábado 4 de Agosto de 1859, el Santo cura de Ars partió a la Casa del Padre. Tenía 73 años. Fue canonizado en la fiesta de Pentecostés de 1925 por el Papa Pío XI.

El próximo 13 de agosto se cumplirán 207 años de su ordenación sacerdotal, realizada en 1815.


3 de agosto


San Mateo 15,21-28

Hoy el evangelio nos expresa la curación de la hija de una Cananea que se acerca a Jesús pidiendo ayuda.

Que hermoso es cuando  descubramos que la fe es el tesoro más grande que tenemos. Por eso debemos tener la capacidad de poner todos los medios para conservarla y acrecentarla. La fe es nuestro mayor tesoro y por eso la tenemos que defender de todo aquello que pueda hacerle daño: cosas que nos pueden confundir o ciertas provocaciones de la sociedad de consumo que ensucian el corazón.

La fe está llamada a ser protegida especialmente con la piedad, la oración y los sacramentos y con una seria formación doctrinal en la cual tenemos que crecer constantemente en la medida de cada persona. El Señor y la Iglesia nos mandan que expresemos nuestra fe, incluso, como hizo esta mujer que la confesemos públicamente.

Todos los días Dios nos pide que tengamos fe en su Palabra que nos llega a través de la Iglesia. A la luz de la fe todos los acontecimientos aparecen como son, con su verdadero sentido, sin la limitación con la que sabemos enjuiciarlo los hombres. Por eso Jesús seguramente habrá alabado la fe de esta  Mujer, “qué grande es tu fe” y habrá pensado en aquello que Él mismo había dicho “si tuvieran  fe tan grande como un grano de mostaza trasladarían montañas”. No existen obstáculos insuperables para una persona que viva desde la fe.

 

  

2 de agosto


 San Mateo 14, 22-36

Nuestra Señora de los Ángeles es una advocación de la Virgen María. Fue declarada patrona de Costa Rica y según el papa Juan Pablo II, es protectora de las Américas.

Costa Rica, celebra a Nuestra Señora de los Ángeles en la ciudad de Cartago, realizando una romería hasta el santuario en la Basílica de los Ángeles, cada 2 de agosto y desde finales del siglo XIX.

Alrededor del mundo existe una iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en Italia, España, El Salvador, México, Estados Unidos, Argentina y Venezuela. En Panamá se encuentra la Parroquia Nuestras Señora de Los Ángeles, en cuya parroquia existen lazos estrechos con la comunidad de Cartago en Costa Rica.

Y el evangelio de hoy  nos habla de aquel momento cuando Jesús camina sobre el agua, nos dice el evangelio que hay un dialogo entre la necesidad y la respuesta a esa necesidad. La necesidad la expresa Pedro:” Señor si eres tú mándame, ir a tu encuentro sobre el agua”

La respuesta de Jesús: Ven, también el Señor sálvame y Jesús le responde: Hombre de poca fe, porque dudaste, e inmediatamente sigue la curación en la región de Genesaret, donde Jesús cura a un enfermo que con solo tocar los flecos de su manto decían, podían quedar curados.

Estas dos experiencias que vivieron los discípulos, fueron tan fuertes, que le dieron a ellos, un sentido muy fuerte de lo que es la fe. La fe es precisamente la garantía de lo que esperamos y la seguridad de lo que no vemos. L a fe es una forma de vida y por eso la fe más que producir milagros en el sentido técnico como entendemos de la palabra, produce la fuerza necesaria, para estar bien parados desde Dios, en la realidad en que nos toca vivir.

Por eso que bueno que en la vida sepamos acompañar desde la fe, todos los acontecimientos límites por los que vivimos, como cuando se hundía la barca, en el caso de los discípulos o con la gente ya tan en situación límite que tenían la certeza de que con solo tocar su manto iban a quedar curados.

1 de agosto

San Mateo 14,13-21

En este  Evangelio  nos posamos en la mirada tierna de Jesús, aquella mirada que "vió, se compadeció y sanó". Mirada que nos custodia, que nos envuelve y sana en el peregrinar de nuestras vidas.

Y encontramos que se hacía tarde, estaban en una zona desértica y la gente tenía hambre. Pero los discípulos tenían sólo cinco panes y dos pescados y así se lo hicieron saber a Jesús. Jesús lo sabía, pero Él siendo el Amor, sabe que el Amor no tiene límites, que no tiene imposibles, porque el mismo Amor es milagro.

Aquí nace la gran misión para los apóstoles, misión que hoy resuena con la misma firmeza que aquella vez: "Denles ustedes de comer". La humanidad sigue teniendo hambre como aquella multitud, sigue teniendo hambre y sed de Dios. Así la mirada de Jesús se posa en nosotros invitándonos a ésta desafiante misión de darles de comer a los que tienen hambre de escucha, de paz, de perdón, de pan, de dignidad, de esperanza, de Amor… Dios es el alimento que el hombre busca.

No nos detengamos ni preocupemos por lo poco que aparentemente tenemos. Porque aquí el alimento que podemos dar son nuestros talentos, brazos, oídos, tiempo, y todo ello se nos fue dado por Dios y como todo lo que viene de Dios siempre es grande.

María Santísima nos ayude a levantar nuestras manos para darlo y también para recibirlo porque nunca dejamos de tener ansias de Dios sabiendo que en ésas doce tinajas que sobraron, ahí está nuestro alimento de Cielo que es la Eucaristía que nos transfigura en Cristo.

