San Mateo 7,7-12
Podríamos decir, que el evangelio de hoy nos regala la regla
de oro, nos resume todo lo que consiste la Ley y Los profetas. Jesús dice “todo lo que deseen que los demás
hagan por ustedes háganlo por ellos”. Esto es muy interesante de poder pensar y
también de desmenuzar.
¡Qué interesante este Jesús que nos dice que si nosotros
queremos el bien para nosotros primero tenemos que buscar en los demás! Yo creo
que esto implica tres cosas.
La primera es lograr el fenómeno -y el milagro también- de
la empatía: ponerme en la piel del otro de centrarme salir yo del centro de la
historia y del mundo y pensar que en realidad hay otros seres humanos como yo;
hay otros que sienten necesidad; hay
otros que necesitan ayuda, auxilio que están padeciendo. Pero también hay otros
que pasan muchas veces indiferentes o que yo también paso indiferente frente a
ellos.
Lo primero de querer lograr esta felicidad también para los
demás porque la deseo para mi propia vida es en definitiva ponerme en el lugar
del otro. Mirar la realidad desde el
otro. Mirar la vida desde el otro. Lograr tener también posibilidad de poder
ponerme en la piel, en el corazón de la otra persona y poder entender lo que
pasa desde el contexto desde la vida, desde la historia, desde la realidad de
la otra persona
Lo segundo es que esto nos hace pensar que al otro le
tenemos que le desear el bien. Es decir si yo quiero tener bien en mi vida, lo
que tengo que hacer no solamente es desear sino también procurar el bien para
los demás. Yo quiero en mi vida que me
traten bien. Bueno, también entonces lo que tengo que hacer es tratar bien a los
demás. Si lo que yo quiero es justamente no pasar inadvertido, que me
consideren, que alguien me tenga en cuenta, que yo no pase de largo al frente a
la mirada de los demás, creo que lo primero hacer lo mismo.
La tercera implicancia me parece la fundamental que es si verdaderamente lo que quiero es tener
estas cosas en mi vida, desearlas para mí y poder vivirlas cotidianamente,
también lo tengo que desear en la vida de los demás. Por tanto y la iniciativa
no está tanto en los otros sino en mí mismo:
“todo cuanto ustedes deseen para los demás, háganlo ustedes por ellos”
Entonces la iniciativa la tengo que tomar yo. Por eso no
puedo sentarme a esperar que venga todo el resto del mundo a amarme, a tratarme
bien, hacer cosas buenas conmigo, a decirme que soy importante, a que mi vida
vale la pena; y una vez que tenga ese tipo de experiencia salir adelante y
decir: “Bueno. Ahora entonces sí estoy
listo para poder amar y dar una respuesta a
todo esto”
Yo creo que tiene que ser al revés: no esperar que el otro
venga sino salir nosotros al encuentro. Es verdaderamente la motivación
fundamental que podemos tener al leer este evangelio. No tengo que esperar que
lo demás se acerquen: tengo que salir yo al encuentro el hermano. es misión mía
“primerear” –diría el papa Francisco- a los demás para poderlos sorprenderlos
con gestos concretos de ternura y de misericordia para que después, ojalá
puedan ellos retribuírmelos a mí y se pueda completar ahí un círculo de caridad.
Que Jesús nos regale un lindo día para poder seguir
meditando la palabra y seguir transitando esta cuaresma que quiera ser
oportunidad de poder convertirnos el corazón y poder seguir haciendo el bien
por nuestros hermanos: no esperándolo primero sino nosotros tomando la
iniciativa para poder poner amor en las situaciones donde hay muerte y donde el
amor está ausente.