Páginas

3 de noviembre

 


San Lucas 14, 25-33

 Hoy la iglesia celebra a San Martín de Porres, y en panamá se celebra el 6 de mayo, día de su canonización. Este cambio es porque cada 3 de noviembre, Panamá celebra su separación de Colombia. 

San Martin de Porres es un santo muy popular en muchas partes y hasta se han filmado hermosas películas acerca de su vida y milagros. Es un santo muy simpático y milagroso.

Nació en Lima, Perú, hijo de un español y de una panameña. Por el color de su piel, su padre no lo quiso reconocer y en la partida de bautismo figura como "de padre desconocido". Su infancia no fue demasiado feliz, pues por ser mulato (mitad blanco y mitad negro, pero más negro que blanco) era despreciado en la sociedad.

Aprendió muy bien los oficios de peluquero y de enfermero, y aprovechaba sus dos profesiones para hacer muchos favores gratuitamente a los más pobres.

A los 15 años pidió ser admitido en la comunidad de Padres Dominicos. Como a los mulatos les tenían mucha desconfianza, fue admitido solamente como "donado", o sea un servicial de la comunidad. Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes y siendo el último de todos.

Al fin fue admitido como hermano religioso en la comunidad y le dieron el oficio de peluquero y de enfermero. Y entonces sí que empezó a hacer obras de caridad a manos llenas.

Los frailes se quejaban de que Fray Martín quería hacer del convento un hospital, porque a todo enfermo que encontraba lo socorría y hasta llevaba a algunos más graves y pestilentes a recostarlos en su propia cama cuando no tenía más donde se los recibieran.

Con la ayuda de varios ricos de la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para atender a enfermos y huérfanos y ayudarles a salir de su penosa situación.

Aunque él trataba de ocultarse, sin embargo, su fama de santo crecía día por día. Lo consultaban hasta altas personalidades. Muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: "Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo.

Pasaba la mitad de la noche rezando. A un crucifijo grande que había en su convento iba y le contaba sus penas y sus problemas, y ante el Santísimo Sacramento y arrodillado ante la imagen de la Virgen María pasaba largos tiempos rezando con fervor.

Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros que estaban desanimados. Sin que saliera del convento lo veían llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos.

2 de noviembre

 Dia de todos los difuntos. 

San Juan 14, 1-6

Acostumbrados como estamos a que los Medios de Comunicación nos sirvan casi siempre malas noticias, Jesús de Nazaret, por el contrario, es el gran anunciador de buenas noticias. Todo su mensaje es evangelio, es decir, buena noticia.

En este día de la conmemoración de todos los difuntos, una de las buenas noticias que nos da es que hemos sido creados para la vida y no para la muerte. Ahondado en nuestro interior podemos descubrir en él este fuerte anhelo de vida.

Hay un primer dato, que bien podemos calificar de universal. El deseo de felicidad, de una vida plenamente feliz, recorre el corazón de todo hombre. No hace falta profundizar mucho en nuestra alma para encontrar en ella este deseo.

 Nos gustaría vivir siempre, pero no de cualquier manera, no como vivimos ahora donde la luz y las tinieblas se mezclan, donde la alegría y los dolores están entrelazados. Nos gustaría vivir disfrutando continuamente de la plena felicidad, donde todo lo negativo, eso que ahora nos hace sufrir, desapareciera para siempre. Nos gustaría vivir así, no 20, 30, 100 años, sino durante toda una eternidad.

Nos podemos preguntar si este deseo universal de inmortalidad no será como otros tantos deseos nuestros que nunca se cumplen. Y es aquí cuando la persona de Jesús, nuestro Maestro y Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, viene en nuestra ayuda y disipa nuestras dudas y tinieblas.

Jesús sale a nuestro encuentro en el evangelio de hoy y nos da una buena y estupenda noticia: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá: y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.

Jesús nos asegura que nuestro destino no es la muerte, la nada, el cementerio, el crematorio… Nuestro destino es la vida en plenitud, la felicidad total. Dios nos ha creado no para la muerte sino para la vida, para que disfrutemos de la vida totalmente feliz.

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado…Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor”. Podemos y debemos mirar nuestro futuro no con miedo, con angustia sino con profunda esperanza, sabiendo que lo mejor de nuestra vida está por venir. Al terminar nuestro trayecto terreno nos espera Cristo Jesús para decirnos: “Vengan, benditos de mi Padre, a disfrutar del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”.

1 de noviembre

 Dia de todos los santos 

San Mateo 5, 1-12

El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, tanto los conocidos como los anónimos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo en virtud a su esfuerzo por seguir de cerca al Maestro.

 La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la fe y la caridad.

San Juan Pablo II, en la homilía de la misa dedicada a la Solemnidad de Todos los Santos, en noviembre de 1980, decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”.

 Y es que esta Solemnidad es día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Hoy, la Solemnidad de Todos los Santos compite, en distintos ámbitos de la cultura, contra la “noche de Brujas” (Halloween) y su espíritu comercial y profano. Por eso, es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios.

En el año 2013, el Papa Francisco hizo una hermosa exhortación a la multitud que lo acompañaba en la celebración de esta Solemnidad: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.

No olvidemos nunca que ¡estamos llamados a ser santos! Y que debemos recordar y agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.

¡Feliz día de Todos los Santos!

31 de octubre

 

 

“Aumenta mi Fe Señor, Yo Pecador”

Tres de los evangelistas nos dan una interpretación de este encuentro entre Jesús y el escriba.    Pero San Marcos es el único que describe a este escriba como sincero, abierto, y honesto.  Según el relato de Marcos, vemos a un hombre sencillo que está buscando una aclaración.  No viene para poner a prueba a Jesús.  Viene buscando entender mejor la importancia de la ley.   Parece que Jesús se quedó admirado, porque al final del encuentro dice: “No estás lejos del Reino de Dios”.

Es posible perder la sabiduría en la respuesta de Jesús.  Él no está despreciando los mandamientos de los judíos.  Mas bien, les está respetando, pero al mismo tiempo, poniéndoles en un formulario que es fácil de entender, y fácil de recordar.  Jesús va directamente a la esencia de la ley y la resume en dos principios: el amor a Dios y el amor al prójimo.

El primer mandato viene del libro de Deuteronomio: “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Dios, es el único Señor; amarás al Señor, Tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas las fuerzas”.  Este mandato, conocido como el Shema a causa de la palabra hebrea para “escuchar”, es recitada por los judíos fieles dos veces al día.  Ninguno de los oyentes de Jesús pudo dudar de su importancia.  Con respecto al segundo mandamiento, Jesús hace referencia al libro de Levítico.  La cita viene de una sección en la cual Yahvé ordena que su pueblo sea santo igual que Yahvé.  Con muchos ejemplos Dios deja bien claro que la santidad que Dios espera de su pueblo demanda que amen a todos los seres humanos: a los pobres, a los extranjeros, y a los desamparados.    Entonces, otra vez, los oyentes de Jesús no pueden refutar su respuesta.

Y nosotros, hoy en día, si presentamos la misma pregunta a Jesús, vamos a recibir la misma respuesta.   Para nosotros es imposible amar a Dios de todo corazón y menos posible amar a otros, si nos falta la fe.  Por tanto, es muy importante aceptar que Dios nos ama de todo corazón y sin condiciones.  El amor de Dios no depende de nuestra fidelidad a la ley.  El amor de Dios no se gana por nuestra bondad.  El amor de Dios es un don gratuito que está disponible para nosotros a pesar de lo que hagamos o dejemos de hacer.  Esta fe en el amor de Dios es la base de nuestro compromiso y nuestro deseo de vivir en relación con Dios.

No es tan fácil creer que Dios nos ama así.  Queremos usar nuestra experiencia de amor como la medida de lo que puede hacer Dios.  Y sabemos lo que no es posible para nosotros.  Casi no somos capaces de amar totalmente sin buscar algo del otro.  No es fácil perdonar si el otro no se arrepiente.  Nos parece imposible dar todo a los que no son dignos.  Por eso, nos cuesta creer que Dios puede amar así.

Tal vez el desafío mas grande que tenemos es acercarnos humildemente a Dios, implorando la fe- fe en el amor de Dios para nosotros, fe en la capacidad de Dios de dar sin reserva, fe en el deseo de Dios de estar en relación con nosotros.  Solamente cuando aceptamos este misterio será posible abrirnos al amar a Dios y tratar de extender este amor a los demás.

30 de octubre

 


San Lucas 14,1.7-11

“El que se ensalza será humillado y el que se humilla se ensalzado”. Esta afirmación de Jesús nos invita a pensar en la importancia de la autoestima en nuestra vida.