La iglesia celebra también hoy a San Alfonso nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y predijo para él grandes bendiciones y sabiduría. A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios

  

30 de julio


 San Mateo 13,54-58

¡Hoy vemos que Jesús vuelve a su pueblo! Después de haber caminado por muchos otros lugares, con mucha gente, su corazón lo trae de vuelta a su casa, a su pueblo, a su comunidad. Jesús, como cualquiera de nosotros, también necesita volver a su casa, a ese lugar en el que sabe que todos lo conocen, donde puede descansar, estar tranquilo. El que cuenta con ese espacio, con ese hogar… tiene un tesoro inmenso.

Qué bueno ver también, que ese Jesús cotidiano, conocido, tenía voz en su comunidad, en su sinagoga. No hacía falta que sea alguien importante: cualquiera podía enseñar, cualquiera podía ser instrumento de Dios para su gente.

Pero ¿qué pasa? Lo escuchan. Y con asombro descubren que ese Jesús, al que conocen tan bien, está predicando de una manera nueva, distinta, de tal forma que quedan maravillados.

Pero enseguida esa maravilla se convierte en un problema, entra en la rutina, y se vuelve en contra.

– ¿Acaso no lo conocemos? ¿No se crio con nosotros? ¿Por qué se presenta ahora así? ¿De dónde habrá sacado esto que ahora quiere enseñarnos?

Vivimos poniendo etiquetas: el tonto, el gracioso, el pesado, el torpe, el inteligente… Eso le pasó también a Jesús: su gente lo tenía etiquetado. Y, al hablar así, no entraba en esa medida, en esa etiqueta que le habían asignado. Y entonces no le creyeron, no lo escucharon, no descubrieron a Dios que se estaba acercando a ellos.

Uno de los peores errores que podemos cometer es ponerle una medida a Dios: sé dónde está y adónde no, sé de qué me habla y de qué no: lo cuadriculo, lo encierro en mis parámetros. Y filtro todo lo demás.

Dios es infinitamente más grande de lo que podemos comprender, de lo que podemos descubrir. Pidámosle que nos sacuda la rutina, los prejuicios, las etiquetas. Que podamos descubrirlo, hablándonos hasta en los detalles más simples, a través de las personas o los sentimientos menos esperados.

29 de julio

 

San Juan, 11-19-27

Cada 29 de julio la Iglesia universal recuerda la figura de Santa Marta de Betania, hermana de María y Lázaro, amigos y discípulos de Jesús. Santa Marta es patrona de los imposibles, del hogar, de las cocineras, amas de casa, sirvientas, casas de huéspedes, hoteleros y lavanderas.

Es a ella a quien el Señor le dijo -tal y como consta en el Evangelio de Lucas (10, 41-42)-: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada”.

A Santa Marta recurren los fieles para pedir su protección y ayuda en medio de las urgencias y dificultades más grandes, pues fue ella quien conmovió a Jesús con su gran fe: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”, refiriéndose a Lázaro, que había fallecido solo unos días antes. Marta le pide al Maestro con fe indudable que lo devuelva a la vida: “Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá”, a lo que Jesús responde: “Tu hermano resucitará” (ver: Juan 11).

Marta, que siempre mostró su deseo de servir, es también ejemplo para todo cristiano que quiera cumplir sus deberes con diligencia y responsabilidad.

En el arte religioso, a Santa Marta se le suele representar vestida de azul o verde, con una cruz, un delantal y portando unas llaves, siempre en actitud de servicio. También es común representarla siendo amenazada por un dragón a sus pies, símbolo de que su actitud de amor y servicio son escudos contra el maligno.

28 de julio


 Mateo 13,47-53

Esta parábola es muy parecida a del trigo y la cizaña. Siempre hay aquellos que desean una Iglesia que incluya solo gente buena, donde los malos quedan afuera. No se dan cuenta que probablemente quedaría vacía, ya que Dios ha querido ser misericordioso y paciente con los pecadores, dejando el juicio para el final. ¿No somos todos pecadores, llamados por Dios para aceptar su misericordia en nuestras vidas y en las de otros?

Jesús dice: el miembro del reino es el administrador sabio que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo. La Iglesia está en muchos lugares atormentada por conflictos profundos entre liberales y conservadores, tradicionalistas e innovadores. Jesús nos invita a ser sabios, capaces de discernir lo que es valioso, sea nuevo o viejo.

El Reino de los Cielos es el gran proyecto de amor de Dios para nosotros; el Reino de los Cielos debería ser el gran motivo por el cual todos viviéramos, el motivo de todos nuestros esfuerzos y trabajos. Todo lo que piense y haga debería a estar orientado a ver si eso me acerca o me aleja del Reino de Dios.

Por lo que nos dice la Palabra de Dios, los que entrarán al Reino de los Cielos serán sólo los buenos. Y los malos serán rechazados, no sólo no entrarán, sino que al no entrar llorarán y sufrirán hasta las últimas consecuencias.

Y Jesús nos pregunta ¿Entienden bien esto? Porque si todos entendieran esto todo sería distinto, sería mucho mejor. Pero no es así y estamos en la lucha.

Pidamos la gracia en este día de ser buenos y hacer las cosas bien, de tal manera que podamos entrar y trabajar todos por el Reino de los Cielos. ¡Ánimo y muchas fuerzas que la recompensa es muy grande, es Dios!

27 de julio


 San Mateo 13,44-46

En el día de hoy Jesús nos sigue hablando y enseñando sobre el Reino de Dios por medio de parábolas. Nos dice que el Reino de los cielos es como un tesoro escondido en el campo, que un hombre encuentra y vende todo, con alegría, para poder comprar el campo. También a un negociante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, vende todo, también con alegría, para comprarla.

En las parábolas previas, nos enseñaba Jesús, como es el Reino de los cielos, como crece, como transforma; y hoy nos enseña cómo debe responder el creyente ante este Reino de Dios, ante su presencia.

