San Lucas, 21 12-19
En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla sobre la persecución
y la promesa de perseverancia. Jesús advierte a sus discípulos que serán
perseguidos por causa de su fe en Él y les asegura que el Espíritu Santo les
dará palabras sabias para enfrentar a sus oponentes.
La persecución y la oposición no son algo fácil de
enfrentar. Puede ser doloroso y desalentador ser objeto de rechazo y
discriminación debido a nuestra fe en Cristo. Sin embargo, Jesús nos dice que
no debemos temer, porque el Espíritu Santo estará con nosotros y nos dará las
palabras y la sabiduría necesaria para responder a nuestros detractores.
Además, Jesús nos promete que aquellos que perseveren hasta
el final serán salvos. A pesar de las dificultades y pruebas que enfrentemos,
debemos mantenernos firmes en nuestra fe y confiar en la promesa de Jesús. No
importa cuánto sufrimiento o persecución enfrentemos, Dios está con nosotros y
nunca nos abandonará.
La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de hombres
y mujeres valientes que enfrentaron la persecución y se mantuvieron firmes en
su fe. Ellos nos enseñan que, a pesar de las dificultades, la fe en Cristo vale
la pena y nos lleva a una vida plena y significativa.
En nuestras vidas cotidianas, también podemos encontrarnos
con situaciones en las que nuestra fe es puesta a prueba. Puede ser en nuestro
lugar de trabajo, en nuestra vida familiar o en nuestras relaciones con los
demás. Es importante recordar las palabras de Jesús y confiar en el poder del Espíritu
Santo para guiarnos y fortalecernos.
La perseverancia en la fe no significa que siempre seremos
exitosos o que nunca enfrentaremos dificultades. Más bien, significa que, a
pesar de los obstáculos, seguimos confiando en Dios y en su plan para nuestras
vidas. Significa que mantenemos nuestra esperanza en Cristo y confiamos en su
amor y misericordia.
En este tiempo de persecución y desafío, pidámosle al
Espíritu Santo que nos dé fuerza y valentía para enfrentar cualquier obstáculo
que se presente en nuestro camino. Que podamos confiar en las promesas de Jesús
y perseverar en nuestra fe, sabiendo que Él está siempre con nosotros.
Que María, la Madre de Jesús y nuestra Madre, nos guíe y nos
proteja en cada paso del camino. Que ella interceda por nosotros ante su Hijo,
y nos ayude a ser testigos valientes y coherentes de nuestra fe. Amén.