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 San Lucas 1,39-56.

Hoy nos unimos a todo la Iglesia en esta festividad de la Visitación de María a su prima Isabel. El Evangelista Lucas es el encargado de narrar este acontecimiento en un momento especial para María e Isabel: las dos están embarazadas y Dios ha tenido mucho que ver con esta situación.

Por la intervención de Dios, Isabel una mujer entrada en edad y estéril queda embarazada haciendo realidad su sueño y anhelo más profundo: tener un hijo de sus entrañas y de la misma manera por la intervención de Dios y por obra y gracia del Espíritu Santo, María dará a luz a Jesús nuestro Salvador.

No cabe duda que la vida de estas mujeres estaban llenas de la presencia de Dios y esta presencia se había transformado en una Buena Noticia y como toda Buena Noticia no pudieron callar lo que habían visto y oído.

Así también pasa en nosotros, cuando uno deja que Dios intervenga en la propia historia y lo ama con todo el corazón, con toda el alma y con todo el espíritu, Dios mismo es quién nos impulsa para transformarnos en testigos y discípulos.

Dios invade de tal manera nuestra vida, que como dice San Pablo comenzamos a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús y comprendemos que todos nuestros proyectos se pueden resumir en una sola palabra: AMAR.

Lo podemos ver claramente en la actitud de María cuando en el Evangelio se nos dice que partió sin demora a ponerse al servicio de su prima Isabel. Así es cuando nos dejamos invadir por el amor de Dios, me exige salir de mí mismo y de mi comodidad para ir al otro que me espera, que me necesita.

El amor es servicial y tiene la capacidad de transformarlo todo. Creo que es una buena oportunidad para dejarnos iluminar por la Palabra y pedirle a Jesús que quite de nuestra vida todo egoísmo, toda comodidad y que podamos descubrir que siempre hay más felicidad al dar que al recibir.


 San Juan 16, 29-33

"Este texto nos dice: no estoy solo, porque el Padre está conmigo” Son crudas las palabras de Jesús en este día. Él sabe del abandono, de la soledad que significará el momento del sufrimiento y la soledad que tendrá que vivir. Estas palabras son dichas en el contexto de la última cena. Momento de intimidad antes de la entrega definitiva.

Conmociona la certeza con la que Jesús anuncia el abandono por parte de sus discípulos y la fidelidad por parte de su Padre. Él pone en evidencia donde está su fuerza, donde está la razón de todo lo que hace. Así se puede descubrir de donde era que Él podía sostener su camino hacia la cruz sin perder “su norte”. El fin era el amor del Padre. Lo hacía todo porque su Padre era la causa y su destino.

¡Qué bien nos viene esto a nosotros! Poder preguntarnos hoy por quién y para quién hacemos cada una de las cosas que cada día nos toca hacer. Trabajar, estudiar, hacer las cosas de la casa, o atender a un enfermo. Estar cumpliendo una tarea e intentar hacerla con responsabilidad y bien. Cada acto que nosotros hacemos, ¿por quién lo hacemos?

Vivir como cristianos es esto. Hacer cada cosa, aunque sea la más pequeña, por Dios y a su servicio. Beneficiando a nuestros hermanos con la tarea realizada, pero hecha para Dios.

Ojala cada día podamos presentarnos a la noche y decirle al Señor: “acá están mis obras. Puede que hayan sido pocas, pero las hice por Ti Señor”

 

28 de mayo


San Juan 16, 23-28

Jesús y el Padre están íntimamente unidos. Los discípulos al estar unidos a Jesús también lo están con el Padre. El Padre los ama, porque han creído a Cristo. Y por eso su oración es escuchada y su alegría sea completa.

Por la fe en Cristo quedamos incorporados en su unión con el Padre. Dentro de esa unión misteriosa, pero de amor, es como tiene valor nuestra oración de hijos y de cristianos. La oración cristiana está arraigada en las palabras de Jesús: “permanezcan en mi amor”.