Ante el hallazgo, el valor de lo que encontraron, el campesino y el negociante venden todo lo que tienen, porque vale la pena, porque se han llenado de alegría, porque se han colmado sus expectativas.

Que bueno que el Reino de Dios, que siempre vale la pena, siempre esté allí presente para ser buscado, para ser encontrado. Que hermoso sería, que nosotros lo estemos buscando, para llenarnos de alegría, para colmar nuestra vida.

La buena noticia de este día es que el Reino de Dios, Jesús mismo, está aquí, está entre nosotros, vale mucho la pena encontrarlo y jugarse totalmente por él.

La tarea será entonces, tener un corazón inquieto y audaz, para buscarlo y jugarse por él.

Sucede, sin embargo, muchas veces, que adormecidos y cómodos por todo lo que se no dice y muestra, propone y ofrece, hemos perdido la capacidad de búsqueda, asombro y de alegría contagiosa. Si hemos tenido la gracia de encontrarlo, por la costumbre, muchas veces, hemos perdido la capacidad de contagiar, de irradiar la alegría de haber encontrado a Jesús y su Reino.

Me surgen dos preguntas ¿Busco a Jesús y su Reino o estoy adormecido y cómodo? ¿Mi vida se caracteriza por la alegría y el gozo contagioso, de haber encontrado a Jesús?

Señor Jesús, sigue llamándonos, sigue hablándonos, para fascinarnos con tu voz y tu vida, para seguir jugándonos por ti y seguir construyendo tu Reino.

26 de julio


 

San Mateo 13, 16-17

Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús.

Joaquín y Ana -considerados santos patronos de los abuelos- fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija Santa María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión. Es a través de ellos como María se suma a esa porción del pueblo escogido que espera la llegada del Salvador de la humanidad.

El Papa  Benedicto XVI, un día como hoy, en 2009, resaltaba, a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana, la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia. El Papa decía que los abuelos “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida”.

En 2013, el Papa Francisco, con ocasión de esta Fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013 (Brasil), destacaba que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.

25 de julio


 San Mateo 20, 20-28

El 25 de julio la Iglesia celebra la Fiesta de Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles elegidos por Cristo. El apóstol Santiago destaca en la historia de la Iglesia en virtud de su empuje evangelizador, que lo llevó a tierras tan lejanas como las de la península ibérica.

 Se le suele representar vestido de peregrino, o como soldado montado en un caballo, empuñando una lanza, en actitud de lucha, plasmando de alguna manera aquello que San Juan Crisóstomo dijo de él: “Fue el apóstol más atrevido y valiente”.

El “hijo del trueno” -como le llamó Jesús, igual que a su hermano, Juan- es el patrón de España y su caballería, así como de los curtidores, veterinarios y equitadores. Santiago es también patrono de varias ciudades en el mundo, fundadas o influenciadas por la cultura hispánica. Algunas de esas ciudades incluso llevan su nombre, como es el caso de Santiago de Chile, Santiago en República Dominicana, Santiago de Cuba, Santiago de Veraguas en Panamá.

De acuerdo a los Evangelios, el apóstol Santiago fue testigo junto a Juan y Pedro de la Transfiguración del Señor en el Monte Tabor, de la pesca milagrosa y de la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní -entre los pasajes más representativos-.

De acuerdo a la tradición, Santiago llegó hasta España a proclamar el Evangelio, marcando para siempre la identidad española. En ese país está ubicada la catedral de Santiago de Compostela, considerada su principal Santuario y donde reposan sus restos. Hacia ese lugar peregrinan miles de personas cada año, deseosas de recorrer “el camino de Santiago”.

 

23 de julio


 San Mateo 13,24-30

Hoy el evangelio nos presenta la parábola del trigo y la cizaña, una historia sencilla que nos quiere mostrar como el Reino de Dios se va manifestando a través de lo cotidiano, a pesar de los contratiempos y las dificultades que a veces se van sucediendo a lo largo de la vida.

Y Jesús para poder explicar esta realidad lo hace a través de estas dos imágenes, del trigo y la cizaña, las dos que crecen juntas, pero solo el buen trigo llega a ser finalmente cosecha agradable a Dios.

La pregunta es ¿qué pasa con la cizaña? Será parte también de este crecimiento, pero es llamativa la actitud que posee el propietario que representa a Dios, al ser paciente y querer esperar ante el pedido de querer arrancarla y hacerla desaparecer.

Quizás aquí nos podamos ver reflejados nosotros cuando caemos en la tentación de querer ser jueces de los demás, cuando creemos estar en lo cierto y los demás son los equivocados, cuando queremos excluir a los que no piensan igual que nosotros.

La actitud de Dios es distinta, Él sí es paciente, porque sabe que, en este proceso de maduración, mucha cizaña puede transformarse finalmente en buen trigo. Solo al final se podrá evaluar con exactitud y discernir las buenas iniciativas de las que solo parecen.

Creo que la Palabra de hoy nos deja una buena enseñanza y que tiene que ver con esta actitud de saber esperar, de ser pacientes, y que es la forma de que Dios nos ama con su infinita misericordia. La misma Palabra de Dios lo atestigua en la carta 2Pedro 3, 9: simplemente Dios tiene paciencia. Porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan.

Nunca te olvides que confiar en Dios, que todo lo puede, es saber esperar. Qué bueno entonces, es saber esperar siempre en Dios.

 

22 de julio

San Juan 20, 1-2.11-18

Realmente nos encontramos en el Evangelio a un personaje muy especial del que nos pareciera saberlo todo y del que casi no sabemos nada: María Magdalena

 Se trata de una María de Magdala, ciudad situada al norte de Tiberíades. Sólo sabemos de ella que Cristo la libró de siete demonios (Lc 8, 2) y que acompañaba a Cristo formando parte de un grupo grande de mujeres que le servían.

