San Lucas
10, 21-24
Hemos comenzado el tiempo del adviento, este
tiempo de preparación a la noche buena y la navidad.
En este evangelio vemos que Jesús nos dice que, Él alaba al padre, porque
gracias a Él, se han ocultado las cosas de Dios, las cosas grandes, a los
sabios y poderosos es decir, a los que tienen un corazón duro y revelado a los
pequeños, a los que tienen un corazón abierto, este texto del evangelio nos
regala todo aquello que significa volver a retomar y recordar la gracia del
bautismo.
Bien sabemos
que por el bautismo somos hijos de Dios, y miembros del pueblo de Dios en
marcha que es la iglesia, y que gracias al bautismo hemos entrado en la
atmosfera de Dios diríamos, ese sello indeleble que produce el sacramento que
nos da la vida, nos regala a través del agua, también a través del oleo y de la
luz, eso que llamamos “la Vida nueva”
Todos
estamos llamados a revivir la vida en
Dios, a seguir e imitar a Jesús y poder descubrir que, si somos pequeños es
decir, si no nos agrandamos con aquellas cosas que nos pueden atraer un
poquito, pero que después nos frustran, que después nos hacen estar tristes,
estar deprimidos, estar sin ganas de hacer nada, poder levantarnos desde la
Gracia de Dios para que, tomando conciencia de que, las cosas pequeñas de cada
día en fidelidad cotidiana vamos a encontrar la alegría, la felicidad, la paz,
el poder llevarnos bien con los demás. Por eso en estos días especiales en que
vamos caminando hacia el encuentro de Dios que llega al hombre en Belén,
entendamos, el mensaje de la palabra de Dios de este día.
El mensaje
que nos hace recordar que, por el bautismo estamos llamados a vivir una vida
nueva, que nos haga a todos descubrir que si Dios está con nosotros, quien
contra nosotros.