Que importante es desarrollar una sana estima de nosotros mismos, no creernos más de lo que somos, ni menos, sentirnos profundamente amados, vivir la clave del servicio, de la humildad y de la entrega cómo modo de vivir nuestra vida, lo que nos toque hacer.

Dios ve profundamente y conoce nuestro corazón, sabe que es lo que hay en él, después también, en otra parte, indica que la súplica, la oración del humilde atraviesa las nubes; que hermoso esto, cuando alguien pide con humildad.

Es el propio Jesús quien  nos invita a nosotros a ir hacia Él, nosotros que andamos afligidos y agobiados dice – "vengan a mí, carguen mi yugo y aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón"- veamos como Jesús realmente es el más humilde de los hombres, él se ha hecho una cosa para quedarse en medio nuestro, pensemos que cada Domingo celebramos su presencia en un pedazo de pan y un poco de vino, si hay una humildad mayor que esa que Dios mismo creador de todo, lo visible lo invisible, se haga una cosa y se preste incluso a la maldad humana de cometer sacrilegio, sin embargo Él es así realmente, el más humilde de los hombres.

Que hermosa Palabra esta de hoy para que nosotros evaluemos como estamos caminando en nuestra Fe, porque si no estamos entrando por esta puerta estrecha no hay manera de entrar en el Reino de los Cielos, hay que entrar por esta puerta estrecha, la humildad, el camino de ir pisando más la tierra de quienes somos, de dónde venimos, hacia donde vamos, que caduca, que pequeña es nuestra vida, cuan poco tiempo dura y que esto nos lleve a aprovechar intensamente el tiempo a darle al Señor lo mejor, a darle todo lo que tenemos porque todo le pertenece a Él, que hay que no hayas recibido, y si lo recibiste es porque te agrandas, acá está el motivo más hondo de la humildad, todo lo que somos, tenemos y podemos llegar a ser, le pertenece al Señor.  En Él vivimos, nos movemos y existimos.

 

29 de octubre


San Lucas 14,1-6

En el día de hoy el   evangelio nos presenta una actitud propia de los fariseos, que es observar atentamente al maestro, a ver si se equivocaba, a ver que decía, “lo querían agarrar en alguna situación”.

Este diálogo que se produce entre Jesús y los fariseos con respecto a La Ley, con respecto a lo que está “permitido”, Jesús siempre va más allá de lo que está permitido porque lo que lo mueve, lo que lo guía, es el verdadero amor hacia las personas.

Por eso, si en nuestro corazón hay amor, si realmente tratamos de vivir este mandamiento principal que Jesús nos ha dejado, nuestra vida va a ser muy distinta.

No vamos a estar fijando solamente en sí está permitido o no permitido. Realmente, cuando uno ama en serio:

 – Puede vencer límites que la sociedad de hoy nos propone.

 – A ser creativos, el amor lo es siempre.

 – Nos ayuda entonces a vencer obstáculos que creíamos imposibles.

Por eso, frente a esta “roca” que podrían ser los preceptos, frente a situaciones que nos ponen límites, siempre hay una salida, si realmente uno busca amar con el corazón, si busca el bien de las personas.

Aprendamos de Jesús, que no se detenía, ni frente a los fariseos, que intentaban, justamente con sus distintas normas, sus observancias, ponerlo a prueba.

Jesús pasó todas esas pruebas ¿Por qué? Porque fue capaz de amar, porque todas las personas que lo seguían descubrieron en Él que realmente tiene un corazón tan grande que entramos todos.

Siempre hay lugar en el Sagrado Corazón de Jesús para todos.

 

 

28 de octubre

 

San Lucas 6, 12-19

San Simón y Judas

Hoy se celebra en toda la Iglesia universal la fiesta de estos dos apóstoles del Evangelio san Simón y san Judas, apóstoles, el primero apellidado Cananeo o Zelotas, y el segundo, hijo de Santiago, llamado también Tadeo, el cual, en la última Cena preguntó al Señor acerca de su manifestación recibiendo esta respuesta: El que me ame, observará mi palabra, y el Padre mío le amará, y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él».

Simón y Judas fueron apóstoles de Cristo, por el que derramaron hasta su sangre. Su fiesta se celebra de forma conjunta el 28 de octubre porque se dice que siempre se les veía juntos predicando la palabra de Dios.

Judas Tadeo evangelizó con gran celo a los paganos. Viajó hasta Mesopotamia para difundir la figura de Cristo. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Posteriormente volvió a partir en dirección a Libia, donde junto a Simón, difundieron el Evangelio por toda aquella región.

Ambos apóstoles sufrieron el martirio en Persia, en la ciudad de Suanis. A san Judas le cortaron la cabeza después de golpearle con un garrote. Antes de morir Judas escribió una carta incluida en el Nuevo Testamento. Simón, por su parte, fue martirizado con una sierra, que cortó su cuerpo en dos.

Pero la historia de estos dos apóstoles no es solo la historia de su martirio, sino la historia de dos hombres que dejaron todo para seguir muy de cerca a Cristo y que difundieron su figura por muchos de los reinos conocidos entonces.

 

27 de octubre

 San Lucas, 13, 22-30

Este evangelio de hoy nos dice:

“…Traten de entrar por la puerta estrecha. Muchos lo intentarán y no podrán entrar….hay últimos que serán los primeros…” ¡Que Evangelio! ¡Qué Buena Noticia nos deja el Señor en este día!

Jesús alguien le hace una pregunta que hoy raramente se plantea ¿Son pocos los que se salvan? Lo que puede suceder después de la muerte parece que hoy no interesa mucho… Pero en la época de Jesús era un tema muy importante y frecuente. Se quería saber como asegurarse la salvación, y la entrada a la vida eterna.

Pero hoy llevamos una vida acelerada, con muchos temas y distracciones, habituados a un cambio permanente, viviendo en lo “inmediato”. Nos interesa vivir bien la vida ahora y evitamos preguntas sobre lo que sucederá después de la muerte.

Por eso hoy la pregunta más frecuente es ¿Cómo puedo hacer para vivir bien, para estar mejor? Pero, atención, porque la respuesta para la vieja pregunta y para la pregunta de hoy es la misma: poner siempre nuestra confianza en Dios y tratar de amar como nos amó y nos ama Jesús.

El Señor nos habla por medio de dos grandes imágenes: por un lado, la puerta estrecha por la que hemos de esforzarnos para entrar. Por otro lado el cortejo que se forma con personas de todas partes de la tierra hacia la ciudad bendita en la que tiene lugar el banquete del R de D

Con la primera imagen, Jesús no responde directamente a la pregunta si “son pocos los que se salvan”. No alimenta fantasías y nos lleva a lo esencial. De la curiosidad a la sabiduría. No responde cuántos, sino cómo alcanzar la salvación. El invita a no sentirnos tan seguros y a lucharla, al compromiso.

Y por otra parte afirma que es lo que no sirve o no basta: pertenecer a una pueblo o raza o institución… (pensando que ya adquirí derechos)…hemos comido contigo… Te hemos conocido…profetizamos en tu nombre…No basta, hace falta otra cosa. Dios conoce bien al que oye y al que oye y practica.

Jesús deja claro que querer ser su discípulo no es un juego…requiere una opción fundamental y un esfuerzo continuo, como es pasar por una puerta estrecha… y por otro lado frente a los que pretenden ser los únicos o privilegiados por cuestiones de raza o poder, Jesús aclara que Dios no hace acepción de personas y por eso coloca una imagen de peregrinos venidos de los cuatro puntos cardinales…en donde hace ver que se verán grandes sorpresas…en donde sólo las obras buenas y la imitación de Cristo es lo que contará.

Además al final se ven dos situaciones diferentes, los que están adentro y los que están afuera de la sala. No da lo mismo una que otra. Quedar afuera es dramático. Es entrar en la amargura permanente…un rechazo del amor y de la amistad de Dios para siempre.

No temamos ciertos ajustes o podas…la puerta estrecha al comienzo, se hace ancha después: es grande la paz, la alegría, el gozo, y la vida nueva a la estamos llamados por misericordia de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

26 de octubre

 

San Lucas 13, 18-21

En este día el evangelio nos invita a descubrir claramente esta imagen que usa Jesús, esta comparación del reino de los cielos, ¿A qué se parece el reino de los cielos, a qué podré compararlo, la imagen que utiliza es la de semilla de mostaza, que es muy pequeña, pero cuando se siembra y crece se convierte en un gran arbusto que sirve de cobijo para las aves del cielo

 y luego también añade la comparación de una levadura que una mujer mezcla en una gran cantidad de harina, parecería a cierta vista que el reino de Dios es insignificante, casi no se ve, sin embargo, el reino del Señor está siempre presentes entre nosotros, en nuestra vida cotidiana y en las cosas simples de la vida.

