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29 de noviembre

San Lucas 10, 21-24

 Hemos comenzado el tiempo del adviento, este tiempo de preparación a la noche buena y la navidad.

 En este evangelio vemos que  Jesús nos dice que, Él alaba al padre, porque gracias a Él, se han ocultado las cosas de Dios, las cosas grandes, a los sabios y poderosos es decir, a los que tienen un corazón duro y revelado a los pequeños, a los que tienen un corazón abierto, este texto del evangelio nos regala todo aquello que significa volver a retomar y recordar la gracia del bautismo.

Bien sabemos que por el bautismo somos hijos de Dios, y miembros del pueblo de Dios en marcha que es la iglesia, y que gracias al bautismo hemos entrado en la atmosfera de Dios diríamos, ese sello indeleble que produce el sacramento que nos da la vida, nos regala a través del agua, también a través del oleo y de la luz, eso que llamamos “la Vida nueva”

Todos estamos  llamados a revivir la vida en Dios, a seguir e imitar a Jesús y poder descubrir que, si somos pequeños es decir, si no nos agrandamos con aquellas cosas que nos pueden atraer un poquito, pero que después nos frustran, que después nos hacen estar tristes, estar deprimidos, estar sin ganas de hacer nada, poder levantarnos desde la Gracia de Dios para que, tomando conciencia de que, las cosas pequeñas de cada día en fidelidad cotidiana vamos a encontrar la alegría, la felicidad, la paz, el poder llevarnos bien con los demás. Por eso en estos días especiales en que vamos caminando hacia el encuentro de Dios que llega al hombre en Belén, entendamos, el mensaje de la palabra de Dios de este día.

El mensaje que nos hace recordar que, por el bautismo estamos llamados a vivir una vida nueva, que nos haga a todos descubrir que si Dios está con nosotros, quien contra nosotros.