 Los momentos culminantes de su vida fueron su presencia ante la Cruz de Cristo, junto a María, y, sobre todo, el ser testigo directo y casi primero de la Resurrección del Señor. A María Magdalena se le ha querido unir con la pecadora pública que encontró a Cristo en casa de Simón el fariseo y con María de Betania.

 No se puede afirmar esto y tampoco lo contrario, aunque parece que María Magdalena es otra figura distinta a las anteriores. El rostro de esta mujer en el Evangelio es, sin embargo, muy especial: era una mujer enamorada de Cristo, dispuesta a todo por él, un ejemplo maravilloso de fe en el Hijo de Dios.

 Todo parece que comenzó cuando Jesús sacó de ella siete demonios, es decir, según el parecer de los entendidos, cuando Cristo la curó de una grave enfermedad.

María Magdalena es un lucero rutilante en la ciencia del amor a Dios en la persona de Jesús. ¿Qué fue lo que a aquella mujer le encantó en la persona de Cristo? ¿Por qué aquella mujer se convirtió de repente en una seguidora ardiente y fiel de Jesús?

 ¿Por qué para aquella mujer, tras la muerte de Cristo, todo se había acabado? María Magdalena se encontró con Cristo, después de que él le sacara aquellos "siete demonios". Es como si dijera que encontró el "todo", después de vivir en la "nada", en el "vacío". Y allí comenzó aquella historia.

 

 

21 de julio


San Mateo 13,10-17

Jesús enseñaba en Parábolas y no lo hacía sin ellas, dice la Palabra, y es por eso que sus discípulos, como escuchamos hoy en el evangelio, le preguntan el porqué de este método o modo de enseñar.

Las parábolas de Jesús, seguramente ya lo sabes, son historias, relatos de hombres, de situaciones cotidianas que se vivían en el tiempo y en la tierra de Jesús, por medio de las cuáles Jesús quería mostrar una nueva visión de Dios, de su Reino.

Por medio de ellas, el Señor no sólo llamaba la atención, sino que también cautivaba, la multitud se preguntaba de donde le venía tanta sabiduría, quedaban maravillados algunos y otros se incomodaban, porque la misma parábola los interpelaba.

Jesús dice hoy: “Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden…” Sólo los pequeños y humildes, pueden recibir la verdadera visión del Reino que Jesús quiere mostrar, los soberbios,  quienes creen que ya saben lo que Dios quiere, no pueden ver, no pueden entender, se molestan, se enojan, confabulan contra Jesús. Y continua Jesús: … “Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán… Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure” …

“…Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron…”.

Muchas veces, porque ya las conocemos, porque las hemos escuchado en otra oportunidad, dejamos de prestarle atención, no dejamos que ellas obren en el corazón, por eso pedimos a Jesús: Danos un corazón y oído de discípulo, un corazón sencillo para COMPRENDER, para VER, para OIR, para ser bienaventurados. 

20 de julio

San Mateo 13,1-9

Hoy meditamos de nuevo está parábola hermosa del Sembrador, en ella podemos descubrir el corazón de Dios y el de cada uno de nosotros: Salió el sembrador a sembrar y, encontró a gente como nosotros… Porque por si no nos hemos dado cuenta, nosotros, somos campo y sembradores a la vez. ¿Que…cómo puede ser? ¡Somos terrenos en los que se siembra y sembradores a la vez…!

Desde el día de nuestro Bautismo, el Señor, puso en nosotros la semilla de la fe… Y con el paso de los años, en el campo de nuestra vida, el Señor ha ido depositando, una y otra vez, la semilla de su amor, de su Eucaristía, del Sacramento de la Reconciliación…

Pero, como en los campos castigados por la sequía o la mala hierba, también con nosotros ocurre algo parecido: pero dejamos malograr aquello que Dios depositó en lo más hondo de nosotros.

¿Qué tal va lo que sembré en ustedes? Nos pregunta el Señor. Que ¿qué tal va, Señor? ¡Aquí nos tienes! Lo intentamos; queremos ser de los tuyos, pero ¡nos cuesta tanto!; llenos de proyectos, de ilusiones, de ganas, pero muy incoherentes

¿Y cómo va la siembra? ¡También con muchas angustias Señor!: tenemos la impresión de que “trabajamos demasiado y muchas veces recibimos mala paga” ¿para qué tantos esfuerzos, tantos sacrificios sin recompensa…?

Y entonces, la parábola del sembrador nos regala una luz especial:

“El Sembrador arrojó la semilla al borde del camino, entre las piedras, entre las espinas y en tierra buena…” El aprendiz de sembrador “a lo Dios” no elige el terreno… No decide cuál es el terreno bueno y cuál es el desfavorable, cuál apto y cuál menos apto, cuál del que se puede esperar algo, y cuál por el que no vale la pena esforzarse… sólo siembra… todos los días… con buen o mal tiempo.

Tenemos que ser capaces de arriesgar la semilla por todas partes… porque no sabemos la fuerza, el poder oculto que tiene la semilla que sembramos con amor en el corazón de los demás…

Además ¿Saben una cosa? Es hermoso aprender a hacer numerosos gestos aparentemente “inútiles” … sólo por amor… sabemos que esa semilla en su momento y tiempo seguro dará su fruto sin darnos cuenta.

Por una parte, le pedimos al Señor que la semilla de su amor crezca con fuerzas en el terreno de nuestro corazón. Y por otra parte sembremos siempre y en todas partes las semillas de gestos de amor. 

19 de julio


 San Mateo 12, 46-50

El evangelio es para hacerlo vida, para vivir la felicidad, a plenitud de nuestra vida cristiana. En este día recordamos la presentación de la virgen María en el templo.