El Señor tiene el poder de mostrarse como Él quiere, sin embargo, eligió lo simple y sencillo para que nosotros podamos reconocer su presencia, en esa simpleza aparece la fortaleza, lo perfecto de Dios entre nosotros.

Siempre el Señor va a utilizar imágenes para poder hablar del reino de Dios y ¿Qué es el reino? Es la presencia de Él entre nosotros, son aquellos signos que nos muestran que el Señor camina a nuestro lado, que es nuestra mejor compañía, es el centro de nuestra vida e historia y dependerá de nosotros en que lugar lo ubicamos y que espacio le ofrecemos al Señor.

Que esta palabra sea para nosotros un motivo de esperanza, por momentos atravesamos situaciones difíciles que no nos permiten ver claro, que parecería que el Señor se ha olvidado de nosotros y que no nos escucha en las oraciones. Sin embargo, Él está allí en lo simple, sencillo, cotidiano, en el día a día.

Oremos para que nunca dejemos como creyentes y cristianos, hijo de Dios de buscar siempre su reino.

25 de Octubre

 

San Lucas 13, 10-17

Estamos ante una pobre mujer encorvada. Jesús con un gesto de amor hace una curación en día sábado. Había una ley ya desde Moisés que impedía todo trabajo en día sábado. Era la ley sabática. En el día sábado que era dedicado a Dios no se podía hacer ningún trabajo ni sanar a un enfermo. Pero Jesús la va a sanar ese día para mostrar que la persona está por encima de la ley.

Muchos se escandalizaron que Jesús curara en día sábado. Este hecho de Jesús nos enseña que la caridad con las personas es superior a todo. El amor está por encima de la ley. Muchas veces nos quedamos atrapados en la ley.

 Si la ley nos impide ejercer la caridad fraterna no nos sirve para nada. Ya Jesús había dicho que no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Muchas veces podemos practicar una religión que nos hace esclavos.

 Parafraseando lo que dijo Jesús, podemos decir que no es el hombre para el auto, sino el auto para el hombre. Conocí a un hombre que se pasaba limpiando su auto, y lo cuidaba más que a su mujer. La prioridad siempre son las personas, ellas están por encima de las cosas, están por encima de la ley.

 Jesús siempre dio la primacía a las personas ante que la ley. Jesús por ayudar a los enfermos no cumplía la ley sabática por eso era mal visto por muchos.

Lo que era el sábado para el judío hoy sería el día domingo para nosotros. Es un día para Dios. ¿Lo tenemos presente a Dios cada domingo? Además, de dedicar el domingo a Dios ¿ayudamos a enderezarse a las personas que están agobiadas? Hay muchas personas a nuestro lado que están encorvadas por algún sufrimiento.

Qué lindo sería de proponernos hacer cada domingo algún acto de caridad. Que pudiéramos tener un plus que no hacemos en la semana. Como tener una atención para con algún enfermo o ancianito, o con alguien que está solo, o con algún familiar que hace mucho que no visitamos, o hacer una llamada telefónica amable.

O visitar a algún pariente que tenemos abandonado, o ayudar a desatar a alguien que esté atado en su sufrimiento. ¡Cuánto bien podríamos hacer! No dejemos de ser caritativos, y que Dios nos dé mucho amor para trasmitir a los demás.

24 de octubre.

El ciego Bartimeo 

¿Recuerdas el evangelio del domingo pasado? Seguro que sí.

Era la historia de dos jóvenes, dos hermanos... ¿Ahora si lo recuerdas?

Se acercaron a  Jesús y le dijeron : "Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte. El les dijo: Que es lo desean?  Concede que nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria.

Después de escuchar tantos sermones y enseñanzas en el camino a Jerusalén, Santiago y Juan no entendían nada. No podían ver. Estaban ciegos.

En Cesarea de Filipo, Jesús les dice a sus discípulos que "el Hijo del Hombre debe padecer grandes sufrimientos, y ser muerto y después de tres días resucitar".

Pedro, ofendido, reprende a Jesús. Pedro es CIEGO. No puede ver.

Es fácil criticar a estos hombres por su incapacidad de ver las cosas que Jesús les está mostrando. Pero las cosas que Jesús les estaba mostrando no eran fáciles entonces, y no son fáciles hoy. Para aquellos que viven sólo en la carne, nunca serán fáciles.

¿Sufrimiento? ¿La muerte? ¿Quién, entre nosotros, quiere ver la vida a través del  lente del sufrimiento?

Esto es especialmente cierto en la vida de la fe. Sólo la fe madura mira las partes felices y las duras, especialmente las partes duras de la vida.

En el  Evangelio de hoy nos encontramos con  un hombre, Bartimeo, que se ve obligado a mendigar porque es CIEGO. Un dia Bartimeo estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna y le dijeron que venía Jesús.

Empezó a gritar: "Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí".

Jesús y la gran multitud que le seguía escuchan su fuerte petición. Jesús le llama y le pregunta: "¿Qué quieres que  haga por ti?

"Rabí, quiero ver". Eligió la vista en lugar de la ceguera

Bartimeo renunció a su identidad de CIEGO y se convirtió en seguidor de Jesús. No le obligaron, fue una decisión personal que tomó. Para ser un verdadero y comprometido seguidor de Jesús necesitamos vista física y espiritual.

La ceguera no tiene que significar no poder ver a través de nuestros ojos.

Pedro no podía ver. Santiago y Juan no podían ver aunque sus ojos y oídos estaban sanos y bien abiertos.

Estaban ciegos en su espíritu. Las enseñanzas de Jesús no llegaban a sus corazones, no buscaban la gloria de Dios sino su propia gloria, no pensaban en nadie sino en ellos mismos.

Ciegos en sus corazones y en sus cabezas.

 

Ver es peligroso. Puede poner en duda todo lo que hemos creído.

La mayoría de nosotros fingimos a veces estar CIEGOS, e incluso nos sentimos seguros y cómodos en nuestra ceguera. Fuera de la vista, fuera del corazón. Pero el problema es que "lo que vemos, no lo podemos dejar de ver". El olvido no es la respuesta, la acción sí.

Hay muchos Bartimeo sentados al borde del camino pidiendo limosna en nuestra sociedad, es imposible ignorarlos. Mantenemos nuestros ojos y nuestros corazones cerrados. CIEGOS.

Jesús aunque está presente en nuestra iglesia, lo vemos como alguien que pertenece a un pasado muerto. Hoy nos invita a todos a aceptarlo como nuestro guía y nos pregunta: "¿qué quieres que haga hoy por ti?

Señor, queremos ver. Mantén nuestros ojos y nuestros corazones siempre abiertos.

Sí, era CIEGO, pero ahora puede ver. El don de la vida y la vista que recibió de Cristo son ahora instrumentos para llevar a más personas a Dios.

Que esta semana seamos luz y esperanza para los demás.

Domingo, 17 de Octubre

LA GLORIA DE DIOS VS. MI GLORIA

 

La realidad del "liderazgo de servicio" aparece no sólo en el Nuevo Testamento sino también en la vida de muchos grandes líderes y de muchas personas santas.

 

La historia de nuestra Iglesia es la historia de miles de hombres Y mujeres que aprendieron a servir Y murieron sirviendo a los necesitados.

 

La Madre Teresa de Calcuta está considerada como una de las mayores humanistas del siglo XX y la llamamos Santa Teresa de Calcuta.

 

"No todos podemos hacer grandes cosas, dice la Madre Teresa, pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor. Ella hizo grandes cosas con gran amor.

 

Tú y yo también tenemos oportunidades de ejercer ese liderazgo de servicio. Puede ser un encuentro casual de camino a Trader Joe's o a la iglesia o puede ser más intencional cuando decides formar parte de un movimiento de la iglesia dedicado a servir a los pobres.

 

El líder-servidor pone a los demás antes que a sí mismo y actúa sobre esa base y ayuda a cambiar el mundo para bien.

 

Nosotros, los que estamos en la iglesia, tendemos a ser consumidores de religión, nos encantan nuestras muchas devociones, somos fieles a nuestro banco asignado, pero servir significa compromiso, servir significa olvidar nuestras cosas y nuestro egoísmo.

 

El evangelio de hoy es la historia de una madre que sólo quería lo mejor para sus hijos. Por eso se acercó un día a Jesús con una petición audaz. "Quiero que mis dos hijos ocupen los puestos de mayor honor en tu reino".

 

"¿Qué queréis que haga por ellos? les preguntó Jesús. "Que uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria", le respondieron.

