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6 de diciembre

 

Mateo 15,29-3

El pasaje de Mateo nos presenta un hermoso ejemplo del corazón compasivo de Jesús hacia la multitud hambrienta que lo seguía. En este relato, vemos cómo Jesús muestra su preocupación tanto por la salud como por el alimento de las personas a su alrededor.

En primer lugar, Jesús muestra su preocupación por la salud de las personas al sanar a muchos enfermos que se le acercan. Él no solo los toca físicamente, sino que también toca sus corazones y sus vidas, trayéndoles curación y restauración. Nos enseña que Dios se preocupa profundamente por nuestra salud física y emocional, y que está dispuesto a intervenir en nuestras vidas para sanarnos y liberarnos.

Por otro lado, vemos cómo Jesús se preocupa por el alimento de la multitud. Ante la preocupación de los discípulos de cómo alimentar a tantas personas con tan poco pan y pescado, Jesús realiza un milagro, multiplicando esos pocos alimentos y alimentando a todos los presentes. Este acto de generosidad y provisión muestra la compasión y el cuidado de Jesús hacia las necesidades materiales de las personas.

Esta historia nos invita a reflexionar sobre nuestro propio corazón y nuestra actitud hacia los demás. ¿Tenemos un corazón grande como el de Jesús, que se compadece de la miseria humana? ¿Nos preocupamos por la salud y el bienestar de aquellos que nos rodean? ¿Estamos dispuestos a compartir y ser generosos con nuestros recursos, sabiendo que Dios puede multiplicarlos y suplir todo lo que necesitamos?

Ven, Señor, y ayúdanos a tener un corazón grande y compasivo como el tuyo. Que podamos ser sensibles a las necesidades de los demás, tanto físicas como emocionales. Que podamos ser instrumentos de tu amor y provisión en un mundo que sufre y tiene hambre de esperanza y reconciliación. Enséñanos a confiar en ti para suplir todas nuestras necesidades y a compartir generosamente lo que tenemos con los demás.

En este tiempo de Adviento, recordemos que Jesús vino al mundo no solo para salvarnos, sino también para mostrarnos cómo vivir y amar como él. Sigamos su ejemplo de compasión y generosidad, y permitamos que su amor transforme nuestras vidas y las vidas de aquellos que nos rodean.

Ven, Señor, y enséñanos a amar como tú amas. Amén.