Jesús es el Mediador y la petición que hacemos por nosotros mismos o por los demás y sus necesidades, va al Padre avalada y unida a la de Cristo, que es intercesor por el bien de la humanidad y de cada uno de nosotros.

Pedir al Padre en el nombre de Jesús, es pedir confiándonos en los méritos del Hijo muy amado, que entregó su vida para cumplir la voluntad del Padre y dar la salvación a todos los hombres.

Jesús invita a pedir con la seguridad de que el Padre escucha siempre nuestra oración. Esto no significa que tenga que responder afirmativamente a lo que le pedimos, sino que somos nosotros los que tenemos que responder a lo que Él quiere.

 Orar es como entrar en la esfera de Dios y ponernos en su sintonía con la certeza de que quiere nuestra salvación. Su amor, dador de vida, es ayuda eficaz, pero sólo adquiere realidad cuando encuentra respuesta. No se impone, se ofrece como don gratuito.

La unión con Jesús nos lleva a descubrir que pedir implica estar dispuesto a dar. Si no estamos dispuestos a dar a nuestros hermanos que esperan de nosotros, no estamos unidos a Jesús que nos dio el ejemplo dando su propia vida. Cuando recibimos lo que pedimos nos llenamos de alegría, pero cuando damos, nuestra alegría es más grande todavía porque nos sentimos amando y amados porque Dios ama al que da con alegría.

27 de mayo

San Juan 16,20-23

El Evangelio de hoy nos habla del gozo y de la tristeza. Jesús menciona: “Ustedes están tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”. Y esto lo puede hacer solo la Gracia de Dios en los corazones, cuando experimentamos muchas veces: Tanta incomprensión, tanto dolor. tanta tristeza, Tanta falta de sensibilidad, de caridad.

Parece, nos preguntamos, si este mundo no está “patas para arribas, sino se ha dado vueltas” y lo único que puede realmente volverlo a su curso natural, para lo que fue creado, es: La caridad, es el amor, es la ternura que el Espíritu Santo ha depositado en nuestros corazones y que estamos llamados a contagiar, con una misión propia, con una misión particular, que -El Padre- nos ha encomendado.

Por eso la Iglesia Católica en el mundo, la Iglesia joven tienen como tarea, justamente transmitir, contagiar, la Buena noticia, con palabras y por supuesto, con gestos, con obras de caridad.

Esa caridad es la que cambia al mundo, esa caridad es la que nos da una alegría que nadie nos podrá quitar.

El Maestro, su persona, Jesucristo, Nuestro Señor y Maestro, es quien nos da la verdadera alegría.

Pidamos al Señor la Gracia entonces, de tener un corazón servicial, un corazón humilde como el de María.

 

26 de mayo

San Juan 16, 16-20

San Felipe Neri

La alegría es el ingrediente fundamental del cristiano que disfruta desde la Fe, la esperanza en el Señor amando como hizo Él. Hoy celebramos a San Felipe Neri que vivió este dinamismo como veremos en su trayectoria. Nacido en Florencia el año 1515, pronto morirá su madre, pero su madrastra cuidó de él y de sus tres hermanos con verdadera ternura.

Joven virtuoso y orante, tras un tiempo de prueba como comerciante, se siente tocado por la Gracia de Dios, estableciéndose en Roma.  Allí se hospedará en casa de un mercante, siendo un verdadero aliciente espiritual y humano para toda su familia. Por un tiempo se dedicó a la oración y al estudio. Sin embargo, un día dejará los libros para consagrarse al apostolado en la Ciudad Eterna donde la relajación de costumbres espirituales y humanas requería una renovación profunda desde el Evangelio.

Su labor dio pronto los frutos esperados con innumerables conversiones y vueltas a Dios, después de una vida abandonada. Pero su corazón albergaba otros objetivos y anhelos pastorales. Por ejemplo, la inquietud por marchar de misionero a África, pero que no llegó a cuajar, permaneciendo en Italia donde, tras ordenarse sacerdote, con un grupo de hermanos presbíteros, funda la Congregación del Oratorio.

