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8 de abril

San Mateo 28, 1-10

En este sábado santo la iglesia aguarda junto al sepulcro la resurrección del Señor, no se celebra la eucaristía hasta la noche, en que la solemne vigila pascual nos devuelve a Jesús resucitado como vida y salvación de todos los hombres. Pero antes somos invitados a penetrar junto con Jesús en este misterio de la muerte.

Jesús es sepultado, desciende a los infiernos decimos en el Credo, es decir se hunde en ese misterio de la muerte a la que todos estamos sometidos, se hunde allí, pero para destruir la muerte, con la vida nueva, de la resurrección. Si el grano de trigo que cae en tierra, no muere no pueda dar frutos, nos había dicho el mismo Señor. ÉL es el grano de trigo que se hundió en el abismo de la muerte, para dar frutos de vida eterna, para todos nosotros.

El cuerpo de Jesús reposa, en el abismo de la muerte, el mundo mientras tanto esta asumido en la oscuridad de la noche, del sin sentido, todo está como expectante junto al sepulcro de Jesús, todo es silencio, todo espera. La iglesia está en este día en vela, en vela junto a la tumba que encierra el cuerpo de nuestro amado Señor Jesús.

Yo me pregunto cómo habrá estado María aguardando este sábado, en cumplimiento de la promesa de su hijo, con que dolor y con qué esperanza a la vez. Porque no nos ponemos también hoy, todos nosotros junto al sepulcro de Jesús, para contemplar y esperar. Contemplar hasta donde fue capaz el Señor Jesús de amarnos, Él dice San Juan:” Que había amado a los suyo que estaban en el mundo, los amo hasta el extremo “

Todos nosotros hemos sido amados hasta el extremo por Dios. Por eso nadie tiene justo derecho de cuestionar a Dios, dudando o preguntándole por su amor. Tu  y yo cuanto, ante alguna angustia o algún dolor, nos preguntemos por el amor de Dios, nos preguntemos si Dios nos ama de verdad, miremos la cruz, miremos a Cristo que yace en el sepulcro, miremos hasta donde…hasta qué extremo Dios nos ha amado y así vamos a entender.

La  iglesia nos invita hoy a quedarnos en silencio, contemplando el misterio del infinito amor de Dios, por cada uno de nosotros y esperando que se cumpla su promesa de llenar nuestra vida con su gracia y con la certeza que la esperanza, de que así como morimos con él , también resucitaremos con él para vivir siempre con Dios.

Les deseo una muy Feliz Pascuas de Resurrección con la bendición de: Dios Todopoderoso del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!