Nos pone el evangelio la figura de quien es tu madre, quien es tu hermano. Cuando buscaban a Jesús y le decían “tu madre, hermanos y parientes están afuera y te buscan”; el Señor dice, “ mi madre, y  mis hermanos; son aquellos que escuchan la palabra,  la practican y  hace la voluntad de mi padre”.

 Podríamos decir que por doble excelencia la virgen es madre, por sangre y también por fidelidad a la palabra. Nuestra relación con Jesús no solo es por estar bautizados, sino también por nuestra fidelidad al evangelio.

Esta palabra es una gran enseñanza, el señor señala a sus discípulos, a los que vivimos la palabra, los que la encarnamos.

 Es un desafío para todos nosotros vivir esta relación espiritual, íntima con Jesús, cuando vivimos la familia, ser parte de los discípulos de Dios es ser parte de esta familia que escuchamos la palabra y la ponemos en obra, toda la palabra, no alguna parte.

 Esto es importante que los cristianos entendamos, que estamos llamados a encarnar todo el evangelio, con la exigencia que implica.

 A veces dejamos como puertas abiertas, o creemos casi inconscientemente que no podemos vivir todo el evangelio, que algunas cosas son imposible, sin embargo el evangelio está llamado para ser vivido todo y por todos.

Pidamos a la virgen María que nos ayude, nos tome de su mano para presentar nuestra vida, nuestras cosas cotidianas, para encarnar la palabra, para ser aquellos discípulos que el Señor señala, que muestra con sus manos, que escuchamos la palabra y la ponemos en práctica. Que Dios nos bendiga.

 

18 de julio

 

San Mateo 12,38-42

El evangelio de hoy nos relata una discusión entre Jesús y las autoridades religiosas de la época. Esta vez son los escribas y fariseos quienes piden a Jesús que haga una señal para ellos.

Jesús había realizado ya muchas señales: había curado al leproso (Mt 8,1-4), al empleado del centurión (Mt 8,5-13), a la suegra de Pedro (Mt 8,14-15), a los enfermos y poseídos de la ciudad (Mt 8,16), había calmado la tempestad (Mt 8,23-27), había expulsado los demonios (Mt 8,28-34) y había hecho muchos otros milagros.

 La gente, viendo las señales, reconoció en Jesús al Siervo de Yahvé (Mt 8,17; 12,17-21). Pero los escribas y los fariseos no fueron capaces de percibir el significado de tantas señales que Jesús había realizado.

Ellos querían algo diferente: Quieren que Jesús se someta a sus criterios para que puedan enmarcarlo dentro del esquema de su mesianismo.

 No hay en ellos apertura para una posible conversión. No habían entendido nada de todo lo que Jesús había hecho.

Por eso Jesús apunta hacia el futuro y dice “así también el Hijo del Hombre pasará tres días y tres noches en el seno de la tierra”. Es decir, la única señal será la resurrección de Jesús, que se prolongará en la resurrección de sus discípulos.

 Esta es la señal que, en el futuro, se dará a los doctores y a los fariseos. Se confrontarán con el hecho de que Jesús, será por ellos condenado a muerte, y a una muerte de cruz, y Dios lo resucitará y lo seguirá resucitando de muchas maneras en los que creerán en él, por lo tanto ¡Lo que convierte es el testimonio! No los milagros.

 

 


16 de julio

San Mateo, 12, 46-50

Las distintas advocaciones que la virgen recibe son producto del lugar y del mensaje que Ella nos trae. Así en distintos momentos de la historia Ella se ha mostrado vestida de diferentes maneras, es por esta razón que se le conoce con distintos nombres como por ejemplo La Virgen del Carmen, que toma su nombre en alusión al Monte Carmelo.

Sobre sus orígenes, en el Primer Libro de los Reyes, se habla del profeta Elías, de la gran sequía que sufría el país y de los sacrificios ofrecidos en el Monte Carmelo. Fue entonces que Elías prometió a Dios que el rey Ajaab y el pueblo abandonarían al dios Baal para que El terminara con la sequía que asolaba a la región. Después de varias veces que Elías subió al monte, apareció una gran señal:

"Cuando volvió la séptima vez, subía desde el mar una nubecita no más grande que la palma de la mano" (1 Rey 18,44)

A partir de entonces el Monte Carmelo –ubicado al oeste del lago Galileo y cuyo nombre significa jardín- se convirtió en un lugar sagrado, hasta donde llegaron a vivir ermitaños que se dedicaban a rezar y que con el paso de los siglos fueron llamados carmelitas.

Estos hombres que se entregaron a la oración y a la penitencia en el desierto comenzaron con los años a invocar a María con el nombre de “Santísima Virgen del Monte Carmelo”. Se le conoce como la patrona del mar. 

 

15 de julio

San Mateo 12,1-8

El evangelio de hoy nos invita a vivir realmente en la libertad. Nos hace tomar conciencia que las buenas obras que hacemos, nuestros comportamientos en general tienen que estar regidos por la libertad y sobre todo por el amor.  Si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo siempre es más sencillo.

“Prefiero misericordia al sacrificio” va a repetir Jesús, frase que se la hemos escuchado ya varias veces en distintos evangelios, y en el fondo nos invita a no poner el acento en el cumplimiento sino en la libertad, en el amor, en buscar realmente las cosas de Dios, primero el reino y luego obrar en consecuencia.

Frente a la acusación de que los discípulos hacen lo que no está permitido en sábado, Jesús se defiende y defiende a sus compañeros dejando bien en claro que el hijo del hombre es dueño del sábado. Primero está la dignidad humana antes que el cumplimiento de distintas leyes.

Esto no quiere decir que no haya que respetar la ley, que no haya que cumplirla, pero muchas veces hay situaciones especiales, siempre hay que tener primero en cuenta a la persona y después el simple cumplimiento.

