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12 de septiembre


San Lucas 6, 12-19

Hoy la Palabra nos presenta a Jesús que se retira a orar en la noche y en soledad, para luego seguramente iluminado y fortalecido por el Padre Dios llamar y elegir de entre sus discípulos a los doce, los llama por su nombre y les da su misión, ser apóstoles y con ellos sale al encuentro de la multitud en la llanura, para curar, para sanar, para liberar, generando en toda la multitud el querer tocarlo para recibir algo de la fuerza que salía de Él.

Jesús no sólo nos enseña desde la palabra, sino también desde su vida, desde su testimonio. Nos enseña a orar, teniendo un espacio de intimidad y amistad con nuestro Padre Dios y nos muestra también que de este encuentro profundo y de gracia, surgen las luces, las grandes decisiones, que debemos tomar o por así decir ejecutar, Jesús luego de orar toda la noche, elige a los doce, para llevar a cabo su Misión, sanar, liberar, salvar…brotando de Él una fuerza que cautivaba.

Cuanto que nos cuesta ponernos en oración, cuanto que nos cuesta disponer tiempo de nuestro día, para estar a solas con Quién siempre está mirándonos, escuchándonos, llamándonos, amándonos. Cuántas equivocaciones en nuestras decisiones, o cuan pesada se nos hacen las tareas habituales por no estar a solas con Aquel que nos Ama, con aquel que nos llama, con quién puede darnos la fuerza para seguir siendo discípulos misioneros.

Madre Teresa de Calcuta, a quien contemplamos ya como Santa, como testimonio y ejemplo, tenía junto a las hermanas una ardua tarea por delante cada día, personas enfermas, con hambre, desprovistas de todo, a quienes asistir, y sin embargo lo primero que hacían era estar largo rato orando y adorando a Jesús Eucaristía. Ella decía y nos daba su testimonio:

“Externamente se ve solamente pan, pero es Jesús, externamente se ve sólo al pobre, pero es Jesús…es un misterio de amor. Es algo que la mente humana no puede alcanzar, pero tenemos que postrarnos. Él es quien recibimos, y el Él a quien servimos…hay dos, como dos amores, pero sólo es un amor. Por eso comenzamos el día rezando, comenzamos con la Misa, comenzamos con la sagrada Comunión, sólo después que le hemos recibido como el Pan de Vida, Él se hizo Pan de Vida, para darnos vida, y el recibir esa vida, nos da la fuerza y el valor y la alegría y el amor para tocarle, para amarle, para servirle y demás. Sin Él no podríamos hacerlo, pero con Él podemos hacer todo”

Que el estar con Jesús, que recibir su vida nos de la fuerza, el valor, la alegría y el amor para tocarlo y servirlo en nuestros hermanos.