Mateo 2,13-18
Aquí Mateo relata el episodio de la huida de la Sagrada
Familia a Egipto para escapar de la persecución de Herodes. Herodes, temiendo
perder su poder e influencia, ordenó la matanza de todos los niños menores de
dos años en Belén y sus alrededores.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el valor sagrado
de la vida y sobre las consecuencias devastadoras que puede tener el miedo a
perder el poder. Herodes, movido por su propio temor, actuó de manera inhumana
al dar la orden de quitar la vida a tantos inocentes.
En contraste, Jesús vino al mundo para traer vida y vida en
abundancia. Él nos enseñó a amar y respetar toda manifestación de vida, ya sea
humana o no humana. Desde el momento de su concepción hasta su muerte en la
cruz, Jesús nos mostró la dignidad y el valor supremo de cada ser humano.
Como seguidores de Jesús, es nuestro deber respetar, cuidar
y valorar toda forma de vida. Esto implica proteger y defender los derechos de
los más vulnerables: los niños, los enfermos, los ancianos, los pobres y todos
aquellos que son marginados o considerados desechables por la sociedad.
Además, debemos reconocer que nuestras acciones y decisiones
tienen un impacto en la vida de los demás. No podemos permitir que el miedo o
el afán de poder nos lleve a actuar de manera inhumana. Al contrario, debemos
buscar siempre el bien común y promover la justicia y la paz en todas nuestras
relaciones.
En este día de conmemoración de los niños que fueron
víctimas de la violencia de Herodes, recordemos el llamado de Jesús a amar y
valorar la vida. Oremos para que podamos superar nuestros propios miedos y
egoísmos, y que podamos ser agentes de compasión y cuidado en un mundo que a
menudo desprecia y maltrata la vida. Que cada acción que tomemos esté guiada
por el amor y el respeto hacia todas las manifestaciones de vida, siguiendo el
ejemplo de Jesús, nuestro Señor y Salvador.