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22 de noviembre

 

San Lucas 19, 11-28

En el Evangelio de hoy, Jesús nos cuenta la parábola de los talentos. Esta parábola nos enseña sobre la importancia de utilizar los dones y habilidades que Dios nos ha dado para hacer crecer su Reino en la Tierra.

En la parábola, un noble se va de viaje y deja a sus siervos a cargo de una cantidad diferente de dinero, según su capacidad. Al regresar, el noble llama a sus siervos para rendirles cuentas. Dos de ellos habían invertido y multiplicado el dinero que se les había dado, mientras que uno de ellos lo escondió por temor. El noble elogia y recompensa a los siervos fieles, pero castiga al siervo negligente.

Esta parábola nos muestra que Dios nos ha dado diferentes dones, talentos y recursos, y espera que los utilicemos para beneficio de su Reino. No se trata solo de tener habilidades extraordinarias, sino de ser fieles y responsables con lo que tenemos, ya sea mucho o poco.

Santa Cecilia, cuya fiesta celebramos hoy, es un ejemplo de alguien que utilizó sus dones en servicio a Dios. Ella era una joven de gran talento musical y dedicó su voz y habilidades a alabar a Dios. A través de su música, inspiraba a otros y los llevaba más cerca de la fe.

Pero Santa Cecilia no solo fue una talentosa músico, también fue una valiente mártir. En medio de la persecución de los cristianos, ella se mantuvo firme en su fe y continuó cantando y adorando a Dios hasta el final de su vida.

La vida de Santa Cecilia nos muestra que nuestros dones y talentos pueden ser una herramienta poderosa para evangelizar y llevar a otros a Cristo. Ya sea que tengamos habilidades artísticas, don de la palabra, talento para liderar o simplemente un corazón generoso para servir, podemos utilizarlos para glorificar a Dios y construir su Reino en la Tierra.

En esta fiesta de Santa Cecilia, recordemos la importancia de utilizar nuestros dones y talentos para el servicio de Dios. No los guardemos por miedo o comodidad, sino que los pongamos al servicio de los demás y de la Iglesia.

Pidamos a Santa Cecilia que interceda por nosotros, para que podamos ser fieles administradores de los dones que Dios nos ha dado. Que ella nos inspire a cantar con alegría, adorar con fervor y usar nuestras habilidades para llevar a otros a Jesús.

Que, al igual que los siervos fieles de la parábola, podamos escuchar esas hermosas palabras de nuestro Señor: "Bien hecho, buen siervo; porque has sido fiel en lo poco, en lo mucho te pondré" (Lucas 19,17).

Que Santa Cecilia nos guíe en este camino de fidelidad y servicio a Dios. Amén.