San Mateo 28, 1-10
En este sábado santo la iglesia aguarda junto al sepulcro la
resurrección del Señor, no se celebra la eucaristía hasta la noche, en que la
solemne vigila pascual nos devuelve a Jesús resucitado como vida y salvación de
todos los hombres. Pero antes somos invitados a penetrar junto con Jesús en
este misterio de la muerte.
Jesús es sepultado, desciende a los infiernos decimos en el
Credo, es decir se hunde en ese misterio de la muerte a la que todos estamos
sometidos, se hunde allí, pero para destruir la muerte, con la vida nueva, de
la resurrección. Si el grano de trigo que cae en tierra, no muere no pueda dar
frutos, nos había dicho el mismo Señor. ÉL es el grano de trigo que se hundió
en el abismo de la muerte, para dar frutos de vida eterna, para todos nosotros.
El cuerpo de Jesús reposa, en el abismo de la muerte, el
mundo mientras tanto esta asumido en la oscuridad de la noche, del sin sentido,
todo está como expectante junto al sepulcro de Jesús, todo es silencio, todo
espera. La iglesia está en este día en vela, en vela junto a la tumba que
encierra el cuerpo de nuestro amado Señor Jesús.
Yo me pregunto cómo habrá estado María aguardando este
sábado, en cumplimiento de la promesa de su hijo, con que dolor y con qué
esperanza a la vez. Porque no nos ponemos también hoy, todos nosotros junto al
sepulcro de Jesús, para contemplar y esperar. Contemplar hasta donde fue capaz
el Señor Jesús de amarnos, Él dice San Juan:” Que había amado a los suyo que
estaban en el mundo, los amo hasta el extremo “
Todos nosotros hemos sido amados hasta el extremo por Dios.
Por eso nadie tiene justo derecho de cuestionar a Dios, dudando o preguntándole
por su amor. Tu y yo cuanto, ante alguna
angustia o algún dolor, nos preguntemos por el amor de Dios, nos preguntemos si
Dios nos ama de verdad, miremos la cruz, miremos a Cristo que yace en el
sepulcro, miremos hasta donde…hasta qué extremo Dios nos ha amado y así vamos a
entender.
La iglesia nos invita
hoy a quedarnos en silencio, contemplando el misterio del infinito amor de
Dios, por cada uno de nosotros y esperando que se cumpla su promesa de llenar
nuestra vida con su gracia y con la certeza que la esperanza, de que así como
morimos con él , también resucitaremos con él para vivir siempre con Dios.
Les deseo una muy Feliz Pascuas de Resurrección con la
bendición de: Dios Todopoderoso del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Amén!