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27 de abril

San Juan 3,16-21

Estamos en la segunda semana de pascua y este evangelio nos trae unas palabras muy hermosas como, por ejemplo. “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo para que todos tengan Vida eterna” ¡Qué bueno que el mismo Jesús nos muestre y nos diga hasta dónde llega el Amor del Padre Dios al mundo!

“El Hijo vino para Salvar, no para condenar” ¡Qué bueno que de este Amor de Padre todos estemos beneficiados, porque todos podemos salvarnos! ¡El Padre y el Jesús sólo quieren Salvarte!

 

“El que Cree en Él se salva” ¡Renovándote y aceptando a Jesús, te salvas!

 Pensaba y resonaba en mí que, en este tiempo de Pascua, tiempo de alegría, de libertad y comunión fraterna, que bueno sería que puedas mirarte y dejarte mirar por el Resucitado que solo quiere salvarte ¿te lo imaginas mirándote y diciéndote: "¡Vine para salvarte!"? Bueno, cada día lo hace en cada Misa, en cada Eucaristía.

Pensaba también si yo estoy respondiendo a Jesús ésta mirada, con un corazón creyente, dejándome amar, salvar, amando y haciendo mío su mensaje, su vida.

Me preguntaba también si tengo la capacidad de dialogar con otro como Él lo hizo con Nicodemo, el Fariseo, escuchando sus preguntas y respondiendo con un corazón amado y apasionado por la voluntad del Padre.