P.
Federico Llamas García, SVD
Ustedes me preguntaran cómo llegue a esta tierra panameña? Muy bien, les
comparto. Había terminado mi periodo de Superior Regional en Colombia y por invitación Mons. Carlos Lewis,
era obispo auxiliar de Panamá y miembro
de la congragación del Verbo Divino en ese momento, luego se comenzó el proceso
de conversación entre los superiores y el
Arzobispo Mons. Marcos Gregorio Mcgrath.
Llegamos, en el mes de Diciembre el 1983 dos
misioneros de la SVD. PP Norberto Kluken
y Federico Llamas. Nuestro lugar de trabajo fue en la parroquia Nuestra
Señora del Camino en el barrio de Alcalde Díaz. poco después el nombre de la
titular de la parroquia se cambio por petición de los feligreses y el Sr.
Arzobispo les concedió que se llamara Virgen de la Medalla Milagrosa. Llegamos
en la época de la dictadura militar, donde muchas cosas eran restringidas, la
gente vivía con mucho temor, fue una época tensa. La Iglesia vivía también
momentos proféticos, de cercanía con la gente.
Todo principio es difícil. Cuando llegamos a la
parroquia, poca gente asistía a la santa misa. No se tenía un lugar para
recibir a la gente, el lugar donde vivíamos estaba bastante retirado del templo parroquial por lo tanto queríamos estar
junto a la comunidad de vida – fe y de esta manera poder atender mejor a la feligresía. Muchos esfuerzos y con la contribución de la
gente se pudo construir la casa parroquial y luego se amplió el templo, la
gente empezó animarse a participar de la vida pastoral. Entendimos que no basta solo en lo material,
también lo espiritual era esencial, el estar entre la gente
La parroquia está fuera de la ciudad de Panamá y
pertenecemos a las reservas del Canal de Panamá por estar muy cerca del mismo.
Es un área semi-urbano, gente que emigró de las provincias, buscando mejor vida
alrededor de la ciudad, gente sencilla pero con una gran fe y llena de
esperanza.
30 años han pasado y aún nos mantenemos cerca de
nuestra gente, viviendo otras épocas, viendo crecer un país y una iglesia.
Celebro mis 50 años de ordenación sacerdotal en la misión, este año y fuera de
mi patria, esto me hace recodar, los primeros misioneros de nuestra
congregación que salían de sus países, con mucho ánimo asumiendo como propia la
nueva cultura y desde allí, se compartia la Buena nueva de Nuestro Señor.
En estas tierra la misión me fue llevando a otras
tareas como la de acompañar a jóvenes que se estaban rehabilitando de las drogas
en los Hogares CREA, acompañamos los cursillos de cristiandad por muchos tiempo
al igual que el grupo de encuentro matrimoniales, capellán de las Hermanas
Belethmitas, hoy me encuentro colaborando en pastoral bíblica y viviendo en la
comunidad de la parroquia Virgen de la Medalla Milagrosa.
Muchos han sido los acontecimientos vividos y los que
estoy viendo en esta misión en Panamá, los 500 años de la primera diócesis en
tierra firme, bajo la protección de Santa María La Antigua, en cuanto a la vida
del país; estamos entrando en la época electorera, con miras a las elecciones
presidenciales mayo 201, por otro lado tenemos
una ciudad transformándose a través de megas proyectos, ampliación del canal,
sistema moderno de transporte, metro y nuevas avenidas. A su vez, se vive una
situación social preocupante. Aparece la Iglesia proponiendo un pacto ético
electoral a todos los sectores de la sociedad, con miras de celebrar con la
democracia un mejor Panamá.
Permítanme compartir con ustedes, dos hechos
importantes: Primero, el reconocimiento que ha hecho el Consejo Capitalino a la
Congregación de los misioneros del Verbo Divino, por la contribución a
fortalecer los valores y servicio espiritual a la comunidad panameña en estos
30 años. Segundo de parte de la Alcaldesa y su Consejo Municipal, el otorgarme
las llaves de la ciudad de Panamá, en el grado de Hijo Meritorio de la ciudad
de Panamá. En el fondo es un
reconocimiento a la misión de muchos hombres y mujeres que trabajan desde el
silencio, la solidaridad y caminando con el pueblo de Dios.
A todo esto puedo decir Gracias Señor, por haberme
permitido vivir intensamente la misión, con las alegrías, pero también en los
momentos duros, más, es allí donde realmente se aprecia lo que se hace de
corazón. Les invito a seguir unidos a los todos los misioneros y misioneras, a
través de la oración, en la solidaridad desde donde hoy te encuentras. Muchas
gracias y sigamos adelante, acuérdate que Cristo cuenta también contigo.