 

Quieren llegar a la cima de la escalera saltándose los peldaños inferiores. Quieren la Pascua ignorando el Viernes Santo.

 

Ser ambicioso no es malo, pero la ambición egoísta está mal. Santiago y Juan lo pedían egoístamente. Seguían viviendo en la cárcel del yo.

 

Jesús les ofrece sólo la copa del sufrimiento y un nuevo bautismo. Santiago y Juan sólo conocían a Jesús, el hombre, no conocían a Jesús, el hijo de Dios.

 

Martin Luther King predicó uno de sus sermones más memorables sobre el Evangelio de hoy. Lo tituló: "El instinto del tambor mayor".

 

Y lo define: "el deseo de estar al frente, el deseo de liderar el desfile, el deseo de ser el primero".

 

Todos nosotros tenemos este instinto mayor. Queremos ser los primeros, no sólo en nuestra sociedad, sino también en nuestra iglesia e incluso en el reino de Jesús. Le decimos a Jesús "quiero ser tu mano derecha".

 

Jesús vino a salvarnos por amor. Su mensaje es sencillo. Dijo: "No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos".

 


23 de octubre

 


San Lucas 13, 1-9

Este evangelio nos relata en primer lugar el encuentro de Jesús con algunas personas que le hacen un planteo: si la sangre de aquellos galileos mezcladas con la de los sacrificios era una especie de reparación por algo malo que habrían hecho. A la respuesta con un interrogante la responde el mismo Jesús.

 

Sin embargo, fuera de Lucas 13,1, no hay información alguna sobre una matanza de galileos producida en el Templo durante el ofrecimiento de sacrificios. Ahora bien, muchos creen que éstos, asesinados o agredidos por otras personas, o los que padecen las consecuencias de accidentes o catástrofes naturales (13,4), están recibiendo el castigo de Dios por causa de su pecados.

 

Jesús enseña que ese dolor y esa muerte no es un castigo por los pecados aunque no deja de advertir que se conviertan, porque correrán peor suerte. ¡Por tanto, mientras es tiempo, que cambien de vida! (Lc. 13. 3.5)

 

La otra imagen del evangelio, es la parábola de la higuera sin frutos. Jesús enseña que Dios da tiempo y auxilio para que la persona dé los frutos que él espera de ella.

 

En este tiempo final de la historia de la salvación que inauguró el Mesías, hasta que Él venga, es tiempo de decisión personal y de frutos, los propios de un seguimiento fiel y alegre del Señor al que se espera.

 

Conversión y frutos es a lo que nos desafía el Señor en su Palabra. Que el encuentro con Él, ahora en su Palabra y a lo largo del día nos haga más cercanos y fecundos en el seguimiento.

 

22 de octubre

 


San Lucas 12, 54-59

 

Hoy, 22 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Pablo II, el Papa peregrino, el Pontífice que viajó por el mundo entero llevando un mensaje de paz y reconciliación. Juan Pablo II, como heredero del Concilio Vaticano II, contribuyó enormemente a su asimilación desarrollando un nutrido y sólido magisterio.

 

 Supo proyectarse al futuro llamando a una “Nueva Evangelización”. Fue también un defensor incansable de la vida y la familia: “el matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio".

 

 

A la muerte de Juan Pablo I en 1978, es elegido Sumo Pontífice, adoptando el nombre de “Juan Pablo II”, en honor a su predecesor. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 al interior de ese país.

 

Su pontificado fue el segundo más largo de la historia: 26 años, 5 meses, y 18 días (9, 666 días), de 1978 a 2005. A Juan Pablo II se le reconoce como uno de los artífices de la caída de los regímenes comunistas totalitarios de la Europa Oriental.

 

 Ejerció, en ese sentido, un liderazgo decisivo en la consecución de la paz mundial y la liberación de los pueblos de las ideologías. También fue un crítico de los excesos del sistema capitalista y un defensor de la clase trabajadora.

 

Lamentablemente, el Papa Juan Pablo II fue víctima de la violencia: sufrió un atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981 (día de la Virgen de Fátima), del que salió muy mal herido aunque logró sobrevivir providencialmente. Un gran ejemplo dio al mundo cuando, ya recuperado, visitó en la cárcel al hombre que le disparó, un ciudadano turco concediéndole el perdón.

 

San Juan Pablo II siempre estuvo preocupado por los jóvenes. Fue él quien impulsó las Jornadas Mundiales de la Juventud, con las que congregó a millones de jóvenes de todo el mundo. También fue el inspirador y promotor de los Encuentros Mundiales de las Familias.

 

El Papa peregrino partió a la Casa del Padre el 2 de abril de 2005, a los 84 años de edad. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2011 y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco. En aquella ocasión, en la homilía de la ceremonia de canonización, Francisco señaló lo siguiente: “San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia”.

20 de octubre

 


San Lucas 12, 39-48

 

Estar atentos, estar preparados y vigilantes es una actitud y capacidad que muchos vivimos a diario, hasta casi inconscientemente y de modo angustioso, hemos aprendido a ejercitarlo debido a la inseguridad y violencia que a diariamente vivimos en nuestras ciudades.

 

La Palabra de Jesús también hoy nos habla e invita a estar preparados, vigilantes, trabajando, esperando que llegue el Hijo del hombre, por supuesto que es una actitud diferente, distinta, es un estar vigilantes y atentos esperanzados y gozosos porque viene a nuestro encuentro, Alguien importante, el Mesías, el Señor.

 

Siempre que viene alguien de visita a nuestro hogar, intentamos tener todo en orden y preparado para compartir y disfrutar de su presencia. Creo que esta es la actitud atenta que nos invita Jesús a cultivar y formar en nuestra vida. Estar preparados haciendo lo de todos los días, con el corazón gozoso porque Él Viene, no se cuándo ni cómo, pero siempre Viene.

 

Diría una canción que quizás conoces: “…Es joven el que espera, el que sabe caminar, el que lucha por el Reino, sin volver la vista atrás. El que da su mano a otro, el que sabe transformar, el que es pan para los pobres defendiendo la Verdad…”

 

Que bueno que el Señor te encuentre siempre de este modo, disfrutando, aprovechando, gozando, trabajando y transformando cada momento, el Presente como servidor prudente a quien se le puede confiar mas!

 

Que nada, ni nadie, te distraiga ni saque el tiempo, no te duermas, no te dejes estar en la vagancia. Hay que estar atento, preparado, con el corazón encendido, descubriendo, buscando y esperando al Dios de la vida!

 

¿Estás Preparado, ? “Nosotros hacemos consistir la Santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer como Jesús lo quiere.

21 de octubre

 


san Lucas 12,49-53

En el Evangelio de hoy escuchamos que Jesús manifiesta  su deseo de que su fuego arda en el mundo, de que su fuego de amor esté encendido en todos. Jesús nos da su fuego, ese fuego de amor que quema nuestro corazón , una llama de amor viva. Jesús nos da su pasión, esa pasión de querer llevar el amor a todos lados.

 

Jesús ha venido a traer fuego y estoy convencido de que en algún momento de tu historia experimentaste el fuego del amor de Jesús en tu corazón   de ese momento cuando tu corazón estaba lleno del amor de Dios y que ese amor quería explotar y salir hacia todos lados?

 

 Seguro son momentos inolvidables y que quisiera que lo traigas a la memoria, trae de nuevo esa experiencia en tu corazón. Y seguro que al recordar se dibuja una sonrisa muy grande en tu rostro y quien dice que por ahí te planta un lagrimón de alegría.

 

 Que bueno que es Jesús que siempre nos da lo mejor de lo mejor. Que bueno que es Jesús al transmitirnos su mismo fuego de amor en nosotros.

 

Su fuego está en nosotros. Su pasión está en ti. Anda y con el fuego de amor de Jesús incendia los corazones de todos. ¿Cómo lo vamos a hacer? Dando la mejor sonrisa, dando el mejor servicio. Haciendo las cosas con muchas ganas y con mucha vida.

 

 Dando el mejor abrazo a los que se te acercan o a los que quieras . Visitando a alguien. Donando algo a los más necesitados. Visitando a los enfermos.

 

 Haciendo todo con la mejor gana. Y miles de gestos y cosas que se te ocurran. ¿Por qué hacerlo? Porque tenemos en nuestro corazón el fuego del amor de Dios y lo vamos a compartir con todos.

 

 

19 de octubre

 


San Lucas 12, 35, 38

 

Este  evangelio  nos habla de que, debemos estar preparados, o de no andar improvisando. Podemos caer  en una sociedad del placer inmediato y el éxito de lo efímero, nos vamos contagiando de la urgencia de lo inmediato, que desvirtúan nuestra perspectiva.

