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23 de octubre

 


San Lucas 13, 1-9

Este evangelio nos relata en primer lugar el encuentro de Jesús con algunas personas que le hacen un planteo: si la sangre de aquellos galileos mezcladas con la de los sacrificios era una especie de reparación por algo malo que habrían hecho. A la respuesta con un interrogante la responde el mismo Jesús.

 

Sin embargo, fuera de Lucas 13,1, no hay información alguna sobre una matanza de galileos producida en el Templo durante el ofrecimiento de sacrificios. Ahora bien, muchos creen que éstos, asesinados o agredidos por otras personas, o los que padecen las consecuencias de accidentes o catástrofes naturales (13,4), están recibiendo el castigo de Dios por causa de su pecados.

 

Jesús enseña que ese dolor y esa muerte no es un castigo por los pecados aunque no deja de advertir que se conviertan, porque correrán peor suerte. ¡Por tanto, mientras es tiempo, que cambien de vida! (Lc. 13. 3.5)

 

La otra imagen del evangelio, es la parábola de la higuera sin frutos. Jesús enseña que Dios da tiempo y auxilio para que la persona dé los frutos que él espera de ella.

 

En este tiempo final de la historia de la salvación que inauguró el Mesías, hasta que Él venga, es tiempo de decisión personal y de frutos, los propios de un seguimiento fiel y alegre del Señor al que se espera.

 

Conversión y frutos es a lo que nos desafía el Señor en su Palabra. Que el encuentro con Él, ahora en su Palabra y a lo largo del día nos haga más cercanos y fecundos en el seguimiento.