La Oración y el canto son las constantes del nuevo carisma, a las que se unía también las obras de caridad. Y es que si por algo se caracterizó siempre Felipe Neri fue por su alegría y sentido del humor. Sin duda seguía aquellas palabras de Santa Teresa que pedía insistentemente que la tristeza y a la melancolía, lejos del alma mía. Realidades que le acompañaron hasta su muerte ocurrida en 1595.

 


25 de mayo

San Juan 16, 12-15

Jesús sabe que los discípulos no pueden comprender todas sus palabras, y que están un poco confundido, pero que magnifico que les promete que cuando llegue el Espíritu Santo, El los hará alcanzar la Verdad completa, que Don, gracia, y que delicadeza de Jesús.

En realidad este texto, dice, los conducirá en la verdad completa, y como en el evangelio de Juan, la Verdad es el mismo Jesús, esto significa que el Espíritu Santo nos conduce, dentro del misterio de Jesús, dentro de su corazón para que podamos comprenderlo plenamente,

no significa entonces, que el Espíritu santo nos da algo  que Jesús, no nos puede dar o que nos enseña cosas que no nos enseñó, si no que nos recuerda, las enseñanzas de Jesús y nos introduce, dentro del misterio de Jesús, para que podamos comprender mejor sus palabras y amarlos más.

 El Espíritu Santo nos lleva a Jesús, nos acerca más a Él, nos hace entrar en El, y en cada momento de nuestra vida, él nos recuerda, las palabras de Jesús para que ilumine nuestra vida, nos permita seguir el buen camino, y seamos luz para los demás, por eso Jesús dice el Espíritu Santo no hablara por su cuenta, y en todo lo que el Espíritu hace, está dando gloria a Jesús, ya que lo que él comunica, en realidad es lo que recibe del Señor.

Así como Jesús comparte todo con el Padre, vemos así, por lo tanto, en este texto como está presente el misterio de la trinidad, cuya fiesta hoy celebramos, donde las tres divinas personas, lo comparten, recibiendo una de la otra, pero compartiendo lo mismo, y única divinidad…

Una breve Oración: “Condúceme Espíritu Santo dentro del misterio, y del corazón de Jesús, guíame en esa riqueza abarcable de su Palabra, para que descubra en mi interior, el sentido profundo de sus enseñanzas y así alcanza mi vida plenos sentidos en Dios.”

24 de mayo


 

San Juan 2, 1.11

Los cristianos desde los primeros siglos llamaron a la Santísima Virgen "Auxiliadora”.

El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania, por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora.

Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".

Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".

En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".

María Auxiliadora ruega por nosotros.

23 de mayo


San Juan 15, 26-16,4a

La Iglesia, a través de su liturgia, comienza a prepararnos para la fiesta de Pentecostés. En Pentecostés nosotros conmemoramos y actualizamos la venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles. Esta fiesta es siempre una oportunidad para recordar nuestra propia Confirmación; porque la Confirmación es el Pentecostés de cada cristiano.

¿Qué es lo que hace el Espíritu Santo en nosotros? El Espíritu Santo, en primer lugar, da testimonio de Jesús, en nuestro propio corazón nos asegura íntimamente de la verdad de su enseñanza, pero también nos impulsa a dar testimonio de Jesús. Es lo que el Señor le dice a sus discípulos en esta conversación de la Última Cena, esa tarea de dar testimonio de Jesús es algo que no siempre es fácil, y por eso el Señor advierte que habrá dificultades, incluso oposición y hasta persecución.

Los apóstoles cuando recibieron el Espíritu dijeron “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y hemos oído”, y dijeron también “es preciso obedecer a Dios ante que a los hombres”, cuando algunos los querían llamar a silencio. Y esto porque estaban convencidos, como también dice por allí Pedro, que “no se nos ha dado otro nombre por el cual podamos salvarnos”. Esta es la obra del Espíritu en el corazón de los discípulos, que los impulsaba valerosamente al testimonio.

