San Lucas
1,26-38
María en el
Evangelio de San Lucas es la Mujer de la oración, de la contemplación, de la
respuesta activa a Dios y del compromiso, es una mujer comprometida con el
dolor y el sufrimiento de su pueblo, y también ella aparece orando después de
la muerte y resurrección de Jesús, acompañando a los discípulos a la espera del
Espíritu Santo y también ha vivido muy de cerca los dolores más hondos que el
pueblo de Israel tiene instalado en su historia, en lo más profundo del corazón
como es el exilio, después que el niño ha nacido Herodes
busca terminar con aquel que amenaza su reinado, María con José parten
hacia Egipto, exiliados de su propia tierra para escapar de la muerte.
Se anuncia
la venida de Jesús como Señor y Salvador, en la llamada a María, aparece la vocación,
para que entregue su vida toda al servicio de la misión de este Hijo de Dios.
La vocación no se entiende sino en función de lo que es una misión, la vocación
nunca es para si mismo, ocurre en uno, pero es para una misión específica, está
orientada a los demás, la vocación de María de ser Madre es de estar al
servicio del Hijo de Dios.
Las palabras
del ángel están llenas de gozo, “Alégrate, María, llena de gracia, el Señor
está contigo”. Se acerca un tiempo para la humanidad, Dios que viene a poner en
orden las cosas, lo que se acaba es un mundo de tristeza, de angustia, de sin
sentido, un mundo marcado por la depresión, el agobio.
El ángel
Gabriel también está presente con nosotros hoy para compartir este anuncio del
gozo y de la alegría.