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3 de noviembre

 

San Lucas, 14, 1-6

 

Este pasaje nos nuestra un episodio en que Jesús es invitado a casa de un fariseo durante el día de reposo. Allí, se encuentra con un hombre hidrópico, es decir que sufre de una acumulación anormal de líquido en su cuerpo y le produce mucha hinchazón.  Jesús, sabiendo que los fariseos y los doctores de la ley están observando atentamente, les pregunta si es lícito sanar en el día de reposo. Ellos permanecen en silencio, sin responder a la pregunta de Jesús.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la tendencia humana de poner normas y leyes por encima del amor y la compasión. Los fariseos y los doctores de la ley estaban más preocupados por cumplir con los preceptos religiosos y las tradiciones, incluso hasta el punto de ignorar el sufrimiento humano presente delante de ellos.

 Jesús, por otro lado, muestra una actitud completamente diferente. Él ve al hombre hidrópico y se conmueve por su condición, sintiendo compasión por él.

 A pesar de la posible controversia que podría surgir, Jesús decide sanar al hombre en ese mismo momento, demostrando así que la misericordia y el amor superan cualquier reglamento o norma establecida.

 Esta reflexión nos lleva a cuestionarnos cómo manejamos las situaciones en nuestra vida diaria. ¿Nos centramos más en seguir reglas y normas sin importar las necesidades de los demás, o cultivamos una actitud de compasión y amor hacia los que nos rodean? Es importante recordar que el amor y la misericordia son esenciales en nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes.

 Jesús nos enseña que el verdadero cumplimiento de la ley consiste en amar a Dios y amar al prójimo como a nosotros mismos. En nuestras interacciones diarias, debemos priorizar el amor y la compasión sobre cualquier norma o reglamento.

Debemos mirar más allá de las etiquetas que se nos asignan y tratar a cada persona con dignidad y respeto. Además, debemos estar atentos a las necesidades de los demás y estar dispuestos a ayudar y sanar, incluso cuando eso signifique romper con las convenciones establecidas.

Que este pasaje nos inspire a ser personas compasivas y amorosas en nuestro caminar cotidiano, siguiendo el ejemplo de Jesús y recordando siempre que el amor y la misericordia son los pilares fundamentales de nuestra fe. Que nuestras acciones reflejen el amor de Dios y sean un testimonio vivo del verdadero significado de seguir a Cristo.