Por eso es lindo, mientras nos vamos preparando para celebrar Pentecostés, pedir desde el fondo de nuestro corazón “Espíritu Santo ven, ven a mi corazón”. Que esta sea nuestra oración como cristianos, una manera de actualizar nuestra Confirmación, nuestro compromiso con el Señor, nuestro compromiso apostólico, “Espíritu Santo, ven”.

 

21 de mayo

San Juan 15,18-21

En el evangelio de san Juan que acabamos de escuchar, Jesús, declara a los discípulos que tienen pleno acceso al Padre. El Maestro vuelve al Padre que lo envió al mundo, y les promete a sus discípulos, que la oración que dirijan al Padre en su nombre será eficaz. La única condición para la eficacia de la petición es que sea hecha en unión con El, unida a la su obra, ya que ha venido para que tengamos vida abundante.

Jesús y el Padre están íntimamente unidos. Los discípulos al estar unidos a Jesús también lo están con el Padre. El Padre los ama, porque han creído a Cristo. Y por eso su oración es escuchada y su alegría sea completa.

Por la fe en Cristo quedamos incorporados en su unión con el Padre. Dentro de esa unión misteriosa, pero de amor, es como tiene valor nuestra oración de hijos y de cristianos. La oración cristiana está arraigada en las palabras de Jesús: “permanezcan en mi amor”.

Jesús es el Mediador y la petición que hacemos por nosotros mismos o por los demás y sus necesidades, va al Padre avalada y unida a la de Cristo, que es intercesor por el bien de la humanidad y de cada uno de nosotros.

Pedir al Padre en el nombre de Jesús, es pedir confiándonos en los méritos del Hijo muy amado, que entregó su vida para cumplir la voluntad del Padre y dar la salvación a todos los hombres.

 

 

20 de mayo

 

San Juan 15, 12-17

Hoy el evangelio nos presenta la clave para la salvación: el amor entre nosotros y por supuesto hacia Dios. Este mandamiento importante, principal, que nos ubica en la vida, nos marca la prioridad, este trato preferencial que tiene Jesús con nosotros “ya no los llamo servidores, los llamo amigos, soy yo el que los elegí” nos va a decir Jesús.

Cuando uno se sabe elegido, querido, amado, sostenido por Dios la vida de uno no puede seguir igual, cambiamos, nos damos cuenta que frente a ese amor inigualable que Dios nos tiene estamos llamados a una misión, estamos llamados a dar ese fruto abundante que nos propone el evangelio de hoy.

Y por supuesto dice el evangelio que ese fruto va a ser duradero, va a ser para siempre, claro, cada obra de amor que hagamos aquí en la tierra tiene su correlato en el cielo, vamos a encontrar esa obra de amor, esas obras de amor transformadas en lo que será ya luego la Vida Eterna, lo que será el encuentro con Jesús.

Que importante es tener presente entonces esto que dice Jesús “no son ustedes los que me eligieron a mi sino yo el que los elegí a ustedes” esa elección divina en la cual somos los preferidos de Dios, si cada uno de nosotros pudiera reconocer esto y saberse exclusivamente elegido por Dios para una misión nuestras vidas sin duda que cambian y se preparan, se disponen para lo nuevo que Dios quiere hacer en nosotros.

En este tiempo de pascua recordar entonces que sólo Cristo hace nuevas todas las cosas. A Él le pedimos entonces la gracia de tener un corazón siempre enamorado de Él.

 

 


19 de mayo


 San Juan 15,9-11

Hoy Jesús nos invita a contemplarlo desde los discursos de la Última Cena donde abre su corazón con sus amigos, los discípulos. De esta forma los va preparando para ese momento tan importante, el momento de la Cruz.

Él quiere cuidar que ellos no se escandalicen, que no se separen, que no se pierdan. Por eso empieza a hablarles de lo que va a suceder: “Dentro de poco no me verán, y poco después me volverán a ver.

