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23 de julio


 San Mateo 13,24-30

Hoy el evangelio nos presenta la parábola del trigo y la cizaña, una historia sencilla que nos quiere mostrar como el Reino de Dios se va manifestando a través de lo cotidiano, a pesar de los contratiempos y las dificultades que a veces se van sucediendo a lo largo de la vida.

Y Jesús para poder explicar esta realidad lo hace a través de estas dos imágenes, del trigo y la cizaña, las dos que crecen juntas, pero solo el buen trigo llega a ser finalmente cosecha agradable a Dios.

La pregunta es ¿qué pasa con la cizaña? Será parte también de este crecimiento, pero es llamativa la actitud que posee el propietario que representa a Dios, al ser paciente y querer esperar ante el pedido de querer arrancarla y hacerla desaparecer.

Quizás aquí nos podamos ver reflejados nosotros cuando caemos en la tentación de querer ser jueces de los demás, cuando creemos estar en lo cierto y los demás son los equivocados, cuando queremos excluir a los que no piensan igual que nosotros.

La actitud de Dios es distinta, Él sí es paciente, porque sabe que, en este proceso de maduración, mucha cizaña puede transformarse finalmente en buen trigo. Solo al final se podrá evaluar con exactitud y discernir las buenas iniciativas de las que solo parecen.

Creo que la Palabra de hoy nos deja una buena enseñanza y que tiene que ver con esta actitud de saber esperar, de ser pacientes, y que es la forma de que Dios nos ama con su infinita misericordia. La misma Palabra de Dios lo atestigua en la carta 2Pedro 3, 9: simplemente Dios tiene paciencia. Porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan.

Nunca te olvides que confiar en Dios, que todo lo puede, es saber esperar. Qué bueno entonces, es saber esperar siempre en Dios.