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7 de junio


 San Marcos 12,18-27

Como siempre el Señor tiene una muy buena noticia para darnos a través de su Palabra. Hoy los saduceos, que son una secta que no creía en la resurrección le ponen una trampa a Jesús en la cual ellos querían afirmar que la resurrección era imposible. Le ponen el caso de una mujer que fue esposa de un hombre que falleció, después de su hermano y del que sigue, y así todos iban muriendo y al final muere ella. La pregunta entonces es ¿en el reino de los cielos esposa de quién va a ser si tuvo a los siete por maridos?

Jesús aclara que en el reino de los cielos nadie va a ser esposa o esposo de nadie, porque "en el reino de los cielos ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles".  Nosotros sabemos que el consentimiento matrimonial "prometo serte fiel tanto en la salud como en la enfermedad, en la prosperidad como en la adversidad… amándote y respetándote durante toda mi vida"  es un consentimiento que es hasta que la muerte nos separe. La institución del matrimonio es algo temporal, no eterno. Es una institución que vive mientras viven los dos cónyuges. Por eso en el cielo estaremos todos como hermanos junto al Padre, pero esto no quiere decir que no vamos a tener recuerdos de los vínculos entre las personas. Si ha habido un vínculo profundo, entre hermanos, amigos, pareja o lo que sea, por supuesto que va a existir, pero no en cuenta a la exclusividad.

Con esto Jesús está diciendo que es un error pensar que en la resurrección de los muertos no existe. Dios no es un Dios de muerte sino de vivientes. Si Jesús no hubiese resucitado seríamos los más tristes e inútiles de todos los hombres. Pero toda la historia nos va mostrando con mucha claridad que Jesús vive, que su presencia está activa en la historia y que por el poder de su Espíritu cada vez más hombres y mujeres se van decidiendo a vivir como transformados por esta presencia de Dios. 

Por último, anímate a vivir en serio. El gran anuncio que el Señor te hace hoy es que esa vida que solamente Él te puede regalar es justamente eso, un regalo. Es su presencia en tu vida, es su amor que sostiene y acompaña, esa es nuestra esperanza. Como nos dice san Pablo: “Si Cristo no hubiera resucitado vana seria nuestra Fe”. Por eso es bueno entender que cuando decimos en el credo: “espero la Resurrección de los muertos y la vida en mundo futuro”, es un llamado a descubrir que el reino de Dios comienza acá y se plenifica allá. De ahí que podemos amar lo que somos y nuestras circunstancias, pero con la mirada en lo que vendrá.