 Van a llorar y el mundo se alegrará, pero su tristeza se transformará en gozo.” Esa es la certeza que Jesús quiere dejar en sus corazones y la certeza que Dios quiere dejar en nuestros corazones hoy.

Nuestra alegría no es la de venir al mundo. Nuestra alegría está mezclada con tristeza, pero, sin embargo tenemos la seguridad de que Dios no va a dejar que ninguna de nuestras tristezas caiga en el saco roto.

 Todo lo que nosotros hacemos, cuando lo ofrecemos y lo ponemos en manos del Señor, Él lo asume y lo transforma en gracia para nosotros, para otros, para el mundo. Pero nunca entra en saco roto porque siempre se transforma en gracia.

Pidámosle al Señor que nos sostenga en la convicción de que todo lo que hacemos, cuando lo unimos a Jesús con una fuerza transformadora que engendra vida en el mundo.

18 de mayo

San Juan 15, 1-8

Este es un texto en el que el Señor durante la despedida, durante la Última Cena propone a los discípulos esta imagen de la vid y los sarmientos: “Yo soy la vid y ustedes los sarmiento. La gloria de mi padre es que ustedes den muchos frutos.

En todo este texto se repite una y otra vez esta invitación esta idea a permanecer en Él, nos dice que la clave de nuestra vida cristiana, de nuestro seguimiento a Él es permanecer unidos a Él.

 Seguramente que muchas veces habrás experimentado lo difícil que es seguir al Señor, seguramente que muchas veces hemos vivido alguna linda experiencia: un retiro espiritual, una misión, o compartir algo con algún hermano y eso te haya llenado de ganas, te ha llenado de entusiasmo, y con el tiempo esas ganas desaparecen y perseverar en el camino cristiano no es tan fácil.

El Señor hoy nos propone la clave para poder perseverar, es esta idea de permanecer en Él, permanecer no es solamente estar, permanecer es estar aferrados a Él, es estar enraizados en Él, es alimentarnos en Él y es porque estamos unidos a Él: dar fruto.

Que el Señor te de la gracia de poder de verdad permanecer unido a Él, que es la Vid Verdadera, que es el único que puede darte aquello que necesita en cada momento de tu vida.

Te dejo con la Palabra del Señor y con mi bendición, que te acompañe siempre: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

17 de mayo

San Juan 14, 27-31

Nos encontramos en torno a la palabra del Señor, en este día el Evangelio nos invita a descubrir claramente las palabras que Jesús nos regala como luz y guía para este día. Al principio de este Evangelio Jesús comienza diciendo “Les dejo mi paz, les doy mi Paz” pero no como nos la da el mundo, sabemos que la Paz del Señor es aquella del Señor resucitado, de aquel que viene a llenarnos de su presencia, de aquel que viene a reinar en nuestro corazón, de aquel buen pastor que nos lleva hacia las verdes praderas.

Y también Jesús en este evangelio habla de que debe volver al Padre, de que es necesario que ÉL vuelva al Padre desde donde tiene su origen.

Su amor está por encima de todo lo que pueda ofrecernos el mundo y es por eso que queremos descubrir claramente esta presencia.

Jesús nos va preparando el corazón para la venida del Espíritu Santo, que nos permite reconocer la obra del Señor, que nos moviliza a esos lugares donde el Señor quiere que estemos y hablemos en su nombre.

Que su paz siempre habite en nosotros y sobre todo que no tengamos miedo, porque sabemos que con el Señor todo lo podemos y para Él nada es imposible

 

16 de mayo

 

San Juan 14,21-26

En el evangelio de hoy Jesús nos asegura que vendrá junto con el Padre y habitará en quienes lo amen y cumplan su Palabra. ¿Alguna vez te imaginaste "habitado" por Dios? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos habitan, viven dentro nuestro… Sólo Dios puede ser tan grande de hacerse tan pequeño.

Que interesante  saber que Dios por elección libre suya elige vivir dentro nuestro. Muchas veces nosotros nos creemos que valemos poco, que "si fuera más linda o más guapo …"; que "si tuviera un mejor trabajo…", que "si fuera un poco más inteligente…" y sin embargo el mismo Dios, así como estamos, desea venir e instalarse en nuestro corazón y en nuestra vida.

