San Lucas 6,
20-26
San Juan
Crisóstomo es el representante más importante de la Escuela de Antioquía y uno
de los cuatro grandes Padres de la Iglesia en Oriente. Su personalidad nos es
bien conocida a través de sus biógrafos: enérgico y de gustos sencillos y
austeros, estaba dotado de grandes cualidades oratorias.
Nacido en el
seno de una familia cristiana noble, alrededor del año 350, recibió desde su
infancia una educación esmerada. Después de ser ordenado sacerdote en el año
386, cumplió el oficio sacerdotal en Antioquía durante doce años; allí recibió
el sobrenombre de Crisóstomo (boca de oro) con que ha pasado a la posteridad, a
causa del esplendor de su elocuencia. En el 397 fue consagrado obispo de
Constantinopla. Desde el primer momento dedicó todos los esfuerzos a elevar el
ambiente moral de la sociedad que le rodeaba, lo que le produjo numerosas
incomprensiones y, al final de su vida, el exilio. Murió el 14 de septiembre
del año 407. Entre los Padres griegos no hay ninguno que haya dejado una
herencia literaria tan copiosa como San Juan Crisóstomo.
Su
producción literaria se puede dividir en tratados, homilías y cartas. Según él
mismo atestigua, predicaba todos los días. Preparaba sus discursos con sumo
cuidado, y miraba especialmente al bien de los oyentes, que, en no pocas
ocasiones, le interrumpían con aplausos.
El mayor
número de homilías conservadas—varios centenares—forman parte de una serie de
comentarios a los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Las noventa
Homilías sobre el Evangelio de San Mateo representan el más antiguo comentario
completo sobre el texto del primer evangelista. Su exégesis es de carácter
moral, de acuerdo con el método propio de la Escuela antioquena. San Juan
Crisóstomo mueve decididamente a la conversión a quienes, siendo cristianos de
palabra, no lo son con sus obras y no difunden a su alrededor la luz de Cristo.
Muy
importantes son también las ocho Catequesis sobre el Bautismo, en las que
expone a los nuevos cristianos las exigencias de la pelea espiritual del
cristiano; el tratado A Teodoro caído, exhortación a un amigo que había decaído
de su anterior fervor religioso; y los cinco libros Sobre el sacerdocio, una de
las joyas de la literatura cristiana de todos los tiempos sobre la excelencia y
dignidad del sacerdocio.