San Marcos 12,18-27
Como siempre el Señor tiene una muy buena noticia para
darnos a través de su Palabra. Hoy los saduceos, que son una secta que no creía
en la resurrección le ponen una trampa a Jesús en la cual ellos querían afirmar
que la resurrección era imposible. Le ponen el caso de una mujer que fue esposa
de un hombre que falleció, después de su hermano y del que sigue, y así todos
iban muriendo y al final muere ella. La pregunta entonces es ¿en el reino de
los cielos esposa de quién va a ser si tuvo a los siete por maridos?
Jesús aclara que en el reino de los cielos nadie va a ser
esposa o esposo de nadie, porque "en el reino de los cielos ni los hombres
ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles". Nosotros sabemos que el consentimiento
matrimonial "prometo serte fiel tanto en la salud como en la enfermedad,
en la prosperidad como en la adversidad… amándote y respetándote durante toda
mi vida" es un consentimiento que
es hasta que la muerte nos separe. La institución del matrimonio es algo
temporal, no eterno. Es una institución que vive mientras viven los dos
cónyuges. Por eso en el cielo estaremos todos como hermanos junto al Padre,
pero esto no quiere decir que no vamos a tener recuerdos de los vínculos entre
las personas. Si ha habido un vínculo profundo, entre hermanos, amigos, pareja
o lo que sea, por supuesto que va a existir, pero no en cuenta a la
exclusividad.
Con esto Jesús está diciendo que es un error pensar que en
la resurrección de los muertos no existe. Dios no es un Dios de muerte sino de
vivientes. Si Jesús no hubiese resucitado seríamos los más tristes e inútiles
de todos los hombres. Pero toda la historia nos va mostrando con mucha claridad
que Jesús vive, que su presencia está activa en la historia y que por el poder
de su Espíritu cada vez más hombres y mujeres se van decidiendo a vivir como
transformados por esta presencia de Dios.
Por último, anímate a vivir en serio. El gran anuncio que el
Señor te hace hoy es que esa vida que solamente Él te puede regalar es
justamente eso, un regalo. Es su presencia en tu vida, es su amor que sostiene
y acompaña, esa es nuestra esperanza. Como nos dice san Pablo: “Si Cristo no
hubiera resucitado vana seria nuestra Fe”. Por eso es bueno entender que cuando
decimos en el credo: “espero la Resurrección de los muertos y la vida en mundo
futuro”, es un llamado a descubrir que el reino de Dios comienza acá y se
plenifica allá. De ahí que podemos amar lo que somos y nuestras circunstancias,
pero con la mirada en lo que vendrá.