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8 de mayo


 

San Juan 14,21-26

En el evangelio de hoy Jesús nos asegura que vendrá junto con el Padre y habitará en quienes lo amen y cumplan su Palabra. ¿Alguna vez te imaginaste "habitado" por Dios? El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos habitan, viven dentro nuestro… Sólo Dios puede ser tan grande de hacerse tan pequeño

Qué interesante es  saber que Dios por elección libre suya elige vivir dentro nuestro. Muchas veces nosotros nos creemos que valemos poco, que "si fuera más linda o más fachero yo …"; que "si tuviera un mejor trabajo…", que "si fuera un poco más inteligente…" y sin embargo el mismo Dios, así como estamos, desea venir e instalarse en nuestro corazón y en nuestra vida.

Él desea nuestro corazón, no sólo alguna parte nuestra, algunas horas… elige morar en nuestro corazón porque ahí está la centralidad del hombre. El quiere venir a ocupar el lugar central de tu vida para desde ahí transformarla. No significa que tu vida esté mal, sino que quiere darle un nuevo brillo, más vitalidad y más espesura. "La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den mucho fruto" escuchábamos en el evangelio de ayer.

 

Por lo tanto El Espíritu Santo no es ni una energía, ni una paloma volando, ni una luz agradable; es una persona, una persona divina, una de las personas de la trinidad, Dios mismo. Eso significa que dentro nuestro, en lo más profundo de nuestros corazones, desde el bautismo habita la presencia de Dios, es Dios que convive con nosotros, es su presencia la que nos diviniza, la que nos va transformando desde adentro, transformación que se hará plena el día de nuestra muerte, ahí el Espíritu Santo revelará todo su poder y nos sacará de la tumba tal cual como lo hizo con Jesús.

Esta es nuestra esperanza, esto es lo que nos sostiene. En esto se establece nuestra religión, en que, desde ahora, vivimos en una relación única y personal con Dios, que se hace plena en la comunidad, cuando compartimos con otros esa misma vida divina.

 

He aquí otra característica de nuestra fe, de nuestra religión, la vida de Dios no se puede guardar, no se puede esconder, no se puede ocultar, en Cristo lo que se da crece, lo que se encierra, se muere y se pierde.

 

Que hoy puedas encontrarte con este Dios que eligió hacer su casa en medio nuestro