Que el Señor nos regale un espíritu de libertad entonces para poder hacer buen uso de este Don tan grande que nos ha regalado.

Que no nos quedemos cómodamente en estructuras ya armadas, que no nos refugiemos bajo la expresión: “siempre se hizo así”.

Que el Señor nos regale un verdadero espíritu de libertad.

 

 

14 de julio


 San Mateo 11, 28-30

Mientras peregrinamos hacia Belén, entrenando y preparando el corazón para el encuentro con el Salvador, nos topamos con realidades que nos entristecen, desgastan, y nos angustian, ¿Cómo mirar y discernir con fe esta realidad que en casi todo el país estamos viviendo: Reclamo de un sueldo digno, alza del combustible, ¿miedo, corrupción, delincuencia?

La Palabra hoy providencialmente nos llama en Jesús, a ir hacia Él, a poner nuestro corazón y vida en Jesús, para en Él, encontrar alivio, respuesta, descanso; para aprender de Él y responder también como Jesús, con un corazón Humilde y sencillo.

Que Bueno que el Señor hoy nos llame a ir a su encuentro, no para aislarnos, sino para que aliviados en Él y escuchando su corazón, podamos responder a la realidad que nos rodea.

Si bien la respuesta completa a lo que estamos viviendo es compleja, creo que Jesús hoy abrazándonos nos escucharía y repetiría al oído: Felices los pacientes, los que trabajan por la paz, felices los humildes y compasivos. Felices los que tienen hambre y sed de Justicia carguen sobre ustedes mi yugo.

Dios nos regale un corazón que se parezca cada día más al de Jesús, que viviendo su vida, pueda salir al encuentro del que esta agobiado, aliviándolo. Para seguir construyendo una nación en la dignidad y el respeto.

Señor Jesús que podamos ir a Ti  con nuestros cansancios y culpas, con nuestros dolores y debilidades y también en Ti, recobrar fuerzas, ánimo, gracia, para seguir saliendo al encuentro del hermano necesitado, cansado, agobiado, queriendo dar una mano y transformar.

 

13 de julio

San Mateo 11,25-27

Jesús realiza una oración emocionada al Padre, donde lo alaba… el motivo de sus alabanzas al Padre son los pequeños. ¿Por qué? Porque Dios revela sus cosas a los que son pequeño, Dios se da a conocer verdaderamente sólo a los que son pequeños. Dios no se da a conocer a los sabios y se creen prudente, sino que se da a conocer a los que son pequeños, humildes.

Qué bueno sería que nosotros estemos dentro del grupo de los pequeños a quienes el Padre se da a conocer. Y que cada uno de nosotros seamos el motivo de alabanza de Jesús al Padre.

Pero ¿Qué significa ser pequeños? ¿A quiénes se refiere Jesús? Pequeños, por ejemplo, para Santa Teresita son aquellos que lo esperan todo de Dios, son aquellos que le tienen una confianza ciega a Dios, son aquellos que dependen de Él. Ser pequeños es una disposición de saberse que somos unos niños pequeños en los brazos de nuestro buen Padre Dios. Es ser humildes, sencillos.

Le pidamos esa gracia al Señor en este día. Ser pequeños o sea aquellos que confiamos y lo esperamos todo Dios. Le pidamos estar entre los pequeños que son el motivo de la oración de alabanza de Jesús al Padre.

También ayudemos hoy a los pequeños y que están pasando tantas necesidades.  Ayudemos con lo que esté a nuestro alcance.

 

 

12 de julio


 San Mateo 11,20-24

El Evangelio nos relata cómo Jesús recrimina a aquellas ciudades que no han creído en los milagros que Él ha realizado y pone como ejemplo ciudades consideradas como impuras, si allí se hubieran hecho los milagros, realmente hubieran creído.

Esto para nosotros es un mensaje clave y preciso saber que cada acción del Señor tiene que ver con una respuesta a nuestra fe. La fe que nos permite creer en su Presencia y que Él haga posible lo imposible.

Esta Palabra del Señor nos tiene que llevar a reflexionar cómo estamos viviendo nuestra fe, como la cultivamos en lo cotidiano, qué hacemos para acercarnos más al Amor del Señor y no quedarnos sólo en los milagros sino ir a lo profundo donde Él nos muestra el Camino verdadero, camino que se hace Vida para nosotros.

Por eso pidamos al Señor la Gracia de creer en los signos, en los milagros que va realizando cotidianamente; que al final de cada día podamos repasar y descubrir cómo el Señor ha obrado y cómo mostró su Presencia para nosotros y quienes caminan a nuestro lado.

Que el Señor sea luz y guía en el camino de la vida y quiera Dios que no nos pase como a estos pueblos a quienes Jesús les recriminó la falta de fe. Que podamos ser hombres y mujeres de fe.

 

11 de julio


 San Mateo 10,34 – 11,1

El Evangelio que la Iglesia nos propone hoy es un pasaje en donde hay expresiones de Jesús que suenan fuertes, incluso que aparecen como desconcertantes, y que necesitan una interpretación; una interpretación que no pretende rebajar, diluir, licuar el texto del Evangelio, sino que nos puede ayudar a comprenderlo adecuadamente.

Una de las cosas que tenemos que tener en cuenta es el modo de hablar propio de una cultura fundamentalmente oral. En tiempos de Jesús, pocos eran los libros y, sobre todo, pocos eran los que sabían leer y escribir; entonces los maestros tenían que esforzarse por hablar y enseñar de un modo que por sus expresiones, por sus palabras, captara la atención y grabara en la memoria lo que se quería proponer. De allí que algunas expresiones fuertes tienen ese objetivo, de reclamar la atención y de facilitar el recuerdo, la memoria de la propuesta, de la enseñanza.

