San Mateo 18, 1-5
¿Quiénes son los ángeles custodios? Dios ha asignado a cada
hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación
mientras está en este mundo. Afirma a este respecto San Jerónimo: “Grande es la
dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer,
tiene un ángel destinado para su custodia”.
En el antiguo testamento se puede observar cómo Dios se
sirve de sus ángeles para proteger a los hombres de la acción del demonio, para
ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando Elías fue alimentado por un
ángel (1 Reyes 19, 5.)
En el nuevo testamento también se pueden observar muchos
sucesos y ejemplos en los que se ve la misión de los ángeles: el mensaje a José
para que huyera a Egipto, la liberación de Pedro en la cárcel, los ángeles que
sirvieron a Jesús después de las tentaciones en el desierto.
La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada
hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma
y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al
Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de
cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo
momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte,
cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni
siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio
para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las
tentaciones que se presentan en la vida.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como algo
infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona crece y que
con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores
dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea
eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así
podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos confiar en
nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y
nos protege, está cerca de Dios y le
puede decir directamente lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los
ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no
se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo
que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que
queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.
Cuida tu fe
Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran
libros de todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o
cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus
nombres. Hay que tener cuidado al comprar estos materiales, pues muchas veces
dan a los ángeles atribuciones que no le corresponden y los elevan a un lugar
de semi-dioses, los convierten en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o
crean confusiones entre las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de
los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia
y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les
puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses. No son lo único que
nos puede acercar a Dios ni podemos reducir toda la enseñanza de la Iglesia a
éstos. No hay que olvidar los mandamientos de Dios, los mandamientos de la
Iglesia, los sacramentos, la oración, y otros medios que nos ayudan a vivir
cerca de Dios.