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16 de diciembre


 San Juan 5, 33-36

En este tiempo de adviento hay dos personajes que cobran una gran importancia: Juan el Bautista y la Virgen María. El bautista es el que prepara el camino del Señor, el que da testimonio de la luz y de la verdad, y confiesa ante los judíos que él no es el mesías, sino una voz que clama en el desierto.

Si bien Juan da testimonio de Jesús, el Señor no se apoya en testimonios que puedan dar de él las personas; su única carta de presentación y su seguridad está en el Padre que lo envía; por tanto las obras que realiza en nombre del Padre son las que dan testimonio de que él (Jesús) es el mesías y de la autenticidad de su misión.

Un mensaje muy interesante podemos sacar de este texto del evangelio de Juan. Jesús, no dependía de la mirada ni de la aprobación de nadie, no necesitaba buscar testigos que hablaran bien de su persona, sino que su seguridad estaba puesta en la mirada y en el amor de Dios Padre.

La navidad nos invita a renovar nuestra fe; a confiar plenamente en este Dios que se hace niño indefenso; y es en este Dios que se niño indefenso donde tienes que poner tus seguridades. Hacer un acto de fe en el niño Dios como lo hicieron los pastores cuando lo visitaron en el pesebre.