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20 de diciembre

Lucas 1,26-38

Este evangelio nos narra la anunciación del nacimiento de Jesús a María. En este pasaje, vemos cómo Dios elige a una joven humilde y desconocida para ser la madre de su Hijo.

Es interesante notar que la anunciación de Juan el Bautista se dio en el templo, en Jerusalén, y fue a un sacerdote, lo cual es un evento más público y llamativo. Sin embargo, la anunciación de Jesús se realiza en un pueblo humilde, a una joven desconocida, en el ambiente cotidiano de la vida diaria. Esto refleja la discreción con la que Dios elige obrar.

Esta discreción de Dios nos enseña una importante lección. A menudo, buscamos reconocimiento y aplausos por nuestras acciones y logros. Queremos ser vistos y valorados por los demás. Sin embargo, la historia de María nos muestra que cumplir con nuestro deber y seguir la voluntad de Dios no requiere de grandes escenarios ni de reconocimiento público.

María acepta la voluntad de Dios con humildad y obediencia. Ella no busca fama ni reconocimiento personal, sino que se pone al servicio de Dios y confía en su plan. Esta actitud nos invita a reflexionar sobre nuestro propio caminar con Dios.

Hoy, también recordamos un acontecimiento triste en la historia de Panamá: la invasión del 20 de diciembre de 1989. Este hecho doloroso no debe ser olvidado, ya que supuso una violación a los derechos humanos y causó gran sufrimiento a muchas personas. Es importante recordar la historia para aprender de ella y trabajar por un futuro más justo y pacífico.

En este sentido, podemos tomar inspiración de María y José, quienes cumplieron con su deber sin buscar reconocimiento ni aplausos. Siguiendo su ejemplo, también podemos ser agentes de paz y justicia en nuestra sociedad, trabajando por la reconciliación y el respeto a los derechos humanos.

Que en este día reflexionemos sobre la discreción de Dios al elegir a María como madre de Jesús y sobre la importancia de cumplir con nuestro deber sin buscar reconocimiento personal. Que recordemos el doloroso episodio de la invasión a Panamá y nos comprometamos a construir un mundo mejor, donde se respeten los derechos de todos. Que el ejemplo de María y José nos guíe en nuestro caminar con Dios.

Hoy hace 34 años de la invasión a Panamá, un hecho que no podemos olvidar, pero que podemos aprender de él para construir un país más justo y unido. Que el recuerdo de aquellos días nos impulse a trabajar por la paz y la reconciliación, para que nunca más se repitan hechos tan dolorosos en nuestra tierra.

Enmanuel, Dios con nosotros. Que vivamos con la certeza de que Dios está siempre presente en nuestras vidas y nos guía en nuestro caminar. Que sigamos el ejemplo de María y José, cumpliendo con nuestro deber sin ánimo de aplausos y reconocimientos. Que el amor de Dios nos motive a construir un mundo mejor, donde reine la justicia, la paz y la solidaridad. Que así sea. Amén.