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2 de marzo


 San Mateo 7,7-12

Podríamos decir, que el evangelio de hoy nos regala la regla de oro, nos resume todo lo que consiste la Ley y Los profetas.  Jesús dice “todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes háganlo por ellos”. Esto es muy interesante de poder pensar y también de desmenuzar.

¡Qué interesante este Jesús que nos dice que si nosotros queremos el bien para nosotros primero tenemos que buscar en los demás! Yo creo que esto implica tres cosas.

La primera es lograr el fenómeno -y el milagro también- de la empatía: ponerme en la piel del otro de centrarme salir yo del centro de la historia y del mundo y pensar que en realidad hay otros seres humanos como yo; hay otros que sienten necesidad;  hay otros que necesitan ayuda, auxilio que están padeciendo. Pero también hay otros que pasan muchas veces indiferentes o que yo también paso indiferente frente a ellos.

Lo primero de querer lograr esta felicidad también para los demás porque la deseo para mi propia vida es en definitiva ponerme en el lugar del otro.  Mirar la realidad desde el otro. Mirar la vida desde el otro. Lograr tener también posibilidad de poder ponerme en la piel, en el corazón de la otra persona y poder entender lo que pasa desde el contexto desde la vida, desde la historia, desde la realidad de la otra persona

Lo segundo es que esto nos hace pensar que al otro le tenemos que le desear el bien. Es decir si yo quiero tener bien en mi vida, lo que tengo que hacer no solamente es desear sino también procurar el bien para los demás.  Yo quiero en mi vida que me traten bien. Bueno, también entonces lo que tengo que hacer es tratar bien a los demás. Si lo que yo quiero es justamente no pasar inadvertido, que me consideren, que alguien me tenga en cuenta, que yo no pase de largo al frente a la mirada de los demás, creo que lo primero hacer lo mismo.

La tercera implicancia me parece la fundamental que es  si verdaderamente lo que quiero es tener estas cosas en mi vida, desearlas para mí y poder vivirlas cotidianamente, también lo tengo que desear en la vida de los demás. Por tanto y la iniciativa no está tanto en los otros sino en mí mismo:  “todo cuanto ustedes deseen para los demás, háganlo ustedes por ellos”

Entonces la iniciativa la tengo que tomar yo. Por eso no puedo sentarme a esperar que venga todo el resto del mundo a amarme, a tratarme bien, hacer cosas buenas conmigo, a decirme que soy importante, a que mi vida vale la pena; y una vez que tenga ese tipo de experiencia salir adelante y decir:  “Bueno. Ahora entonces sí estoy listo para poder amar y dar una respuesta a  todo esto”

Yo creo que tiene que ser al revés: no esperar que el otro venga sino salir nosotros al encuentro. Es verdaderamente la motivación fundamental que podemos tener al leer este evangelio. No tengo que esperar que lo demás se acerquen: tengo que salir yo al encuentro el hermano. es misión mía “primerear” –diría el papa Francisco- a los demás para poderlos sorprenderlos con gestos concretos de ternura y de misericordia para que después, ojalá puedan ellos retribuírmelos a mí y se pueda completar ahí  un círculo de caridad.

Que Jesús nos regale un lindo día para poder seguir meditando la palabra y seguir transitando esta cuaresma que quiera ser oportunidad de poder convertirnos el corazón y poder seguir haciendo el bien por nuestros hermanos: no esperándolo primero sino nosotros tomando la iniciativa para poder poner amor en las situaciones donde hay muerte y donde el amor está ausente.