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26 de noviembre

San Lucas 21, 34-36

 Llegamos al encuentro con Jesús con nuestra vida y la novedad de su mensaje. En el evangelio de hoy, ya no se trata de la cercanía del Reino de Dios, cuyos signos vamos descubriendo a lo largo de la historia, sino de la llegada del Día del Hijo del Hombre.

 Lucas pone en boca de Jesús un conjunto de advertencias que tratan de contrarrestar todo aquello que puede amenazar la integridad de la comunidad. Jesús pide andar con cuidado. Es un llamado hacia una actitud consciente y responsable. Es necesario impedir que se nos nuble la mente con el vicio, la bebida y las preocupaciones de la vida y estar despiertos en actitud de oración para tener fuerzas en todo momento.

 El cristiano necesita estar libre y despierto ante la realidad, necesita tener una actitud orante que le permita discernir la realidad y descubrir los signos de los tiempos.

La actitud del cristiano está orientada a permitir la acción de Dios en el mundo mediante la encarnación de los valores que Cristo instauró como ley del Reino. Estar de pie, ante Cristo, es estar atentos y reconociendo el paso de Dios en medio de las infinitas tareas que nos encomienda la vida y aquello que no es de Dios.

 No debe importarnos si la venida gloriosa de Jesús está próxima o no: para cada uno está siempre cerca, si miramos con ojos de fe, los pequeños o grandes hechos de la vida.

Nuestra memoria del gran acontecimiento de la vida y la Pascua de Jesús, la venida gloriosa del Señor y la plenitud de su Reino, son un compromiso con el presente, que nos anima a vivir con intensidad la gran tarea de evangelización y liberación.

El día del Señor ciertamente es el último día, el día escatológico, el Día del Hijo del Hombre. Pero ese día, desde ya, marca toda la historia de todos los tiempos. Toda la historia está orientada hacia ese día y toda la historia debe estar preparada para vivir ese día.

No sabemos si ese día será mañana o en mil años. No lo sabemos y no tiene sentido tratar de saberlo.

Lo que nos exige Jesús no es calcular fechas, sino el estar preparados siempre. Las actitudes que nos pide Jesús para ese Día, son actitudes para todos los días. Esta realidad nos urge a una opción. Dónde situarnos en este mundo, de qué lado y con quién.

 Lo importante es vivir de una determinada manera acorde a lo que esperamos. Además la Parusía de Jesús se vive en cada instante: en la comunidad, en el encuentro con el pobre, en la construcción del Reino de Dios.

Sigamos caminando con Jesús en fidelidad que es la única garantía de tener parte en su Reino.