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8 de febrero

 

Marcos 7,24-30

En este pasaje, Jesús se encuentra en la región de Tiro y Sidón, un área que estaba fuera del territorio judío. Una mujer sirofenicia, cuya hija estaba poseída por un espíritu maligno, se acerca a Jesús en busca de ayuda.

La mujer sirofenicia, a pesar de no ser judía, reconoce el poder y la autoridad de Jesús y se postra ante él, pidiéndole misericordia para su hija. Sin embargo, Jesús responde de una manera desconcertante: "Deja que los hijos se sacien primero, porque no está bien tomar el pan de los hijos y lanzarlo a los perros".

A primera vista, esta respuesta podría parecer ofensiva y desalentadora. Pero la mujer sirofenicia no se da por vencida. Ella muestra una fe inquebrantable y, con humildad, responde: "Es cierto, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas de los hijos".

Con estas palabras, la mujer demuestra una profunda comprensión de la misericordia y el poder de Jesús. Ella sabe que incluso las migajas de su gracia son suficientes para sanar y liberar a su hija. Esta respuesta sorprendente y humilde toca el corazón de Jesús, quien declara: "Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija".

Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, nos muestra que la fe puede encontrar la gracia y la misericordia de Jesús en cualquier lugar y en cualquier momento. Aunque la mujer sirofenicia no era parte del pueblo judío, su fe y humildad fueron recompensadas.

En segundo lugar, esta historia resalta la importancia de la persistencia en la oración. A pesar de la respuesta aparentemente desalentadora de Jesús, la mujer sirofenicia no se rindió, sino que perseveró en su petición. Su determinación y fe inquebrantable fueron reconocidas y recompensadas con la sanidad de su hija.

Por último, este pasaje nos enseña sobre la inclusión y el alcance del amor de Dios. Jesús, al mencionar "los perros", estaba usando una metáfora comúnmente usada por los judíos para referirse a los gentiles. Sin embargo, la respuesta de la mujer sirofenicia ilustra cómo incluso aquellos considerados como "perros" pueden recibir la gracia y la misericordia de Jesús.

Este pasaje nos muestra la fuerte fe y persistencia de una mujer sirofenicia, así como la amplia misericordia y el amor inclusivo de Jesús. Nos invita a confiar en la gracia de Dios, a persistir en la oración y a reconocer que el amor de Dios trasciende cualquier límite cultural o étnico.