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8 de noviembre

 

Lucas 14, 25-33

Reflexionando sobre este pasaje vemos que Jesús habla acerca del costo de seguirle y los sacrificios que implica ser discípulo suyo.

En primer lugar, Jesús dice que aquellos que quieran seguirle deben amarlo más que a cualquier otra cosa, incluso más que a sus propias familias. Esto puede parecer desconcertante, ya que valoramos y amamos a nuestras familias, pero Jesús está destacando la importancia de poner a Dios en primer lugar y estar dispuestos a renunciar a todo por Él.

Además, Jesús habla de llevar nuestra cruz y seguirle. La cruz es un símbolo de sufrimiento y sacrificio, y Jesús está diciendo que los verdaderos seguidores deben estar dispuestos a enfrentar dificultades y renunciar a sus propios deseos y comodidades para seguirle.

En cuanto a la reflexión, podemos pensar en lo siguiente:

1. ¿Estoy dispuesto a priorizar mi relación con Dios por encima de todas las demás cosas en mi vida? ¿Estoy amando a Dios por encima de mis apegos y deseos terrenales?

2. ¿Estoy dispuesto a llevar mi cruz y seguir a Jesús incluso cuando eso signifique sacrificio y dificultades? ¿Estoy dispuesto a renunciar a mis propios deseos para hacer la voluntad de Dios?

3. ¿Estoy dispuesto a contar el costo de ser discípulo de Jesús? ¿Estoy consciente de que seguirle implica compromiso y renuncias?

Esta reflexión nos invita a evaluar nuestro compromiso con Jesús y a examinar nuestras prioridades. Ser discípulo de Jesús no es una tarea fácil, pero la recompensa de vivir una vida en comunión con Él y experimentar su amor y gracia es incomparable.

Es importante recordar que Jesús nos ama incondicionalmente y está dispuesto a ayudarnos y fortalecernos en nuestro camino como discípulos suyos. Podemos buscar su guía y orar para que nos dé la fuerza y la firmeza para seguirle, incluso cuando enfrentamos desafíos y sacrificios.