9 de enero
Marcos
1,21-28
En este
pasaje de vemos a Jesús enseñando la sinagoga de Capernaúm. Aquí podemos
reflexionar sobre algunas enseñanzas significativas:
1. Enseñanza
con autoridad: La gente se admira de las enseñanzas de Jesús porque habla con autoridad.
A diferencia de los maestros de la ley, Jesús no se basa en títulos académicos
o conocimientos meramente humanos. Su autoridad proviene de su relación íntima
con Dios y de su misión divina. Como seguidores de Jesús, debemos aprender a
reconocer y valorar la autoridad espiritual por encima de cualquier título o
posición académica.
2. El
objetivo de su enseñanza: Jesús enseña con el fin último de promover la vida y
el bienestar de los demás. Sus enseñanzas no son teorías abstractas, sino que
se fundamentan en practicar el amor de Dios en la vida cotidiana. A menudo,
nosotros nos enfocamos más en la acumulación de conocimiento intelectual,
perdiendo de vista la importancia de poner en práctica lo que aprendemos para
beneficio de los demás.
3. Coherencia
entre palabras y acciones: Una de las características distintivas de la
enseñanza de Jesús es que sus palabras van acompañadas de hechos concretos. No
solo dice lo correcto, sino que también lo pone en práctica. Es importante
recordar que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Debemos
esforzarnos por vivir de acuerdo con los principios que enseñamos, actuando con
coherencia y siendo un ejemplo vivo para los demás.
4.
Sensibilidad hacia las personas: Jesús muestra una sensibilidad especial hacia
las necesidades y sufrimientos de las personas. Su enseñanza está profundamente
arraigada en el amor de Dios por la humanidad. Como seguidores de Jesús,
también debemos cultivar esta sensibilidad hacia los demás, reconociendo su
dignidad y tratándolos con compasión y respeto, sin dejarnos llevar por
ilusiones o apariencias superficiales.
En resumen,
la reflexión bíblica nos invita a valorar la autoridad espiritual de Jesús, a
poner en práctica sus enseñanzas para promover el bienestar de los demás, a
vivir con coherencia entre nuestras palabras y acciones, y a ser sensibles
hacia las necesidades de las personas. Que el Señor nos dé la gracia y la
sensibilidad necesaria para vivir de acuerdo con su voluntad y llevar su amor
al mundo.