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16 de diciembre

 

Mateo 17,10-13

Este Evangelio nos presenta la pregunta de los discípulos acerca de la venida de Elías antes del Mesías.

Jesús les responde diciendo que, de hecho, Elías ya ha venido, pero no fue reconocido y fue maltratado por aquellos que le ignoraron.

Esta respuesta de Jesús nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer la voz de los profetas actuales en nuestra vida, aquellos que, como Elías y Juan el Bautista, nos llaman a preparar los caminos para la llegada del Señor.

Al igual que en tiempos pasados, en la actualidad también existen personas que, inspiradas por el Espíritu Santo, llevan el mensaje de Dios a la sociedad.

Son aquellos que luchan contra la idolatría, la impiedad y todas las formas de injusticia que prevalecen en nuestro mundo.

Ellos nos invitan a mirar más allá de nuestras propias necesidades y deseos, y a trabajar por el establecimiento del Reino de Dios aquí en la tierra.

Sin embargo, es importante destacar que reconocer la voz de los profetas actuales no siempre es fácil.

Muchas veces, somos tentados a ignorar sus llamados incómodos o rechazar su mensaje por temor a los cambios que puedan requerir en nuestras vidas.

Como sucedió con Elías, podemos maltratar e ignorar a aquellos que vienen en nombre de Dios, simplemente porque no se ajustan a nuestras expectativas preconcebidas.

Por lo tanto, debemos estar atentos, abriendo nuestros corazones y nuestros oídos para discernir la voz de los profetas actuales.

Ellos pueden llegar a nosotros a través de diversas formas, como la palabra de Dios proclamada en la Iglesia, las enseñanzas de los santos, el testimonio de personas comprometidas con la justicia y la paz, e incluso en los eventos de la vida cotidiana.

Que el Señor nos conceda la gracia de reconocer y acoger a los profetas actuales, aquellos que, con el espíritu de Elías y Juan el Bautista, nos invitan a preparar los caminos al que viene.

Que podamos escuchar su mensaje de amor, justicia y esperanza, y responder con generosidad y valentía a sus llamados.

Que, como verdaderos discípulos de Jesús, podamos ser instrumentos de cambio y transformación en nuestro mundo, preparando el camino para la llegada del Reino de Dios. Amén