 

¿Que quiere Jesús? Jesús quiere que nuestras miradas tengan mayor alcance. Que nuestra vida se oriente con un sentido más pleno.

 

Y por eso que orientemos la atención, hacia algo grande; Que El vendrá. Y es hacia ese encuentro que caminamos, por eso nos dice:

 

Estén preparados, ceñid a las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor que fue a una boda para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. Felices los servidores a quienes el Señor encuentre velando a su llegada.

 

La vida cristiana, nuestra Fe es una forma de vida, y por lo tanto estamos llamados a descubrir, que el sí grande que le tenemos que dar a Dios cuando se nos pida, es la suma de muchos pequeños si, de muchas pequeñas fidelidades, de muchas pequeñas o grandes renuncias; de muchas pequeñas actitudes de tener abierto el corazón a Dios y a los hermanos en la vida de todo los días. Para que cuando nos llegue el turno podamos decir como dice el salmo 39: Aquí estoy Señor, para hacer Tú voluntad.

 

Por eso, estar prevenidos y para estar prevenidos tenemos que rezar incesantemente como dice el mismo evangelio de San Lucas en el cap. 21. Porque así vamos a poder comparecer seguros ante el Hijo del Hombre. No va a ser un juicio en el sentido humano, sino que va a ser precisamente la lógica consecuencia de dar ese paso de esta vida a la Vida con mayúscula y que va a implicar precisamente el acto seguido de lo que hemos sido aquí en esta vida para ser en la vida eterna, elegimos nosotros.

 

Por eso, seamos fieles, estemos preparados, no seamos improvisados y mantengamos la calidad de la Fe, que crezca día a día para decirle siempre que Si a Dios, que aquí estamos para hacer Tú voluntad.

 

18 de octubre

 


San Lucas 10, 1-9

San Lucas, el Evangelista, es autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Gracias a su narración del Evangelio, los cristianos podemos conocer mejor a la Virgen María, ya que Lucas registró más pasajes de su vida que cualquiera de los otros evangelistas.

 

 Probablemente, esto se explique por la cercanía que tuvo Lucas con el Apóstol San Juan, el discípulo amado, quien se hizo cargo de la Madre de Dios, tal y como Jesús pidió en la Cruz. Su fiesta se celebra el 18 de octubre.

 

La fecha de nacimiento de Lucas es incierta, pero se cree que nació en Antioquía (actual Turquía). Su nombre significa “portador de luz” y se convirtió a la fe en Jesucristo alrededor del año 40. No conoció personalmente al Señor Jesús, pero sí a San Pablo, de quien fue discípulo.

 

 Lucas fue un hombre instruido -a diferencia de la mayoría de los apóstoles- y de amplia cultura. Se dice que fue médico, pero también sabía de letras -su lengua era el griego- y de algunas artes como la pintura.

 

Es el único autor del Nuevo Testamento que no tuvo origen judío y cuyos escritos estuvieron pensados para llevar la Buena Nueva a los pueblos gentiles. De hecho, Lucas escribió en griego koiné, es decir, la lengua más extendida de la antigüedad junto al latín.

 

En el relato de su Evangelio, San Lucas pone de relieve a quienes sufren en el cuerpo o en el alma, especialmente a los pobres y los pecadores arrepentidos. Su Evangelio, además, nos recuerda siempre la necesidad de la oración.

 

Sobre su destino final, ocurrido posteriormente a la muerte de Pedro y de Pablo, no se tiene suficiente certeza. Se debate si murió martirizado o si, murió siendo anciano.

 

​Existe una fuerte tradición que proviene de Gaudencio, según la cual habría sido martirizado junto a Andrés, el Apóstol, en la tierra de Patras, provincia romana de Acaya. De acuerdo a esta misma tradición, Lucas habría muerto colgado de un árbol.

Generalmente, se le representa con un libro en las manos, al lado de un toro o novillo.

Es patrón de los doctores, cirujanos, carniceros, encuadernadores, escultores, notarios y artistas, debido -esto último- a que probablemente pintó una imagen de la Virgen María.

16 de octubre

 


San Lucas 12, 8-12

Hoy celebramos a santa Eduviges. Patrona de los afligidos y deudores. La vida de Eduviges, niña rica e hija de príncipes, fue una letanía de sufrimientos. Sufrió con el esposo, hombre violento y vulgar. Enrique fue varias veces prisionero de guerra.

 

Una vez, lo trajeron a casa derramando sangre por las heridas. Fue muerto a puñaladas, pocos meses después, durante la celebración de la misa. Sufrió con los hijos. Uno de ellos se rebeló contra el papa y tuvo muerte violenta. Otro hijo, Enrique, murió en la guerra. Ella misma fue a recoger su cuerpo mutilado, en medio de otros cadáveres esparcidos por el campo de batalla.

 

Sufrió con sus parientes. Su hermana Inés, reina de Francia, tuvo muchas frustraciones en su matrimonio. Otra hermana, reina de Hungría, murió apuñalada. Sus hermanos fueron acusados de traicionar y matar al emperador. La sobrina, santa Isabel de Hungría, fue arrojada del castillo y murió en la miseria.

 

Sufrió con la situación de su tiempo. Corría el siglo XIII y los campesinos y los pobres eran oprimidos por los nobles. Eduviges, se dedicó enteramente al servicio de los necesitados: protegía a los huérfanos y a las viudas, visitaba hospitales, amparaba a la juventud necesitada, educándola e instruyéndola en la fe cristiana, cuidaba los leprosos...

 

Andaba descalza por las calles, con los pies agrietados por la nieve, haciendo penitencia. Cuando su esposo murió, se retiró al convento donde su hija Gertrudis era abadesa. Pasó el resto de sus días en austeridad. Murió en el año 1243 Santa Eduviges es la patrona de los afligidos y deudores.

15 de octubre

 


San Lucas 12, 1-7

Jesús nos dice hoy: “a ustedes, mis amigos, les digo”; “No tengan miedo”. Para Jesús, nosotros, cada uno, somos sus amigos ¡Este amor de amistad es el fundamento de nuestra confianza! Recordemos que el amor de amistad supone: igualdad entre los amigos, amor de benevolencia y que este desearse y hacerse bien sea mutuo.

 

 Jesús por la gracia nos hace capaces de dialogar con él como íntimos, tenemos su Espíritu, su vida en nosotros; Él quiere nuestro bien, que lleguemos a la plenitud para la que el Padre nos pensó y que nosotros también procuremos su bien, su gloria: "La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios", es decir, Él quiere que vivamos en su Presencia, cercanos a él.

 

Un amigo fiel a lo que debe temer es a separarse de su amigo, por ello Jesús nos previene de lo que podría alejarnos de Él: la levadura de la hipocresía, la falsedad de vivir de apariencias, y el padre de la mentira que es el que con engaños puede llevarnos al infierno. Este temor es temor de valientes, de los que saben que con el príncipe de este mundo no hay que negociar. Y de los que, si llegan a caer en sus trampas, como el salmista reconocen su falta y confiesan su pecado.

 

Vivir la amistad con Dios por medio de Jesús es lo que nos hace vivir confiando en Él y aleja de nosotros el verdadero mal y al maligno. Su amistad es la causa de la más honda felicidad que puede alcanzar el ser humano.

 

Hoy también celebramos a Santa Teresa nació en Ávila (España) el 28 de marzo de 1515. A los 18 años ingresó al Carmelo y a los 45 años, buscando responder a las gracias extraordinarias que recibía del Señor, emprendió una reforma de su propia Orden, con ansias de auténtica renovación y fidelidad al espíritu original del Carmelo. Apoyada por San Juan de la Cruz, dio inicio a la gran reforma carmelitana.

 

A pesar de las incomprensiones, el rechazo de muchos, las habladurías y las falsas acusaciones -algo que la llevaría a comparecer frente a la Inquisición-, Teresa no se detuvo en el proyecto que el Señor le había encomendado. Siempre con la orientación y guía de las autoridades eclesiales y su director espiritual, Teresa fundó nuevos conventos y reorganizó la vida de las religiosas, optando por una vida más austera, sin vanidades ni lujos.

14 de octubre

 


San Lucas 11, 47-54

Hoy celebramos a San Calixto que  fue el decimosexto Papa de la Iglesia Católica. Su periodo de pontificado abarcó de 217 a 222.

 

Calixto fue el primer Papa liberto. Es decir, tuvo la condición de esclavo, sometido al trabajo en las minas, pero que pudo obtener su libertad. Una vez libre, se entregó completamente al servicio de la comunidad cristiana.

