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19 de diciembre

San Lucas 1, 5-25

Hoy vemos como Zacarías, sacerdote judío que ofrece el sacrificio en el templo de aquél entonces, cumplía con todas las prescripciones de la ley, y sin embargo por ser anciano, y ya que su mujer era estéril, no podía engendrar hijos.

Está de turno en la función sacerdotal, algo muy esperado por quién ostentaba esa dignidad, y el ángel se le aparece con una gran noticia. Pero no le creyó.

 Y sin embargo el Ángel Gabriel le anuncia algo que cambiaría su historia y la historia del pueblo judío: “Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.

 El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. Estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios” (Lc 1, 13-16)

Ese que se gestaría en el seno de Isabel no es otro que Juan el Bautista. Signo de las obras del Señor. Dios no se deja guiar por el obrar humano. Él realiza su obra con la colaboración humana, o aunque ella falte.

 En esta semana previa a la celebración del nacimiento del Salvador, la liturgia nos ofrece este texto para que descubramos cómo la obra de Dios se fue abriendo caminos. Caminos que no siempre fueron de la mejor manera predispuestos.

 Que maravilloso es contemplar como el plan de Dios se fue entrelazando con la historia humana. De tal modo que en su Hijo contemplado en el pesebre, Dios asume de tal modo esta historia humana, que ya no se podrá separar una de otra.

 La historia de los hombres, será, de ahora en adelante, historia compartida de Dios con nosotros. Por eso se lo llama el Emmanuel.

Su nacimiento significó una nueva medida a la humanidad, al tiempo, al futuro. Su nacimiento modificó la manera de concebir la vida, la dignidad y el destino del ser humano. Desde su nacimiento ya nada es y será igual.

Cuando todos intercambien regalos para esta navidad, no nos olvidemos de presentarnos ante el niño Dios y ofrecerles nosotros también, el regalo de nuestro corazón, la verdad de nuestra vida y el anhelo de recibirlo en nuestras familias. Esa será la mejor manera de celebrar estas próximas fiestas de la natividad.