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28 de diciembre

 

Mateo 2,13-18

Aquí Mateo relata el episodio de la huida de la Sagrada Familia a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Herodes, temiendo perder su poder e influencia, ordenó la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el valor sagrado de la vida y sobre las consecuencias devastadoras que puede tener el miedo a perder el poder. Herodes, movido por su propio temor, actuó de manera inhumana al dar la orden de quitar la vida a tantos inocentes.

En contraste, Jesús vino al mundo para traer vida y vida en abundancia. Él nos enseñó a amar y respetar toda manifestación de vida, ya sea humana o no humana. Desde el momento de su concepción hasta su muerte en la cruz, Jesús nos mostró la dignidad y el valor supremo de cada ser humano.

Como seguidores de Jesús, es nuestro deber respetar, cuidar y valorar toda forma de vida. Esto implica proteger y defender los derechos de los más vulnerables: los niños, los enfermos, los ancianos, los pobres y todos aquellos que son marginados o considerados desechables por la sociedad.

Además, debemos reconocer que nuestras acciones y decisiones tienen un impacto en la vida de los demás. No podemos permitir que el miedo o el afán de poder nos lleve a actuar de manera inhumana. Al contrario, debemos buscar siempre el bien común y promover la justicia y la paz en todas nuestras relaciones.

En este día de conmemoración de los niños que fueron víctimas de la violencia de Herodes, recordemos el llamado de Jesús a amar y valorar la vida. Oremos para que podamos superar nuestros propios miedos y egoísmos, y que podamos ser agentes de compasión y cuidado en un mundo que a menudo desprecia y maltrata la vida. Que cada acción que tomemos esté guiada por el amor y el respeto hacia todas las manifestaciones de vida, siguiendo el ejemplo de Jesús, nuestro Señor y Salvador.