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06 de octubre

 


Lucas 11:1-4

El evangelio de Lucas nos muestra a Jesús que no impone, ni obliga a orar a sus discípulos todo lo contrario, son éstos los que tienen necesidad, quizás movidos por su testimonio, ven que él se toma su tiempo y espacio para relacionarse con su Padre. Es uno de los discípulos que le dice “enséñanos a orar”, el verbo está en plural, es una solicitud para todos los discípulos, la comunidad.

 

Sus discípulos a menudo veían a Jesús en oración y ellos no podrían haber dudado de que estaba en profunda comunión con su Padre. Estaba orando con la seguridad de que su Padre lo escuchaba. No es raro que le hayan pedido que les enseñara a orar. ¡Y qué sorprendente es que Jesús usara un lenguaje tan simple!

 

Un pastor luterano australiano lo puso así:” la oración no es una iniciativa humana que trata de llegar a Dios intentando hablarle al oído. La imagen que llega a nuestra mente aquí es de un niño pequeño que quiere decirle algo realmente importante a su papá. El papá se inclina, pone cariñosamente sus manos sobre el niño y lo deja susurrar a su oído. Entonces, en este sentido, la oración no es tanto alcanzar a Dios con palabras especiales o técnicas, sino que es Dios que baja hacia nosotros”.

 

El contenido de esta oración tiene rasgos que hablan del ser de Dios, padre, reino, vida, amor, perdón, libertad. El ser de Dios es, independiente que oremos o no. Todos estos rasgos ya están en nosotros y en el mundo. Me pregunto por el sentido de esta oración, más allá de lo literal. Oración que sabemos y repetimos de memoria. Nombro algunos rasgos de esta oración:

 

- Sentido de pertenencia. El discípulo(a) descubre su identidad a vivir en plenitud en la medida que vive en relación con el Padre, ser hijos e hijas, y con los otros, con la comunidad, ser hermanos y hermanas. Vivir confiando en aquel que nos conoce y sabe lo que necesitamos.

- El reino de Dios ya se nos ha dado, sin embargo es tarea del discípulo(a) manifestarlo con palabras y obras.

- Hacernos conscientes que Dios nos ama por gracia, de forma gratuita, no por lograr ciertos méritos. Y eso que recibimos, que nos alimenta estamos invitados a vivirlo con los otros.

 

Esta oración es un compromiso para vivir estos rasgos, dejándonos modelar por la relación con el Padre.