San Lucas 21,1-4
El Evangelio de hoy, nos presenta un relato conmovedor sobre
la generosidad y el desprendimiento. Jesús observa a las personas que realizan
sus ofrendas en el templo y nota a una viuda pobre que deposita dos pequeñas
monedas de poco valor. Aunque su contribución era mínima en comparación con las
grandes sumas de dinero de los ricos, Jesús destaca la importancia de su acto,
ya que dio todo lo que tenía para vivir.
Este relato nos invita a reflexionar sobre el verdadero
sentido de la generosidad y el desprendimiento. No se trata tanto de la
cantidad que damos, sino de la actitud de nuestro corazón al dar. La viuda
pobre nos enseña que la verdadera generosidad implica sacrificio personal y
confianza plena en la providencia de Dios.
En esta ocasión también recordamos y honramos a la
Inmaculada Virgen de la Medalla Milagrosa. Esta advocación mariana se originó a
partir de las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré en 1830
en París, Francia. La Virgen le mostró una medalla con la imagen de María
rodeada de estrellas, y le pidió que la hiciera acuñar y difundir.
La Medalla Milagrosa se ha convertido en un símbolo de
gracia y protección para todos aquellos que la portan con fe y devoción. María
nos invita a confiar en su poderosa intercesión y nos recuerda su papel como
madre espiritual de la humanidad.
Así como la viuda pobre dio todo lo que tenía, la Virgen
María también nos enseña a darlo todo a Dios y confiar en su gracia. Su ejemplo
de humildad, pureza y entrega total a la voluntad divina es un modelo para
todos nosotros.
En este día, pidamos a la Virgen de la Medalla Milagrosa que
interceda por nosotros y nos inspire a vivir una vida de generosidad,
desprendimiento y confianza en Dios. Que su ejemplo nos anime a ofrecer nuestro
tiempo, talento y recursos en servicio a los demás, imitando el amor y la
entrega de Jesús.
Que la Inmaculada Virgen de la Medalla Milagrosa nos guíe
siempre en nuestro camino de fe y nos acompañe con su protección maternal.
Amén.