San Juan 5, 33-36
En este
tiempo de adviento hay dos personajes que cobran una gran importancia: Juan el
Bautista y la Virgen María. El bautista es el que prepara el camino del Señor,
el que da testimonio de la luz y de la verdad, y confiesa ante los judíos que
él no es el mesías, sino una voz que clama en el desierto.
Si bien Juan
da testimonio de Jesús, el Señor no se apoya en testimonios que puedan dar de
él las personas; su única carta de presentación y su seguridad está en el Padre
que lo envía; por tanto las obras que realiza en nombre del Padre son las que
dan testimonio de que él (Jesús) es el mesías y de la autenticidad de su
misión.
Un mensaje
muy interesante podemos sacar de este texto del evangelio de Juan. Jesús, no
dependía de la mirada ni de la aprobación de nadie, no necesitaba buscar
testigos que hablaran bien de su persona, sino que su seguridad estaba puesta
en la mirada y en el amor de Dios Padre.
La navidad
nos invita a renovar nuestra fe; a confiar plenamente en este Dios que se hace
niño indefenso; y es en este Dios que se niño indefenso donde tienes que poner
tus seguridades. Hacer un acto de fe en el niño Dios como lo hicieron los
pastores cuando lo visitaron en el pesebre.