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5 de diciembre

 

5 de Diciembre

Lucas 10,21-24

Este evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre la manera en que Dios se revela a aquellos que son sencillos, humildes, pobres e ignorantes. En contraste, los sabios y poderosos a menudo pasan por alto lo que es realmente importante.

En este texto, Jesús alaba al Padre por haber revelado las cosas del Reino a los pequeños, a aquellos que se acercan a Él con sinceridad y humildad. Esta enseñanza nos muestra que el conocimiento de Dios no está reservado solo para los eruditos o los que se consideran superiores, sino que está abierto a todos aquellos que se hacen como niños, que renuncian a su autosuficiencia y reconocen su necesidad de Dios.

En nuestra sociedad actual, a menudo valoramos la inteligencia, el poder y el prestigio. Nos esforzamos por alcanzar el éxito y la grandeza en nuestras vidas, buscando reconocimiento y admiración. Sin embargo, este pasaje nos recuerda que la verdadera sabiduría y el encuentro con Dios se encuentran en la humildad y la sencillez de corazón.

Al reconocer nuestra propia limitación y dependencia de Dios, abrimos nuestras mentes y corazones para recibir su revelación y experimentar su amor y gracia de una manera más profunda. Al dejar de lado nuestro orgullo y prepotencia, nos hacemos receptivos a la presencia de Dios en nuestra vida y en los demás.

En este tiempo de Adviento, es un recordatorio poderoso para despojarnos de nuestra autosuficiencia y acercarnos a Dios con humildad y apertura. Reconozcamos nuestra necesidad de Él y permitámosle revelarse a nosotros en los detalles sencillos y humildes de nuestra vida diaria.

Ven, Señor Jesús, y conviértenos a ti. Ayúdanos a ser como niños, humildes y abiertos a tu revelación. Que podamos reconocerte en los pequeños detalles y en aquellos que nos rodean. Que nuestra búsqueda de conocimiento y poder esté siempre enraizada en un corazón humilde y dispuesto a servir. Amén.