 

San Ceferino, su predecesor en el papado, lo convirtió en su hombre de confianza y le encargó el cuidado y administración de las catacumbas -inicialmente el cementerio cristiano- pero que, como se sabe, se convirtieron en lugar de refugio para los cristianos perseguidos. Bajo su administración las catacumbas llegaron a tener hasta 4 niveles y más de 20 kilómetros de corredores. Hoy, las Catacumbas de San Calixto son uno de los principales lugares históricos de Roma. En ella reposan los restos de varios papas, mártires y santos.

 

A la muerte de San Ceferino en el 217, Calixto fue elegido Sumo Pontífice. Durante su pontificado soportó la férrea oposición de Hipólito, quien lo acusó de ser indigno de su cargo. Para Hipólito un liberto carecía de la dignidad apropiada para conducir la Iglesia. Además, se opuso a que hombres que hubiesen dejado atrás la poligamia o el concubinato pudiesen ser ordenados sacerdotes, aún habiendo pedido perdón y convertido sus vidas a Cristo. Similares restricciones y rechazos pretendía Hipólito para otros cristianos conversos, o para aquellos que habían cometido apostasía y querían regresar al seno de la Iglesia. El espíritu pastoral de Calixto rechazó todas estas formas de rigorismo por considerarlas contrarias al mandato de Cristo sobre la caridad.

 

Lejos de cambiar de actitud, Hipólito también acusó sin éxito a Calixto de ser un propagador de herejías sobre la Trinidad.

 

Víctima de la persecución contra los cristianos, San Calixto fue llevado a una mazmorra, sin comida y sin luz. Semanas después fue encontrado tranquilo y saludable. Hoy, la tradición conserva el testimonio de sus palabras:

 

"Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin comer ni beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de resistir sin desesperarme".

 

Entonces la autoridad imperial dispuso que lo echaran a un profundo pozo y que la boca del hoyo fuera cubierta con tierra y escombros. San Calixto murió enterrado. Se dice que sobre aquel lugar se alza la Iglesia de Santa María en Trastevere. Las actas de los mártires dan cuenta de que San Calixto fue el segundo Papa mártir, después de San Pedro.

13 de octubre

 


San  Lucas 11,42-46

Si hay algo que nos enseña la oración con la Palabra de Dios es que nuestro seguimiento del Señor se tiene que notar. Y sí, es cierto, qué difícil que es mostrar que realmente vamos detrás de Jesús.

 

Porque todas nuestras miserias quieren tener la última palabra, sale todo a flor de piel y muchas veces van a surgir los conflictos, los miedos, las expectativas; pero qué importante siempre volver al centro, a lo que Dios espera de nosotros, a nuestra identidad: somos hijos de Dios.

 

  Jesús te recuerda que el centro de tu vida, la plenitud, tiene que encaminarse a seguirlo. Dios tiene un plan para tu vida, y ¿sabes cómo se llama eso? Es la santidad.

 

El evangelio de este día Jesús señala la mala conducta de los fariseos, que viven sin autenticidad, sin coherencia. Muestran algo por fuera, pero por dentro están vacíos de sentido.

 

Meditemos algunos puntos:

En primer lugar, reconócete pequeño. El Señor dice “¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!”. Estos fariseos querían mostrarse como buenos y ser reconocidos por todos, todo lo hacen para que los vean.

 

 Y nosotros a lo mejor podemos caer en esto también. ¿A quién de nosotros no nos gusta en el fondo que nos reconozcan? Nos gusta que nos halaguen, que nos vean, que nos aplaudan, que nos quieran, que nos sigan. Pero el camino que nos propone Jesús pasa por otro lado.

 

¡Qué difícil soportar humillaciones! No estamos preparados para eso, para que hablen mal de nosotros, para que nos rechacen, que nos critiquen. No estamos preparados para parecernos a Jesús en el dolor.

 

 Muchas veces queremos ir directamente a la pascua y nos olvidamos de la cruz, queremos las cosas lindas pero el camino del Señor tiene esto también. Por eso lo bueno es redimensionar nuestra vida a la luz del amor de Dios e, incluso en los momentos difíciles, aprender a sonreír. Incluso en los momentos de prueba y dificultad, hay que aprender a ver cómo Dios pone en el camino personas que valen la pena, que te sostienen, que secan tus lágrimas, que te hacen tener ganas de vivir y fortalecerte. Y tu también conviértete   en una persona que no aparente, sino que viva la paz de ayudar al otro.

 

En segundo lugar, reconócete a ti mismo. ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!”. Al Señor le molesta el orgullo. Qué mal que le hacemos al mundo cuando queremos vivir en una realidad a la que no pertenecemos o mostrar algo que no somos.

 

 

Por último, reconoce a los demás. Si vives la misericordia, te vas a dar cuenta que ser autoritario nunca puede ser la solución. Deja de imponer, deja de exigir injustamente. No vivas en esa actitud farisaica y empieza a ser ejemplo de vida. Que tu centro sea el servicio a los demás y no la exigencia. Reconoce lo bueno que hay en las personas que Dios te regala. Anímate a amar como Dios te ama.

 

 

12 de octubre.

 


San Lucas 11, 37-41

Día de la raza, pero en la iglesia celebramos a nuestra Señora del Pilar. De acuerdo a una antigua tradición, el Apóstol Santiago llegó a España para predicar el Evangelio y allí la Virgen María se le apareció de pie, encima de un pilar. Este es el origen de una de las advocaciones más extendidas y hermosas que hay en la Iglesia: Nuestra Señora del Pilar, cuya Fiesta se celebra cada 12 de octubre.

 

Alrededor del año 40 de la era cristiana, San Santiago, en una noche de oración a orillas del río Ebro, vio a la Madre de Jesús. Ella le pidió que se le edifique un templo dedicado a su Nombre, y que el altar fuese colocado junto al pilar.

 

"Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda", le dijo la Virgen María al Apóstol Santiago.

 Después de la aparición, San Santiago y sus discípulos comenzaron la construcción de la capilla, en cuyo interior permanece la columna, y empezaron a referirse a la Virgen María con el nombre de “Santa María del Pilar”. Esa capilla es el primer templo del mundo dedicado a la Virgen María.

 

El paso de los siglos atestigua el cumplimiento de lo dicho por la Madre de Dios al Apóstol Santiago. Ni las guerras, ni las invasiones, ni las bombas arrojadas durante la Guerra Civil española han podido alterar el lugar.

 

Nuestros países Latinoamericanos fueron  evangelizados por misioneros españoles, y han sido constituidos en su identidad católica bajo la protección de la Virgen del Pilar, protectora de quienes llegaron a sus tierras con el propósito de anunciar a Cristo. Por eso, San Juan Pablo II, en 1984, reconoció a la Virgen del Pilar como “Patrona de la hispanidad”.

11 de octubre


San Lucas 11, 29-32

Hoy celebramos a  San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Desde muy joven se sintió atraído por el servicio sacerdotal. Así, ingresó al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904.

 

 Durante la Segunda Guerra Mundial, siendo Obispo, ayudó a salvar la vida de muchos judíos perseguidos por los nazis, haciendo uso del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica bajo su jurisdicción. En 1953 fue creado Cardenal y a la muerte de Pío XII, en 1958, fue elegido Sumo Pontífice por el colegio cardenalicio.

 

Con el tiempo se ganó el apelativo de “Papa Bueno”, gracias a sus evidentes cualidades humanas -poseía un gran sentido del humor y un don de gentes singular-; pero principalmente a que su aspecto bonachón y su sonrisa perenne reflejaban su alma deseosa de vivir las virtudes cristianas en todo momento.

 

El mundo entero -en épocas convulsionadas- se convirtió en testigo de su santidad. Mientras algunos líderes mundiales convocaban al enfrentamiento, la violencia y la guerra, Juan XXIII enviaba un mensaje totalmente opuesto: las gentes veían en él al pastor humilde, atento, decidido, valiente, sencillo y activo.

 

Mientras los movimientos contraculturales e ideológicos alzaban las banderas de la subversión de los valores y principios tradicionales, San Juan XXIII también llamaba al cambio, pero sin desconocer la riqueza del pasado condensada en la tradición cristiana.

 

 La Iglesia, gracias a su magisterio, se convirtió en una voz que era escuchada, en un faro que iluminaba las nuevas tinieblas que aún hoy ensombrecen a la sociedad contemporánea.

 

Juan XXIII marcó, además, el derrotero que seguirían los posteriores pontífices: el diálogo con la cultura secular, el ecumenismo y la búsqueda de la paz. Como parte de ese magisterio pontificio están las famosas encíclicas “Pacem in terris” (sobre la paz entre los pueblos) y “Mater et magistra” (sobre la cuestión de los trabajadores).

