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18 abril


 San Juan 3, 7-15

Jesús le dice a Nicodemo “Tienes que nacer de nuevo”, en cada nuevo amanecer, de alguna manera, nacemos otra vez, es un nuevo comienzo, un tiempo lleno de nuevas oportunidades para dar sentido a nuestra existencia. Entender el verdadero sentido de nacer de nuevo se complica a veces demasiado, porque podemos no entender como le pasó a Nicodemo, todo un maestro de Israel.

Cuando somos pequeños nos enseñan a través de cuentos para aprender lo que hemos o no hemos de hacer, a medida que vamos creciendo las palabras van siendo más claras y en un lenguaje adaptado a nuestra edad, pero está claro que no hay más ciego que el que no quiere ver, así que hay veces que por muy bien que nos expliquen las cosas, por muchos ejemplos que nos pongan o por muchas veces que nos repitan algo, si no queremos entender, no lo vamos a hacer.

Si nos paráramos a hacer un análisis de la realidad que vive nuestro mundo, seguro que diríamos que necesitamos nacer de nuevo, pero no volver atrás, sino en el momento histórico en el que estamos, parar, descubrir cuáles son las situaciones a las que hay que morir, buscando así en esas debilidades que tenemos como sociedad, fortalezas que impulsen una mejora de las condiciones de vida de tanta gente que no tiene nada.

Es difícil entender que de la muerte pueda darse la verdadera Vida, que de la entrega de un inocente pueda alcanzarse la salvación, que del perdón de los pecados se llegue a la vida eterna, pero sólo si somos capaces de tener fe podremos mover las montañas de la infelicidad y descubrir el verdadero Amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.

¿Cuáles son los pilares que mantienen nuestra vida? ¿En qué sustentamos la fe? ¿Qué debemos dejar morir para llenarnos de Vida?