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20 de abril

20 de abril

San Juan 3, 31-36

El discurso del evangelio de hoy sigue ahondando en lo esencial del encuentro de Jesús y Nicodemo. Nos muestra dos orígenes, 2 tipos de personas; al hablar de la tierra refiere a la persona que carece de vínculos con Dios, es el que “habla de las cosas de la tierra”; y al hablar del cielo alude a Jesús mismo quien “da testimonio de lo que ha visto y oído”. Jesús muestra el rostro del Padre, el ser y el hacer de Padre. Acoger, creer en la Palabra del Hijo significa aceptar a Dios mismo.

Para la comunidad de Juan  es importante clarificar que Jesús es el Hijo de Dios. Acoger el mensaje de Jesús, es acoger a Dios, aceptar su presencia sanadora y liberadora, como dice el salmo “el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias”.

Es necesario optar entre aceptar que Dios está ausente en la vida o acoger la presencia salvadora de Jesús, ya presente en la vida cotidiana, en gestos y palabras que expresan perdón, alegría, estoy contigo, amor, escucha, creo en ti.

Esta opción es personal, la invitación en este evangelio se repite “El que acepta su testimonio”, “El que cree en el Hijo”. Los que acogen esta invitación son transmisores del rostro de Dios a través de sus vidas. ¿Tú que respondes a esta invitación?