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1 de diciembre

 

san Lucas 21, 29-33

En este evangelio Jesús nos enseña una importante lección a través de la parábola de la higuera y las señales del fin de los tiempos.

Nos habla de la importancia de estar atentos a las señales que nos indican el cumplimiento de los tiempos y la cercanía del Reino de Dios. Él nos dice: 'Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando veis que ya brotan, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios'.

Jesús compara la observación de los árboles en la naturaleza con la necesidad de estar vigilantes y discernir los signos de los tiempos en nuestra vida espiritual. Él nos invita a prestar atención a los acontecimientos que nos rodean y a interpretarlos a la luz de Su palabra y de Su plan de salvación.

Es importante destacar que Jesús nos advierte sobre los peligros de caer en la indiferencia y la despreocupación espiritual. Nos dice: 'De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán'.

Estas palabras de Jesús son un recordatorio de que Su mensaje y Su enseñanza son eternos, y que debemos tomar en serio Su llamado a la conversión y al arrepentimiento. No podemos ser indiferentes ante los signos de los tiempos, sino que debemos estar preparados y dispuestos a vivir según Su voluntad.

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos enfrentamos a desafíos, pruebas y situaciones que nos pueden llevar a sentir incertidumbre y temor. Sin embargo, Jesús nos asegura que Su palabra permanecerá inmutable, incluso cuando todo lo demás pase.

Por lo tanto, hermanos y hermanas, en medio de las adversidades y las dificultades, recordemos la importancia de mantener nuestra fe y confianza en Jesús. Él es nuestra roca y nuestro refugio seguro. Sigamos vigilantes, atentos a las señales de Su presencia y de Su acción en nuestras vidas.

Que este pasaje del Evangelio nos anime a perseverar en la fe, a vivir con esperanza y a estar siempre preparados para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que aunque los cielos y la tierra pasen, Su palabra permanecerá para siempre. Amén."