 

En ese marco magisterial y misionero, de una Iglesia abierta al mundo para redimirlo en Cristo, San Juan XXIII quiso convocar un concilio para poner a la Iglesia a tono con los nuevos tiempos, siempre fiel al Evangelio pero renovada en su propuesta. Así, el Papa Roncalli convocó el Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962. Este fue sin duda, el mayor acontecimiento en la vida de la Iglesia durante el siglo XX, cuya proyección alcanza al nuevo milenio.

 

 Con el paso del tiempo, los católicos somos cada vez más conscientes de lo oportuno del concilio, del Aggiornamento (actualización) que exigía el Espíritu Santo para fortalecer a la Iglesia y potenciar su misión evangelizadora.

 

San Juan XXIII fue llamado a la Casa del Padre el 3 de junio de 1963. El Papa San Juan Pablo II -heredero de la riqueza del Concilio- lo beatificó en el año 2000 y el Papa Francisco lo canonizó en abril del 2014.

09 de octubre

 


San Lucas 11, 27-28

 Vemos en el evangelio que una mujer le dice a Jesús. Dichoso el vientre que te llevó. Un hermoso piropo dirigido a la Madre de Jesús, que este parece rechazar poniendo delante de la madre a todos los que escuchan la Palabra y la cumplen.

Me uno a esa mujer en su alabanza a la madre de Jesús, la mujer que le crio, le enseñó a relacionarse con otros, educó su corazón para ser tan compasivo y fue la primera en hablarle de Dios y de la oración. Recuerdo que es también mi madre.

Me maravillo ante el poder de la respuesta de Jesús. La grandeza de María viene de su apertura y obediencia a la palabra de Dios. Le pido que me ayude a ser parecida/o a ella en esto.

 

Un aparente rechazo que implica una mayor alabanza. ¿Quién ha escuchado la Palabra de Dios y la ha cumplido tan al pie de la letra que la ha encarnado, que la ha hecho hombre?

 

Cuando Jesús dice que mejor los que escuchan la Palabra y la cumplen, no puede tener en mente otra cosa que a su madre. Ella es la que ha escuchado y ha cumplido; la que ha entregado su vida total al servicio de Dios. María se ha arriesgado, confiando plenamente que Dios proveería lo necesario. Y esta confianza se mantendrá firme hasta en el terrible momento de la cruz , tal vez sin entender la situación, pero continuó cumpliendo la Palabra de Dios hasta que, cumplidos sus días en la tierra, fue recibida en la presencia de Dios.

 

Y puede que estemos aplicando criterios nuestros, humanos, a ras de tierra, para entender a María, la Virgen Madre del Hijo de Dios. Enaltecemos a la mujer, la coronamos de oro y piedras preciosas, la damos títulos, más que sonoros, retumbantes, sin tener presente que el mayor mérito de María no es su virginidad, no es su embarazo y el alumbramiento del Hijo.

 

 Estas cosas son grandes, ¿quién lo duda?, pero el verdadero mérito de María está en su humildad, en su absoluta obediencia a la Palabra de Dios y haber puesto su vida y su persona entera, sin reservas, al servicio de la Palabra. María no necesita que la hagamos reina de nada; ella tiene el mayor de los reinos posibles: el amor de Dios que en ella se complace y la hace bendita entre todas las mujeres.

08 de octubre

 


san Lucas 11,15-26

El evangelio de hoy nos invita a ponernos del lado de Jesús en la lucha entre el bien y el mal. El mal -el Malo- sigue existiendo y nos obliga a no permanecer neutrales, sino a posicionarnos en su contra, junto a Cristo. No podemos ser espectadores.

 

Al leer cómo Jesús libera a los posesos y cura a los enfermos, estamos convencidos de que "el Reino de Dios ya ha llegado a nosotros", que su fuerza salvadora ya está actuando. Los cristianos somos las manos de Dios que actúan eficazmente en el mundo. Nuestra lucha contra el mal es pues con las armas de la verdad y la justicia. Necesitamos combatir el mal pero como lo hizo Jesús: con la bondad y la generosidad de un Dios que defiende incondicionalmente la vida de las personas.

 

Jesús también nos invita a la vigilancia porque somos frágiles e inestables, y podemos volver a recaer en las antiguas esclavitudes. No podemos bajar la guardia pensando que todo está vencido, tenemos que ser lúcidos, porque los poderes del mal aspiran siempre a volver a ocupar su antiguo lugar.

 

Cada uno sabe qué demonios le pueden tentar desde dentro y desde fuera. Haremos bien en decir, humildemente, con el Padrenuestro, "no nos dejes caer en la tentación".

¡Nada es peor en un combate que el no ver, no ser consciente del poder del adversario!

 

El Espíritu de Dios nos conducirá siempre hacia la Vida y la Verdad. Otros espíritus pueden distraernos con falsas promesas, pero no necesitamos temerlos cuando honestamente buscamos el camino de Dios, y seguimos las Palabras de Jesús. Yo rezo para que poder respetar y amar a aquellas y aquellos que siguen a Dios con sinceridad, aún cuando difieran de mí. Pido estar alerta a cualquier voz que me distraiga de mi camino al discipulado.

07 de octubre

 


San Lucas 11, 5-13

El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos a Nuestra Madre a través del rezo del Santo Rosario. Fue la misma Madre de Dios quien nos pidió que lo recemos y lo difundamos para que, a través de esta oración, podamos obtener gracias abundantes.

 

En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, le entregó el Santo Rosario -en la forma como lo conocemos hoy- y le enseñó cómo rezarlo. Nuestra Santa Madre le encomendó entonces al santo español que se convirtiese en propagador de esta devoción.

 

Así lo hizo Santo Domingo y el Rosario, a lo largo de los siglos, caló hondo en el alma de todos los católicos. Uno de los episodios históricos que ha sido determinante en la historia de la difusión del Rosario fue la “Batalla de Lepanto” (7 de octubre de 1571). En ella una coalición de tropas y fuerzas navales cristianas se enfrentaron a la armada del Imperio (turco) Otomano con el propósito de detener sus ambiciones expansionistas en Occidente y recuperar soberanía alrededor del Mediterráneo.

 

 Los cristianos, antes de la batalla, se encomendaron a la Virgen y rezaron el Santo Rosario. La victoria contundente que se produjo posteriormente fue atribuida a la intercesión de la Virgen.

 

El Papa San Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, instituyó la fiesta de la “Virgen de las Victorias” el primer domingo de octubre y añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías a la Madre de Dios.

 

Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la Fiesta por el de “Nuestra Señora del Rosario”; y Clemente XI extendió la celebración a toda la Iglesia de Occidente. Posteriormente, San Pío X fijó la Fiesta para el 7 de octubre e inmortalizó estas palabras: “Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo”.

 

Rosario significa “corona de rosas” y, tal como lo definió el propio San Pío V, “es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor".

 

En los albores del siglo XXI, San Juan Pablo II -quien añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario- escribió, en su carta apostólica sobre , que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”. El Papa peregrino concluye aquel documento con esta hermosa oración del Beato Bartolomé Longo, Apóstol del Rosario:

 

Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,

vínculo de amor que nos une a los Ángeles,

torre de salvación contra los asaltos del infierno,

puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.

Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.

Para ti el último beso de la vida que se apaga.

Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,

oh Reina del Rosario de Pompeya,

oh Madre nuestra querida,

oh Refugio de los pecadores,

oh Soberana consoladora de los tristes

Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo.

06 de octubre

 


Lucas 11:1-4

El evangelio de Lucas nos muestra a Jesús que no impone, ni obliga a orar a sus discípulos todo lo contrario, son éstos los que tienen necesidad, quizás movidos por su testimonio, ven que él se toma su tiempo y espacio para relacionarse con su Padre. Es uno de los discípulos que le dice “enséñanos a orar”, el verbo está en plural, es una solicitud para todos los discípulos, la comunidad.

 

Sus discípulos a menudo veían a Jesús en oración y ellos no podrían haber dudado de que estaba en profunda comunión con su Padre. Estaba orando con la seguridad de que su Padre lo escuchaba. No es raro que le hayan pedido que les enseñara a orar. ¡Y qué sorprendente es que Jesús usara un lenguaje tan simple!

 

Un pastor luterano australiano lo puso así:” la oración no es una iniciativa humana que trata de llegar a Dios intentando hablarle al oído. La imagen que llega a nuestra mente aquí es de un niño pequeño que quiere decirle algo realmente importante a su papá. El papá se inclina, pone cariñosamente sus manos sobre el niño y lo deja susurrar a su oído. Entonces, en este sentido, la oración no es tanto alcanzar a Dios con palabras especiales o técnicas, sino que es Dios que baja hacia nosotros”.