Él desea nuestro corazón, no sólo alguna parte nuestra, algunas horas… elige morar en nuestro corazón porque ahí está la centralidad del hombre. El quiere venir a ocupar el lugar central de tu vida para desde ahí transformarla. No significa que tu vida esté mal, sino que quiere darle un nuevo brillo, más vitalidad y más espesura. "La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den mucho fruto" nos día el evangelio hace unos días.

Que hoy puedas encontrarte con este Dios que eligió hacer su casa en medio nuestro

 

 


14 de mayo


 San Juan 15, 9-17

Hoy, la Iglesia recuerda el día en el que los Apóstoles escogieron a San Matías que tenía que sustituir a Judas Iscariote.  Como nos dice acertadamente san Juan Crisóstomo en una de sus homilías, a la hora de elegir personas que gozarán de una cierta responsabilidad se pueden dar ciertas rivalidades o discusiones.

 Por esto, san Pedro «se desentiende de la envidia que habría podido surgir», lo deja a la suerte, a la inspiración divina y evita así tal posibilidad. Continúa diciendo este Padre de la Iglesia: «Y es que las decisiones importantes muchas veces suelen engendrar disgustos».

En el Evangelio del día, el Señor habla a los Apóstoles acerca de la alegría que han de tener: «les he dicho estas cosas para que mi alegría este en ustedes y su alegría sea completa » (Jn 15,11). En efecto, el cristiano, como Matías, vivirá feliz y con una serena alegría si asume los diversos acontecimientos de la vida desde la gracia de la filiación divina.

De otro modo, acabaría dejándose llevar por falsos disgustos, por necias envidias o por prejuicios de cualquier tipo. La alegría y la paz son siempre frutos de la exuberancia de la entrega apostólica y de la lucha para llegar a ser santos. Es el resultado lógico y sobrenatural del amor a Dios y del espíritu de servicio al prójimo.

Romano Guardini escribía: «La fuente de la alegría se encuentra en lo más profundo del interior de la persona (...). Ahí reside Dios. Entonces, la alegría se dilata y nos hace luminosos. Y todo aquello que es bello es percibido con todo su resplandor».

Cuando no estemos contentos hemos de saber rezar como santo Tomás Moro: «Dios mío, concédeme el sentido del humor para que saboree felicidad en la vida y pueda transmitirla a los otros». No olvidemos aquello que santa Teresa de Jesús también pedía: «Dios, líbrame de los santos con cara triste, ya que un santo triste es un triste santo».

13 de mayo

San Juan 14, 1-6

Hoy celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima, recodando las apariciones de la Virgen María a los tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco. Podríamos decir que aquellas manifestaciones —paradigmáticas en la historia de la Iglesia— son como “horas extras” que, en los últimos tiempos, ha hecho Santa María.

¡Y no es para menos! Tal como Pío XII advirtió, el gran pecado de la modernidad es la pérdida del sentido del pecado. ¡Esto no sale gratis! En efecto, el mundo ha sufrido recientemente las peores guerras de toda la historia de la humanidad: nunca se había matado y maltratado a tanta gente en este mundo como en el siglo XX. La descripción que trazó Joseph Ratzinger —después, Benedicto XVI— es elocuente: «Ninguna época ha librado guerras tan crueles, tan sangrientas, como la nuestra.

Pero Dios es misericordioso, Padre de bondad que no nos abandona.  Precisamente en este siglo de los “horrores y holocaustos” (en expresión de san Juan Pablo II), Dios ha querido consolar a la humanidad de diversas maneras. Una de ellas han sido las apariciones de María Santísima

A finales del siglo XIX destaca Lourdes; a comienzos del XX, sobresalen las apariciones de Fátima. Los hechos muestran unos paralelismos providenciales. Por un lado, los interlocutores de la Virgen María han sido muy jóvenes —de condición sencilla, incluso analfabetos—, pero dispuestos a hacer la voluntad del Padre del cielo: a éstos Jesús los reconoce como «mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt 12,50). En segundo lugar, el tema de la petición de María era la reparación por los pecados de los hombres, la penitencia y la oración por los pecadores.

