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30 de octubre

 


San Lucas 14,1.7-11

“El que se ensalza será humillado y el que se humilla se ensalzado”. Esta afirmación de Jesús nos invita a pensar en la importancia de la autoestima en nuestra vida.

Que importante es desarrollar una sana estima de nosotros mismos, no creernos más de lo que somos, ni menos, sentirnos profundamente amados, vivir la clave del servicio, de la humildad y de la entrega cómo modo de vivir nuestra vida, lo que nos toque hacer.

Dios ve profundamente y conoce nuestro corazón, sabe que es lo que hay en él, después también, en otra parte, indica que la súplica, la oración del humilde atraviesa las nubes; que hermoso esto, cuando alguien pide con humildad.

Es el propio Jesús quien  nos invita a nosotros a ir hacia Él, nosotros que andamos afligidos y agobiados dice – "vengan a mí, carguen mi yugo y aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón"- veamos como Jesús realmente es el más humilde de los hombres, él se ha hecho una cosa para quedarse en medio nuestro, pensemos que cada Domingo celebramos su presencia en un pedazo de pan y un poco de vino, si hay una humildad mayor que esa que Dios mismo creador de todo, lo visible lo invisible, se haga una cosa y se preste incluso a la maldad humana de cometer sacrilegio, sin embargo Él es así realmente, el más humilde de los hombres.

Que hermosa Palabra esta de hoy para que nosotros evaluemos como estamos caminando en nuestra Fe, porque si no estamos entrando por esta puerta estrecha no hay manera de entrar en el Reino de los Cielos, hay que entrar por esta puerta estrecha, la humildad, el camino de ir pisando más la tierra de quienes somos, de dónde venimos, hacia donde vamos, que caduca, que pequeña es nuestra vida, cuan poco tiempo dura y que esto nos lleve a aprovechar intensamente el tiempo a darle al Señor lo mejor, a darle todo lo que tenemos porque todo le pertenece a Él, que hay que no hayas recibido, y si lo recibiste es porque te agrandas, acá está el motivo más hondo de la humildad, todo lo que somos, tenemos y podemos llegar a ser, le pertenece al Señor.  En Él vivimos, nos movemos y existimos.