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6 de julio

San Mateo 10,1-7

En el evangelio de hoy comenzamos a leer el discurso apostólico de Jesús. San Mateo, nos da la lista de los 12 apóstoles en introducción a este discurso mesiánico de Jesús, se confía la misión, esa misión que le confía a la autoridad para expulsar espíritus y curar enfermedades. Ciertamente estos signos van a avalar la palabra que ellos mismo transmiten.

 Nosotros sabemos que Jesús no vino a ejercer como médico, en verdad porque estas sanaciones serán signos de su presencia, pero es muy importante recordar y a mi gusto tener en cuenta, la aceptación del Evangelio, en la vida nuestra, en la vida de todo creyente, verdaderamente sanante.

Aceptar, escuchar, vivir el Evangelio nos cura, nos sana nuestra miserias y enfermedades. Asumir el Evangelio en nuestra vida nos sana en nuestras familias, nos sana en nuestro ambiente, en nuestra patria, porque el Evangelio realmente purifica y sana.

 Esta verdad, si uno asume la Palabra de Jesús ciertamente nos va curando de nuestros egoísmos, de nuestras miserias, de nuestras mentiras, de nuestras fragilidades. Con el Señor y su Palabra quiere ofrecernos vida abundante vida sana por eso dejarnos tocar y sanar, debemos ponernos en su presencia.

 Este texto también nos habla de la fidelidad de Dios porque Él es fiel a su pueblo, porque El es fiel al pueblo de las promesas por eso envía a los apóstoles en primer lugar a los suyos a su pueblo, a sus ovejas perdidas del pueblo de Israel.

 Nosotros hoy podríamos con esta lectura renovar nuestra confianza en que el Señor nos invita a escuchar de nuevo su palabra, a vivirla y esta palabra será el modo de manifestar realmente que la hemos escuchado bien.

 Pidámosle a Jesús entonces que nuestra vida, el Reino sea verdaderamente cercano al dejarnos modelar por ese mensaje salvador.