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7 de abril

San Juan 18, 1-19, 42

Entre estas lecturas y la oración que haremos por todos los hombres, antes de venerar solemnemente la imagen del Crucificado, detengámonos unos momentos para dejar que el mensaje de Dios penetre más en nuestro corazón.

 Todos estamos familiarizados con la señal de la cruz. A muchos de nosotros nuestras madres nos enseñaron de pequeños hacer la señal de la cruz. Quizás fue nuestra primera plegaria silenciosa... Pensemos qué significa ahora para nosotros ese gesto, iluminados por el anuncio de la Pasión de san Juan y las otras lecturas que se han proclamado.

El mensaje de la fiesta de hoy nos lleva al fondo del mensaje que acogíamos ayer: el carácter serio del amor. El amor de Dios se nos ha revelado no como la ayuda de quien no sabe qué es pasar necesidad, qué es padecer, sino poniéndose EN LA CONDICIÓN DE LOS HOMBRES MAS DESVALIDOS: "soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores" Y "hasta el extremo"; "Muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre... El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento".

-El viernes santo de la humanidad Todos queremos ser objetivos y realistas. Y, a pesar de la crisis económica y social que aflige a muchos de nuestros ciudadanos, a pesar de la injusticia de la que es víctima gran parte de la humanidad, nuestro mundo occidental es todavía OFICIALMENTE OPTIMISTA.

 Esto, junto con la tendencia innata de todos para situarnos lejos del sufrimiento e incluso para olvidarlo fácilmente, nos ayuda a cerrar los ojos a la cruda realidad de una gran parte de la humanidad que no sólo padece, sino que es "crucificada".

Pero Jesús, que en la cruz lleva "los sufrimientos" y aguanta "los dolores" de la humanidad sufriente, ES EL RECUERDO VIVO DEL VIERNES SANTO DE GRAN PARTE DE LA HUMANIDAD ACTUAL: muertos de hambre en medio de la gran abundancia de muchos otros; países empobrecidos en beneficio de algunos cada día más ricos; personas y pueblos amenazados por un "progreso" que conduce a la carrera de armamentos; manipulación de la libertad y otras formas de violación de la dignidad humana; millones de parados entre una insolidaridad creciente; marginados de todo tipo por una sociedad que en buena parte es la causante de esta marginación... Jesús crucificado nos desvela de nuestros sueños, nos hace caer la venda de los ojos... Y, en él, el dolor de la humanidad se convierte en dolor de Dios.