San Lucas
1,46-56
Este evangelio
nos presenta ese hermoso cántico, María
se pone a dar gracias a Dios, a cantar
la grandeza.
Reconoce que
todas las maravillas que se hacen en ella vienen de Dios. Reconoce a Dios como
el autor de toda gracia. Se da cuenta que es elegida por Dios y por eso toma
conciencia que forma parte de la historia de la salvación, que con su Si va a
cambiar la vida de cada uno de nosotros.
La
invitación que podemos hacer hoy es, a imagen de María, también reconocer
nosotros, en la propia vida:
¿Qué nos ha
regalado el Señor?
¿Qué
maravillas ha realizado?
¿Somos
agradecidos con Él?
¿Tomamos
conciencia del paso de Dios por nuestras vidas?
¿Qué pide
hoy, Dios con estos dones que nos ha regalado?
Porque
sabemos que cada uno de nosotros tiene cosas buenas, recibidas de Dios. No hay
nadie que pueda decir: “Yo no valgo”, “Yo no tengo nada positivo”.
Al
contrario, cada uno de nosotros tenemos dones, riquezas, virtudes, e incluso me
animaría a decir: “Más de uno” . Varias cosas que podemos poner al servicio del
reino de Dios. Y generalmente, por no decir casi siempre, se da que cuando uno
se gasta, se entrega por los demás, hace el bien, obras de caridad, y lo hace
por pasión, por gusto.
Evidentemente
el Señor no solo te premia, sino que hay una alegría en el corazón tan grande,
que te dan más ganas todavía de salir, de seguir anunciando a Jesús, de
misionar. En fin: de realizar las
distintas obras de misericordia y de caridad que el Espíritu Santo nos va
suscitando.
Pidámosle al
Señor, de la mano de María, en este día la gracia de tener un corazón agradecido, un
corazón en salida, un corazón con ganas de cambiar este mundo.