San Lucas 21, 34-36
Llegamos al encuentro
con Jesús con nuestra vida y la novedad de su mensaje. En el evangelio de hoy,
ya no se trata de la cercanía del Reino de Dios, cuyos signos vamos
descubriendo a lo largo de la historia, sino de la llegada del Día del Hijo del
Hombre.
Lucas pone en boca de
Jesús un conjunto de advertencias que tratan de contrarrestar todo aquello que
puede amenazar la integridad de la comunidad. Jesús pide andar con cuidado. Es
un llamado hacia una actitud consciente y responsable. Es necesario impedir que
se nos nuble la mente con el vicio, la bebida y las preocupaciones de la vida y
estar despiertos en actitud de oración para tener fuerzas en todo momento.
El cristiano necesita
estar libre y despierto ante la realidad, necesita tener una actitud orante que
le permita discernir la realidad y descubrir los signos de los tiempos.
La actitud del cristiano está orientada a permitir la acción
de Dios en el mundo mediante la encarnación de los valores que Cristo instauró
como ley del Reino. Estar de pie, ante Cristo, es estar atentos y reconociendo
el paso de Dios en medio de las infinitas tareas que nos encomienda la vida y
aquello que no es de Dios.
No debe importarnos
si la venida gloriosa de Jesús está próxima o no: para cada uno está siempre
cerca, si miramos con ojos de fe, los pequeños o grandes hechos de la vida.
Nuestra memoria del gran acontecimiento de la vida y la
Pascua de Jesús, la venida gloriosa del Señor y la plenitud de su Reino, son un
compromiso con el presente, que nos anima a vivir con intensidad la gran tarea
de evangelización y liberación.
El día del Señor ciertamente es el último día, el día
escatológico, el Día del Hijo del Hombre. Pero ese día, desde ya, marca toda la
historia de todos los tiempos. Toda la historia está orientada hacia ese día y
toda la historia debe estar preparada para vivir ese día.
No sabemos si ese día será mañana o en mil años. No lo
sabemos y no tiene sentido tratar de saberlo.
Lo que nos exige Jesús no es calcular fechas, sino el estar
preparados siempre. Las actitudes que nos pide Jesús para ese Día, son
actitudes para todos los días. Esta realidad nos urge a una opción. Dónde
situarnos en este mundo, de qué lado y con quién.
Lo importante es
vivir de una determinada manera acorde a lo que esperamos. Además la Parusía de
Jesús se vive en cada instante: en la comunidad, en el encuentro con el pobre,
en la construcción del Reino de Dios.
Sigamos caminando con Jesús en fidelidad que es la única
garantía de tener parte en su Reino.