San Juan 18,
1-19, 42
Entre estas
lecturas y la oración que haremos por todos los hombres, antes de venerar
solemnemente la imagen del Crucificado, detengámonos unos momentos para dejar
que el mensaje de Dios penetre más en nuestro corazón.
Todos estamos familiarizados con la señal de
la cruz. A muchos de nosotros nuestras madres nos enseñaron de pequeños hacer
la señal de la cruz. Quizás fue nuestra primera plegaria silenciosa... Pensemos
qué significa ahora para nosotros ese gesto, iluminados por el anuncio de la
Pasión de san Juan y las otras lecturas que se han proclamado.
El mensaje
de la fiesta de hoy nos lleva al fondo del mensaje que acogíamos ayer: el
carácter serio del amor. El amor de Dios se nos ha revelado no como la ayuda de
quien no sabe qué es pasar necesidad, qué es padecer, sino poniéndose EN LA
CONDICIÓN DE LOS HOMBRES MAS DESVALIDOS: "soportó nuestros sufrimientos y
aguantó nuestros dolores" Y "hasta el extremo"; "Muchos se
espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre... El Señor quiso
triturarlo con el sufrimiento".
-El viernes
santo de la humanidad Todos queremos ser objetivos y realistas. Y, a pesar de
la crisis económica y social que aflige a muchos de nuestros ciudadanos, a
pesar de la injusticia de la que es víctima gran parte de la humanidad, nuestro
mundo occidental es todavía OFICIALMENTE OPTIMISTA.
Esto, junto con la tendencia innata de todos
para situarnos lejos del sufrimiento e incluso para olvidarlo fácilmente, nos
ayuda a cerrar los ojos a la cruda realidad de una gran parte de la humanidad
que no sólo padece, sino que es "crucificada".
Pero Jesús,
que en la cruz lleva "los sufrimientos" y aguanta "los
dolores" de la humanidad sufriente, ES EL RECUERDO VIVO DEL VIERNES SANTO
DE GRAN PARTE DE LA HUMANIDAD ACTUAL: muertos de hambre en medio de la gran
abundancia de muchos otros; países empobrecidos en beneficio de algunos cada
día más ricos; personas y pueblos amenazados por un "progreso" que
conduce a la carrera de armamentos; manipulación de la libertad y otras formas
de violación de la dignidad humana; millones de parados entre una insolidaridad
creciente; marginados de todo tipo por una sociedad que en buena parte es la
causante de esta marginación... Jesús crucificado nos desvela de nuestros
sueños, nos hace caer la venda de los ojos... Y, en él, el dolor de la
humanidad se convierte en dolor de Dios.