San Lucas 7, 24-30
Vemos en el Evangelio de hoy como Juan el
Bautista preparó la llegada del Hijo de Dios a este mundo: “Yo envío a mi
mensajero delante de ti para prepararte el camino”. En cada Navidad, Jesús
quiere nacer en nuestros corazones.
El fin de
cada año es posibilidad para comenzar algo nuevo, nos anima a mirar con
esperanza el mañana. ¿Cómo preparamos eso nuevo que se viene? El bautista
preparó el camino, la Llegada de Jesús, puede entonces, inspirarnos a nosotros
a preparar también esta próxima Navidad.
En el Evangelio
proclamado, Jesús resalta virtudes que prepararon su venida, por ejemplo, la firmeza,
la fe de Juan Bautista.
No dejarnos llevar por cualquier propaganda,
ideología de moda, pensar que todo da lo mismo, que vale vivir de cualquier
forma, que lo importante sea acomodarse y caer bien y no comprometernos con
nada que arriesgue tu vida.
Así como el bautista, no seamos nosotros una
caña agitada por el viento yendo hacia lo que solo nos conviene.
Otra manera
provechosa de preparar la Navidad, será seguir creyendo que vale la pena vivir
solidariamente, teniendo pasión y preocupación por los más frágiles y débiles,
que nos duele ver tanta pobreza, desnutridos, jóvenes abandonados en la droga,
familias desunidas y por eso seguiremos luchando por un país y un mundo con más
justicia, trabajo para todos, educación y deporte para los niños y juventud,
una vida digna para nuestros ancianos.
Nada mejor para preparar la Navidad que volver
a mirar y a creer en Dios, que se abaja y se hace tan humilde, que llega no con
el poder de las armas, de la violencia, la ambición del dinero, de la vida
fácil, un dios que olvida los otros, sino, de un Niño Dios verdadero que se
presenta frágil, débil y sencillo. Pero que trae una vida plena, el único poder
que tiene son sus bracitos abiertos para ser recibidos con amor por las mujeres
y hombres que formamos este mundo.