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Domingo, 17 de Octubre

LA GLORIA DE DIOS VS. MI GLORIA

 

La realidad del "liderazgo de servicio" aparece no sólo en el Nuevo Testamento sino también en la vida de muchos grandes líderes y de muchas personas santas.

 

La historia de nuestra Iglesia es la historia de miles de hombres Y mujeres que aprendieron a servir Y murieron sirviendo a los necesitados.

 

La Madre Teresa de Calcuta está considerada como una de las mayores humanistas del siglo XX y la llamamos Santa Teresa de Calcuta.

 

"No todos podemos hacer grandes cosas, dice la Madre Teresa, pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor. Ella hizo grandes cosas con gran amor.

 

Tú y yo también tenemos oportunidades de ejercer ese liderazgo de servicio. Puede ser un encuentro casual de camino a Trader Joe's o a la iglesia o puede ser más intencional cuando decides formar parte de un movimiento de la iglesia dedicado a servir a los pobres.

 

El líder-servidor pone a los demás antes que a sí mismo y actúa sobre esa base y ayuda a cambiar el mundo para bien.

 

Nosotros, los que estamos en la iglesia, tendemos a ser consumidores de religión, nos encantan nuestras muchas devociones, somos fieles a nuestro banco asignado, pero servir significa compromiso, servir significa olvidar nuestras cosas y nuestro egoísmo.

 

El evangelio de hoy es la historia de una madre que sólo quería lo mejor para sus hijos. Por eso se acercó un día a Jesús con una petición audaz. "Quiero que mis dos hijos ocupen los puestos de mayor honor en tu reino".

 

"¿Qué queréis que haga por ellos? les preguntó Jesús. "Que uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria", le respondieron.

 

Quieren llegar a la cima de la escalera saltándose los peldaños inferiores. Quieren la Pascua ignorando el Viernes Santo.

 

Ser ambicioso no es malo, pero la ambición egoísta está mal. Santiago y Juan lo pedían egoístamente. Seguían viviendo en la cárcel del yo.

 

Jesús les ofrece sólo la copa del sufrimiento y un nuevo bautismo. Santiago y Juan sólo conocían a Jesús, el hombre, no conocían a Jesús, el hijo de Dios.

 

Martin Luther King predicó uno de sus sermones más memorables sobre el Evangelio de hoy. Lo tituló: "El instinto del tambor mayor".

 

Y lo define: "el deseo de estar al frente, el deseo de liderar el desfile, el deseo de ser el primero".

 

Todos nosotros tenemos este instinto mayor. Queremos ser los primeros, no sólo en nuestra sociedad, sino también en nuestra iglesia e incluso en el reino de Jesús. Le decimos a Jesús "quiero ser tu mano derecha".

 

Jesús vino a salvarnos por amor. Su mensaje es sencillo. Dijo: "No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos".