Marcos
5,1-20
En este
pasaje vemos que Jesús llega a la región de los gerasenos y se encuentra con un
hombre poseído por un espíritu impuro. Este hombre vivía en los sepulcros,
aislado de la sociedad y atormentado por su condición. Ni las cadenas ni las
ataduras podían contenerlo.
Cuando Jesús se acerca, el demonio reconoce su poder y le
suplica que no lo atormente. Jesús, en su infinita compasión, expulsa al
espíritu impuro y libera al hombre de su opresión. El hombre, ahora restaurado,
desea seguir a Jesús, pero él le pide que vuelva a su hogar y comparta lo
ocurrido.
Esta historia nos muestra el poder de Jesús para liberar a
las personas de la opresión espiritual y emocional. En nuestras vidas, también
podemos enfrentar situaciones difíciles, sentirnos atados por miedos,
adicciones o heridas del pasado. Sin embargo, Jesús nos ofrece su gracia y su
poder transformador para liberarnos y sanarnos.
También es relevante destacar que el hombre liberado desea
seguir a Jesús, pero Jesús le pide que vuelva a su hogar y comparta su
experiencia. Esto nos enseña que todos hemos sido llamados a ser testigos de la
misericordia y el amor de Dios en nuestras vidas. No solo debemos recibir la
liberación y la sanación para nosotros mismos, sino compartirla con los demás,
inspirándolos a buscar a Jesús.
Hoy, además de reflexionar sobre este pasaje bíblico,
celebramos a San José Freinademetz, un misionero austriaco que dedicó su vida
al servicio de los más necesitados en China. Su testimonio nos inspira a ser
discípulos valientes y generosos, dispuestos a llevar la luz de Cristo a
aquellos que más lo necesitan.
Que en este día podamos recordar la importancia de confiar
en el poder sanador de Jesús y estar dispuestos a compartir esa liberación con
los demás, siguiendo el ejemplo de San José Freinademetz. Que su intercesión
nos anime a ser instrumentos de amor y esperanza en el mundo.