Lo que Jesús quiere proponer es el lugar singular que Él tiene, Él no solamente es un Maestro, un Profeta, sino que es el Ungido de Dios, el Enviado, el Mesías, más aún, es el Hijo de Dios. Y a ese lugar, a esa misión, corresponde una adhesión total, incondicional, y esto es lo que el Señor reclama; “el que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí”.

 Entonces, frente a Jesús, ceden su lugar los afectos más sagrados, más queridos, no es que no tengan valor, no es que la adhesión a Jesús los cuestiona. Al contrario, Jesús los dignifica, y pone de relieve el mandamiento de honrar padre y madre, y de cultivar en definitiva los vínculos familiares; la adhesión a Jesús los ordena y los jerarquiza, es decir, primero el Señor.

Todo esto está invitando a tener un buen trato, conscientes de que el Señor va a recompensar convenientemente; Él que dice “cualquiera que dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser mi discípulo no quedará sin recompensa.

9 de julio

San Mateo 10,24-33

En el texto de hoy después de que Jesús elige a los doce y los envía a proclamar el Reino de Dios, Mateo presenta una serie de recomendaciones para guiar a los discípulos en su actividad pastoral. Les advierte de los peligros y persecuciones que tendrán que afrontar. No hay lugar para el miedo y la cobardía. El mensaje que les fue revelado a estos “escogidos”, debe gritarse a los cuatro vientos, a todo el mundo.

Esta vez la comparación la toma del mundo de los maestros de esa época: Los discípulos no se preparan para tomar el lugar de su maestro y establecer jerarquías entre los que más eruditos y los que menos saben. La preparación de los discípulos está encaminada al servicio misionero de la Palabra, al servicio del pueblo, a la unión filial con el Padre. Los discípulos, en continuidad con esta idea; si son realmente fieles, no pueden esperar mejor suerte que la del maestro.

La identificación del anuncio del Reino lleva a una identificación con el mensajero: les espera la misma cruz, persecución y muerte. Pero también, la esperanza en el Dios que conduce la historia, permite creer que la resurrección, y no la muerte, es la última palabra de la historia.

 

Si el maestro se consagró al servicio de los desposeídos y excluidos siendo ejemplo de humildad, y lo único que alcanza es la muerte, los discípulos no pueden aspirar a sentarse en los tronos de este mundo. Pero no tienen que dejarse acobardar: “nada hay escondido que no llegue a saberse”, el tiempo dará la razón a los que la tienen. Todos estamos en las manos de Dios; si El cuida hasta de las aves del campo, cuánto más de sus hijos. El mismo Jesús saldrá en ayuda de los suyos.

El ejemplo es el mismo Jesús, que nunca cedió ni se desanimó haciendo oír su voz profética; anunciando y denunciando los intereses y los valores que promueve este mundo. Los discípulos pueden ser perseguidos, pero la fuerza del Espíritu de Dios asiste en todo momento.

 

 

8 de julio


 San Mateo 10,16-23

Los evangelios fueron escritos varios años después de la resurrección del Señor Jesús, y los evangelistas buscaron también motivar, alentar la fe de aquellos primeros cristianos, de aquellas jóvenes comunidades cristianas que se enfrentaron a muchos desafíos, muchas contrariedades.

El evangelio de hoy nos habla de eso. Los doce son enviados a predicar y manifestar la Buena Noticia del Reino que se hace presente en Jesús. El Señor les advierte que no será fácil, pero más allá de la dificultad no los deja de enviar.

Pero antes de que salgan a misionar, Jesús les dice que no lleven nada para el camino: nada de dinero, nada de provisiones, nada más que lleven lo puesto… y si uno ve esto Jesús los invita a los doce a una confianza plena en Dios, un gran acto de fe en Dios Papa. Confianza en aquello que ellos llevan en su interior, aquello que tiene que ver con la experiencia vivida al lado del Señor

Hoy como hace dos mil años atrás las cosas no son fáciles… no es fácil vivir el evangelio. No es fácil jugarse por nuestras convicciones de fe. No es fácil nadar contra la corriente. Uno prende la tv y ve como esos estereotipos que nos ofrecen como paradigmas de vida se viven contradiciendo. Ves a los políticos que hacen sus alianzas más allá o en contra de sus convicciones; lo ves en las figuras mediáticas de moda; lo ves también en gente a tu alrededor…

Ustedes al igual que los discípulos son invitados a dejar aquellas seguridades humanas y poner toda su confianza en Jesús: en su persona, en sus palabras, en su obra. Lo único que tienen que llevar es aquello que han visto y oído.

Y esa es la invitación que hoy Jesús te hace a todos. Jesús te invita a que repases tu vida y que veas y escuches nuevamente su Vida en ti y en los demás; porque en esa acción de Dios en tu vida en la de los demás, vas a poner tu confianza y de eso vas a predicar.  Jesús no te invita a teorizar, o hacer una apología de tu fe en Él. Cristo te invita a que proclames lo que has visto y has oído. Cristo te invita a contar tu experiencia.

7 de julio


 San Mateo 10,7-15

Hoy el evangelio nos presenta a Jesús que envía a los discípulos a la misión; en el mandato a ellos también entramos nosotros, discípulos y misioneros de nuestro tiempo.  Jesús nos envía a la misión y a la vida livianos, sin mucho equipaje: "No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón". Necesita que vayamos livianos, para que pueda entrar Él.

Quienes tienen la experiencia de salir a misionar, saben que no hay nada más importante que llevar a Jesús. Es Él quien toma la iniciativa y quien en definitiva misiona… nosotros simplemente somos instrumentos suyos.

