Lucas 1,46-56
¡Qué hermosa reflexión conocida como el Magníficat, es un
himno de alabanza y gozo por las grandes obras que Dios ha realizado en su vida
y en la historia de Israel.
María se siente desbordada de gozo, no puede contener la
alegría que siente en su corazón. Y esta alegría la comparte con su prima
Isabel, quien también ha sido bendecida a pesar de las circunstancias difíciles
que enfrentaba.
En el cántico de María, ella reconoce que Dios actúa en ella
y en su pueblo. Alaba las acciones de Dios, su poder y su misericordia.
Reconoce que Dios ha derribado a los poderosos, ha llenado de bienes a los
hambrientos y ha levantado a los humildes.
María nos invita a unirnos a su alegría por la llegada del
Señor. Ella nos muestra que la venida de Jesús es motivo de gozo y celebración.
Es un recordatorio de que Dios está presente en nuestras vidas y sigue obrando
maravillas en nosotros.
En nuestra vida diaria, podemos permitir que la alegría de
María nos envuelva. Podemos reconocer y alabar las obras que Dios realiza en
nuestro corazón y en nuestra historia personal. Podemos compartir esta alegría
con los demás, alentándolos y animándolos con la buena noticia del amor y la
misericordia de Dios.
María nos enseña a ser testigos de la presencia de Dios en
el mundo, a través de nuestras palabras y acciones. Nos invita a cantar nuestro
propio Magníficat, proclamando las maravillas que Dios ha hecho y sigue
haciendo en nosotros.
Gracias, María, por tu ejemplo de alegría y alabanza.
Permítenos unirnos a tu gozo por la llegada del Señor, para que podamos ser
portadores de su luz y amor en el mundo. Amén.