Roguemos, hoy especialmente, para que los hombres y mujeres de este mundo hagamos la voluntad del Padre del cielo y, así, lleguemos a ser más hermanos de Cristo, más hijos del Padre y más hermanos entre nosotros.

 

12 de mayo

San Juan 13,16-20

Todo este tiempo de Pascua sí que es un hermoso tiempo para afianzar más y la más nuestras creencias, nuestra fe. Afianzar nuestra fe en el Señor de la Vida y en todas las cosas que nos ofrece.

Nos tenemos que unir e identificar más y más con Jesús, seguir su ejemplo, ser como Él, ¡ser con Él!

Y Jesús hoy en el Evangelio nos dice “Ustedes serán felices si sabiendo estas cosas la practican” Saber las cosas de Dios es bueno, pero todas esas cosas hay que ponerla en práctica porque sino todo es en vano.

 Tiene que haber una unidad entre lo que uno piensa y dice con lo que uno hace. ¡Y realmente se es feliz con las cosas que Dios nos propone y mucho más cuando lo ponemos en práctica!

 Cuántas veces nos pasó que después de haber hecho una movida solidaria por ejemplo terminamos felices, cuantas veces estuvimos felices cuando visitamos a los enfermos o ancianos, o cuando visitamos a las familias y niños de barrios pobres, o cuando ayudamos a un amigo, o cuando tuvimos en los momentos difíciles con alguien y le ayudamos a superarlo.

O cuantas veces nos pusimos felices cuando alguien llegó a su meta gracias a la ayuda que le dimos. Muchas cosas nos ponen verdaderamente felices cuando ponemos en práctica las cosas de Dios, cuando ponemos en práctica el Evangelio.

Te invito en este día aunque hagas una lista de las cosas que te hacen feliz, hacer memoria den las cosas que hicieron poniendo en practica el Evangelio. Pero también te invito a que afiances tu fe poniéndola en práctica, organízate con alguien y hace algo, y ya verás que serás muy feliz.

 

11 de mayo


 

San Juan 12,44-50

Siempre que queremos un viaje a un lugar desconocido buscamos el GPS, o un  mapa para mirar por donde tenemos que ir  para llegar bien a la meta y no perdernos ni perder el tiempo.

¡Qué bueno que la Palabra sea nuestro GPS diario y en este día nos muestre las referencias para orientar nuestra vida hacia lo esencial!

Algunas referencias del Evangelio para experimentar y llegar a la Vida en abundancia: "Quien cree en mí y me ve, Cree y ve al Padre”

Mirar, escuchar, vivir la Vida de Jesús nos lleva siempre a la Vida del Padre. “Yo he venido al mundo como Luz para que no vivan en las tinieblas”

Él es lampara para tus pasos, Luz en mi sendero, nos dice también el salmo Jesús es ruta iluminada, camino claro, caminar en Él es garantía de Vida, separarnos de Él es perderse, es no ver claramente, caminar inseguro. "Se que sus mandamientos llevan a la vida Eterna” Vivir la Vida que Jesús nos propone en toda sus dimensiones es garantía de fecundidad, de Vida Plena, de cumbre alcanzada.

Por eso, pidamos: Padre que siempre busque a Jesús, dejándome iluminar por su luz, que siempre escuche y haga caso a su Palabra para no perder la Vida Eterna que me preparaste.

Señor Jesús, en este acontecimiento que  hoy vivo, que en este día, pueda descubrir tu Presencia, tu Luz, tu Palabra y pueda seguirla.

Y diría nuestro Papa Francisco “Si escuchas otra propuesta no la escuches”.  Solo Él es garantía de Vida Plena.