Hoy el Señor viene a recordarnos que "sin mí nada pueden",  que nuestra confianza tiene que estar en Él y no en las cosas con las que llenamos nuestras mochilas de viaje: provisiones, plata, obligaciones, presiones, seguridades, estructuras.  Le pedimos que venga en este día y que ocupe el lugar que le pertenece, el centro de nuestras vidas. En sus manos nuestras vidas están seguras y podemos caminar con confianza, salir a la misión de la vida livianos de equipaje, con la certeza de que Él camina con nosotros.

Como nos dice el documento de Aparecida, "conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir una persona; haberlo encontrado es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestras palabras y obras es nuestro gozo” .

 

 

 

6 de julio

San Mateo 10,1-7

En el evangelio de hoy comenzamos a leer el discurso apostólico de Jesús. San Mateo, nos da la lista de los 12 apóstoles en introducción a este discurso mesiánico de Jesús, se confía la misión, esa misión que le confía a la autoridad para expulsar espíritus y curar enfermedades. Ciertamente estos signos van a avalar la palabra que ellos mismo transmiten.

 Nosotros sabemos que Jesús no vino a ejercer como médico, en verdad porque estas sanaciones serán signos de su presencia, pero es muy importante recordar y a mi gusto tener en cuenta, la aceptación del Evangelio, en la vida nuestra, en la vida de todo creyente, verdaderamente sanante.

Aceptar, escuchar, vivir el Evangelio nos cura, nos sana nuestra miserias y enfermedades. Asumir el Evangelio en nuestra vida nos sana en nuestras familias, nos sana en nuestro ambiente, en nuestra patria, porque el Evangelio realmente purifica y sana.

 Esta verdad, si uno asume la Palabra de Jesús ciertamente nos va curando de nuestros egoísmos, de nuestras miserias, de nuestras mentiras, de nuestras fragilidades. Con el Señor y su Palabra quiere ofrecernos vida abundante vida sana por eso dejarnos tocar y sanar, debemos ponernos en su presencia.

 Este texto también nos habla de la fidelidad de Dios porque Él es fiel a su pueblo, porque El es fiel al pueblo de las promesas por eso envía a los apóstoles en primer lugar a los suyos a su pueblo, a sus ovejas perdidas del pueblo de Israel.

 Nosotros hoy podríamos con esta lectura renovar nuestra confianza en que el Señor nos invita a escuchar de nuevo su palabra, a vivirla y esta palabra será el modo de manifestar realmente que la hemos escuchado bien.

 Pidámosle a Jesús entonces que nuestra vida, el Reino sea verdaderamente cercano al dejarnos modelar por ese mensaje salvador.

 

5 de julio

San Mateo, 9, 32-38

En esta escena bíblica a Jesús le presentan un endemoniado mudo. Jesús lo cura. Muchos quedan asombrados del Poder de Jesús y se decían que nunca se había visto algo así en Israel. Pero aparecen también los fariseos cuestionando la acción de Jesús, poniendo en dudas, poniendo trabas para que su Obra no siguiera en el anuncio por todos los pueblos y ciudades.

 Sin embargo, Jesús está convencido de su Misión: que todos los hombres se salven. Y en esa misión estamos incluidos cada uno de nosotros. Seremos aceptados por muchos y por otros quizás no. Pero la Gracia del Señor es la que nos acompaña para seguirlo anunciando en todo momento.

Después relata el evangelio que Jesús se compadece de la multitud porque los ve fatigados y abatidos como ovejas sin pastor. Y allí es cuando dice” la mies es mucha pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe más obreros a su Mies.

En este día te pedimos, Señor, por todas las vocaciones sacerdotales, religiosas, laicales, misioneras, matrimoniales. Para que sean cada vez más los Obreros del Reino del Señor. Te pedimos que nos concedas la Gracia de poder ser verdaderos misioneros anunciadores y servidores del Reino.

 

4 de julio


 San Mateo 9, 18-26

 Palabra de Dios que nos hace nuevamente un llamado existencial, la humildad, ese  es siempre un camino seguro. Jairo era un hombre importante en medio de su pueblo y sin embargo se acerca al joven Jesús de Nazaret, ese mismo que muchos importantes de Israel rechazaban.

Su situación de dolor, su situación de padre por su hija que se está muriendo le ayuda a superar prejuicios y cualquier orgullo de casta. ¿Porqué será que muchas veces el dolor y el sufrimiento nos ubica, nos baja de nuestra soberbia de creer que somos mejores que los demás? Jesús atiende de inmediato su petición y marcha con él a su casa para curar a la niña. Podemos afirmar que un hombre humilde es siempre atendido por Dios, un corazón contrito y humillado el Señor no lo rechaza, como dice el salmo 50…

La Omnipotencia Divina parece quedar desarmada ante el humilde que se sabe sin nada y acude confiado a quien lo tiene todo.

La mujer hemorroísa elige ese mismo sendero de humildad, se esconde entre la multitud, se considera indigna de que Jesús le hablara o la mirara, pues es impura según la Ley de Moisés. Ocultada por la multitud de gente consigue por fin alargar su mano y rozar con sus dedos el borde de la túnica del Señor.

El milagro se produce. Dios vuelve a extender su mano a un alma sencilla y humilde. Pero junto a la profunda humildad en estos personajes evangélicos emerge una fe gigante, una confianza inquebrantable en el poder y la bondad de Dios. Jairo sigue creyendo a pesar de que la niña estaba muerta y de que la gente se reía de Jesús porque dice que se ha dormido. La hemorroísa sabe que con solo tocar el borde de la túnica del Maestro quedará sana de su enfermedad, y así ocurrió, y así ocurrirá también con nosotros siempre que nos acerquemos hasta Jesús llenos de humildad, confiando en su poder sin límites y en su bondad infinita.