 

El contenido de esta oración tiene rasgos que hablan del ser de Dios, padre, reino, vida, amor, perdón, libertad. El ser de Dios es, independiente que oremos o no. Todos estos rasgos ya están en nosotros y en el mundo. Me pregunto por el sentido de esta oración, más allá de lo literal. Oración que sabemos y repetimos de memoria. Nombro algunos rasgos de esta oración:

 

- Sentido de pertenencia. El discípulo(a) descubre su identidad a vivir en plenitud en la medida que vive en relación con el Padre, ser hijos e hijas, y con los otros, con la comunidad, ser hermanos y hermanas. Vivir confiando en aquel que nos conoce y sabe lo que necesitamos.

- El reino de Dios ya se nos ha dado, sin embargo es tarea del discípulo(a) manifestarlo con palabras y obras.

- Hacernos conscientes que Dios nos ama por gracia, de forma gratuita, no por lograr ciertos méritos. Y eso que recibimos, que nos alimenta estamos invitados a vivirlo con los otros.

 

Esta oración es un compromiso para vivir estos rasgos, dejándonos modelar por la relación con el Padre.

 

05 de octubre

 


San Lucas 10, 38, 42

Hoy celebramos a Santa María Faustina.

Nació como la tercera hija, de entre diez hermanos, en el seno una pobre familia de campesinos.  Le bautizaron con  el nombre de Elena. Sólo pudo ir a la escuela por un breve período de menos de tres años, y ya a la edad de 16 años abandonó la casa familiar para trabajar como sirviente doméstica para así mantenerse a sí misma y poder ayudar a sus padres.

 

 Después de haber sido apresurada por una visión de Cristo sufriente, estuvo sirviendo en la casa de una familia, y el 1 de agosto de 1925, ingresó finalmente en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en la que, en el día de la toma de hábito, recibió el nombre religioso de Sor María Faustina.

 

Su vida, aparentemente ordinaria, ocultaba en su interior la extraordinaria profundidad de su unión con Dios, y la gran misión profética que Dios le había confiado. Recibió muchas gracias extraordinarias, alcanzando las más altas cimas a las que se puede llegar en la tierra, de unión con Dios.

 

A través de Sor Faustina, Jesús recordó al mundo la verdad bíblica del amor misericordioso de Dios para con cada persona e hizo una llamada a todos para que proclamemos al mundo su amor misericordioso con fuerzas renovadas. A cada una de estas nuevas formas de culto y a la proclamación del mensaje de la Misericordia, el Señor vinculó grandes promesas con tal de cultivar la actitud de confianza en Dios, es decir, de cumplir su voluntad y ejercer la misericordia al prójimo.

 

Para ello, Jesús transmitió nuevas formas de culto: la imagen con la inscripción „Jesús, en Ti confío”, la Fiesta de la Misericordia, la Coronilla a la Divina Misericordia y la oración en la hora de su agonía en la cruz, la llamada la Hora de la Misericordia.

 

 A cada uno de estas formas de culto, y también al hecho de proclamar el honor de la Misericordia, el Señor vinculó grandes promesas bajo la condición de esforzarse por conseguir la actitud de confianza en Dios (hacer su voluntad) y la caridad hacia el prójimo.

 

Sor Faustina murió de tuberculosis, el 5 de octubre de 1938, a los 33 años en Cracovia. Sus restos mortales yacen en la capilla del convento bajo la milagrosa imagen de la Divina Misericordia, fue beatificada el 18 de abril de 1993 y canonizada el 30 de abril del 2000 por S. S. Juan Pablo II.

04 de octubre

 


San Lucas 10, 25-37

Aunque ha pasado a la historia como San Francisco de Asís, el verdadero nombre de este santo que cada 4 de octubre celebra su onomástica es Juan –Giovanni, en italiano–.

 

 En un intento por sacar de su vida todo aquello que consideraba malicioso –antes de entregar sus días a Cristo su máxima aspiración era conseguir un cargo de alto rango que le propiciara importantes ganancias económicas–, este italiano servidor de la Iglesia decide pasar a llamarse Francisco y abandonar el nombre con el que fue bautizado.

 

Su padre, que ansiaba un futuro prometedor para su hijo, intentó alejarle de la humildad y pobreza promulgada por el catolicismo, e incluso llegó a presentarse con él frente al obispo de Italia para que quedara constancia de que su hijo renunciaba a cualquier herencia que pudiera llegarle tras su muerte –era un rico mercader.

 

 Los intentos de su progenitor no hicieron mella en San Francisco, para quien la vida material había dejado de existir y solo existían los días centrados en el amor de Dios.

Tan es así que, el que a día de hoy se considera patrón de los animales y los veterinarios, es el fundador de la orden franciscana, una orden que promueve la pobreza y la sencillez. Los estudiosos de su biografía cuentan que sintió la llamada a la vida religiosa durante su cautiverio en prisión en 1202: San Francisco fue encarcelado después de haber participado en un altercado entre las ciudades de Asís –donde nació en 1182– y Perugia.

 

Cuatro años más tarde, en 1206, el Santo tiene su primera visión: en un templo dedicado a San Damián, medio destruido por el tiempo, escuchó una voz que le hablaba de la contemplación a Cristo: “Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves, está hecha una ruina”. San Francisco corrió a su casa, recogió varios trozos de paño –tela muy valiosa por aquel entonces–, los vendió y dedicó el dinero obtenido a la restauración del templo de San Damián –lo que provocó el enfado de su padre–.

Tras este generoso acto fue solo el primero de una vida dedicada a los demás: trabajó en un hospital de leprosos, restauró iglesias con sus propias fuerzas y compartió su mesa con pobres y necesitados. Murió en su ciudad natal, Asís, en 1226.

Ciertamente no existe ningún santo que sea tan popular como él, tanto entre católicos como entre los protestantes y aun entre los no cristianos. San Francisco de Asís cautivó la imaginación de sus contemporáneos presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia con la pureza y fuerza de un testimonio radical. Llegó a ser conocido como el Pobre de Asís por su matrimonio con la pobreza, su amor por los pajarillos y toda la naturaleza. Todo ello refleja un alma en la que Dios lo era todo sin división, un alma que se nutría de las verdades de la fe católica y que se había entregado enteramente, no sólo a Cristo, sino a Cristo crucificado.

02 de octubre

 

San Mateo 18, 1-5

¿Quiénes son los ángeles custodios? Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

 

En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un ángel (1 Reyes 19, 5.)

 

En el nuevo testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.

 

 

La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

 

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.

 

 

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está cerca  de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

 

Cuida tu fe

 

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

 

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir cerca de Dios.

 

 

01 de octubre

 


San Lucas 10, 13-16

Este es el mes de las misiones y lo iniciamos celebrando a Santa Teresa del Niño Jesús. Ella Solía decir: "Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra". Esta es quizás la frase más conocida de Santa Teresa del Niño Jesús, cuya fiesta se celebra cada 1 de octubre. Son palabras sencillas, pero que encierran una profundidad inusitada.

 

 Retratan perfectamente la visión de la vida de esta religiosa carmelita descalza, sostenida en una fe inmensa y anclada en un corazón lleno de ternura. Santa Teresita - a pesar de haber sido monja de clausura- es considerada patrona de las misiones y tiene el título de Doctora de la Iglesia.

 

Santa Teresita del Niño Jesús -también conocida como Santa Teresita de Lisieux- vivió solo 24 años: nació el 2 de enero de 1873 (Normandía, Francia) y murió el 30 de septiembre de 1897. No fueron más de 30 personas las que asistieron a su funeral en el antiguo cementerio de Lisieux. Sin embargo, esta jovencita extraordinaria dejaría uno de los legados de amor más excepcionales para la Iglesia y el mundo.

 

Una de las formas más sencillas de acercarse y conocer este “legado” es a través de “Historia de un alma”, libro que reúne los escritos personales de la Santa y que fue publicado un año después de su muerte. Se trata, sin duda, de un texto que refleja muy bien lo que sucede en un alma completamente enamorada de Jesús.

 

Santa Teresa del Niño Jesús, fue proclamada Doctora de la Iglesia por San Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997. El Papa dijo aquella vez: “Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los ‘Doctores de la Iglesia’, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu…

 

 El deseo que Teresa expresó de pasar su cielo haciendo el bien en la tierra sigue cumpliéndose de modo admirable. ¡Gracias, Padre, porque hoy nos la haces cercana de una manera nueva, para alabanza y gloria de tu nombre por los siglos!”, concluyó San Juan Pablo II.