 

 

 

 

10 de mayo

San Juan 10,22-30

Seguimos escuchando y contemplando el capítulo 10 del evangelio de Juan en el cual Jesús se manifiesta como la Puerta de las ovejas, quien entra por Él se salva; como el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas.

El obrar y las Palabras de Jesús son testimonio de que Él es el Mesías, de que Él es el hijo de Dios, porque el Padre y Él son una sola cosa, pero los judíos no quieren creer, porque dice Jesús, no son de mis ovejas.

El Señor también nos dice hoy, que sus ovejas escuchan su voz, lo conocen, lo siguen y Él les da vida Eterna, y nadie se las puede arrebatar, porque el Padre se las ha dado. Jesús es el hijo de Dios, el Buen Pastor Resucitado, quien da Vida Eterna.

Que Buena noticia es, el escuchar y creer, el saber que ninguna oveja que escucha y sigue a Jesús, perecerá, sino que tiene Vida Eterna, porque nadie las puede arrebatar de las manos del Padre. Somos por el Bautismo propiedad del Padre, ovejas conducidas por Jesús, el Buen pastor, a la Vida Plena.

La respuesta ante esta buena noticia será, escuchar y seguir al buen Pastor, distinguir entre tantas voces y entre tantas Palabras al buen Pastor que da la vida por las ovejas.

Sabiéndonos ovejas del buen Pastor, ¿Tenemos grabada su voz en nuestros oídos? ¿Buscamos sus huellas, para seguirlo?

El Papa Francisco nos decía a los sacerdotes: sean pastores con olor a oveja, Pastores como Jesús, del mismo modo me animo a invitarte a ser oveja con olor a buen Pastor, que sepa distinguir su voz, porque siempre lo escucha, oveja que siempre sabe por dónde está el buen Pastor y lo sigue, porque siempre lo busca, porque nunca lo pierde de vista.

Señor que siempre pueda distinguir tu voz, que siempre pueda distinguir y seguir tus huellas, porque sólo en ellas encontraré vida Plena, vida Eterna.

 

 

9 de mayo


San Juan 10, 1-10

Un corral es un recinto alambrado que protege a las ovejas, y tiene una puerta o pequeña tranquera. Ahora bien, el buen pastor es el que entra por la puerta, mientras que el ladrón trata de saltar el alambrado a escondidas para entrar donde están las ovejas y llevarse alguna.

Jesús con este ejemplo nos quiere trasmitir una enseñanza. El mismo dice: «Yo soy la puerta». A través de él «entramos y salimos». Sólo por él tienen acceso las ovejas a la seguridad del corral. Sólo por él pueden salir a los pastos buenos. Jesús es el único Mediador, por el que la gracia de Dios llega a todos. Jesús nos dice: «nadie va al Padre sino por mí».

 No hay salvación fuera de él. Sólo el que pasa por él, el que cree en él, entra en la vida. Esto vale para todos nosotros. Los fariseos son acusados por Jesús de no haber entrado por la puerta, de no ser pastores verdaderos.

 De los pastores se describen las cualidades que deben tener para poder decir que son buenos: entran por la tranquera (o sea no saltan el alambrado), conocen a sus ovejas, van delante de ellas y se la juegan por ellas. Son cualidades que indican que no es un ladrón, sino que es el Buen Pastor.

La metáfora de Cristo como puerta nos sitúa ante el dilema de aceptar o no aceptar a Cristo como el único que da sentido a nuestra vida. Cuando buscamos felicidad: ¿es en Cristo en quien pensamos y creemos?

 Él ya dijo que la puerta que conduce a la vida es estrecha: ¿tratamos nosotros de buscar otras puertas más cómodas, otros caminos más agradables, pero que nos alejan de Jesús? ¿O aceptamos a Jesús como la única puerta a la vida?

¿nos sentimos unidos a él, entramos por la puerta que es él, o somos como ladrones que saltan alambrados y roban? ¿Nos llevamos las ovejas del corral para propio beneficio, más que ayudarlas y cuidarlas? Son preguntas para que cada uno nos hagamos.